miércoles, 4 de julio de 2018

Vivir...


"Amar y sufrir es, a la larga, la única manera de vivir con plenitud y dignidad"  
Gregorio Marañón


Vivir es un extraño ejercicio...
uno entre el saber y el aprender...
es eso que te pasa mientras piensas en mañana, mirando con nostalgia al pasado sin darte cuenta de que también forma parte de tu historia...
que eso es lo que nos hace ser quienes somos...
Vivir es llorar y disfrutar de los mordiscos...
regalar sonrisas y besos porque son gratis, porque endulzan la vida... porque son ese par de cosas que cambian por completo un día...
es cagarte en todo porque te pilla un chaparrón o desnudarte para bailar bajo la lluvia...
es ser un juego de opuestos cada segundo de esa cosa llamada vida...

Vivir es dejar que la pena se apodere de ti o disfrutar de esa cálida cosa inexplicable que es la felicidad...
aunque dure un segundo, aunque solo ilumine como lo hace un rayo en una tormenta de verano...
es tener la oportunidad de saber lo que siente al querer, lo que se sufre al odiar... 
lo increíblemente maravilloso que es el amor, lo jodidamente dura que es la traición...
es poder saborear un trago amargo como si fuera dulce y viceversa...
Vivir es escribir tu historia con cada paso...
eligiendo de manera inconsciente o plenamente razonada cuál será tu destino...
es poder sentir ese nerviosismo tan bonito que se siente al reencontrar a un amigo...
también es dejarse llevar por la tristeza cuando esa persona deja de tener ese título...

Vivir es enamorarse y dejar de estarlo...
es respirar hondo, reír a carcajadas...
es sentir soledad y compañía... es aprender a elegir cada una de ellas en el mejor momento...
es experimentar que te suenan las tripas, que se te eriza la piel o que te cae una lágrima por la mejilla... 
Vivir son días de sol pero también de nubes negras...
de esas que traen consigo oscuridad pero, a la vez, son el anticipo de la luz...
es saber que estás, que eres...
que sientes y padeces...
es conocerte para ser el mejor compañero que puedas tener durante toda tu vida...

Vivir es saber que te vas a ir algún día...
es tomar conciencia de que, hasta entonces, tienes la oportunidad de hacerlo...
intensamente...
sin añorar el pasado, sin temerle a lo que pasará mañana... 

Vivir es un regalo tan increíble que, solo por eso, merece la pena vivirlo...


Imagen | FaCimadevilla en Instagram

domingo, 1 de julio de 2018

Lo que no te cuentan de la maternidad...



"No hay manera de ser una madre perfecta, hay un millón de maneras de ser una buena madre"
Jill Churchill


Lo que no te cuentan de la maternidad es que dejarás de existir... alcanzando una cuarta dimensión de la materia que te convierte en invisible... esa que hace que nadie se percate de que estás a pesar de que te esfuerces por sonreír y por hablar, incluso queriendo desaparecer realmente... nadie te cuenta que, de pronto, existirá una competición por saber a quién se parece tu hijo... ni que tendrás que escuchar frases como un "tú no has puesto nada aquí" al que te apetece contestar que casi 41 semanas de gestación, 13 horas de parto y 37 puntos... nada... 

Lo que no te cuentan de la maternidad es que en tu posparto descubrirás lo más bonito y lo más terrible que tienes dentro... que te sentirás desgraciada y jodidamente triste... que estarás atrapada en un cuerpo que, de pronto, es tu peor enemigo... que mirarás a esa criatura que amas sin conocer sintiendo lástima por él por la madre que le ha tocado en suerte... por una madre que no duerme a pesar del agotamiento y que no resiste escucharle llorar con nocturnidad y alevosía... nadie te cuenta que te sentirás una piltrafa, que sentirás que la frustración se apodera de ti a pasos lentos pero seguros... que sientes esa jodida soledad en mitad de la gente que no se soluciona con visitas sino con tranquilidad... que tan solo necesitas un abrazo sin tener que pedirlo... que solo necesitas que entiendan cómo te sientes para actuar en consecuencia...

Lo que no te cuentan de la maternidad es cómo es ese sentimiento que te invade de pronto... ese en el que todo lo que haces está sujeto a crítica, a comentario... a corrección... a clase doctoral... nadie te cuenta lo que se siente cuando escuchas atribuirte a ti, por ser madre, que tu hijo se haya hecho caca o que lleve un body mojado... un sentimiento de indefensión y rabia a la vez tan grande que te aprieta la garganta para no dejarte ni respirar... nadie te dice que, de pronto, todo el mundo tendrá carta blanca para meterse en tu vida... para decirte cómo tienes que vivirla, cómo tienes que educar a tu hijo... cómo tienes que hacer las cosas, tratándote como si fueras una descerebrada adolescente a pesar de tener casi 40 años... anteponiendo los deseos de los demás a los tuyos... anteponiéndolos, también, a lo que tú como madre consideras que es lo mejor para tu hijo... 

Lo que nadie te cuenta de la maternidad es que sufrirás... que sufrirás mucho... que descubrirás que eso tan bonito que ha venido a inundar tu vida de felicidad es un motivo de llanto... no por él en sí, eso es lo jodido... llorarás por lo de alrededor... por no dejarte disfrutar de verdad de ese tesoro que la vida vino a darte cuando ya no lo esperabas... ese mismo que supone fricción, demasiada palabra atragantada para no prender la mecha del incendio y distancia... distancia de la que duele, de la que se siente en el alma... nadie te cuenta que, de pronto, tus decisiones son motivo de juicio y quebrantamiento... de pelearte contra unos elementos que han logrado que calles... que no digas nada por tener la fiesta en paz... me río... todavía me sorprende estar escribiendo esto... callarme yo, que nunca lo he hecho... pero lo haces, comiéndote por dentro de impotencia y de pena... sin entender por qué te sometes pero con la terrible sensación de haber perdido por completo la guerra... con la errónea sensación de que solo puedes quedarte mirando mientras la palabra respeto se te escurre entre los dedos... como si, de pronto, te lo hubieran arrebatado...

Lo que nadie te cuenta de la maternidad es que, a pesar de todos los demás, serás feliz... suma, jodida y cansadamente feliz... lo serás cada vez que te mire ese ser que salió de tus entrañas y que despierta el sentimiento más animal que puedas tener dentro... cada vez que le sientas dormir contra tu pecho... cada una de las veces en las que se lance a tus brazos o se ponga a llorar... nadie me contó que entonaría ese "mi hijo" sintiendo que ese tándem de palabras hacen referencia al ser más excepcional, precioso y preciado... uno que vino a iluminar mi mundo a pesar de sus sombras... nadie te cuenta tampoco que, en este camino, te encontrarás con mujeres maravillosas... mujeres dispuestas a ayudarte, a escucharte... a entender lo que te pasa... a compartir experiencias sin prejuicios ni juicios... a, simplemente, acompañarte en tu camino respetando cada uno de tus pasos...

Tampoco nadie me contó que, a pesar de todos los demás, lo sentiría como lo más maravilloso que me ha pasado en todas mis vidas de gata... que, a pesar de muchas cosas, sentiría que es la labor más importante que me ha tocado ejercer en esta vida... y que, solo por eso, en algún momento dejarás de callar pase lo que pase... 

Porque, más allá de tanto ruido o de tantas lágrimas, hay una realidad... solo yo tengo el enorme privilegio de ser su madre... y por esa razón, sólo yo decido cómo vivirlo...


Dedicado a todas esas mujeres que se sienten identificadas... a todas las que me han ayudado y lo hacen aunque solo sea escuchando mis dudas o mis miedos... a las que respetan quién soy como mujer, como madre y como Fátima... y, también, a todos los que no lo hacen...



Imagen | FaCimadevilla en Instagram

miércoles, 9 de mayo de 2018

Mi otra madre...


"Los brazos de una madre están hechos de ternura, y los niños duermen profundamente en ellos"
Victor Hugo

Anoche, tapándole la tripa a Tristán en su cuna, volví a recordar ese gesto tan suyo... es lo único importante, decía mi otra madre cuando te atravesaba una manta de lado a lado en la cama inmovilizándote, que te tapes la tripa... algo que repitió cada una de las noches que dormí bajo su mismo techo durante mi infancia... un gesto que suponía su particular manera de decirte hasta mañana, uno que precedía a ese beso apretado en la frente al que seguía uno más rápido... una práctica, lo de la manta atravesada, que a mí me parecía un auténtico castigo pero que cumplía a rajatabla porque lo hacía ella... sonrío... ahora soy yo quien atraviesa a su hijo una manta para dormir... ahora entiendo el mucho amor que ella le ponía a ese momento...

Mi otra madre se fue hace unas semanas haciendo de este mundo uno un poco más oscuro... se fue para atarme un nudo en la garganta y hacerme recordar esa infancia maravillosa que compartí con ella... esa en la que la Judi, su perra querida y mi objeto de mordiscos cuando me estaban saliendo los dientes, no se había muerto sino que había encontrado un novio y se había ido a vivir con él... esa en la que si a mi primo y a mí se nos ocurría sentarnos en los cactus de mi abuelo y desgraciarnos el culo con sus pinchos, ella resolvía terminar con las plantas regándolas con lejía... una infancia que viví agarrada de su mano, sentada en su regazo... escuchándola llamarme "mi sol", regalándonos besos a todas horas... acompañándola a Don Antonio, un podólogo que no solo nos arreglaba las uñas sino que además a ella le daba la vida... visitarle era la excusa perfecta para volver a caminar por su adorado Madrid, para que sus ojos inquietos lo miraran todo como si no lo hubieran visto nunca... para merendar una tostada en esa cafetería Zahara de la Gran Vía que, como ella, ya no está... 

Mi otra madre sonreía y el mundo se convertía en un lugar diferente... ella te contagiaba de esa increíble paz que parecía vivir con ella, de esa increíble alegría que formaba parte de lo que era... era capaz de hacerte sentir una caricia con esa mirada que solo ella tenía, con esos ojos azules que tanto la obsesionaban... tienes que tener un novio con los ojos azules, me decía con firme convicción... estaba segura de que, de ser así, ese color suyo tan especial se perpetuaría en el tiempo... uno que nadie en la familia, salvo ella, tenía... sonrío... quizás se fue sin saber que, como tantas otras veces, tenía razón... algo que me hace sonreír con cierta tristeza cuando miro los ojos de Tristán y la recuerdo a ella... cuando me doy cuenta de que su deseo se cumplió... es un chico, me dijo convencida la última vez que la vi mientras me tocaba la tripa... sí mami, le contesté acariciándole la mano... me sonrió... y sabes una cosa, le dije mirándola fijamente como si ese gesto le hiciera entenderme mejor, que su padre tiene los ojos azules...

Mi otra madre era muchas cosas... era una niña de la guerra a la que el fantasma del hambre, la miseria y el miedo le acompañó durante toda una vida sin robarle la alegría... era una mujer que partía de la premisa de que todo el mundo era bueno a menos que demostrara lo contrario... que defendía a sus cachorros con uñas y dientes... que quería como poca gente conozco, con todo el corazón... con todo lo que era... y es que mi otra madre era, precisamente, amor... de ese tan auténtico y tan generoso que no había vez que hablaras con ella que no te dijera un "te quiero"... un amor que sentías desde el momento en el que, al volver a verla, te decía "chati" alargando mucho la "i" bañando el mundo de luz con una de sus preciosas sonrisas... era esa abuela que te llamaba con la regularidad de una madre, esa otra madre a la que era sencillo contarle tus intimidades... la misma que me mandaba postales cuando me iba de campamento... una mujer de firmes convicciones que, a pesar de ellas, te animaba para que te fueras a vivir con tu novio... una mujer que se pirraba por una hamburguesa del McDonalds, la misma que para mí es dueña absoluta de una receta de pollo en pepitoria que solo en su casa sabía a gloria... una dama coqueta que, incluso cuando la memoria le empezó a jugar una mala pasada, recordaba perfectamente el color de esmalte de uñas que utilizó toda la vida... sonrío... me miro las manos, de un increíble parecido a las suyas... incluso en eso sigue estando conmigo...

Mi otra madre empezó a irse hace mucho tiempo... cuando su memoria empezó a desvanecerse y creía estar en un hotel a pesar de que se trataba de una residencia... no se han gastado un duro en decoración, me decía con vehemencia... algo que a mí me obligaba a disimular la carcajada, algo que me consolaba al saber que parte de ese genio y figura que era antes seguía escondido en alguna parte de su cabeza... mi otra madre se fue distanciando del mundo como vivió... alegre, cantando... entornando los ojos cuando la besabas, sonriendo con un punto de coquetería cuando le decías el pelo tan bonito que llevaba... manteniendo, a pesar de las arrugas y de los muchos menos kilos, esa belleza que hacía que fuera inevitable mirarla... esa que tenía prendado a mi abuelo desde que la conoció cuando ella apenas era una adolescente...

Mi otra madre se fue de este mundo como vivió su vida... sonriendo... un gesto que me ha hecho pensar, a pesar de mi descreimiento, que quizás había alguien esperándola en esa marcha que supone la única certeza que tenemos en esta vida... que, quizás, sonaba ese atronador disco de Raphael con ese "El camino que lleva a Belén" que ponía en casa cada mañana de Navidad... que, quizás, en ese último momento los dos hombres de su vida vinieron a buscarla... sonrío... ahora están los tres juntos en la salita, me dijo mi primo por whatsapp cuando le escribí para ver cómo estaba... esa última sonrisa suya me hace creer que, incluso al marcharse, me ha dejado una duda en herencia como si fuera un pedazo de esperanza... como si, a pesar de respetar como lo hacía que yo no creyera en nada, quisiera que volviera a pensarlo...

En el fondo, no puedo despedirme de ella... no puedo hacerlo porque mucho de quien soy se lo debo a ella, porque mucho de quien era sigue estando conmigo... porque le debo el inmenso regalo de haberle dado vida a mi madre, a esa madre mía que renunció a que la llamáramos "mami" porque así era como nos referíamos a la suya... porque me bañó en ternura, demostrándome que ser feliz era posible a pesar de las circunstancias... porque hizo de su generosidad un nido donde criarte, porque ella era un hogar con tejado y ventanas... 

Mi otra madre deja un enorme y sereno agujero en mi vida, en las nuestras... uno que consuelo asomándome a los ojos de Tristán... unos ojos que no son los suyos pero en los que, de alguna manera, ella sigue viva...