martes, 30 de diciembre de 2008

Compilación de un año Typex

Sí, lo reconozco… ya estoy de nuevo con mis locuras transitorias con los balances de año… necesito cerrar capítulos del gran libro contable… al fin y al cabo, es preciso hacer balance… y ahora que ya acaricio ese día 31 de diciembre con el que tanto he soñado en estos últimos meses, necesito balancear los días… saldar mis cuentas… el paso debe darse sin equipaje… y, para hacerlo, es necesario pensar en las cosas que pasan en la vida…

Este 2008, no lo voy a negar, pasará a la historia de mi vida como el año Typex… sí, eso que utilizábamos en el colegio para tachar los errores y escribir encima… en este caso, no es un tachón… es un manchurrón de esos de rotring sobre la lámina de mi, hasta ahora, existencia… el año 1 según la numerología… el que comenzó hace ahora un año con 366 días por delante… si es que tanto 6 no puede ser bueno… recordaré este año como el de trabajar en Marte… el de la eterna pregunta con Alex… el de las llamadas a deshoras de un peculiar pelirrojo… el de los problemas de traspasar el límite en una relación con un cliente… el de la conformidad ante la desgracia laboral… sí, lo reconozco… y estoy convencida de que me ha servido para algo tanto desequilibrio…

Este extraño año que termina ha sido también el del desengaño… el de los problemas con el coche… el descubrimiento de la amistad… el de los sueños desgastados… el del dolor… el de la ilusión de una casa donde están mis raíces… el de las amistades rotas… ha sido el año en el que me han hecho la cobra… en el que he saboreado el jardín de casa de Irene y Marcos una fresca noche de julio… el año en el que me organizaron una cita a ciegas con un argentino de cuyo nombre, en este momento, no me acuerdo... el año de escribir, mucho!, por todas partes… el de las conversaciones con Laspiur hasta Guzmán el Bueno… la voz de Idoia, nuestras conversaciones de horas con descojono incluído… el Seven Eleven de Pons y sus 21 orquídeas… el rescate de Patricia desde el País de las Bragas y los extraños que acaban en una fuente una noche cualquiera de Majadahonda… las bromas de Silvia… las locuras de Daniela… compartir piso con Iñigo y reír matemáticamente cada noche… Paula y sus afirmaciones categóricas... la constante preocupación de Nando y Nela desde el otro lado del mar… mi abandono, lo que les extraño… los intentos truncados de Galarza por localizarme… los de Yuste por hacerme sonreír, por hacerme compañía… los sábados con mi prima Ana flotando en el sofá de casa… los momentos de soledad absoluta… la despedida de Emilio...
Los de enemiga, los de amiga… una conversación con Jordi en Plaza Cataluña mientras una cucaracha atemorizaba a un ratón… la sonrisa de mi tía Adelia volviendo a Acevedo 20 años después… la tristeza de mi madre viéndome llorar… la impotencia de mi padre al no saber cómo reaccionar… mi hermana con su mano tendida, mirándome y dándole calor al mundo con esos ojos... reencontrar a un antiguo novio que un día fue amigo… disfrutar de mis primos Txema y Victor los poquitos días que les veo… los encuentros con primos perdidos en el Hombre Moderno… el año de no entender… de sobrevivir… de conocer el Vasco de Gama... de sonreír pese a todo… y de compartir tiempo conmigo misma… de aprender a encontrar este rincón del mundo que me pertenece…

Es curioso… empecé este texto queriendo borrar este año… por todo lo que ha traído consigo… taparlo con el espeso Typex… para siempre… por haber desaparecido en parte de mi propia vida… por haber desaparecido de quiénes me buscaban… por haberme sentido ajena a mi propia existencia… por no haber salido antes de la telaraña… y sin embargo, he de decir en mi favor que este año he aprendido… a vivir, a no hacerlo… a superar y a hundirme… quizás me haya puesto a prueba este año par… quizás tenía que ser así… y también tengo cosas guardadas en el cajón del alma por las que ha merecido la pena este calvario de 366 días...

Necesito oír las 12 campanadas para sentirme libre… y creo que sentir cómo pasa la página del calendario me ayudará a hacerlo… no sé explicar por qué, pero creo que lo necesito… despediré este año Typex con una botella de Möet&Chandon Rosé… una pijada la mar de rica con la que pretendo empezar con el mejor pie… y en casa, con los míos... mi familia no elegida... pese a todo, en este preciso momento, no se me ocurre una manera mejor de comenzar esta nueva vida que te brinda el cambio de año... lo celebraré con champagne français, bien sûr!... deseando que este 2009, año dos, sea una nueva página que escribir… que todas esas cosas maravillosas que me han rodeado permanezcan... 365 días más para reescribir mi propia historia...

El señor de la ventana de al lado

Me he dado cuenta que la vida tiene extraños giros que, de manera general, pasan desapercibidos… pero que están… realidades paralelas que vivimos al margen de la oficial… calladas, quedas… refugiadas en Internet… en una pantalla… en un chat… en cualquiera de los inventos que la tecnología nos ha permitido para comunicarnos a miles de kilómetros de distancia… vivir vidas paralelas a la diaria… permitiéndonos sentir, tan sólo, a través de una pantalla…

Mi reflexión parte de una episódica enfermedad que sufre una amiga mía… una adicción consentida y convenida a través de una pantalla… conociendo más a fondo a alguien que es aparentemente un desconocido… un extraño conocido tras un par de conversaciones… un hueco en el ritmo del curro para hablar… una constante permanencia frente a esa pantalla para continuar con la conversación… mi amiga a veces incluso sufre la conversación en sus propias carnes… siente la excitación a través de las palabras que escupe una pantalla… la imaginación ante lo desconocido vuela de tal manera… y a veces, es tan necesario leer ciertas cosas y ponerles la voz que les corresponde… en ocasiones sentir es cuestión, únicamente, de imaginar… algo que puede convertirse en una sensación auténtica de placer…

Tras muchas líneas de chat… tras hacerse conocidos tras las pantallas de un ordenador… mi amiga y su particular Romeo cibernauta quedaron para tomar café… nada extraño, un simple encuentro de amigos… un café de Madrid, una mañana de invierno, la conversación con una taza de calor… los componentes ideales para una escena romántica… mi amiga acudió a la cita conocedora de la realidad… que su particular partenaire tenía una pesada mochila sobre sus espaldas… la que te da tener siete años más de vida…

Y, entre café y café, descubrió los misterios de Perú… lo difícil que es a veces la vida… vivir a caballo entre tantos lugares… el dominio de uno de los idiomas de la infancia, ese francés que suena a veces como un susurro… una verónica lanzada al aire… una conversación que nunca tendría fin… con la despedida, llegó lo que tenía que llegar… esa extraña situación en la que, sin quererlo, sucede lo que tanto mi amiga como su compañero desean… un momento, nada más… válido por un ticket de la atracción… lástima que el tiempo vaya a veces tan deprisa…

Se volvieron a refugiar en sus pantallas… en sus conversaciones a media luz… a la excitación de lo no dicho… del descubrir… del conocer a alguien… el cosquilleo en la punta de los dedos antes de escribir… la media sonrisa ante ciertas cosas que se escriben… el suspiro… la impaciencia de una respuesta que parece tardar una eternidad pese a ser simples segundos… una vida en paralelo con la real… una vida que también es vida pese a existir en un simple teclado… el deseo… las ganas de sentir… de hablar de cine… de compartir un sol, después una luna… o, simplemente, de bajar en ascensor…

A veces la libertad vive gracias a la era digital…
P.S.- Amiga, lo prometido es deuda... y sabes que soy mujer de palabra...

75 minutos para pecar

Apareció sin esperarlo… la más dulce tentación… la más terrible de todas… esa manzana del pecado que parecía decir muérdeme con todo el descaro del mundo… su órdago me excitó, para qué negarlo… me puso nerviosa… me hizo sonreír… de mi propia maldad… de mi gran momento de gloria… quizás erróneo, sí… pero tan extrañamente casual… miraba con esa mirada descarada desde el otro lado… insultantemente discreto… inusitadamente oportuno… quedan tan sólo dos días del año… un buen momento para esta descarga de adrenalina… 75 extraños minutos predispuestos a que tan sólo el movimiento de un solo dedo rompiera la tensión… el simple comienzo del aquél peculiar desafío…

Seguí viéndole como quien ve a un fantasma… desafiante… soportando mi mirada… sonreí… era más fuerte, no me había movido de la esquina del cuadrilátero… y, sin embargo, aquélla provocación me sabía a victoria… fugaz, tal vez… desapareció… pero volvió a aparecer pasados unos instantes… se mantuvo igual de provocador… al otro lado… con la cara cambiada… y en esta nocturnidad que tanto me gusta, me dejé llevar por la pasividad… la mera observación… como una pantera que espera en la oscuridad a su presa… unas cuantas palabras… un inusitado roce con el pasado… sutil… amigable… invadió otro rincón del ring con un ligero despiste… cosas de la técnica, pensé… has caído en la trampa del eje maldito…

Y mientras le miraba, podía ronronear en este sofá… contemplando impasible su presencia en mitad de la noche… incitándome a pecar… a caer… a desear… a despertar ese carácter impulsivo que me caracteriza… le puse a prueba… diez minutos, nada más… diez tan sólo para entender el carácter del oscuro deseo de esa noche… apenas sirvieron ocho… el cronómetro los marcó… y él demostró la teoría de la fuerza de la atracción… y sí, sonreí… con el mayor placer del mundo… sabiendo que, pese a la mera casualidad, la causalidad reposaba bajo mis pies… que la ironía y el placer se acababan de convertir en un peculiar juego… el de la provocación… el de la búsqueda… el gato tras el ratón…

lunes, 29 de diciembre de 2008

Soñé...

Con una nueva luna… distinta… completamente roja… con su luz entrando por la ventana…
Con esa almohada que latía bajo mi oreja… el tacto de una piel reconocible… reconocida… extrañamente conocida…
Con el calor… el olor de la madrugada… el de recién acostado… con el exceso de ropa… el defecto de frío…

Soñé con el perfume de Nenuco… la constante postura de unas manos… con el apoyo de mi cabeza sobre un hombro… hasta que el sueño me vencía…
Con la conversación siempre previa al momento de dormir… con la radio encendida… comentando las noticias deportivas… como cada noche, como tantas noches…
Con ese abrazo que inmovilizaba… con los susurros al dormir… las palabras que se dicen cuando uno cree que nadie escucha…

Soñé con una noche cualquiera… de esas habituales… de esas que son parte de la rutina… con ocupar el lado contrario… con pasar hacia él desde el opuesto de la cama… con los ronquidos… los suspiros… los saltos en mitad de la noche… los partidos imaginarios…

Soñé con mirar… observar… mientras ese otro rincón del mundo se entregaba a los brazos de Morfeo… con esa absurda fragilidad aparente… con la necesidad de proteger… con esa almohada partida para poder dormir… con el buenas noches… el hasta mañana… con el mismo ritual tantas veces repetido… mecánico… inherente a entonces… parte de un engranaje…

Y soñé… y al despertar descubrí que los sueños a veces son traicioneros… que no son más que un refrito de un pasado rancio… y que, sobre todo, son el preludio de sueños nuevos…

Hacía tanto tiempo que no recordaba soñar por las noches…

domingo, 28 de diciembre de 2008

Mi pompa de jabón

Desde muy pequeña, me ha fascinado la imagen de las pompas de jabón flotando en el aire… recuerdo que, hasta incluso siendo mucho más mayor, siempre tuvo uno entre mis pertenencias… lo rellenaba con Fairy porque descubrí que así las pompas eran más grandes y tenían más colores… recuerdo que me sentaba en la entrada de mi casa de Pozuelo y, tranquilamente, veía correr el tiempo y flotar las pompas… siempre me ha atrapado esa imagen…

Ahora me doy cuenta de que mi propia pompa de jabón existe, pero hasta ahora no había sido consciente de ello… este barco pirata está dentro de ella… flota pese a todo en mitad de esta ciudad… en mitad de todas las cosas… he aceptado esta soledad como una compañera excepcional… y, ahora que este año termina, me doy cuenta de que mi pompa de jabón me hace feliz… que esta especie de retiro espiritual de mi mente me ha colocado a la altura que necesitaba… justo en el lugar adecuado… sonrío… he llegado, me digo… esta soledad no es enemiga… me manejo bien dentro de ella… no es una condena… ha sido, hasta el momento, el mejor de los paraísos… para reinventar, descubrir, desordenar… y, sobre todo, para empezar…

Quizás mi pompa de jabón sea ya irrompible… no lo sé… me ha demostrado que ocupo mi propio lugar en el mundo… que lo tengo aunque lo haya dejado apartado durante algún tiempo… irrompible, permanente… en constante movimiento pese a la quietud… es curioso… el mundo cambia en cada décima… incluso, los seres humanos lo hacemos… dónde se produce el contacto, es un gran misterio… la luz parece inundarlo todo pese al invierno… y en esta pompa de jabón se puede ver el reflejo de los colores… me gusta… la vida es una constante alegoría, me repito… si algo he aprendido en esta época precisamente es sobre la vida…

A veces lograr el equilibrio es cuestión de tiempo, cierto… pero a veces simplemente es cuestión de exceso del mismo… no podemos detenerlo ni manejarlo… a veces es tarde para tener prisa, otras es pronto para llegar tarde… todo depende de la pompa desde la que se mire…

Acompáñame al país de Nunca Jamás

Le dijo el hada desde el otro lado del mundo… ven conmigo, hasta siempre o hasta nunca… acompáñame… quizás para volar, no necesitas abrir las alas… tan sólo volver a cogerme de la mano… agarrarte a mí para saltar, no necesitas mirar cuántos metros te separan del suelo… da vértigo, lo sé… pero confía en mí… el hada preparó la maleta del alma con las cosas básicas… calor, ternura… algo de frío… una pizca de rabia… grandes dosis de indiferencia… el equipaje estaba preparado, sólo faltaba echarle el cierre y esconder la maleta al fondo del armario… para no volver a abrirla nunca, quizás… para dejar escapar todo eso cuando llegara el momento…

Mirando la distancia con el suelo, ella misma sintió vértigo… tantos metros… tantas palabras… tanto de todo… ¿para qué?... quizás para nada, se dijo… quizás para todo, se repitió… las cosas que pasan en la vida son duales… podemos verlas siempre en toda su realidad o, sin embargo, mirarlas con las lentes del optimismo… el salto era definitivo… volaría, lo sabía… pero los primeros metros del recorrido serían complicados… sin embargo, los superó… igual que tantas otras cosas… igual que tantos otros momentos… se dio cuenta de que había levantado el vuelo sin agarrarle de la mano… le había dejado en esa ventana enmudecido… silente… sin saber si mirar al cielo para verla a ella o al suelo para no ver nada… la oscuridad envolvía la luz de la ciudad… el hada se mantenía brillante en el cielo… aunque no lo veas, le gritó desde la noche, siempre seré… tan sólo tienes que aprender a mirar…

Nunca Jamás estaba lejos de aquélla casa… de aquél mundo en espiral construido para encontrar y que, sin embargo, sólo había servido hasta entonces para perder… el hada sabía que aquello era, tan sólo, el comienzo del camino… lloró, no sabía si de melancolía o de dolor… pero sí sintió la fuerza para seguir volando en ese llanto… en cada lágrima… en cada uno de los suspiros que salieron de su boca en aquél vuelo… puedo hacerlo, se repetía… demasiados adverbios, demasiados adjetivos… sobraba tanta gramática…

Voló, y en su vuelo encontró otras manos que sí querían acompañarla… manos que se agarraban a su muñeca recordándole que, pese a la oscuridad del vuelo, Nunca Jamás esperaba al final de la travesía… respiró hondo, y sintió paz… desde la ventana, los ojos seguían su vuelo… la observaban desde la oscuridad… y cuando los ojos perdieron su vuelo, comenzó la tormenta… quizás la más oscura de todas… una cortina de agua invadió su noche… con el estruendo del agua reventando contra el suelo… con la extraña sensación de que nunca iba a parar…

viernes, 26 de diciembre de 2008

Night fever

Me encantan las noches… creo que en otra vida fui un búho… me encanta la oscuridad que veo desde la popa de esta barco pirata… me gusta ver las ventanas encendidas de mis vecinos… unas ventanas que te permiten mirar otras vidas, aunque sólo sea brevemente… el plasma del salón del edificio de enfrente… el fotógrafo que, recientemente, he descubierto saca al menos un carrete de fotos de cada atardecer de Madrid… veo su flash, lo cuento… lo observo… me encanta mirar por esta ventana, aunque sólo sea para ver el horizonte de edificios de Madrid… me encanta escribir cuando fuera reina la noche...

Ventanas blancas y un edificio en construcción me vienen a la mente… no me disgusta la vista, pensé cuando miré… ahora simplemente da lo mismo… he cerrado esas ventanas ya… y ahora las mías son estas que me abren al cielo de Madrid aunque no sepa por cuánto tiempo… cuando atardece, la luz a veces es morada… se ven sombras en los tejados mientras el cielo simplemente se tiñe… me gusta observar ese cambio de luz… me gusta tumbarme en el sofá con la luz apagada a mirar, simplemente, cómo pasa la luna… compruebo que, pese a todo lo demás, el movimiento de rotación sigue en marcha… el mundo no se ha parado, constato… y sonrío…

Me gustan las noches que no se premeditan… esas que surgen, sin más, y se convierten en una aventura… con alguna amiga… con un recién estrenado compañero de piso… con desconocidos… con extraños conocidos… pero sobre todo, con muchas ganas de vivirla… la noche ampara incluso a las almas rotas… permite ponerles papel de celo… los sujeta, aunque sólo sea para un rato… e incluso, muchas veces, las ayuda a pegarse… a volver a su lugar… las noches de lunas rotas se quedaron atrás… es curioso, ahora incluso las disfruto… disfruto de la conversación con una copa… con la música, aunque no me guste, porque me hace no parar de moverme… con las vidas de unos y otros… los retales de una existencia en pequeñas dosis… sonrisas… bromas… historias… nocturnidad y alevosía, sí… a veces, incluso, sin siquiera salir de casa… una botella de licor café lo soluciona todo… creo que he perdido muchas noches... demasiadas... y, aunque el tiempo no se recupera, de alguna manera sí se hace...

Y en breve, en tan sólo 5 días, llegará esa noche mágica que esperas todo el año… esa en la que la vida parece terminarse y comenzar una nueva… 365 días más delante para reinventar… para empezar y, sobre todo, para terminar… la de este año será distinta… pero se augura que no sea ni mejor ni peor que las anteriores… únicamente distinta, algo que no es sinónimo de malo… esta cuenta atrás me ha dado fuerza… quizás, haya vuelto a encontrarla y haya decidido volver a quedarse a vivir conmigo… por eso puedo estar en esta nube azul… con esta extraña calma que me permite respirar hondo y sonreír… con esta sensación de paz conmigo misma…

El placer es mío

Placer: 1. Goce, disfrute espiritual. 2. Satisfacción, sensación agradable producida por la realización o suscepción de algo que gusta o complace. 3. Voluntad, consentimiento, beneplácito. 4. Diversión, entretenimiento.

He de reconocerlo: me he hecho fan del club del hedonismo doméstico… supongo que será un efecto secundario del tiempo libre, no lo sé… pero lo cierto es que últimamente me he dado cuenta de las pequeñas cosas que, en condiciones normales, no tenemos en cuenta… pequeños detalles del día a día que te hacen tener sensaciones por las que un mal día, del tipo que sea, merece la pena… si no es magia, lo roza… momentos absurdos que, sin embargo, nos hacen sonreír… son pequeños artes que no se contemplan y que, sin embargo, son los que todos podemos practicar…

Tengo que confesar que me he enganchado al arte de la ducha… sí, tal cual… he descubierto que, pese al impacto ecológico del gasto de agua, esas duchas con agua caliente largas son un pequeño momento de delirio personal… te plantas, enchufas el agua… vas subiendo la temperatura… y simplemente, te quedas ahí… con la cabeza en blanco… hasta parece que la música que suena está elegida para ese momento… una banda sonora perfecta… y ese gel que compraste por equivocación, fíjate… ya te huele hasta bien… es curioso cómo funciona la mente a veces… cómo somos capaces de darle la vuelta completa a un día con cosas tan pequeñas… es como estrenar las sábanas recién puestas… te sumerges en ellas sintiendo el ya levísimo olor del suavizante… la sensación de novedad… esa noche parece que hasta duermes mejor… no te hace falta más…

Otra de las cosas que me producen un inmenso placer mental es mirar por esta ventana… tumbarme en el sofá… y ver cómo atardece, cómo el cielo de Madrid se pone naranja y da paso a la noche más oscura… a veces, me paso horas viendo la luna pasar… entra por la ventana de la izquierda y, horas más tarde, se despide por la de la derecha… sea lo que sea en lo que pienso durante ese tiempo, no lo puedo contar… únicamente sé que me provoca una sensación de bienestar absoluta… la misma que mis cigarros artesanales… el arte de colocar el tabaco, la boquilla… liar el papel... encenderlo y dar la primera calada me reconforta… permite que mi cabeza se duerma y mi alma vuele… lo disfruto, simplemente… la piel de Paula también me permite soñar… ese olor a bebé, a inocencia… a estar a salvo… a sonrisa y alguna lágrima… esa sensación de verla descubrir el mundo… esas ganas de encontrar cosas nuevas… su mirada limpia, vírgen… amable… maravillosa, simplemente…

Disfrutar de una cerveza fría en casa… sola… con música… escribiendo… leyendo… manteniéndome en silencio… maravilloso silencio… es un auténtico lugar de refugio ahora mismo… para ordenar pedazos… para pensar con claridad… para sentirme libre, libre de verdad… es curioso… existe una delgada línea roja que separa el placer del dolor… llegar al umbral es mucho más sencillo de lo que se cree… y, sin embargo pese a todo, a veces la traspasamos siendo conscientes... deseándolo...

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Extraña tarde pre-navideña

No, no me gustan estas fechas… no es ninguna novedad… me ponen triste ante las ausencias… irritable con las prisas… me agotan antes siquiera de empezar, para qué mentir… me superan, pese a que le ponga empeño, las interminables comidas y cenas en las que muchas veces ni siquiera tienes apetito… pero las sufro y trato de disfrutarlas dentro de mis posibilidades… total, una vez al año me toca vivirlas… así que ¿para qué resignarme a odiarlas si puedo sobrellevarlas?... ya me he convertido en una experta en supervivencia…

El caso es que el día empezó con un dolor de cabeza sideral… uno de esos en los que sientes que te han abierto la cabeza con un hacha y no puedes separar la cabeza la almohada… curiosamente, siempre antes de estos saraos navideños me pasa… premonición, quizás… tenía que ir a cuidar a mi pequeña Paula, pero mi estado físico me lo impide… me perderé otra tarde de escupir papilla de frutas y comer yogur con su pequeña manita… cuando he logrado recomponer mi maltrecho cráneo, parecía sacada del videoclip de “Thriller” de Michael Jackson… logro arrastrar mi culo fuera del barco pirata… el loro hoy hasta me pesa demasiado para cargar con él… y, la verdad, no estoy para asaltar ningún barco… me dejo el alma pirata junto con media cabeza en casa… salgo a la calle buscando un café que me entone el mal cuerpo… en cero coma dos, organizo un triunvirato cafetero… un salvavidas y el estandarte de la costa Oeste… rápido, atropellado… un paseo hasta Argüelles me toca la fibra… necesito calor de golpe… la vida es curiosa, mi hermana llama… se queda conmigo en el barco pirata…

Vuelvo al barrio y me refugio en otro de mis rincones del mundo… hay quien se tumba en la camilla de un psicoanalista, y yo prefiero la de Isa… que, además de ser un auténtico diván, me da calor… se viste de persona, acaba su día… llegan mi padre y mi hermana… de golpe, improvisamos unas cañas en el bar de enfrente… al entrar, la cara más conocida del barrio está en la esquina… me sonríe… me mira… yo sigo a mi bola con mi pequeño clan… Isa sonríe, mi hermana no para de hablar y mi padre nos demuestra su arte telefónico camelando a mi madre para una supuesta receta de almejas a la marinera… la estampa es, cuanto menos, peculiar… los ojos me siguen observando desde la esquina… curioso… “Peter Pan” comienza a sonar… ya soy un hada distinta… lo sé, lo siento…

Subimos a casa, a papá le queda el camino hasta nuestro propio circo navideño familiar… mañana es Nochebuena, como pasa el tiempo de rápido en conjunto y de lento en el día a día… el chino persona que me da miedo trae la cena… Iñigo y Nerea se pican… cenamos… mantenemos la misma conversación de siempre sobre los estancos, el Ministerio de Sanidad y el consumo de drogas legales como el tabaco… me encanta picar a mi hermana… ver cómo reacciona, cómo responde… es curioso observarla debatir… llega la primera llamada… la mirada de la esquina me invita a una copa en un bar de al lado… me he quitado las Converse, amigo… no hay nada que hacer… sigo con mis cigarros artesanales, la conversación… llega la segunda llamada… música al otro lado… si no era El Barrio que me aspen, digo para mis adentros mientras me descojono con las extrañas situaciones de mi vida… Iñigo me propone un plan para el 13 de febrero… Antonio Vega, sala Heineken… una canción cantada por teléfono se me cuela en la cabeza…

Después de contarle a mi hermana la teoría de que Beatriz –la asistenta- juega con nosotros al escondite sin que nosotros lo sepamos… llega el primer renuncio de esta época de indulto… y vuelve a sonar el teléfono… la mirada ahora sí habla… está borracho… curioso, pienso, qué de moda está esto… me desea feliz Navidad, un detalle… me advierte de que vuelve el lunes a Madrid… que le gustaría tomar algo conmigo… yo me río, la situación es cuanto menos cómica… en un lado de la línea, un terrón de azúcar… en el mío, los primeros acordes del “Había una vez un circo” retumban en mi cabeza… cuelgo… flipo… mi hermana sentencia… Iñigo se ríe… me está gustando esta noche… Lagarto Amarillo suena… diciéndome “hoy soy el pajarito que vive en el sobrao de tu pisito”… qué gran razón…

Iñigo se acuesta después de volverse loco haciendo la maleta…yo quiero subir por la escalera de bajar… mi hermana y yo nos ponemos al día de nuestras vidas… de su convivencia en Salamanca… de lo importante que es saber quien se es, qué se es… curioso… andamos escasos de conocimientos al respecto en el mundo que nos circunda… yo hablo, ella parece entristecerse y alegrarse a la vez… flipa con que quiera escribir en mi blog a estas horas de la madrugada del 24 de diciembre… sin darse apenas cuenta, me ha organizado la Nochevieja… me gusta el plan, me apetece… es un gran plan, de hecho... y mientras sube a la cama, yo comparto mi mundo con las palabras… con esas que me permiten correr donde solo se puede andar…
Amélie me lleva lejos, a otra vida… ni mejor ni peor… distinta… respiro hondo… suspiro… me siento… pese a cerrar el cajón, me siento... y eso me gusta... supongo que es un buen comienzo...

La última llamada del reo

Esperó paciente el momento… cuando lo sintió a la altura del estómago… con una leve presión en el corazón… prisionero en su celda… en esa celda de cristales y sol que tanto había recorrido en ese tiempo… se asomó para que la negrura de la noche oscura de invierno le llenara la cara… había llegado el momento… en ese preciso instante… esa llamada tenía sentido… miró el calendario… 22 de diciembre de 2008… era la fecha, su fecha… la de despedirse de los fantasmas antes de seguir adelante… se lo decía una lenta punzada que, en cierta manera, le tranquilizaba… sabía que hacía lo correcto… sabía que tenía que hacerlo… que lo necesitaba... ¿estaría siendo egoísta? tal vez sí... pero demasiadas cosas se le habían negado... esta, al menos, se la merecía...

Como parte de su condena, vaciló al coger el teléfono… imaginó la escena al otro lado… imaginó qué estaría haciendo… la enmascarada sorpresa, el timbre tenso en esa voz casi ya desconocida… sabía que al otro lado de la línea responderían, lo presentía… marcó los números de memoria… uno detrás de otro… se apoyó contra la pared de su celda para encender un cigarrillo… le iba a hacer falta una dosis mágica de irrealidad para aquél momento… sonaban los tonos… se le hicieron interminables, millones de ellos… apenas un par de segundos, nada en una vida… todo en ese momento… el auricular se descolgó… el estruendo de música… ninguna voz… colgaron… el reo no tenía opción, había de volver a marcar… volvió a marcar… volvieron a descolgar, esta vez con la música más baja… tras el “si” llegó un dulce “hola” que el reo susurró con timidez... con miedo... con calma… los primeros compases fueron tensos, extraños… el reo necesitaba decir adiós antes del gran momento… una ridiculez, quizás… pero cuando la condena pesa tanto, pequeños gestos sirven para aligerar las alas…

Veinte minutos de extraña conversación… de voces tensas… de palabras susurradas… silencios… “voy a colgar”… alguna que otra lágrima… llegaba la Navidad y el reo sentía en su corazón la necesidad de desear… de despedir… de terminar con su condena… mil preguntas se agolpaban en su cabeza pero tenía que priorizar… sintió el frío ante las respuestas… quizás tenía que ser así, se decía… decir adiós no podía ser tan frío, tan extraño…

Pero lo fue… aunque el reo sentía el calor al otro lado… apenas se tamizaba entre tanta oscuridad… pero lo pudo ver, lo sintió… aquél momento sería el último de su larga condena… quedaba libre de los cargos ajenos para, únicamente, librar los propios… en libertad, sin cadenas… el reo quería conservar el calor escondida en aquélla voz… sintió que no estaba sóla… sintió que no era sincera… comprobó que la voz estaba muda… que el auricular era un sordo… y que su voz de condenado tocaba a su fin… al decir adiós, tan sólo un segundo antes de colgar, notó cómo giraba su corazón… cómo se ponía de espaldas para no mirar más… la celda ya no era tan pequeña ni la noche que entraba por sus barrotes le engullía… lo había hecho… había cerrado su propia puerta… consigo mismo… con el pasado de un año que acababa… con su propia condena… sus trabajos forzados…

Tardó un día todavía en abandonar su celda… quiso permanecer en ella para procesar su propia despedida… para enfrentarse al frío de la calle con otros ojos, con otra mirada… su propio comienzo acababa de empezar, tenía que seguirlo… al dejar la celda, se le caían las lágrimas… de la melancolía absurda de la tristeza… de la pena de sentir su condena muerta… de la extraña sensación de sentir un peso menos sobre los hombros… un adiós necesario para sí y para la libertad que le esperaba… dentro y fuera de su propia jaula… había echado el candado… donde estaba la llave, era un misterio que incluso se le reservaba a él mismo…

domingo, 21 de diciembre de 2008

Una mañana de viernes, el pasado y la Mahou

Se acerca la Navidad, es algo inminente… y ando con esa fiebre habitual de conciliarme con el mundo… sí, siempre me da… hacer las cosas que tienes pendientes, de la manera que sea, para empezar el año con buen pie… de otra manera… el viernes fue el día en el que decidí hacerlo… echar algunas cartas que necesitaba escribir… escribir otras para que nadie las lea… cerrar algunas de las ventanas que todavía están entornadas…

Cogí el autobús e hice una ruta que, desde hacía meses, no había vuelto a llevar a cabo… ese 61 me llevó por el complicado Madrid pre-navideño con muchos coches con bolsas, dobles filas y semáforos que se abren sin que nadie pueda moverse… me bajé del autobús con mi caja de bombones en el bolso… cuando entraba en Cartagena, se me iba alterando el corazoncito ese que tengo en alguna parte… bajaba recordando tantas cosas… y de golpe, en mitad de la acera, una cara de un pasado demasiado reciente… nos saludamos, seguimos andando –él en la misma dirección que yo-… nos paramos a charlar en la puerta de su oficina… nunca unos pocos minutos se me hicieron tan eternos… viéndome reflejaba en un cristal con un logotipo que era en sí un clavito más del camino… su nerviosismo me resultó curioso… demasiado alterado para algo tan simple como un encuentro…

Y, después de despedirme y dado el momentazo, decidí meterme otro chute en vena de pasado… sí, otro de los lugares de Madrid que tenía que quemar de mi saldo personal… pedí un café, Domingo me sonrió desde la esquina de la barra y se acercó a charlar conmigo… mucho tiempo sin verme, sí… a su pregunta llegó mi respuesta, su cara de sorpresa y el que se sentara en el taburete de al lado… me habló de que el año que viene se marchará a vivir a Tenerife, me habla de la crisis y de su título de masajista… se levanta, y escribo una nueva carta necesaria… con remitente, destinatario pero sin sello… cuando quiero pagar, me dice “feliz Navidad”… eso espero, le contesté…

La siguiente media hora, no la puedo describir… mi cabeza era una thermomix… me tocó desandar la calle, esta vez por la acera contraria del trayecto anterior… en mis oídos, como siempre últimamente, música… y comenzó a sonar “Ella” de Bebe… esto se merece un homenaje de Mahou… de letras y tinta… música en los cascos… convertirse en un pequeño islote dentro de un bar… no existir salvo por ocupar un espacio… me gusta esa sensación tanto… y a veces, realmente, la necesito…y así volví a mi calle… me di cuenta de toda la decoración navideña que había… ha llegado, es así… y, sentada en la esquina de un bar, con un botellín sobre la barra y el cuaderno sobre las piernas… volví a ser yo sóla… sin más… sin nadie… con una serenidad brutal dentro de mí…

jueves, 18 de diciembre de 2008

¿A dónde vas?

Me preguntó el taxista en mitad de la noche más fría de Madrid… ¿cree que con una sóla carrera podría llevarme al fin del mundo?... podemos intentarlo, no tengo nada que hacer mañana contestó… esta ciudad puede ser un mundo por explorar, sin ir más lejos, un martes por la noche… pese al frío, a las luces de Navidad… a todas esas cosas que te recuerdan que este año maldito termina… por fin, me digo para mí misma… lo borraré del paso de mi vida…

Me sentí viajera de nuevo… con ese billete de tren en el bolsillo que tanto me quemaba… ¿dónde está el de vuelta, dónde lo he guardado?... quizás en algún bolsillo pequeño, en algún cajón del armario de los recuerdos… volví a casa después de un vuelo complicado, demasiadas turbulencias… demasiados altibajos… los pies en el suelo… la cabeza en alguna parte del trayecto… los reyes a veces pierden sus coronas… las princesas las bragas… los piratas el parche…

Leí, ¿a dónde vas?… despertó en mí el resorte del tiempo… la radiografía de esa cerradura con muchos candados… silicona en el corazón, sin duda… así no traspasa, no permite fugas… blindado contra viento y marea… quizás el destino elegido sea el correcto… en cualquier caso, ha de ser así… aislado y precintado contra cualquier imprevisto del viaje…

Lo preguntaría, pensé… pero para qué si el camino de cada uno se escribe con cada paso… no late, no… sólo permanece… espera quieto… el sonido del tren resuena en mis oídos… lo sé… una locura… así fue, y no habrá más que un solista… un único sonido… en esta encrucijada acabo de poner mi tienda de campaña… me gusta el lugar, el paisaje… y hasta cómo se respira… el polvo no se levanta del suelo… mañana será primavera, lo sé… y sonrío…

La gran pregunta ya no me quita el sueño… el mapa del tesoro está confuso… se ha enmarañado… la trampa del laberinto… la más jodida de todas…

Bon voyage!

Efectos secundarios del cine "rosa"

Cada día más creo que el mundo se está convirtiendo en un peculiar lugar donde vivir… que la peña está, en líneas generales, de la olla es ya una evidencia… supongo que me incluyo en este núcleo de la población un poco tocado de la cabeza… pero ayer me quedé loca cuando vi en el telediario –sí, vuelvo a tener esa mala costumbre de ver las noticias…- que ver películas románticas puede provocar problemas de pareja… increíble pero cierto… ahora resulta que se ha demostrado que el consumo excesivo de este tipo de cine rosa provoca la búsqueda de historias similares… vamos, que según ellos todas queremos ser Julia Roberts en “Pretty Woman” y ellos quieren ser George Clooney en “Un día inolvidable”… además, este modelo que supuestamente replicamos en nuestra vida diaria se reparte a partes iguales entre hombres y mujeres… no puedo imaginarme a ningún amigo mío irrumpiendo en la boda de su ex por más que esté enamorado de ella… pero hay que fiarse de los estudios…

Por lo visto, la mitad de Europa anda con la cabeza girada a consecuencia de estos productos –en su mayoría americanos- que inundan las carteleras… y, lo que es peor, la búsqueda de esos modelos irreales de paz y armonía provoca problemas de pareja… el colmo… hay quien pretende que su chico trepe por una escalera de incendios, que te localice incluso no diciendo donde estás y tú le recibas con los brazos abiertos a la tontería tan romanticota que está diciendo… no sé, ese tipo de cosas que ves en la gran pantalla y que, de manera innata al menos en mí, por extensión no te crees… sí, nunca me han gustado las películas románticas… creo que exageran demasiado el mundo de la pareja… y, siendo como soy una firme defensora del romanticismo, es curioso… pero lo más curioso es que realmente haya gente que pretenda que el mundo tenga títulos de crédito con musiquita dulce… al próximo tio que conozca, cómo prueba de amor, le voy a proponer que suba hasta mi casa –un sexto- como el hombre araña… si no se presta, será que no merece la pena… ¿eso es lo que tenemos que pensar gracias al cine americano?... creo que se ha de creer en el romanticismo, es necesario… hace la vida un poco más bonita… pero no nos volvamos locos…

Menos mal que, como siempre, el cine español rompe los cánones de esas historias americanas de perfección, niños con muchos dientes –sí, hasta parece que tienen más-, jardines maravillosos y frases de esas que empujan al guionista que lo escribe al cataclismo bucal –demasiado azúcar, se les pican todas las muelas de golpe de tanta ñoñería-… nuestras historias de amor del cine son mucho más tremendas, prácticas y reales… sí, jodidas en resumen… pero crudas como la realidad… quizás con esa pátina de realismo tan típico que tiene el cine español, todavía un gran desconocido para muchos españoles… y una auténtica lástima, no saben lo que se pierden… pero somos prácticos, sobre todo… no existe la idealización, no… nuestra perspectiva de esas historias de amor es siempre mucho más fría, emocional y trágica… si no, os recomiendo que veáis “Yo soy la Juani”, “Los amantes del Círculo Polar” –una de mis películas favoritas y la primera que vi sóla en el cine- o “Frágil”…

Un buen remedio para esos europeos locos que creen que Hollywood dicta cómo ha de ser una relación…

Por si no os lo creéis, os dejo un link con la noticia completa… ver para creer
http://www.abc.es/20081216/gente-famosos-parejas/comedias-romanticas-pueden-estropear-200812161006.html

lunes, 15 de diciembre de 2008

A veces...

A veces las respuestas más simples son las más eficaces… las más contundentes… un “sí” puede cambiarte la vida… y, si no de manera definitiva, sí a corto plazo… jarabe de sonrisa que se llama… ese que es gratis, sano… y además fortalece la mente…

A veces nos complicamos la vida con historias que se nos escapan… nos sentimos presa de los compromisos emocionales… de las ataduras mentales que nosotros mismos tensamos en su día… y sin embargo, un día cambias la mirada… y te sientes libre, por fin, de todas ellas… el más libre es quién menos miedo tiene…

A veces cambiamos el rumbo de nuestra historia con pequeños gestos… pequeñas victorias personales que dependen de cada uno de nosotros… sí, lo acepto… yo he perdido muchas, pero comienzo a ganar otras mucho más importantes… más cruciales…

A veces un simple tropiezo nos hace caer de bruces contra el suelo… otras, sin embargo, puede convertirse en una sonrisa maravillosa… en un momento sólo para ti… en algo que te haga ver el día de otra manera…

A veces sólo tenemos que mirarnos… prestarnos atención… ir más allá de la mirada crítica… encarar ese espejo con unos ojos distintos… de otra manera… limpiando hasta el último centímetro de piel del pasado… de las plomadas… del olvido…

A veces una simple decisión cambia el rumbo de una aventura… y nunca sabemos si es para mejor o para peor… quizás precisamente la gracia sea descubrirlo… con tiempo, con calma… experimentando con las sensaciones… colocando las últimas piezas del puzzle en su lugar…

A veces necesitamos tocar el fondo de la piscina para saber que podemos coger impulso hacia arriba… que, antes o después, sacaremos la cabeza del agua… y sentiremos en los pulmones la satisfacción de volver a sentir aire… aire… vida…

sábado, 13 de diciembre de 2008

Crónica de un viernes por la noche

Un viernes por la tarde en Madrid cuenta con múltiples posibilidades… por una parte, ir a un concierto la mar de apetecible… por otra el estreno de una película con la promesa de conocer a un tal Pedro que ha cautivado la vida de una amiga… he de reconocer que esta tarde he puesto en práctica mi primera dosis de egoísmo… lo he sido y no me da ni pizca de vergüenza reconocerlo… esta noche, lo que más me apetecía, era sin duda alguna la oferta de la decoración navideña… y así hice, ir donde me pedía el corazón… uno de mis rincones favoritos de Madrid… la casa de Irene y Marcos…

Cruzar el umbral es sentirte en casa, a salvo… por mí y por todos mis compañeros! Las primeras sonrisas… y de golpe, la más importante… esa pequeña Paula que me ha despertado un instinto hasta ahora desconocido para mí… la miro y me sonríe… me abraza… por algún motivo, me siento tan a gusto cuando lo hace, cuando me mira con esa cara de felicidad… su olor me hace sentir calor… huele a inocencia, a sonrisas… a dientes que duelen al nacer… a una tarde juntas que me encantó… a unas peculiares carreras enganchada a su cochecito de Pocoyo… me roba los pendientes, se los pone de pulseras… la miro y deseo que a los 16 me pida que la lleve al Rastro, no puedo evitarlo… me encantaría…

Mientras ella se duerme, la puerta se cierra para dar paso a una burbuja vital que me encanta… el mundo de los mayores, ese que se fragua siempre en la cocina… de los adultos… un mundo que, para mí, se mira desde la esquina del mueble que hace las veces de mesa… subida en mi taburete, Irene siempre está frente a mí… Marcos a mi lado… y comienza a hacer efecto en mí la mejor de las drogas… ni Prozac ni Lexatin, no nos equivoquemos… es una que me tranquiliza y me permite soñar… una que me deja ver la vida con más claridad… que me permite gozar de un privilegio único… sentir calor… el de dos personas que me regalan su tiempo, sus palabras duras y sus sonrisas…

Comenzamos contándonos nuestras vidas… hablando de trabajo… de la niña… repasamos la mía… mi montaña rusa… Marcos me mira y, sin conocerme tan a fondo, le pone título a mi enfermedad… es curioso cómo me ha tocado el corazón una persona que apareció en mi vida hace poco y parece llevar en ella desde siempre… el día que descubrí del todo cómo era la persona que no esconde entendí que no había mejor boleto de lotería para mi amiga de siempre… aceitunas, calimotxo… un kebab a domicilio… y mientras Marcos y yo compartimos humo, destripamos las miserias del mundo… educación, política… lo importante que es el respeto… su amplio abanico de posibilidades y, sobre todo, el dolor de su ausencia… repasamos en qué se basa la amistad… dónde nacen esa familia elegida que son los amigos… Irene y yo volvemos a los 10 años… al olor de las papelerías, al deseo irrefrenable de llevártelo todo… ahí es donde me doy cuenta de que seguimos conservando algo de la inocencia que nos unió hace ya 26 años… y que, pese a ser tan sumamente distintas, nos parecemos en tantas cosas… torturo a Irene con el futuro del mundo por no cerrar el grifo… los ojos de Marcos enrojecen… mira a Irene, habla con ella y me doy cuenta de que, cuando están juntos, el resto del mundo no existe… Marcos le pide un beso, se abrazan… les miro y suspiro… algo bueno sigue existiendo en el mundo… y puedo verlo… veo que, pese a ser dos mundos, han sabido entenderse… respetarse… compartirlo… y contarte sus broncas descoronados de la risa…

La noche avanza… no me movería jamás de ese rincón del Planeta… compartiendo mi noche de viernes con una familia que es como mía… Marcos me da dos besos, Irene y yo como siempre nos abrazamos… y salgo de allí con el cosquilleo de la felicidad… me da lo mismo el frío de la calle… me subo al coche y enchufo a Sergio Dalma… sí, increíble en mí… pero he descubierto una canción de esas que te pegan un subidón de ánimo… cuando estoy entrando en la Castellana, constato el frenesí de la noche de Madrid… pero yo sigo en mi burbuja… en el siguiente semáforo, mi cabeza vuela hasta otra familia mucho más lejana… con los pies en el mar y ese neón navideño de puticlub en el balcón… Mayte y Pablo con esa pequeña Claudia que viene, eso sí, calzada desde antes de nacer por Converse –si yo no regalo unas Converse a un bebé, quién lo va a hacer?-… recuerdo a Mayte con su jersey rosa y su cara de alegría… y sonrío…

Cositas así… recuerdos… palabras… charlas… risas… son las que hacen de una noche de viernes algo especial… único… irrepetible…

El cartero escapista, los amigos de lo ajeno, la diosa Diana y la tienda Lomo

Llevo dos días jugando al escondite con el cartero… hace 48 horas, se personó muy serio él en conserjería de mi casa diciendo que no podía depositar el paquete que me traía… que se trataba de algo sumamente valioso… me dejó muerta… pero se llevó el paquete y ni mis intentos por recuperarlo en Correos sirvieron para nada… sinceramente, creía que se trataba de algo que pedí por Internet y que tenía que ser un regalo de Reyes… un regalo que ahora mismo se me antojaba envenenado… quizás absurdo… fuera de lugar dadas las circunstancias…

Avisada, hoy tenía que estar alerta entre las 9.30 y 10, hora en la que solía llegar… después de casi esnucarme escalera abajo a eso de las 9.20 de la mañana… me he vestido como las locas… he bajado a conserjería… y allí estaban esperándome, en plural, dos paquetes… uno era el inicialmente fastidioso regalo, otro procedente de Barcelona… alargado, pesado… nada se me podía ocurrir… lo he abierto rápidamente y no he podido más que echarme a reír… igual que los gatos te dejan un ratón en la puerta de casa, dos amigos míos de la Ciudad Condal regalan a su círculo cercano por su cumpleaños algo sustraído de la calle… es un gesto peculiar, sí… y yo, por primera vez, era perceptora de uno de ellos por mi pasado cumpleaños… este año ha sido una señal del metro de Barcelona que informa de la prohibición de fumar, la existencia de cámaras y –mi favorita- que hay cobertura de móvil… me he reído… veremos a ver donde lo coloco… pero me gusta imaginarme la imagen y el cachondeo que pasaron en el momento de robarlo…

La otra caja me costó más abrirla… y cuando lo hice, comencé a pensar con la cabeza… increíble en mí… y tomé una decisión: me la quedo… era fácil… una cámara de fotos lomo Diana con todas sus lentes… la diosa de la caza ha sido más fuerte, y he decidido que me quedo a su lado… gran fallo, no tenía carretes… hoy era un buen día para pasear por esa zona cerca de Sol… con el frío, las luces de Navidad… y hasta allí me fui… entrar en la tienda fue volver a un extraño pasado… creo que era la única vez que iba realmente sóla… el chico que siempre nos atendía, estaba tras el mostrador… le pedí los carretes, comenzó a explicarme… y de golpe se dio cuenta de quién era… para empezar, me regaló un carrete más… a continuación, me preguntó lo que ya esperaba… y le contesté lo que él no sabía y, que realmente le sorprendió… me preguntó qué había sido de las otras cámaras, y le dije con una sonrisa que lo que no es de uno no le pertenece… y que eran bienes separados… “como nosotros”, pensé para mis adentros… y, la verdad, me hizo gracia… él seguía preguntando y yo quería escapar de la quema… comencé a recoger mi bolsa con los carretes… y de golpe me dijo que seguro que no me faltaban modelos para las fotos… curiosa manera de piropear, pensé… y sonreí… al salir del aquél mundo de color que es la tienda Lomo, me volvió a llamar… esperaba ver pronto mis fotos para comentarlas… me apetece acabar el primer carrete, saber que puedo… que es mi momento de jugar con las formas…

Mientras desandaba Echegaray me vino a la mente un día de primavera… con un anciano con abrigo guateado verde… esa primera lomo con ojo de pez que no es mía pero que siento como un momento especial… esa imagen no me parece estar tan lejos… y sin embargo, a la vez, la siento lejana… estos días me han dado una extraña perspectiva de las cosas… una dosis de calma… de ganas de cosas nuevas, cambios…

Creo que las lomo son un buen comienzo… me apetece atrapar recuerdos dislocados con manchas de color sobre papel… congelarlos… volver a retomar mis viejas costumbres, mis viejos hobbies que relegué… me apetece volver a los inicios… y, ahora mismo, diciembre me brinda esa oportunidad…

jueves, 11 de diciembre de 2008

No...

… me digas que te escuche… porque he dejado de oir tu voz, simplemente… no sé si no existe o, como he pensado algunas veces, nunca llegó a existir… tan sólo lo hacía en mis oídos... me diluyo en el sol del invierno… y cierro los ojos… qué gran paz…

… no sé si pensar que el tiempo no perdona… o que, simplemente, acaba con la ilusión… pero no me resulta triste, eso no… es, simplemente, algo que pasa de manera natural… la luna no está a los pies de la tierra… ha vuelto al lugar que le pertenece en el mundo… a uno desde el que ya no tiene miedo de caer...

… no creo que las cosas pasen porque sí… ni se arreglan como por arte de magia… pero en este lado del mundo, se acabó el campo de trabajo… la revolución obrera se ha alzado contra todo esto… y, ahora mismo, es más fuerte que yo… este requiem ajusta sus últimos acordes...

… no sé dónde he dejado el cajón de las emociones… ahora mismo, no logro encontrarlo en esta maraña… me he quitado un peso de encima, sí… tengo que reconocerlo… los instrumentos para luchar han vuelto al cajón del armario… colocados en paños de seda… la paz de después de la batalla…

… no encuentro ya los motivos… tampoco los busco… he dejado de hacerlo… en el mapa del tesoro escondido, no hay botín… sólo un exceso de todo… la herida sigue estando, ni siquiera se ha convertido en costra… y a mí se me ha acabado ya la caja de tiritas…

… no quiero más migajas… más miserias ni más propinas… tal vez sólo pueda ser así, y no creo merecerlo… comprendo, trato de entender… y créeme que lo hago… por eso precisamente he colgado el cartel de “cerrado por vacaciones” en la puerta de mi vida… en el fondo, aunque no lo entienda, no me disgusta del todo…

… no puedo mirar hacia atrás más… sólo sirve para tropezar en los pasos de hoy… la clave es no hacer planes para mañana… la vida hay que improvisarla… y así sea mucho más divertida… más viva… no echaré de menos mañana…

… no huelo en el aire el aroma de Madrid… puede que también haya cambiado… no ha sido una trampa mortal, no te engañes… tan sólo el primer peldaño de una escalera a ninguna parte…

… no sé escribir más cartas de amor… ni de desamor… creo que simplemente se me ha acabado la tinta… y eso es bueno… abrir un nuevo tintero es como destapar nuevamente una esencia única… estoy tranquila, y eso me gusta... no sé el motivo, pero lo estoy...

El caos de mi habitación

Hace algunos días que he detectado un hecho que, incluso a mí, me descoloca… ha sido repentino, súbito… quizás como las cosas que pasan en la vida… el caos de mi habitación… tras mucho tiempo de orden absoluto… de colocar hasta la última cosa cada día, en cada momento… me he declarado en rebeldía… sí… en rebeldía contra el orden, el concierto… contra la lógica, la estética aparente… lo que se supone que tiene que ser… la manía… contra ese orden que ahora mismo no existe en mi universo…

Me he dado cuenta de que esa habitación es, nada más y nada menos, el reflejo de mí misma… lo he detectado esta mañana y, la verdad dadas las circunstancias, me ha hecho gracia… me he levantado en armas contra él, contra ese cuadricule con el que ahora no logro comprender mi vida… sé que es momentáneo, también… creo que mañana será el momento de volver a ponerla en orden… pero ella está como yo… llena de colores ahora mismo… con el fuxia de las sábanas revueltas… el libro del padre de Silvia en la silla rescatada de la basura años atrás, la misma de la que cuelga en un lado un bolso… hay ropa ordenada en montones sobre el arcón de mimbre que también rescaté de la basura… los collares, los pendientes… un bote de Nenuco, mi frasco de colonia… los pañuelos colgando tras la puerta… el cesto de los calcetines desparejados… mi maletín de maquillaje abierto al lado del taburete con el que hacía teatro en la Universidad… un auténtico abanico de cosas que conforman una mancha de color… me gusta este desorden que de golpe he decidido tener…

He buscado el orden, aprendí a quererlo… a respetarlo… a encontrarle una utilidad… pero ahora mismo, lo he sacado de mi vida… sé que es momentáneo, pero así es como quiero que sea… porque esta habitación es, ahora mismo, el reflejo de mí… de ese caos de colores, de olores… de sensaciones, de texturas… de desorden total… me he dado cuenta… yo soy esa habitación… llena de recovecos y de formas onduladas… sólo la mesilla conserva el orden de siempre, impoluto… la radio… la lámpara… esa pequeña libélula del museo Art Decó de Salamanca sobre la base… mi crema… una botella de agua… curioso contraste… también es como yo… en esta extraña mar en calma que tengo dentro… como esa mesilla… con ese orden impoluto… ese que sólo reina en el espacio más pequeño de la habitación…

La ropa de verano está guardada en los tuppers… pero me resigno a sacar la del invierno… ahora todavía, no quiero… pero hace frío y ha llegado el momento… qué le vamos a hacer… he luchado contra el invierno pero él es más fuerte… cuestión de rendición… o de rebeldía, según cómo se mire… la cama hoy está completamente revuelta… he dormido en toda ella, curioso también… algo más que me recuerda que, aunque el invierno haya llegado, en mi habitación vuelve a ser primavera… no, el reloj no ha corrido hacia atrás… simplemente, las cosas son distintas…

Una noche de diciembre, Iñigo, Latina Stereo y el regalo maldito

Cuando menos te lo esperas, la vida te regala un rato de sonrisas… uno de esos auténticos, que no puedes reprimir y en los que todo parece ser especialmente divertido… uno de ellos ha ocurrido esta noche… en mitad de esta oscuridad con una sóla llama de luz, esta madrugada se ha inundado de carcajadas… me ha dejado olvidar completamente… durante un rato, sí… pero me he vuelto a morir de risa como hacía mucho tiempo…

Mientras yo escribía, cómo no, para mi querido blog… para este micro cosmos en el que digo lo que quiero, me destripo, muero y resucito… escribía sobre las cosas de la vida, sobre lo difícil que es entender… escuchaba a una amiga contarme su singular noche… una llena de recuerdos, de excitación, de no querer pensar… cuando Iñigo llegó… abrió la puerta, como mi compañero de piso que es, y vino hasta la mesa para enseñarme el objeto del deseo de esta noche… al principio, y mirando el dibujo de la caja, he de confesar que creía que se trataba de un picador de verduras… “coño, qué regalo más… peculiar… qué es?”, dije con asombro… “una radio para la ducha”, contestó él muy sonriente… el invento simula –cuando lo miras con calma y no te aterroriza el dibujo de la caja- un grifo de los de antes… muy chulo, sí… y comenzó el peculiar combate de boxeo… el hombre contra la máquina…

Primer ring: comprender las instrucciones… en el mismo tamaño de una estampita religiosa, los fabricantes explicaban en 5 idiomas –incluido el danés, sálvese quien pueda!- cómo hacer funcionar el aparatito… mientras yo explotaba el papel de burbujas, Iñigo libraba su primer combate… lograr abrirlo para meterle las pilas… fue complicado descubrir en qué sentido giraba aquello… una vez logrado –aplauso en las gradas, Iñigo sonríe- nos encontramos con la segunda dificultad… la caja de herramientas ha desaparecido, y logramos abrir el tornillo con un cuchillo… bien, lo hemos conseguido…

Segundo ring: una vez montada de nuevo, a Iñigo le da por hacer pruebas… descubre que si coloca el embellecedor que reza “esto sirve para sacar el aire de la ventosa y que agarre mejor”, la radio no se agarra… el tornillo no gira… y ahí comienza el disloque… lo probamos sobre la mesa, no engancha… sobre la estantería, se cae… y llega el maravilloso momento en el que, pese a no agarrarse el invento a su base, la enciende… la primera cadena que suena no tiene desperdicio… “La-la-la-la-latina Stereo”… un compendio de música Latinoamericana de lo más variopinto… el extraño aparato comienza a escupir frases como “pásame la botella, voy a beber en nombre de ella”, “llegó el huracán”… y una canción que –estamos convencidos- sonó dos veces seguidas… eso, o era simplemente interminable… sólo os diré que Iñigo me preguntó “qué le pasa a este hombre que no entiendo nada de lo que canta?” y yo contesté “pero no es una mujer?”… la canción decía “dime que ama-a como nadie me ama-a”… y comentaba algo incomprensible sobre un hombre con corbata… mañana volveremos a escucharlo a ver si pillamos la letra… hoy, entre carcajadas, ha estado complicado… después, y mientras Iñigo me hablaba de la próxima boda de una amiga de los dos… una boda en una tierra conocida, querida, con olor a mar… comenzó a sonar una canción que parecía la banda sonora a esa melancolía… “cuando fue la última vez que viste las estrellas con los ojos cerrados?”… he de confesaros que parecía haber escogido ese momento… la música, a veces, simplemente habla más que tú…

Tercer ring: Iñigo y yo nos movemos como esos perros de los coches… apagamos la radio, la volvemos a encender… y al ritmo de La-la-la-latina Stereo movemos el cuello y los hombros… nos miramos, y nos descojonamos… decidimos que, desde hoy, es la radio oficial de la casa… ¿por qué no ducharse con ese ritmillo tan pegadizo?... Iñigo propone colocarla en la ducha, y el aparato maldito que yo creía era una picadora de verduras se revela… en un escorzo sobre la bañera, Iñigo no consigue que el tornillo sujete la base con la radio… subo a verle en acción… y sin saber cómo –o sí, fruto de las ganas de que la puta rosca entrara en su sitio- acabo metida en la bañera… se me está mojando el bajo del pijama… y comienza en esperpento… Iñigo sujeta con una mano la ventosa y, con la otra, los bajos de mi pijama… le pido que me suelte, no puedo enroscar la radio con semejante ataque de risa…

Cuarto ring: el aparatito infernal se sigue revelando… en un acto casi de ingeniería naval, Iñigo se pone los vaqueros modelo “desde Santurce a Bilbao” y se mete en la bañera… considera que le falta espacio… ha decidido que, sí o sí, aquello enrosca… lo dejo por imposible y le veo girar y girar aquello y sentir como, al soltar, se cae… abandona, yo saco la bandera la paz… y decidimos que ese embellecedor que nos está tocando los cojones es prescindible… sí… si esta noche oímos el golpazo es que, efectivamente, a la radio le hacía falta esa sujeción… La-la-la-latina Stereo sigue sonando… y para cuando Iñigo la apaga, le doy gracias al cielo por el silencio…

Una noche en Galileo 26 puede resultar un bálsamo a veces… con pequeñas cosas, con unas risas absurdas… con momentos cómicos que pueden no serlo tanto para los demás… pero lo más curioso es que, con cosas tan absurdas, sientes un poquito el hormigueo de la felicidad… un momento que te relaja de una manera absoluta… qué poco hace falta para poder cambiarle la cara a un día…

Adieu...

Dije para mí… sin hacer mucho ruido… sin pensarlo demasiado… así es como tiene que ser, sin duda… la vida tiene un buen plan para mí, estoy convencida… algo que me espera cuando menos lo imagine… o quizás, simplemente, acabar de descubrir hasta el último rincón de lo que soy… hace algunos años, era el título de un corto que nunca llegó a su fin…

Dijiste tú… antes de colgar… en medio de la noche más fría de León… pese a todo lo que pudiera decir… a todo lo que pudiera querer decir… ¿para qué?... cuando se está sordo, simplemente, no se puede oír…

Me lo susurró ella… tapándome… sintiendo lo que yo sentía… es así, cariño, la vida a veces por lo visto es así… me acariciaba el pelo… me ofrecía una tila… lloraba también… deseaba poder evitarme aquello, pero no podía…

Nos lloramos una vez… no quiero decírtelo, decías… debo hacerlo, dices… esto es así… no puedo darte más… el sol se enfría, la luna se oscurece… cuando volverás a ser lo que nunca fuiste… lo más genial de esta despedida es que, en mitad de la oscuridad, mi luz sigue brillando como un faro de cualquier película en mitad del mar…

Os lo pedisteis… el uno al otro… cabeza, corazón… corazón, cabeza… latiendo con la cabeza, pensando con el corazón… fin del acuerdo… no hay quórum… lástima de tiempo… lástima de todo… pero nunca antes esas letras tuvieron tan poco significado…

Lo escribieron ellos sobre el cristal… sin ser capaces de acabar de hacerlo… con la palabra a medias… la despedida a medias… pocas letras para complicarse tanto la vida… tan sólo cinco… con tanto peso… con tanto significado…

Sea como sea, es así… Goodbye… Adieu… auf Wiedersehen… Adiós… al fin y al cabo, tan sólo una despedida… una palabra… quizás nada, quizás todo… pero sobre todo, quizás, algo necesario… tenemos mucho miedo de decir adiós cuando, realmente, no es malo… todo es un ciclo, una época, un momento… y todos ellos tienen su propio adiós…

Diciembre

Siempre he creído que diciembre es un mes un tanto loco… es el mes de las grandes pasiones… de los grandes rencores… el mes de los recuerdos de otras épocas… de la melancolía… de esa especie de sentimiento de sentir que te invade… es la época del año en la que, aunque no te guste, siempre echas de menos a quiénes faltan… una extraña tristeza teñida de luces de colores con formas de estrellas que, desde el comienzo del mes, adornan las ventanas de las casas… es el mes en el que se acerca la transición… un año más… un año menos… un nuevo cierre de ciclo…

Haces balance de tu vida… de cómo han sido esos 12 meses… aunque no quieras, de manera inconsciente, ese último mes del año marca sensiblemente tu balanza… te paras a pensar en los planes no cumplidos… te haces tus propios propósitos… te propones comenzar una nueva vida… hay quien dice que dejará de fumar, aunque nunca lo cumpla… quien se asegura a sí mismo, convencido, que comenzará a hacer ejercicio… y quien, simplemente, pretende comenzar esa nueva época con toda la fuerza del mundo…

Diciembre es un mes que nos vuelve a todos un poco locos… de alguna manera, afecta a nuestras cabezas… las prisas, los agobios… siempre, aún con planificación, a todo el mundo parece caérsele encima… hay que dejar tareas terminadas antes de acabar un año más… la gente se entristece pensando en lo que no tiene que tenía… en lo que se fue… no disfrutamos lo que tenemos ahora, sólo podemos mirar hacia delante y hacia atrás… y mientras, la vida pasa… y, lo que es peor, para cuando nos descuidemos el año toca a su fin y seguimos dándole vueltas a las cosas que no hemos conseguido, a las que sí lo hicimos… a los errores, a las pequeñas victorias… y a los aciertos… pero lo hacemos frenéticamente… necesitamos zanjarlo… todo tiene que estar preparado en esa noche de cambio…

El ser humano vive en un permanente estado de satisfacer esas tareas pendientes… es así, somos así… y sin embargo, al llegar diciembre, la prisa es todavía mayor… por qué? Incomprensible… la tristeza lo tiñe todo, menos las caras de los niños que sólo piensan en que llegan las vacaciones… hoy me decía una buena amiga que lo están estudiando ya como un tipo de alteración emocional, como el síndrome post-vacacional o la astemia primaveral… pero lo jodido es que una vez al año, nos toca… una vez al año, aparece… y una vez al año, caemos en la trampa… a todos nos afecta, a todos nos toca… y es que creo que nadie logra nunca completar sus deseos, sus propósitos… si lo hiciéramos, la vida no sería lo que es…

Pensaba...

Ríete de la vida, es así de puta… la llaman Calle… la llaman Cielo… se puede llamar también Infierno… pero sobre todo, la más bonita, es la que se llama Libertad… es la más espectacular de todas… la que siempre se vende… la que está disponible para cualquiera… la que, tan sólo, hace falta saber buscar… ella no se esconde…

Curioso tormento, la mente… el botón de apagado no existe… no podemos programarnos como una lavadora… y ella es autónoma… va a su ritmo, al que marca… al que quiere… es la dueña de tus actos, de tus emociones… es la gran dictadora de esta historia…

Soy la princesa de la tierra de la Nada, el mayor de los reinos que existe… y, sobre mi trono, el mejor de los regalos… un cuaderno en blanco sobre el que escribir… el más maravilloso lienzo que existe… vacío, esperando tomar vida… esperando ser escrito…

Me siento la mano que sujeta esta luz en mitad de la noche… la que sostiene el mástil en la tormenta… la que no recae… la que no se rinde… la que, simplemente, está ahí pese a todo…

Vuelo por el país de los Niños Perdidos… sin necesidad de alas, tan sólo de instinto… de supervivencia… de mucho peso sobre la espalda y muy pocas ganas de tonterías… sonrío, sí… he vuelto a recobrar mi lugar… la revolución sigue en marcha… quizás no sea mañana, pero ahí está…

Que los bancos de la calle son curiosos lugares de encuentro… de reencuentro… y de soledades deseadas… que, a veces, tan sólo un momento así a solas te permite ver muchas cosas que antes no veías… y, voilà!... de golpe todo encaja… todo está en su sitio… todo…

Respirar hondo ante el calendario… y saberme así… aquí… en este barco pirata desde el que observo el mundo… sin embargo, creo que ya ha tocado tierra y llega el momento… de atracar en lugares distintos… de ver otros paisajes distintos…

Reinventamos todo cada día… lo hacemos, pese a todo… sin ser conscientes, sin darnos cuenta… cada día es, pese a todo, nuevo… distinto al anterior… está a tu disposición… y todo dura demasiado poco como para malgastarlo…

martes, 2 de diciembre de 2008

He dejado de creer

“El amor es una estupidez realizada por dos”
Napoleón Bonaparte


Últimamente, lo tengo que reconocer, vivo en una extraña situación dividida… los acontecimientos me hacen dudar de algo que jamás creí que dudaría… creo que me hago mayor y, por ende, me estoy convirtiendo en un ser descreído… lo tengo que reconocer: pese a todo y por primera vez en mi vida, no creo en el amor… no creo en esa extraña unión que hace que dos personas se miren de manera distinta… no creo en ese compromiso absoluto… no, no creo que el amor como tal exista… lástima… siempre pensé que era lo que hacía que la vida valiera la pena…

Si me paro a analizar mi alrededor, la cosa no mejora demasiado… parejas de esas irrompibles que se entienden y se quieren, de golpe y porrazo, se van a la mierda… escucho a mis amigas comentar lo difícil que es encontrar a alguien que, de verdad, te despierte un sentimiento real más allá de la mera compañía… escucho las historias de unos y otros… y me pregunto si es todo tan complicado o realmente el ser humano ha decidido complicarse la vida más de lo que ya es… no lo sé, tampoco tengo esa respuesta… pero me doy cuenta de que esta, mi generación, sufre una terrible enfermedad… la del desengaño, la desilusión, la falta de compromiso… sí, hemos ganado libertad… pero también hemos perdido confianza… maravillosa palabra… tan difícil de conseguir y tan sencilla de perder… ninguna historia es un jardín de flores, y tampoco creo que el amor tenga que serlo… pero me paro a pensar, a observar lo que me rodea… y me doy cuenta… no sé hacia donde caminamos pero lo que es seguro es que lo hacemos de manera individual… creer en el amor es como creer en Dios… algo que pasa, o no… creo que yo, como mucha gente de mi generación, hemos perdido simplemente la fe… amigas que buscan sin encontrar, amigos que encuentran sin buscar… es un juego tan complicado… y lo peor es que, como todo lo peligroso, deja unas cicatrices tan profundas que es difícil curarlas… esto no mata, está claro… pero sí es cierto que te cambia la manera de mirar el mundo… perdemos inocencia, quizás… lo único maravilloso que conservamos de la infancia… lo reconozco: he dejado de escuchar a Sabina... me resulta demasiado realista su planteamiento...

Os aseguro que no trato de ser pesimista, no lo siento así… quizás por primera vez en mi vida soy realista respecto a este tema… supongo que porque ya nada es tan sencillo, porque lo convertimos todo en algo demasiado complicado… menos mal que todavía sigo viendo ejemplos de eso en lo que creía… ejemplos de personas que hacen por entenderse, que se necesitan sin que eso sea algo negativo… personas que saben que el otro es el puntal de su vida… vidas separadas pero juntas… como las vías de un tren… nada avanza si una de ellas se sale del camino…

Encontrar o no encontrar, he ahí el dilema… la verdad, no lo busco… no lo pretendo… y, sobre todo, no lo quiero… ahora mismo, soy yo… sin más… y supongo que por eso también he dejado de creer… porque ¿para qué profesar fe a algo que, quizás, no existe?... hablamos idiomas distintos, hombres y mujeres… y mientras no superemos esa barrera, el mundo seguirá siendo un lugar extraño en el que habitar… será que me hago mayor, quien sabe… pero ahora me doy cuenta de que las relaciones humanas son difíciles… que sentir es una odisea cuando no encuentras ni con qué ni con quién… y lo más curioso… el ser humano se reinventa… modificamos nuestra escala de valores, de sentimientos… sin darnos cuenta, sin apenas percibirlo… y, un buen día, nada es como creíamos... nada... sabemos que nos falta algo en nuestra vida, pero ¿para qué?... huímos de ello... es más sencillo... meter la cabeza bajo la tierra... nos privamos de que nos hagan daño, pero también de sentir... somos egoístas, orgullosos, individualistas... lo siento, en un planteamiento así no tiene cabida el amor...

¿Nos hace más libres o más prisioneros?

lunes, 1 de diciembre de 2008

Ligar, materia olvidada

Volver a aprender a relacionarte a los casi 30 puede resultar complicado… complicado cuando, de pronto, te sientes completamente aparte del sistema de juego nocturno que se desarrolla en cualquier ambiente… el vulgarmente llamado “ligoteo” que es, por otra parte para muchos, la sal de la vida… sí, reconozco que se me había olvidado el arte del encantamiento masculino… algo que, por falta de costumbre, había relegado en mi mente para ceder espacio a otras materias más útiles en mi vida cotidiana… sin embargo, en los últimos tiempos, me veo abocada a desempolvar mis apuntes… y no para ponerlos en práctica, sino para estar prevenida ante ciertas situaciones…

Seré una ingenua, probablemente… pero sigo creyendo en la simple amistad entre hombres y mujeres… algo que, quizás, tengo la suerte de tener con mis amigos masculinos… y por qué razón conocer a alguien del sexo opuesto tiene que convertirse para muchos de manera absoluta en un intento absoluto de ligar… el caso es que, fiel a esa estupidez supina que me caracteriza, yo debo ser de las pocas excepciones que conocen individuos del sexo opuesto sin pensar en ellos como un trozo de carne al que hincarle el diente…

Sin embargo, el mundo real más allá de este barco pirata no funciona así… y, curiosamente, “sufro” este tipo de situaciones de vez en cuando… y lo más curioso de todo es que en el 95% de ellas, no me entero… no me entero de que la “señal” que emite un hombre para decirte claramente que quiere algo más que palabras contigo es “dónde vamos ahora”… algo a lo que tú contestas de la manera más inocente de todas “Yo? A mi casa, que hace frío”… no me entero de que el hecho de escuchar, sin venir a cuento en la conversación, un “pues yo no tengo novia” es un “aquí te espero, chata”… o que el simple hecho de despedir una conversación con “besos” se encuentre con una respuesta de “no te preocupes, la próxima vez que te vea”… no estoy preparada para la vida moderna, me digo a veces riéndome de mí misma y de mi ingenuidad…

Insisto en que en esta época de mi vida de single a todo el mundo le da por buscarme novios… un compañero de piso… un colega de toda la vida, uno del trabajo… el hermano de una novia… y también insisto en que no tenéis nada que hacer… en este momento de mi vida, quiero seguir viviendo con esa ingenuidad de que puedes conocer a alguien sólo por el hecho de conocer a gente distinta… sin más…

martes, 18 de noviembre de 2008

La taberna de Moe

Quien diga que un bar de pueblo no es más que eso, se equivoca… Más allá de la barra, las cervezas y los cubatas existe un submundo tan mágico que uno corre el riesgo de quedar atrapado para siempre… de querer no salir de allí, de tener auténtica adicción a lo que dentro de sus cuatro paredes ocurre… este bar tan singular no es otro que “La taberna de Moe”, la antigua lechería de ese pueblo del que nacen las raíces que me atan a la tierra… ese lugar del mundo en el que me siento en casa, a salvo… protegida… parte de mi propio lugar en el mundo… ese bar es el primer lugar al que te diriges cuando llegas allí, buscando caras conocidas… es una cita a ciegas muy particular: nunca sabes a quién vas a encontrar pero seguro que saldrás de allí con la placentera sensación de haber tomado tierra…

Por las mañanas, el horario es dudoso… depende de la última partida de cartas de la noche… la cara de cansancio de Olga la delata, la marca de la almohada en la cara de Alvaro también… la cita del vino es obligatoria… y ahí es dónde comienza a formarse un extraño clan en el bar: padres, hijos, abuelos… todos tienen cabida… todos charlan… para todos hay una palabra… somos una pequeña familia con sus desavenencias, sin duda… pero ahí estamos, compartiendo nuestro tiempo y de manera casi ritual… por las tardes llega el turno de las cartas… las mismas caras de siempre, los mismos piques, los mismos gritos que hacen que salgas huyendo de allí… de repente, una abuela asoma la cabeza… viene a buscar sus medicamentos, el bar también ejerce las veces de dispensador farmacéutico para quiénes no pueden ir a comprar las medicinas… se comentan las noticias de la tele, se compara con años pasados… lo de antes, desde luego, siempre fue mejor… hacer el crucigrama del Diario de León se convierte en una contrarreloj… o llegas pronto o el Míster ya está en ello… con sus gafas de leer de cerca… con sus dudas genialmente resueltas gracias a la mini enciclopedia del bar… ¿dónde se ha visto un bar que tenga ese tipo de lectura?

Las cervezas de antes de cenar vuelven a reunir al mismo clan de por la mañana… y la noche vuelve a ser una extraña maraña… tu padre, tu colega, tus primos, el novio de no sé quién… los niños en el futbolín… si no hay fiesta la noche pinta tranquila pero nunca terminará antes de las tres de la mañana… aún cuando no hay nada que hacer, irse a la cama resulta complicado… sentados en los bancos de la terraza, con una Mahou o un café con leche… conversaciones en el frío de la noche de la montaña… sobre todo, sobre nada… quizás unas pipas le ponen broche final al ambiente… si hay fiesta, es la primera copa –o las cinco primeras para algunos- obligatoria… allí llegamos, comentarios sobre si es tarde, sobre quién va con quién… las prisas de algunos, el relajo de otros que podrían quedarse directamente allí sin ir a ningún otro pueblo… y, al volver de madrugada cuando todavía es de noche, mientras el coche va por la calle del medio miras a ver si hay todavía alguien en el bar… y si, mirando por el ventanuco ves a alguien recogiendo, siempre paras a decir “menudas horas” esperando saber quién les ha hecho quedarse hasta tan tarde… qué extraño momento vital en la historia de la Humanidad les ha alargado el cierre… en resumen, quién estaba jugando a las cartas o tomando copas, y qué había pasado… porque otra de las bendiciones de esta singular Taberna es que siempre pasa algo… siempre hay una historia graciosa que contar… si no es que unas búlgaras se suban medio desnudas a la barra a bailar una tarde de invierno puede ser, simplemente, que un pulpo congelado había tratado de asesinar a Álvaro… todo es posible… y, a la mañana siguiente, vuelta a empezar… el mismo ciclo, las mismas costumbres… los bolos… las historias del Buggui… el plato de pinchos que se pasea por la terraza… el auto servicio que tenemos algunos cuando hay mucho lío, "te lo apunto" le dices… la manguera que en verano salpica con la sidra… las madreñas a la entrada en invierno…

Ese bar no es sólo la historia de dos personas, Alvaro y Olga, y de sus largas noches de paciencia… del buen rollo pese a ser madrugada, de las ganas de charlar siempre sobre cualquier cosa… no es sólo un lugar de reunión… no es un bar como otro cualquiera… es la gran caldera que calienta todo ese pueblo… el calor en mitad del invierno más duro… el fresquito más agradable en los días de calor… “La taberna de Moe” es el eje sobre el que gira esa pieza del gran puzzle que es para algunos ese lugar… el pulmón que permite que vivamos en la ciudad… porque siempre, siempre podremos volver…

Suavemente...

Átame al futuro… a lo nuevo… al mañana…
Bórrame los archivos temporales de ayer… esos que ocupan demasiado espacio…
Castígame con calor… con ternura… con palabras, miradas, momentos…
Recuérdame que no recuerdo… sin melancolías… empezando una nueva página de mi vida…
Envuélveme en historias de la vida… de las que ocurren, van, pasan y se marchan…
Destroza los cascotes que entorpecen el camino… para poder ver esas margaritas que crecen incluso en mitad del desastre…
Abona este día a día con sonrisas… con risas… con esa estúpida sensación de felicidad que busca el ser humano…
Abrázame a la ilusión… a la esperanza… a la luz del sol de invierno… a un episodio de primavera pese a ser noviembre…
Ábreme los ojos de este largo sueño… despacio, muy despacio… para que pueda saborear el placer de volver a la vida…
Sepúltame con verdades… todas las que puedas… las reales, las auténticas… deshaz cada mentira de este extraño mundo…
Fúmame lentamente… paladeando cada uno de los sabores… disfrutando de cada calada…
Bésame esa cicatriz… para recordarme que no me duele… que el pasado son recuerdos, que mañana es lo que importa…
Devórame la tristeza… para que no regrese nunca… para poder seguir siendo Campanilla en una nueva isla de los Niños Perdidos…
Posee mi memoria… te la regalo… metida en un gran baúl en el que almaceno tantas, tantas cosas…
Hazte propietario de mi letargo… de la ausencia... el vacío... el silencio… y destrúyelo para que no regrese más…
Lima mis esquinas… esas que me obligan a desangrarme en cada gesto… con cada palabra…
Abrígame con esa suavidad de la noche… con la magia de la oscuridad… con esa penumbra casi bruja que me rodea…
Odia mi calma… será una buena vacuna para salvar una vida… para volar desde las cenizas… renacer…
Oblígame a pronunciar “mañana me voy”… para no anticipar… no fabular… para soñar nuevos sueños…
Inúndame con esa luz de antes... de los largos días luminosos...

Muérdeme el alma… pero hazlo suavemente, muy suave… despacio... disfrutando de cada mordisco...

República Independiente de Fátima (R.I.F.)

Creo que sucedió apenas sin querer… sin buscarlo de manera objetiva… pero sí, quizás, inconscientemente… colgué el teléfono y me di cuenta… ¿qué estaba haciendo?... ¿para qué?... sin cambios… nada que informar… y lo vi claro… me había hartado por primera vez en mi vida… hartado de sentir que el tiempo estaba congelado… hartado, en definitiva, de esta extraña montaña rusa para la que ya no quiero ticket de acceso…

Mi pequeño golpe de estado de semanas atrás no había sido suficiente, pero sí quizás el punto de partida… un pequeño empujón para encontrarme en el lugar del mundo que me corresponde… yo misma… con mis cosas buenas y malas… pero segura de lo que se es y se deja de ser… demasiado sentimiento… hasta el hastío… me ha costado pero veo la meta… llegué! Quizás me merezca una palmadita en la espalda… iba siendo hora, me digo… quizás ha llegado el momento…

Así que asumo esta pequeña revolución que se ha fraguado y que ahora parece ganar terreno… el objetivo de tanto levantamiento es claro y clave… reinstaurar la República Independiente de Fátima (R.I.F.)… esa que existió un día y que se perdió en alguna parte de esta compleja historia… la guerra ha terminado en mi territorio… no habrá rendiciones… tan sólo un abandono… un “hasta pronto”… un sentimiento de supervivencia que se ha levantado en armas… las ganas de despegar los pies del suelo por medios propios… sin necesidad de nada más… revelador el sábado, sin duda… es mi propio cierre de capítulo… al menos, por ahora…

Creo que incluso yo me resistía al hecho de poner un pie en esta orilla… la Reina de las Nieves amenaza con ese espejo maligno, qué gran libro lleno de historias… demasiado frío… pero todavía sonrío y eso me gusta… pese a esta extraña y estúpida felicidad que siento ahora mismo por la calma que siento dentro de mí… la siento, realmente… una gran tranquilidad… quizás la que sientes cuando sabes que la batalla ha terminado… con demasiadas bajas, sí… pero, como siempre en esta vida, esta transición era necesaria…

He colgado la bandera de mi nuevo estado en la ventana… he tirado los viejos textos constitucionales… las viejas creencias… no mis principios, pero sí los que adquirí por las circunstancias… en una caja fuerte bajo siete cerrojos, la esencia de mi revolución… quizás la resistencia ha abandonado su fortín y ahora sólo se dedica a redactar fanzines oscuros y ocultos… sepultados con las ilusiones, la esperanza y la resignación de una victoria que no se sabe a quién le pertence… por el momento, la calle respira cambio… y me gusta ese olor…
Como esa canción que canté una noche, puede ser un gran himno para mi nueva nación... "conduciré camino aunque reviente, en mis talones rompiendo las olas, llevo en la bolsa escondido un cuchillo para cortar de mis alas sus redes"... "removeré el mundo"... o al menos el mío... quizás la cuenta atrás se acerque al final... y ya no sea cuestión de búsquedas, sino únicamente de que las piezas de la vida se coloquen solas... gran palabra, "sola"... cuatro letras... rotunda, breve... como esta pequeña revolución que no será televisada pero que es mía... propia...