martes, 29 de mayo de 2012

Caminos...


"Quien haciendo el camino viejo aprende el nuevo puede considerarse un maestro"
Confucio


Hoy, desandando un camino que he recorrido muchas veces, me he parado a pensar en esos kilómetros que he ido aprendiendo de memoria... tengo un auténtico mapa mental creado en la cabeza con cada curva, con cada uno de esos lugares que forman un álbum de fotos que es sólo mío aunque sean muchos más quiénes lo recorren como yo lo hago... hoy, sin entender por qué, he recordado la primera vez que lo recorrí en sentido contrario al de hoy... en mitad de la oscuridad, con una madeja de preguntas en el estómago enredándose a cada curva... preguntándome qué hacía, cuestionándome si cada curva me acercaba o me alejaba de un precipicio que nada tenía que ver con el del desfiladero... hoy he vuelto a recordar cómo desanduve ese camino... cómo me calentaba el sol la cara, cómo esa madeja se había transformado en una goma elástica con la que jugué entre dientes con miedo de romperme los labios... ese mismo camino, de pronto, tuvo un significado distinto... el de la derrota de un día de calor que pudo ser perfecto hasta que una extraña tregua se me clavó en las neuronas, el de la tristeza cuando la sombra de una libélula era lo único que parecía quedar de una historia de esas que te regala la vida para vivir algo distinto... un mismo camino con muchas caras, con muchos recuerdos... con el de la ilusión de recorrerlo para encontrar sonrisas en una cocina que, a pesar de existir, ya no es la misma... con el de la desilusión de saber que, a veces, uno no escribe la historia como desearía...

Hoy el camino me ha olido a una tarde de domingo improvisada en la que lo recorrí de copiloto sin contar con andarlo, con la imagen de la rubia acompañándome en un día de cascadas y descubrimientos que duró lo que daba de sí el tiempo permitido por ley... me ha recordado a una noche de enero en la que Tontxu era lo único que sonaba recordándome algo vivido a oscuras que, quizás, sólo yo recuerde mientras temía que me pillara una nevada y uno de mis psicópatas me llamara por teléfono para invitarme a cenar... esa misma carretera que hoy he vuelto a recorrer me ha traído a la mente heridas, silencios... besos y sonrisas... curiosos episodios en un bar-estanco en el que me intentaron ennoviar con el soltero del pueblo... momentos de sorpresa cuando algún Bambi viene a sacarme de mi inercia al conducir para recordarme que esa es la magia de esa carretera... momentos de tristeza cuando tuve que decirle a un amigo que yo no sentía lo mismo sabiendo que, a pesar de todo, el camino se iba a separar porque era lo mejor... a estas alturas, he recorrido ese mismo trayecto casi un centenar de veces... he visto zorros ratonear de una bolsa de basura, he sentido miedo al desandarlo por si era la última vez... he llevado capilotes, me he traído de vuelta huevos... he juntado palabras a la vez que kilómetros... he recordado una tarde en la que Antonio Vega me acompañó para hacerme sentir una misma canción con una letra distinta... 

Hoy, sin entender por qué, cada curva me ha traído un recuerdo diferente... un álbum completo de fotos mentales de esta nueva vida de gata... a pesar de ser el mismo camino, a pesar de que no hayan cambiado ni una sóla de sus curvas... hoy me he dado cuenta de lo mucho vivido en apenas 70 kilómetros... de lo mucho dicho y de lo mucho callado... y, a pesar de todo, hoy también ha sido distinto...

miércoles, 23 de mayo de 2012

Mi tierra prometida desde una hamaca...


Se empieza a ir el sol y se nota ese fresco húmedo que precede a la noche… respiro hondo… huele a hierba recién cortada… a aire limpio… noto la ingravidez bajo la espalda… sí, estoy en mi propio nido… en uno construido sobre hilos de colores que vino de Colombia conmigo para recordarme que, a pesar de las marejadas, este barco pirata tiene un par de puertos en los que refugiarse… oigo un perro ladrar en alguna parte, las voces de un par de habitantes de este extraño lugar perdido en unas montañas que califico como mías… vuelvo a respirar hondo para sentir ese olor a hierba… ese que me recuerda a mi infancia, a la casa de mis padres… a este lugar… sonrío… es curioso unir ese olor a la extraña y rara sensación de seguridad que sólo te da sentirte en la casilla de casa de mi propio tablero del parchís…

Has logrado respirar, me preguntaron hace un rato por teléfono… se me amontonaban las historias, los expedientes X que hacen de mi vida una peculiar en la que todo puede suceder… me queda la esperanza de haber desafiado a Murphy, he contestado victoriosa… mi tostada ha caído pero no por el lado de la margarina… me la he comido de todos modos… me río… lo que no mata hace más fuerte, pensaba masticando… curioso, he recordado ese agua prohibida de Bogotá que, a pesar de todo, bebí sin que nada me sucediera… supongo que, a pesar de mis fragilidades, soy mucho más fuerte de lo que creo… las golondrinas revolotean sobre mis ojos en un cielo azul que empieza a despintarse… ellas han llegado, ya huele a verano… a flores que se desperezan… a nido en la ventana que, como cada año, me tocará pelear para que nadie lo quite… huele a persianas que empiezan a subirse, a gente que comienza a llegar… a vida que vuelve a vivirse… supongo que esa es la magia de este lugar en el mundo que considero, como otras muchas personas, mío por derecho propio… permite poner el contador a cero de la propia existencia… permite borrar el lienzo y volver a pintar encima a pesar de los borrones…

Noto un escalofrío, la noche empieza a llegar… a lo lejos se oye una segadora… me refugio dentro de esa enorme chaqueta de lana roja que es sinónimo de este lugar… tiene tantos años como yo y es la compañera fiel de mis días en este lugar… me balanceo, noto que estoy colgada de esos tacos que un buen amigo me colocó no sin esfuerzo ni baño de polvo de piedra… los miro de reojo de vez en cuando cuestionándome si no me iré de culo contra el suelo… sonrío… ahora mismo, me da igual… respiro paz a pesar de mi mundo interior, a pesar de esas cosas que suceden más allá del Puente Grande… a pesar de esa vida en la que hay pasado, Hacienda,  decepciones… a pesar de las heridas prestadas, de esa insistencia de algunos por meterse en la vida de los demás para tratar de estropearla… a pesar de los miedos y las preguntas sin respuesta… a pesar de todas esas cosas que se convierten en malos aliados de la mente y que aquí, simplemente, parecen machacarse con un chino de cocina hasta convertirse en un puré más fácil de tragar… una cigüeña cruza el cielo, oigo agua correr… vuelvo a respirar frío y hierba… y montaña y noche… estoy en mi propio nido de colores, pienso sonriendo sin prestarle demasiada atención a todos esos peros que tiene la vida fuera de esta hamaca… un nido que me regaló ese pedacito de Colombia que también tiene las raíces atadas a este lugar… uno más presente desde el día que colgué un pedazo de tela importado y regalado para tener un trozo de ese lado del Atlántico conmigo…

Al lugar dónde has sido feliz no debieras tratar de volver, me dice Sabina en este sabio aleatorio de mi iPhone –puto iPhone-… sonrío… a veces, hasta el maestro se equivoca… y, al menos este barco pirata, sabe que siempre le quedará una isla para naufragar…


Esto suena en estas montañas...


Foto | FC

domingo, 6 de mayo de 2012

Aquelarres a la luz de la gran luna...

A la luz de la luna, llegué a esa cita planificada de brujería blanca con lista cerrada de invitadas… hace falta que vengas tú, leí a través de una pantalla mientras trataba de desenredarme el corazón desandando kilómetros… sonreí en mitad de esa extraña toma de conciencia al volante de saber que el tiempo se escapa, que estamos en un constante tiempo de descuento que mella esa palabra llamada “vida” de la que tomamos conciencia a los treinta… no compramos libros, me dijo la bruja Deseada al telefonillo de esa casa a la que cada vez que voy tengo que preguntar el piso… vendo Biblias, le contesté estirándome el cuello para tratar de paliar ese dolor que me ha secuestrado las neuronas… no sé si eso pasa por libro, contestó desconcertada… a la altura del segundo telefonillo, el santo y seña fue distinto… aspiradores señora, dije mientras la voz de Deseada me solicitaba completar los servicios con un operario para la máquina… la sonrisa que había fingido durante horas de esa tarde se convirtió en real cuando ella y Victoriosa me esperaban con la puerta entreabierta… dos abrazos medidos por temor a sentir dolor en el cuello después, dábamos vueltas en círculos por nuestras propias vidas y por esa casa que supone el templo de las pequeñas victorias… el templo de las noches de mujeres con nombre, el santuario en el que a veces nos encomendamos al destino con más armas que antes de llegar a la puerta…

Con dos cervezas y un vaso de agua, preparamos una mesa improvisada de pócimas personales… nada más descalzarme, las palabras de ese mantra que no planificamos comenzaron a surgir… compartiendo esas cosas de la vida que suceden y que ponemos en común como base fundamental de nuestra magia… con un colchón de Viscoelástica y una nueva casa por estrenar, desgranamos esos pasados que a veces son presentes así no queramos… casi tres años ya, preguntó Victoriosa con cara de alucine revalidando esa teoría del “tempus fugit” que llevaba entonando toda la tarde… repasamos esos e-mails impersonales y carentes de luz que aparecen para que nos demos cuenta de que las heridas han cicatrizado y no por arte de magia… mientras Deseada entonaba su propio cántico para inaugurar su nueva vida de gata con una cabeza de ciervo hecha de cuerdas, Victoriosa clavaba su propia bandera en un territorio desconocido demasiado compartido por carambolas de la vida… le hicimos trampas al destino hablando de tetas, de echarle morro a la vida… de los curiosos episodios de la vida en los que el tío de la basura te da su número de teléfono, de las despedidas de RadioTaxi… del increíble arte que supone no sólo decir que una se quiere a sí misma sino, además, enseñárselo a los demás… de un katovit que inauguró una lista que Deseada descubrió que no era tan virgen mientras achuchaba de manera impenitente moldes de magdalenas sentada en el suelo frente a un calefactor de aire...

Es la noche de la gran luna, dijo Victoriosa en lo que supuso una auténtica premonición frente a su propio brebaje de Bulldog con frutas del bosque congeladas… sonrío pensándolo… qué mejor manera de retomar estos aquelarres tan abandonados por una vida dividida entre bailes y kilómetros que a la luz de la inmensa luna… estás entre nosotros, me preguntó Victoriosa mientras se me partía un pedazo de magia a través de una pantalla… respondí a la oración autoimpuesta de no forzar más este cuerpo que somatiza lo que tiene alrededor, ese mismo que le ha restado potencia a mis vuelos sin escoba y que de alguna manera me ha hecho imponerme la gimnasia de volver a sonreír más… sonreí… y a ti te compensa, preguntó Deseada haciendo gala de ese recién estrenado estado de golpe militar contra su propia existencia… bien pasada la medianoche, ese rastro de existencia que llevo colgado al cuello me recordó que tenía que volver a mi propio santuario… lo hice estrenando una escoba voladora con ruedas que no admitía devoluciones y que ni siquiera pude llevar yo hasta el maletero de mi coche…

Unas cuantas palabras mágicas después, emprendí el vuelo de regreso a casa observando esa luna reina que cerraba el círculo de la noche… dándome cuenta de que, gracias a ese rato de brujería, la carga era menos pesada y la noche estaba más despejada… que, a pesar de haber llegado sin hacer honor a mi nombre, sí volvía a mi propio templo pronunciándolo... Doncella… sabiéndome honrosa de formar parte de una extraña hermandad en la que las heridas duelen menos, en la que las carcajadas suenan más… una en la que Victoriosa se metía en la cama pensando en su propia libertad, una en la que Deseada quizás lo haría pensando en el significado de su nombre... esa misma hermandad en la que, sin necesidad de mucho, aligeramos el alma y le ponemos la zancadilla al destino… sin más pócimas que palabras… con una magia que no se compra sino que, simplemente, surge…


Foto | FC

miércoles, 2 de mayo de 2012

Cosiendo cartas de amor...



"Las cartas de amor se empiezan sin saber qué se va a decir y se terminan sin saber qué se ha dicho"
Jean Jacques Rousseau






Le di la primera puntada a una carta de amor...
cosiéndole palabras enviadas un lunes...
palabras de dolor, de tristezas...
de silencios tecnológicos...
de vacíos en el corazón...
de todos esos acantilados que pueden no ser insalvables pero que cavan distancias...
seguí cosiendo una carta escrita sin caligrafía...
sin papel...
llena de esas dudas que se despiertan cuando se descosen las puntadas...
cuando no se siente seguridad de dónde hay que coser...
de si hay que seguir cosiendo...


Seguí cosiendo una carta de amor...
bordándole palabras recibidas mientras clavaba la aguja...
unas que no esperaba recibir y que sonaron a simples líneas...
a indiferencia, a frialdad...
a eso que sucede cuando se entierra una de las siete vidas...
a eso que pasa cuando otros miran con rencor al pasado...
le cosí a mi carta de amor el desamor de no sentir nada...
sin emoción...
con más frío del que hacía en la calle en ese martes...
con la alegría de estar libre de esa enfermedad que es el odio...


Le cosí a la carta de amor las esquinas...
rematándolas con una puntada dada al Norte de mi Norte...
dándole los últimos remates a golpe de aguja...
en un viaje improvisado de amigas...
en un banco sentada mirando nubes...
en un abrazo dado sin esperarlo...
le pegué un sello imaginario para mandarla lejos...
para que llegara cerca...
con ganas de que lo dijera todo y nada a la vez...
con esas palabras cosidas con mano firme...
con puntadas mal dadas...
pero cosidas al fin y al cabo...


Foto | FC

martes, 1 de mayo de 2012

Sopa fría de España...



Pienso en futuro temiéndolo, sintiendo ese extraño miedo a no saber qué pasará… a no saber qué pasará mañana cuando la caja tonta me escupa las noticias del mediodía… crecí con miedo a atragantarme con las burbujas del Cola-Cao y ahora le tengo miedo a una cosa que se llama prima de riesgo… a esos índices medidos en puntos que, de pronto, se han convertido en parte del vocabulario de todos… tiraré la piedra contra mi propio tejado, escribo de economía… pero no tengo ni idea de qué coño significa esa familia lejana que no hace más que hacernos temblar cada par de días… veo desánimo a mi alrededor, alguna ilusión por aprovechar la tormenta para sacar la cabeza… la vidilla de las oportunidades, las ganas de hacer cosas… veo créditos que son imposibles de conseguir, siento alegría por aquéllos que dicen que apenas están sintiendo esa bendita palabra que es crisis y que decimos un par de veces al día… esa misma palabra que callamos otras tantas veces y que nos ha infectado la sangre como el peor de los virus... la misma que tiene más de 633 millones de enlaces en Google, un número tan aplastante como el mero significado que esconden esas seis letras… hoy la única literatura que me sale de estos dedos es esta, lo siento…

Se me ha quedado la sopa fría pensando en esa palabra tan terrible para mi mente como es “desahucio”… en esas colas en los comedores sociales que hace poco vi paseando por ese Madrid que muchas veces me abofetea con la realidad en la cara… leo con miedo el anuncio de cierre de periódicos, siento rabia al leer ofertas de trabajo dónde se paga a 3 euros las 600 palabras… me da un escalofrío el sólo hecho de verme planteándome inscribirme, sintiendo que me tengo que bajar las bragas y dejar de entonar ese “yo por eso no escribo ni mi nombre”… las calles de este extraño país que formamos están llenas de vidas salpicadas por ese agobio de no saber qué será de nosotros… de esos números mensuales que le suman una historia más a la cola del paro… de esa gente de los treinta como yo que no puede hacer planes a medio plazo, que de alguna manera siente decepcionar ese trabajo tan inmenso que hicieron nuestros padres por darnos más de lo que ellos tuvieron… me encabrono pensando que, hoy por hoy, este país le niega la Sanidad a los parados de larga duración… que unos señores desde Alemania nos dicen qué tenemos que hacer para no irnos a la mierda, que miramos de reojo a esa Grecia que arde y se consume… nos toca vendernos barato, nos toca apretar las muelas deseando que acabe el año a ver si el próximo es mejor con el augurio de que esto todavía no ha terminado... alimentamos nuestro propio balón de oxígeno diciéndonos que hay que capear el temporal mientras a este país se le parten los mástiles... mientras esas velas nuestras ahora mismo no sirven ni siquiera para retales... somos una extraña manta de patchwork bordada en negro sobre negro dónde nadie nos dice qué sucede... dónde cualquiera habla de economía porque es de lo único que se puede hablar... dónde hay que trabajar a cualquier precio porque peor es no hacerlo...

Mientras las aceras se vuelven más grises en el alma de cada uno de nosotros, asistimos al ring verbal que mantienen esos que hemos elegido en ese curioso sistema que se llama Democracia… esos que le han puesto hilos de marioneta a ese futuro que es de todos… le hemos puesto distancia a las personas, mirando el mundo a través de una pantalla porque no tenemos cómo movernos por él… porque vivimos atados a ese dinero con el que contamos los sueños, las lágrimas y los destinos… ese mismo vil metal con un nombre que suena a grande y que, cada día, es más escaso entre las manos de los que formamos este país... dónde los bancos ganan a pesar de que pierden, dónde las facturas son lo único para lo que alcanzan los sueldos... somos ese país en el que tener una casa es un auténtico espejismo en mitad de este particular desierto... somos esa sociedad que siente la carencia, esa sociedad a la que de golpe le cuesta sonreír... España ha cambiado... respira distinto, siente de otra manera y vive como puede... 


Siento que esta sopa hoy no tenga más cosas ricas… no suelo cocinar política y mi intención era cocinar esa gente que, como yo, siente y padece sin entender... supongo que sólo puedo añadirle un ingrediente más a esta receta que, a pesar de todo, no he perdido… un ingrediente que, quizás, sea el chocolate del loro pero que a mí me sirve para intentar volver a coser las velas de mi propio barco pirata... y es que, nos guste o no, sólo nos queda sumarle a la sopa una buena dosis de esperanza… una suficiente para cerrar los puños y esperar que el chaparrón deje de darnos en la cara... con los de siempre, con los de antes o con quién sea... descreo de esos que se permiten el lujo de meterle tijera a la vida de a pie cuando suman ceros en sus nóminas sin pudor alguno... cuando asisten a eso que se llama Congreso no para buscar soluciones sino para mantener la eterna enfermedad de este país... ese enfrentamiento que parece pose y que simula ser la pluralidad... quizás ha llegado el momento de guardarse los ideales políticos en el bolsillo... de hacer con ellos puños o puñetas, de aparcar el eterno rencor de una guerra que nadie debería haber resucitado sólo por lo que supone como germen del rencor... porque, más allá de izquierdas o derechas, ha llegado el momento de remar en la misma dirección por cada una de esas personas con nombres y apellidos que aprietan el culo ante la adversidad... esos que, aunque para el Estado sólo son números, tienen su propia historia y derecho a seguir escribiéndola dignamente...



No se me ocurre otra banda sonora posible... una mezcla de realidad y eso que es lo último que se pierde... eso que, a pesar del telediario y las noticias, me empeño en no perder...


Foto | Neilt