lunes, 31 de marzo de 2008

El día en que se cambia la hora

Está claro que, como todo en la vida, tiene sus firmes defensores y sus acérrimos enemigos... pero la pregunta que lanzo al aire es sencilla: ¿a quién coño se le ha ocurrido esto de cambiar la hora? Para economizar luz, dicen... para adaptarnos a la hora solar, comentan otros...

Pero la realidad es bien distinta... tú te levantas un día cualquiera y nada encaja... piensas que es momento de desayunar, pero tu reloj marca la 1.30 de la tarde... y te preguntas ¿tanto he dormido?, ¿en qué momento?... y te quedas con la duda... desayunar o no, he ahí el dilema... el resto del día es por el estilo... comes a las 2 de la tarde, antes la una... y a eso de las 6 de la tarde, léanse las cuatro del día anterior, estás que te subes por las paredes... decides ver una película y relajarte, tomarte el domingo con calma... y vuelven a surgir los problemas... ves la parrilla y te preguntas ¿la hora, será la de ayer o la de hoy?... y tanteas... te planteas qué hacer... "ni pa ti ni pa mí, si empieza a las 5, dios sabe de qué día, enciendo la tele a y media"... si el cálculo no te falla y la revista del Plus cumple con su horario del día en que cambia la hora, sólo te habrás perdido la primera media y definitiva hora de película...

Y parecerá una gilipollez... pero para cuando llega la hora de la cena, no tienes hambre... pero tienes que cenar porque al día siguiente es lunes y tocan diana temprano... y te acuestas... con los ojos como dos platos.... completamente despejada... coño, claro... son las 12 pero en realidad es la una... y ese angelito del cerebro te recuerda que, sea la hora que sea, al día siguiente te levantas a las 7... y que la oficina no se equivoca de horario ni se plantea si andas que no sabes ni por dónde te da el viento... que tienes que llegar a las 9 -pero ¿a qué nueve?, ¿a las de ayer o a las de hoy?- y que o cierras pronto los ojos y empiezas con tu fase REM o mañana ni la grúa municipal te saca de la cama...

Pero, pese a la coherencia... al pánico a llegar tarde... pese a no saber ni qué hora es de verdad... te sientas delante del ordenador... para intentar averiguar a quién demonios se le ocurrió esta feliz idea...

martes, 25 de marzo de 2008

Vacía...

... así es como me siento... como si la Fátima que fui hace menos de 24 horas se hubiera evaporado... desaparecido... como si no quedara nada en mí de ella... como si, simplemente, se la hubieran llevado cada uno de los segundos de esas 24 horas...

Muerta por dentro... en estado casi de hipnosis... sin poder creer lo que me está pasando... sin poder siquiera plantearme que sea cierto... y cuando lo pienso, cuando me viene a la cabeza cualquiera de sus líneas... vuelvo a evaporarme... a darme cuenta de que es mi realidad... la que me toca vivir por un error... por una borrachera... por ese deporte casi nacional para algunos que es no crecer y olvidar al salir de casa que tienen una vida...

Duele... me abrasa... me tiene en auténtico estado de jaque... tocada, hundida y destrozada... no es como otras veces... ahora no hay ni por qué ni excusa... no hay nada que pueda justificarte... nada que me haga quitarle importancia a una situación que se me antoja insoportable... insoportable hasta el punto de atarme fuerte el estómago como si de una soga se tratase...

Y no puedo escapar... escaparme... me encantaría salir de mi propia piel... dejar aqui lo que se supone que soy... que siga con su vida, como un autómata... que continúe viviendo sin pensar, sin sentir, sin recordar, sin plantearse absolutamente nada de lo que pasa a su alrededor... y volar lejos... huir... que lo que era hace 24 horas permaneciese en alguna parte del mundo ajena a todo... estancada en cualquier lugar... en las Islas Cíes o hace tan sólo un par de semanas... protegida de todo... que ni el menor viento de la vida pudiera siquiera moverme el flequillo... o dormirme hasta despertar un día en que el mundo sea ya distinto...

Pero no puedo... es lo malo de los humanos... no tenemos botón de reset... para finalizar una tarea y volver a ser... a ser de verdad... como éramos... con esa ingenua felicidad que te da el hecho de que no pase nada, que todo siga igual... que tu vida sea lo mismo un día tras otro...