jueves, 6 de febrero de 2014

Crecer...


He aprendido que la vida no vale nada, y que nada vale más que la vida
André Malraux

Crecer conlleva aprender a contar arrugas...
a coleccionar sueños cumplidos y rotos...
a atesorar esos años que parecen alegrarnos y asustarnos en la misma proporción...
aprender a perdonarse por los errores, por los planes incumplidos...


Crecer regala aprender a despedirse...
aprender a decir adiós a quiénes se van para siempre o hasta luego...
descubrir lo que es vivir sin ellos...
descubrir lo que fue vivir con ellos...


Crecer supone que la ilusión pierda su maravilloso universo...
que sea más desvaída incluso cuando tratamos de pintarla de colores...
que pierda la magia pueril de la infancia en la noche de Reyes...
obliga a mirar la vida con otros ojos aunque se conserve ese brillo infantil al que no quiero renunciar...

Crecer implica aprender el auténtico significado del verbo sufrir...
de doler las pérdidas, de llorar los fracasos...
de darse cuenta de que, a pesar de escuadras y cartabones, la vida elige por nosotros...
sin contar con nuestro cuaderno de deberes, sin tenerlo en cuenta...

Crecer viene acompañado de descubrir que tu vida no es la que quieres...
que la vida no es como debería...
que la injusticia existe, que la mentira reina con poca impunidad...
que el deber está por encima del ser aunque nos rebelemos contra ello...

Crecer es vivir... sentir... morir y resucitar...
es saber que no habrá un ratón que venga a buscar nuestro diente...
que no existirá un amor para siempre...
que nada ni nadie serán eternos...

Crecer obliga a darse cuenta de cuán pequeños somos...
de hasta qué punto llorar no es un recurso sino una necesidad...
no somos invencibles, no seremos inmortales...
solo contamos los años y celebramos el hecho de hacerlo...

Crecer a veces pasa en un suspiro, un segundo...
en un momento en el que descubres que nada es tan perfecto...
que eres más vieja que el día anterior...
ese instante en el que el alma se siente anciana y el cuerpo débil...

Ese mismo momento en el que todos los años que has crecido te pesan de golpe... ese mismo momento en el que te das cuenta de que, a pesar de todo, hay muchas vidas dentro de una vida para crecer... para desilusionarse, reír o extrañar... para sentir la infancia y su inocencia un bien demasiado preciado que vamos perdiendo en el camino...

Foto | facimadevilla en Instagram