martes, 30 de diciembre de 2008

Compilación de un año Typex

Sí, lo reconozco… ya estoy de nuevo con mis locuras transitorias con los balances de año… necesito cerrar capítulos del gran libro contable… al fin y al cabo, es preciso hacer balance… y ahora que ya acaricio ese día 31 de diciembre con el que tanto he soñado en estos últimos meses, necesito balancear los días… saldar mis cuentas… el paso debe darse sin equipaje… y, para hacerlo, es necesario pensar en las cosas que pasan en la vida…

Este 2008, no lo voy a negar, pasará a la historia de mi vida como el año Typex… sí, eso que utilizábamos en el colegio para tachar los errores y escribir encima… en este caso, no es un tachón… es un manchurrón de esos de rotring sobre la lámina de mi, hasta ahora, existencia… el año 1 según la numerología… el que comenzó hace ahora un año con 366 días por delante… si es que tanto 6 no puede ser bueno… recordaré este año como el de trabajar en Marte… el de la eterna pregunta con Alex… el de las llamadas a deshoras de un peculiar pelirrojo… el de los problemas de traspasar el límite en una relación con un cliente… el de la conformidad ante la desgracia laboral… sí, lo reconozco… y estoy convencida de que me ha servido para algo tanto desequilibrio…

Este extraño año que termina ha sido también el del desengaño… el de los problemas con el coche… el descubrimiento de la amistad… el de los sueños desgastados… el del dolor… el de la ilusión de una casa donde están mis raíces… el de las amistades rotas… ha sido el año en el que me han hecho la cobra… en el que he saboreado el jardín de casa de Irene y Marcos una fresca noche de julio… el año en el que me organizaron una cita a ciegas con un argentino de cuyo nombre, en este momento, no me acuerdo... el año de escribir, mucho!, por todas partes… el de las conversaciones con Laspiur hasta Guzmán el Bueno… la voz de Idoia, nuestras conversaciones de horas con descojono incluído… el Seven Eleven de Pons y sus 21 orquídeas… el rescate de Patricia desde el País de las Bragas y los extraños que acaban en una fuente una noche cualquiera de Majadahonda… las bromas de Silvia… las locuras de Daniela… compartir piso con Iñigo y reír matemáticamente cada noche… Paula y sus afirmaciones categóricas... la constante preocupación de Nando y Nela desde el otro lado del mar… mi abandono, lo que les extraño… los intentos truncados de Galarza por localizarme… los de Yuste por hacerme sonreír, por hacerme compañía… los sábados con mi prima Ana flotando en el sofá de casa… los momentos de soledad absoluta… la despedida de Emilio...
Los de enemiga, los de amiga… una conversación con Jordi en Plaza Cataluña mientras una cucaracha atemorizaba a un ratón… la sonrisa de mi tía Adelia volviendo a Acevedo 20 años después… la tristeza de mi madre viéndome llorar… la impotencia de mi padre al no saber cómo reaccionar… mi hermana con su mano tendida, mirándome y dándole calor al mundo con esos ojos... reencontrar a un antiguo novio que un día fue amigo… disfrutar de mis primos Txema y Victor los poquitos días que les veo… los encuentros con primos perdidos en el Hombre Moderno… el año de no entender… de sobrevivir… de conocer el Vasco de Gama... de sonreír pese a todo… y de compartir tiempo conmigo misma… de aprender a encontrar este rincón del mundo que me pertenece…

Es curioso… empecé este texto queriendo borrar este año… por todo lo que ha traído consigo… taparlo con el espeso Typex… para siempre… por haber desaparecido en parte de mi propia vida… por haber desaparecido de quiénes me buscaban… por haberme sentido ajena a mi propia existencia… por no haber salido antes de la telaraña… y sin embargo, he de decir en mi favor que este año he aprendido… a vivir, a no hacerlo… a superar y a hundirme… quizás me haya puesto a prueba este año par… quizás tenía que ser así… y también tengo cosas guardadas en el cajón del alma por las que ha merecido la pena este calvario de 366 días...

Necesito oír las 12 campanadas para sentirme libre… y creo que sentir cómo pasa la página del calendario me ayudará a hacerlo… no sé explicar por qué, pero creo que lo necesito… despediré este año Typex con una botella de Möet&Chandon Rosé… una pijada la mar de rica con la que pretendo empezar con el mejor pie… y en casa, con los míos... mi familia no elegida... pese a todo, en este preciso momento, no se me ocurre una manera mejor de comenzar esta nueva vida que te brinda el cambio de año... lo celebraré con champagne français, bien sûr!... deseando que este 2009, año dos, sea una nueva página que escribir… que todas esas cosas maravillosas que me han rodeado permanezcan... 365 días más para reescribir mi propia historia...

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