sábado, 29 de septiembre de 2012

La cesta de CDs...

Acariciaba los CDs en el acto más mecánico de todos... separándolos, poniendo en un montoncito los que eran de trabajo... en otro los originales de música... esa era la intención... algo tan simple y doméstico como catalogarlos para tenerlos en el disco duro... para tirar, para hacer más ligera la carga de esta casa con la que hoy me he reencontrado... después de un auténtico zafarrancho de combate abrazada al Glassex, me parecía un gran plan de sábado tarde pre-salida dedicarme a estas labores... con lo que no contaba es que ese acto tan simple y tan de cualquier casa iba a suponerme un auténtico viaje en el tiempo... con esa luz de una tarde calurosa de septiembre, me dediqué a sorprenderme a mí misma... viendo la cantidad de cosas que uno vive sin recordarlo de manera habitual, dejándolo en un segundo plano por las prisas de todos los días...

En esa cesta de colores hecha con plástico reciclado que compré en Intermón hace ya muchos años, estaban pedacitos de mi vida... algunos, hechos canciones... otros, simplemente, me vinieron a la mente leyendo las letras de molde escritas con rotulador... en ese afán por catalogar, de pronto me perdí con la primera dosis de pasado... entre unos discos de trabajo, apareció ese en el que la caligrafía de Bea me recordaba que yo viví un Steinberg con ella... me recordó a esas tardes en la cocina-recepción, a esas conversaciones cuando empezó a trabajar y no nos conocíamos físicamente pero no parábamos de hablar por teléfono... al poco, la vuelta de Emilio de Estados Unidos y su aportación musical a una fiesta me hicieron sonreír... todavía recuerdo ese botellón en una casa que fue mía en Marqués de Urquijo con lo que a él le había hecho mover el cuerpo durante su año al otro lado del Atlántico... Mónica Molina y esos discos no esperados que aparecieron en el correo me recordaron esa historia que nunca lo fue... un rato de mi época en el CAP al lado de Palita me asaltó, un viaje a Tarifa con un CD que parecía grabado a medida de un viaje para el que no había retorno desde el principio... al llegar a dos discos blancos dentro de una funda transparente sin nombre, sonreí... Jordi se me coló en la memoria en una noche de Barcelona, "a ver si te gusta" me dijo tendiéndomelos... al poco, ese "In the mood of love" de otra vida apareció entre mis ojos... recordé esa gran frase que conjuga maldito y precioso con un significado absolutamente único... 

Metía los discos en el portátil capturando su contenido, sin prestarles a veces atención a las canciones sino más bien a qué ponía sobre ellos... qué recordaba al leer sus nombres o ver sus pegatinas... se me amontonaba el tiempo en la cabeza, haciéndome sonreír con cada hallazgo... volví a una Navidad compartida con Nando y Nela de camino a Asturias, con ese CD que encontramos en el coche de alquiler y que pasó a ser banda sonora... regresé a un otoño de República Independiente construida a base de lagartos, ese disco que descubrí de mano de Pons en un viaje vital a Cabo de Palos... salté con un gato a un tejado a un invierno cálido, recordándome las ganas que le puse a que fuera un regalo casi perfecto... 

Y de manera inevitable viendo ese disco, pensé en uno que sabía que no estaba en ese cesto... uno que escuché por primera vez el día que volví de Venezuela, uno que hacía mucho que no escuchaba y que me traía tan buenos recuerdos... es increíble el poder de los recuerdos, poder tenerlos con la candidez de una sonrisa a pesar de las espinas... poder relacionar momentos de la vida con sólo ver un CD... para volver a sentir tantas cosas con gestos tan minúsculos como reconocer una letra... 

Sólo Sabina podía ser compañero de una tarde como la de hoy... 





Foto | facimadevilla
Vídeo | novicecs

viernes, 14 de septiembre de 2012

Jack Sparrow, el perro adoptado




"Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata 
a sus animales"
Mahatma Gandhi


Apareció por casualidad, era ese despojo despeinado y mal oliente que te miraba desde debajo de una mesa del bar… el mismo que te gruñía cuando te acercabas, el que al principio no dormía tranquilo porque siempre estaba en guardia… se llama Jack Sparrow, me dijo Alvarito cuando le pregunté de dónde había salido, el perro más sucio a este lado del Atlántico… el mismo que se pasó la noche de Santiago enroscado en mitad de la plaza, sorteado por la gente… de aquélla, me llamó la atención que un animal tan asustadizo estuviera allí… estos días de fiesta por la mañana, me explicó mi hermana, la gente le da lo que les sobra del bocadillo… reconozco que me despertó una ternura absoluta esa criatura que, cada tres zancadas, se caía rendido… está muerto de hambre, decía la gente… creo que, por primera vez, la expresión muerto de hambre cobró todo su significado…

Jack pronto se convirtió en uno más de los que concurríamos por el bar… estaba allí desde por la mañana, tumbado contra el muro… gruñéndole a los perros, gruñéndonos a las personas… duerme en la bolera, me contó mi hermana, han intentado adoptarlo pero vuelve siempre aquí… la primera teoría sobre ese extraño comportamiento era que le habían dejado en el bar y, quizás, esperaba que volvieran a por él… por eso, cuando alguien abría la puerta de un coche, se arrastraba hacia él… quizás por eso mismo le atropellaron dejándole más malherido si eso era posible de lo que ya estaba… lo que no sabíamos es que, más allá de sus calamidades, él había decidido dónde quería quedarse… poco a poco, Jack dejó de gruñir… a ese cubo de comida que le preparaba Alvarito cada noche, siempre acompañado de un litro de leche, empezaron a sumarse las bolsas de las sobras de las comidas de las casas… el cocido de Soraya, los huesos de unas costillas que se habían comido en casa de Vero… esto es para Jack, decía mi madre a diario después de comer señalando una bolsa preparada sobre la encimera… un día eran lentejas con chorizo que devoraba, otro judías verdes con jamón… un buen día, Jack tuvo collar… uno azul… se lo ha traído Cris, me explicó mi hermana contándome cómo esa veraneante como nosotras había venido de la clínica veterinaria dónde trabaja cargada con cosas para él… una pipeta, unas vacunas… Jack empezó a salir de debajo de sus escondites, empezó a tumbarse entre las mesas de madera de la terraza… empezó a mover el rabo cuando te veía venir con una bolsa, sin discriminar cuál era su contenido… empezó a querer mimos al vernos incluso sin bolsa…

Siguió siendo un perro despeluchado y sucio hasta que comenzó a mudar todo el pelo… a su aspecto despeinado le acompañaba una mirada triste, una que a pesar de lo mal que olía era imposible no corresponder con una caricia a sabiendas de que tenía pulgas… con dejarle pirañearte, consintiéndole pegarte pellizcos con los dientes… cogiéndote de la manga de la chaqueta para que le hicieras caso, gruñéndote cuando intentabas dejar que dejara de jugar… dándote con la pata o apoyándotela en la rodilla para recordarte que estaba ahí… se dejó peinar por mi hermana y por mí en un afán por quitarle el pelo muerto, por devolverle la dignidad de un animal que a pesar de las penurias seguía respirando… a pesar de que tuviera constantemente pesadillas cuando dormía,  a pesar de que se abalanzara sobre las bolsas de plástico como si no hubiera comido nunca… el que ha pasado hambre, me dijo una vez mi padre sabiendo de qué hablaba, siempre recuerda que ha pasado hambre… recordé esa sabia frase mirándole comer una  tempranísima tarde de septiembre que suponía una despedida… diciéndole a Alvarito que tenía que quitarle el collar, que necesitaba un agujero más porque había crecido… crecer, reconozco que me hizo ilusión pensar en que estábamos conjugando ese verbo… que ese cachorro crecía…

Hoy me he reencontrado con él… nada más verme, se ha levantado para venir hacia mí meneando el rabo… mordisqueándome y dándome con la pata… qué guapo está, no paraba de repetirle a Alvarito que asentía con la cabeza… Jack ha mudado todo el pelo, ha crecido en los poco más de diez días que he estado sin verle… no podía dejar de hacerle mimos y además ya no olía mal… ha cogido peso, mira con ternura pero con menos tristeza… Álvaro le miraba embobado, Jack le miraba del estilo a él...

Alguien le abandonó, le adoptamos entre todos y él adoptó a Alvarito... quizás, porque él también a pesar de sus gruñidos y su mal olor, nunca le negó ni una caricia ni un litro de leche...

Foto | FC

sábado, 8 de septiembre de 2012

Lady Madrid...




"Eres mi casa,
Madrid mi existencia"
Miguel Hernández


Esa que cambia el paisaje por asfalto, por hormigón... por edificios en altura que quieren acercarse al cielo y no hacen más que alejarte...

La que te anula los sentidos… la misma en la que la vista no ve, el oído se ensordece por el ruido… el olfato se nubla entre el humo de los coches… la misma en la que el tacto se convierte en un bien poco preciado y poco usado…
Esa en la que se juntan los caminos… los países, las miradas… esa que, a pesar de las líneas de metro de colores, separa más que unir…

Lady Madrid es esa dama elegante que respira un calor frío… esa de los hermosos días de sol, de las noches con lunas pasando a través de una ventana… es la señora de la Gran Vía, la reina de las luces verdes de los taxis…

Es donde todo sucede y nada pasa, esa a la que irremediablemente vuelven los gatos para subirse a los tejados… la que parece capitalizar la vida, en la que recorrer una calle conlleva recordar muchas cosas vividas sobre ese mismo asfalto…
Madrid es la aristócrata a la que se le rinde pleitesía, la misma a la que otras veces se le profesa un profundo rechazo… la dueña de un espacio en el que nadie sabe si lloras o ríes, uno en el que todos somos caras pero pocos tienen nombre…

Es la despiadada dama en la que la gente duerme en los bancos, en la que no se puede perder de vista el bolso… es la esposa perfecta de reencuentros deseados con algunos de esos amigos con título que se casaron con ella para siempre, es la amante más infiel que se puede tener…
Esa que te hace volver para retorcerte el alma o resucitarte… para despertarte del letargo o sumirte en un intranquilo sueño… regalándote tantas cosas buenas y quitándote tantas otras…

Lady Madrid es esa que te hace conjugar el verbo amar y odiar a la vez… esa que es puerto pirata y otras veces destierro… el hada madrina de los deseos concedidos, la madrastra de los sueños frustrados…

Por esa canción que una vez me dedicaron por casualidad y que es lo único que se me ocurre ahora mismo... Pereza dice lo mismo pero mucho mejor...



Foto | FC

martes, 4 de septiembre de 2012

Nieblas, moralejas y despedidas...


En mitad del frío y haciendo un alto en el camino, me salí de la ruta que tenía marcada… será sólo un momento, me dije a mí misma conduciendo hacia dónde no debía… hacia dónde sólo habría niebla y silencio, dónde sólo quedaría un anochecer escalofriado bajo una chaqueta roja… me senté en la misma mesa en la que me he sentado muchas veces… en mitad de la noche para escuchar cómo suena la tierra, en mitad de la tarde para oír la melodía de la niebla… me senté con la misma manta que me acompaña siempre, esa que si hablara tendría muchas historias y secretos que contar… me encendí un cigarro hecho a mano… uno que lié con esmero recordando otros compartidos, otros que pasaron a esa carpeta llamada “ayer”… la misma en la que se guardan todas esas cosas que, quizás, sólo suceden dos noches… esas mismas cosas que, quizás, nunca más se repetirán… sentí frío, intenté darle al stop de esa enorme centrifugadora que me supone la mente… mañana me voy, sonó en el aleatorio de ese iPhone que parece tener una puntería que ni la del mejor tirador… sonrío… mañana quizás sea hoy, y la despedida no tenga una melodía distinta al silencio…

Mientras Lagarto plagaba mi mente con palabras que ya conozco, recordé esas desconocidas… esas que no se dicen pero se saben, esas que convierten un rato a medias en un mundo sólo para dos aunque no sea compartido… esas que a veces necesitamos escuchar, esas que otras veces sabemos que dolerá hacerlo… recordé una noche de vestido blanco, otra de chaqueta roja… recordé a qué saben los buenos momentos que se viven aquí con una intensidad que no regala ningún otro lugar, cómo huelen las madrugadas de palabras y compañía… recordé esos perros adoptados que hicieron sonreír… respiro hondo… quizás a veces la vida te pone estas zancadillas, quizás a veces hacen falta para volver a sentarse sóla entre la niebla… para hacer oídos ciegos a una pantalla que escupe líneas, para cegar los ojos y hacerlos sordos ante esas despedidas para las que no suelo estar preparada… sonrío… quizás la magia es tener que decirse adiós, pienso, quizás porque tienen esa magia cuesta tanto hacerlo… recordé una moraleja que no se escribía en este cuento, recordé una noche en la que tuve que tirar migas de pan para volver a encontrar el camino de vuelta… demasiados recuerdos para muy poco tiempo, pensé... una factura increíblemente alta cuando lo que toca es abonarse al silencio...

La misma niebla, pensé, pero sabe distinta… sabe a una despedida que no se comparte, a una luna impresionante de verano asomando para recordarme que me quedaba camino por andar… para recordarme palabras prohibidas y hasta luegos que pueden ser adioses… ausencias que sé que pesan como losas, deseos que se quedarán guardados en un bolsillo... sonrío… queda mucho camino todavía, pensé, nunca se sabe dónde termina…

Con mas premeditación que aleatorio, esto sonaba en mi coche cuando me tocó desandar... una canción que estrené una tarde-noche de final de agosto y que, como otras, me recordará siempre el final de un extraño verano...



Foto | FC