Afino… toco…
una melodía que me gusta…
una melodía que me gusta…
una compuesta con un nombre…
Rita se llamaba al principio, Lily se llamó después…
circunstancias de la vida que obligan, incluso, a cambiarle el alma a las cosas…
toco los primeros acordes…
suena…
a caricia…
a esa extraña sensación que despierta la música cuando se pega a los huesos…
despertando los sentidos…
Rita se llamaba al principio, Lily se llamó después…
circunstancias de la vida que obligan, incluso, a cambiarle el alma a las cosas…
toco los primeros acordes…
suena…
a caricia…
a esa extraña sensación que despierta la música cuando se pega a los huesos…
despertando los sentidos…
haciéndonos sentir felicidad, sonrisas…
haciéndonos sentir la mayor tristeza del mundo sin motivo…
toco un silencio en mi partitura imaginaria…
uno que creí me serviría para descansar las manos…
para volver a tocar con más ganas…
permitiendo interpretar la melodía con fuerza…
haciendo que fuera lo más perfecta posible…
de esas que se sienten en los oídos para quedarse a vivir en
el corazón…
Volví a tocar…
lentamente…
sin avisar de ello…
sin avisar de ello…
sin dejarme arrastrar por ese primer intento frustrado por
halagar…
por emocionar…
por compartir la emoción de la música…
toqué lenta y discretamente…
dejando que apenas fuera un hilo musical perdido en los días…
una leve cadena de notas…
una que fuera una canción única…
distinta a las demás canciones de mi vida…
distinta a cualquier otra canción…
Toqué para volverme a sentir desafinada…
para darme cuenta de que mi público no oía…
que no había diapasón que me permitiera tocar a ritmo deseado…
que no había diapasón que me permitiera tocar a ritmo deseado…
que no lograba afinarme a otro oído para el que mi música
era estridente…
repasé mi partitura imaginaria…
la repasé para ver en dónde había saltado una línea del pentagrama…
en qué clave de Fa me había confundido…
dónde estaba el acorde que cambió la canción…
dónde el que, quizás, se había borrado pasando la manga…
repasé mi partitura imaginaria…
la repasé para ver en dónde había saltado una línea del pentagrama…
en qué clave de Fa me había confundido…
dónde estaba el acorde que cambió la canción…
dónde el que, quizás, se había borrado pasando la manga…
Volví a interpretar la melodía…
en silencio…
sin oídos…
sin público…
sin melodía…
sólo para saber que, a pesar de todo, sonaba bien…
que, a pesar de todo, tenía motivos para interpretarla…
para recordar que, quizás, el tempo ya no era el adecuado…
o, quizás, el público ya no quería más música…en silencio…
sin oídos…
sin público…
sin melodía…
sólo para saber que, a pesar de todo, sonaba bien…
que, a pesar de todo, tenía motivos para interpretarla…
para recordar que, quizás, el tempo ya no era el adecuado…
Por una canción que empezó teniendo un nombre, Rita, y por cosas de la vida se acabó haciendo famosa como Lily... por una película que postula a los Oscars y que, para mí, ya es ganadora aunque sólo sea porque se escuche como se escuche no está desafinada... o porque, quizás, es un ejemplo de muchos desencuentros que se viven en la vida...