viernes, 31 de julio de 2009

Una cuerda locura...


Tengo un nuevo piso de soltera… con vistas al mar… con vistas a una luna creciente preciosa que me recuerda a otras tantas… me río… cuántas, me pregunto, en realidad sólo sé que son muchas… lunática me llamaron hace poco y, lo reconozco, me supo a cumplido… recuerdo otra noche así de hace muchos años… sentada sobre una acera en medio de un polígono industrial… soy la misma de entonces pero, a la vez, no tengo nada que ver con ella… escribo desde mi nueva cama recién adquirida y pendiente de devolución… pienso en este extraño viaje… en este espacio del que tengo unas llaves… de una cuerda locura que, sin entender muy bien, estoy viviendo al máximo… creo que tengo un amplio coleccionable de imágenes y momentos grabados en la mente de estas apenas 72 horas… carretera, mucha carretera… pero creo que cada kilómetro recorrido ha merecido la pena…
Hace apenas 48, tenía otra habitación de soltera desde la que se veía toda la costa… me adueñé de ese espacio en medio de la ya oscuridad… con unos nervios tranquilos… fumándome un cigarro en la ventana contemplando la locura de luces y sabiendo que, en mitad de la oscuridad del fondo, batía el mar… vida, mucha vida… en esa misma habitación de soltera pensé en las cosas curiosas que tiene… en estos episodios míos que jamás podré contarle a mis nietos… una buena amiga se reía conmigo mientras hacía con ella por teléfono la maleta… yo les contaré que tienen a la abuela más valiente y más hippy del mundo, me decía rezumando cariño por teléfono… en esa habitación de soltera me miré al espejo… estaba allí, sin más… estaba guapa, me sentía así… había merecido la pena moverme hasta Alicante para una reunión extraña… salí buscando un lugar con sabor a sal y sin medir el impacto de la realidad… presentándome ante lo desconocido de una situación en la que estaba sola con una gran sonrisa y una pizca de vergüenza… mi atómica compañera de este tipo de aventuras había patrocinado, organizado y apoyado mi viaje… sonreía, se reía… su apoyo fue el último empujón que le hacía falta a mi alma gatuna para saltar desde el tejado…
Al amanecer del siguiente día, volví a estar frente a la misma ventana de mi habitación de soltera… soltera, me gusta ese término de golpe… suena a libertad mental… volví a mirar ese mar que ya veía amanecido… venía de una playa… de una sonrisa, de muchas cosas que contar… presente, pasado, recuerdos… volvía de reencontrarme con unos ojos que miran sin ver… de tener un pedacito ampliado de eso que me da de comer todavía… volvía después de reírme por el miedo al mar de noche… después de muchas palabras y algún que otro incómodo silencio… de un me quiero ir, un perdóname y un no he visto amanecer nunca en la playa… me senté a esperar que eso pasara… de verdad no te importa, me preguntó preocupado… te aseguro que no , le contesté… acabé de ver amanecer desde esa ventana de mi habitación prestada de soltera… después de dejar que alguien que no sabía lo que era una caja de cambios manual condujera mi coche… estás loca por dejármelo, me dijo sonriendo… lo estoy, pensé para mis adentros, pero puede ser tan divertido que merece la pena estarlo… estaba allí con el sol saliendo sobre el mar… con la extraña sensación de estar jodidamente viva… con una sobredosis de calor metida dentro del alma… cuando volví a mirar por esa ventana, era mediodía… apenas un par de horas de sueño… el mar se veía al fondo mientras ese mismo sol calentaba sin piedad… miraba pensando en esa habitación prestada en la que estaba… en una cama sin deshacer… en esa luz que se colaba por la ventana cuando el día abría... en la maraña que tenía por pelo, en la que tenía enrededada en alguna otra parte del alma... en un curioso despertar cuando el sueño todavía no me había vencido... en una sonrisa pintada en la cara…
Ahora cuando miro desde esta terraza desde la que se ve el mar, rebobino el día… ole tus huevos, me digo a mí misma, no has nacido para ser cobarde amiga… sonrío, no lo puedo evitar… estoy donde quería, reencontrándome con mi atómica amiga y su pequeño mundo… el broche de un día que empezó con sonrisas y termina igual… un día lleno de abrazos interminables… de besos lanzados al aire en mitad de la gente… de alguna que otra mirada que trata de esconderse pero no puede… de un cuídate mucho y un nos volvemos a ver… de sonreídas despedidas… de sonreídos reencuentros…

martes, 28 de julio de 2009

Resaca y señales

Es madrugada, no puedo dormir… mi barco pirata ha vuelto para mirar por esta ventana… busco una luna creciente roja que he visto durante el camino de vuelta de León… debería estar durmiendo, me digo a mí misma mientras compruebo que tengo los ojos abiertos como un búho… tanto descontrol de ver amanecer estos días de atrás me está pasando una seria factura, lo sé… estoy en casa de nuevo, sí… pero sonrío… es por poco tiempo… toca coger rumbo camino del mar… quizás este extraño día sea eso sin más, extraño… sin embargo, creo que ha querido decirme algo muy distinto…

Esta mañana, sentada en la enorme piedra que hace las veces de banco en el jardín, pensaba en la rabia que me daba volver a Madrid… volver para nada, me decía, en vez de quedarme para disfrutar de ese aire que me carga las pilas del alma cada año… mi plan inicial era una rueda de prensa el miércoles en Madrid… una que me obligaba a voler pero que le daba el pistoletazo de salida a una acción que, más que trabajo, huele a esperanza de la auténtica… casi simultáneo al momento en el que casi me dejo la nariz contra la barra de un bar de carretera –los taburetes pueden resultar realmente traicioneros- me había llegado un sms que cancelaba los planes… genial, pensé, estoy a cien kilómetros de Madrid y haciendo este viaje con una maleta para un fin de semana cuando bien podría quedarme ya todo el verano… todo se había quedado en Madrid a la espera de que volviera…

Y la vuelta prometía… sentada en ese mismo banco esta mañana pensaba en el resacón que tenía mi cuerpo… en esa última noche de fiestas casi en familia… los del pueblo y los universitarios que ya están de vacaciones, no más… no había ni dios en la fiesta… me río… la disfrutamos, la reímos… entre la música nefasta de la discoteca móvil, las fotos que hacía mi hermana y los momentos “barra con Omar” que marcarán un antes y un después… pero la noche había pasado demasiado rápido y ya era el día siguiente… recogí mis trozos como pude para comprobar que mi prima estaba en las mismas circunstancias… sólo me hizo falta verla entrar en la cocina de casa… no había duda, el viaje iba a tener miga… estábamos hechas mierda… el remate de nuestro tándem era lo que quedaba de Silvia… un poquito de ser humano con la peor resaca de su vida, o casi… deberíamos venir entrenadas de Madrid para el garrafón, decía en el coche sin color en la cara… me reí… lo habíamos gozado como enanas, cierto… pero la factura a pagar era demasiado elevada… mientras ella trataba de recomponer su cuerpo, mi prima y yo ideábamos el camino de vuelta a casa… nos perdimos… tuvimos que hacer un cambio de sentido… ese punto de la carretera es para nosotras como la isla perdida de Lost… no hay viaje que no nos perdamos por ahí… nos reímos… nos despistamos con tanta glorieta, dijo ella… Bebe sonaba para recordarme un viaje muy particular, el que se da sin salir… sonreí… buceo demasiado, lo reconozco… sentí la libertad que te da poder perderte… mientras Silvia lidiaba en el asiento de atrás con su resaca, mi prima lo hacía en el de delante con su tripa… charlábamos… de cuando en cuando, comprobábamos que la piltrafilla del asiento trasero siguiera con vida… mi padre amenizaba el recorrido con alguna que otra llamada, alucinando con que no adelantáramos camino pese al tiempo que llevábamos en carretera… nos reímos… que iba a ser eterno lo sabíamos antes de salir… ninguna de las tres quería regresar en el fondo…

Masqué por el rabillo del ojo un maravilloso cielo rojo que mi prima se esforzó por fotografiarme… una luna creciente perfecta estaba colgada en el cielo… recordé la mañana del día anterior con melancolía… qué jodido, pensé, me estoy marchando todavía y ya quiero volver… en esas, iban quedando menos kilómetros para llegar a Madrid… oíamos a Macaco berrear “Puerto Presente” mientras pasábamos por Valladolid… y entonces sucedió… algo en mi mente se despertó… he pasado por ese mismo punto mil veces, me dije, tengo mil recuerdos de este lugar… pero lo único que recordé al leer “Valladolid” fue a Dani cantando después de cenar aquélla noche… a los chicos del Ensamble rompiendo el auditorio donde actuaban… a uno de ellos esperando que acabara una lavadora a las 3 de la mañana… me vino a la mente mi peculiar bomba atómica… la recordé vestida de blanco ese día que estábamos de gira en Valladolid… recordé nuestras conversaciones con ella metida en la cama y yo tumbada al lado… en esas charlas previas a que ella durmiera y yo escapara… nos despedíamos así por las noches… ella sabía que yo necesitaba gatear un rato… sonreí…

Recordé una vez más su oferta de ir a verla, ese “viaje-duda” que me rondaba la cabeza desde hacía una semana… coleccionaba ya planes frustrados pero este todavía daba vueltas por mis ahogadas neuronas… la idea era ir a ver a los chicos del Ensamble que venían con un coro… sí, son multiusos… en ese momento recordé que tenía un mensaje en el Facebook por la mañana del otro lado del mar… uno de los profesores que vinieron con el ensamble me decía que sus hijos estaban aquí con el coro… después recordé una invitación vía BlackBerry el viernes cuando viajaba hacia Acevedo… me reí… Silvia y mi prima propusieron tomar un café para hacer tiempo y que yo pudiera hablar aunque fuera a través de un chat… cosas de la técnica, estábamos en el último lugar en el que mi móvil Vodafone tenía cobertura… vas a ir, me preguntó Silvia entre frase y frase de la pantallita… la miré, sonreí… no lo sé, contesté… horas después me confesó en una charla a corazón abierto bajo las estrellas que le había encantado verme sonreír así… me gustó oírlo… me gustó sentirlo también… sonreía, sí, de una manera sana y viva… y sólo por eso, merecía la pena seguir las señales…

La vida sólo se vive hoy, me digo a mí misma en esta madrugada… con esas señales que surgen de la nada en una noche de luna roja… quizás esto se llame locura, no lo sé, y vea señales donde no existen… pero este cuerpo resacoso que no puede dormir cree necesario seguir esos pasos… tal vez por el mero vicio de tener pedacitos de historias que vivir… me río… tengo la mirada puesta en el mar ahora mismo… en eso que tanto necesito de cuando en cuando, y tanta vida me da… vida, cuatro letras… me gusta…

domingo, 26 de julio de 2009

Resumen de un sábado de Santiago...

Era el segundo día de las fiestas… 25 de julio, Santiago… esa fecha que de manera inconsciente espero durante todo el año… la espero porque sabe a reencuentro… sabe a familia, propia y elegida… suena a historias que contar… huele a vida… es muchas cosas que quizás no se puedan explicar con palabras… este año, de alguna manera, no sentí que fuera Santiago… estaba aquí, sí… con mi gente… pero me daba la sensación de no estar viviendo esa fecha que el calendario de mi mente tiene grabada a fuego… salí de casa sin muchas ganas, después de haber aprobado por los pelos la noche anterior… sí, salir aquí de noche es como un combate de boxeo que dura lo que duran las fiestas… por algún motivo que no comprendo, aquí la noche sí que te confunde y lo más fácil es que, entre copas y risas, veas salir el sol… ayer me sentí mayor, le comentaba a una amiga tomando café por la tarde en el bar, me tomé dos copas y sólo tenía ganas de meterme en la cama… durante un momento analicé esa aparente indiferencia de un día tan esperado… quizás sea cierto que esté mayor para estos trotes, me dije… o, tal vez, las emociones están pero de distinta manera… no son menos intensas, sería imposible tratándose de esta bomba de relojería visceral que soy… pero sí son distintas… con ese espíritu me encaminé con mi prima hacia el bar… estás muy guapa, me dijo con su sonrisa… me reí… la noche anterior le había mandado de vuelta a buscarla un peculiar mensajero… uno que se pasó toda la noche quitándome de encima a esa colección de personajes que me dan la paliza y que, para rematar sus servicios, me obligó a dejar que me acompañara a casa cuando mis huesos ya no podían soportar más la fiesta… no se me da tan mal hacer de Celestina, pensé… sigo siendo una romántica en el fondo, le dije a Silvia horas después… no sabes cómo me alegro de escuchar eso, me contestó con una sonrisa… me reí para mí… yo no estoy tan segura, pensé, pero si no supongo que no sería yo…

Un par de copas después en el bar, estábamos todos… miré a Mayra pensando en lo importante que era para ella estar ahí… era un acto de libertad, de sacudirse penas del pasado… de seguir hacia delante con René y todos nosotros… mi incombustible rubia se prestó a salir, pensé que podía liarla hasta que amaneciera… hablábamos, reíamos… nos contábamos… ese amigo que todavía hoy me resulta imposible que sea médico me habló de los cambios de su vida… se había emancipado, tenía novia… le vi feliz, sonreía… sus enormes ojos de muñeco manga brillaban… lo reconozco, verle así me hizo muchísima ilusión… hablábamos, reíamos… compartíamos, pensé, pedacitos de nuestras vidas… la madrugada comenzó a descolgar horas, eran más de las dos de la mañana… era momento de trasladarse a la zona de la fiesta… un campo enorme en el que la orquesta, decían, era algo nunca visto por estas zonas de la montaña de León… eran nuestros particulares Rolling versión verbena de pueblo… decidimos hacer un stop&go en mi casa… pero, casi sin quererlo, nos vimos sentadas de charla… cuatro amigas en mitad de las fiestas de su pueblo… cuatro amigas que hacía mucho tiempo que no nos veíamos… la recién casada estaba sembrada, con una auténtica hemorragia de sinceridad sobre muchas realidades… repartía a diestro y a siniestro diciendo verdades como puños… yo me reía, flipaba y me descojonaba de manera alterna… todas las que estábamos allí, en realidad… todas recibimos nuestra dosis de opinión y autenticidad... confesiones, secretos y verdades… un tándem increíble, pensé, mágico… el que sólo se da en algunos ambientes que respiran como esa cocina mía la noche del sábado, esa que ha sido testigo de tantas conversaciones parecidas… en un momento dado me vi hablando de una de mis heridas de una manera diferente… con frialdad y rencor… rencor, curioso, es algo que es difícil que sienta… pero lo sentí… llegados a ese punto, consideré disuelta la manifestación… la fiesta nos esperaba… al salir de casa, lo reconozco… me quedé gilipollas mirando al cielo… estaba sembrado de puntitos de luz… hacía mucho tiempo que no veía tantas estrellas…

Llegamos al “prao”… después de saludos varios, nos pusimos a bailar… sabía que un buen amigo de otro pueblo había venido… ha venido por ti, me dijo otro amigo con mucho cachondeo mientras cruzábamos el río por encima de un improvisado puente hecho con palés de camino a la fiesta… sí, aquí incluso ir a tomar unas copas parece un circuito de multiaventura… al llegar me lo encontré… hacía meses que no hablábamos solos, sin testigos… cómo está esa cabeza, le pregunté… sabía que bien porque, después de que pasara una época muy mala, le veía genial… creo que fue la primera vez desde que le conozco –y hace muchos años- que nos pedíamos una copa juntos en la barra de una fiesta… enredada con mi hermana, le perdí por la fiesta… me descojonaba… he violado a su primo bailando “Paquito el Chocolatero” –un clásico de las noches de esta zona-, me decía avergonzada y descojonada… en esta zona escuchar frases paranormales como esa en una fiesta es lo más común… tienes a Jesucristo detrás, me dijo Silvia sólo diez minutos después… Jaime bailaba como un descosido con su casi patentado paso, me muero de risa con él… un individuo peculiar al que apodamos “El bailarín” aparecía de cuando en cuando de la nada para meterse en nuestro grupo de baile… se ponía insinuante con su cara de pirado y movía el culo tipo Shakira –o eso creía él, claro-… después de cuatro minutos y de no hacerle ni puto caso, se iba… uno de mis freakes me dijo que me iba a echar de menos al despedirse de mí mientras le hacía la cobra… algo pasa esta noche en los astros, me dije, una conjunción de las de Expediente X… lié a la rubia invitándola a un Baileys… el siguiente llegó de la mano de Silvia a traición… era casi de día cuando la acompañamos a casa para hacer una buena obra… darle de comer a unos perros atados con cadenas que a Silvia le amargaron el amanecer… cuánta ternura, pensé para mí… me dio envidia haberme descreído de ese pequeño intento de cada uno por cambiar las cosas… ahora es relativo, quizás tenga que terminar de volver a despertarse… subida en la valla de madera, mi guardaespaldas vino a rescatarme de una caída segura… mi hermana se moría de la risa… creo que le encanta que esté así de loca… y a mí, francamente, me encanta verla disfrutar con mis locuras…

Volví a casa de día después de que "mis chicos de Burón" emularan la misma noche de un año antes… entre Aitor y Borja, me agarraron uno por cada lado y se dedicaron a darme vueltas… hace un año, aquello acabó en desgracia y me tocó subir a cuatro patas las escaleras que me separan de mi habitación… este, francamente, lo disfruté pensando que recordaban la gilipollez de la fiesta anterior… volví repasando la colección de recuerdos… de momentitos que, sin tener nada, eran grandes… con el frío que hacía poniéndome la carne de gallina… disfrutando de la luz que tiene un amanecer de verano aquí… llegando a casa, me pegué el gustazo de alzar la vista y ver esa montaña que resguarda este lugar del resto mundo… parecía un decorado… me paré en mitad de la calle, respiré… miré, vi, sonreí… la enorme pared de una montaña, no más… esto no se compra, me dije mientras giraba la llave de casa… mi padre me llamó desde la cama… cuando subí llevaba más de una hora desesperado porque olvidé desactivar la alarma de mi iPhone –puto iPhone- y era incapaz de pararlo… postponer postponer, me decía completamente despeinado desde la cama con la espalda apoyada en el cabecero y descojonado de la risa… me metí con él en la cama para contarle las batallitas de la noche y entrar en calor… quince minutos después, estábamos sentados en la cocina con un vaso de leche… traté de convencerle de que volviera a dormir, eran algo más de la nueve… y perderme esta mañana, me dijo él abriendo mucho los ojos mientras me señalaba la ventana… si algo disfruto aquí, continuó, es salir a pasear cuando el día se despierta así de bonito… sonreí… esos genes que le hacen a él ser como es son los mismos que me han construido a mí por dentro… le abracé, hacía tiempo que no lo hacía… le abracé agradeciéndole sin decirlo que mi barco pirata tuviera ese mar propio donde poder lanzar amarras siempre…

jueves, 16 de julio de 2009

Ser infiel...

Últimamente me he dado cuenta de la cantidad de cuernos que se pasean cada minuto por cualquier lugar del mundo… hace nada que soy consciente de que este descubrimiento es más que absoluto… lejos de lo que creemos, son muchos más infieles los que pueblan el planeta que los fieles… por algún extraño motivo que desconozco, a mucha gente le da por lo mismo… cada uno tiene su historia, cada uno conlleva una actitud distinta… unos motivos… pero lo que está claro es una cosa… vividos desde un lado y desde el otro, sin duda, conforman un curioso estudio de campo personal… cada vez conozco menos gente de mi entorno que no haya pasado por la situación… sí… hay contadas excepciones, no hay duda… pero el grueso de la gente, antes o después, ha engañado o ha sido engañado… y -el combo completo- hay quien cuenta con ambas experiencias en su vida…

Si algo me sorprendió de la gira fue la ligereza con la que algunos de los chicos obviaban que tenían pareja… tienes novio aquí, me preguntaban unos más de cachondeo otros más insinuantes… curioso, coño… quince días después la pregunta seguía siendo la misma… el “aquí” formaba parte de la construcción… ya en mi modo gata, cómo no, tenía que curiosear… lo de allá se queda allá, me decía uno de ellos con una sonrisa de conquista, pero lo que pase aquí que no se entere nadie… en ese momento me percaté… es un auténtico deporte… en un principio lo atribuí a la extraña tribu que conforma este pueblo venezolano al que, tengo que reconocerlo, le he cogido mucho cariño… más tarde me rendí ante la evidencia… pasa aquí y allí… lo más fácil es, sin duda, que acabes siendo los cuernos de alguien… o que, en su defecto, te los pongan para que te pique la frente un poquito… durante mucho tiempo pensé que la infidelidad tenía una base argumental… sí… un motivo… ahora ya me he dado cuenta de que es, simplemente, un pasatiempo…

Puede catalogarse como deporte de riesgo para algunos… sí, un auténtico hobby para el tiempo libre… una situación que provoca un extraño fenómeno entre las mujeres… aquéllas que son conocedoras del peculiar modo gimnasta en que se entrenan sus parejas… una situación que, en ocasiones, provoca extraños comportamientos… acompañarles a todas partes… registrarles hasta los calcetines… o encontrar un pelo largo mientras el infiel de turno saca su triste camisa en la tintorería… cazar un pelo en esas circunstancias, tenéis que perdonarme, sólo puede ser por dos motivos… uno que seas una bruja de las auténticas –con bola de cristal-, dos que estés más mosqueada que un pavo en Nochebuena… me reí al escucharlo… cuando se dispara la alarma, todos los registros son pocos… lástima, como he pensado tantas veces, que cuando ese radar se enciende siempre se encuentre algo… formamos el lío de nuestra vida… y, si padecemos un grado de estupidez máxima, acabamos perdonándolo… teniéndolo en el cajón de los recuerdos, aunque no queramos… una herida así cicatriza, pero por algún motivo te deja una marca que te recuerda que existió… nunca desaparecerá aunque deje de doler… para otras, lo más sencillo es hacer como que no lo ven… que no existe… sufren en silencio sabiendo… callan desconfiando… me quito el sombrero ante ellas… hay que tener mucho valor para hacer algo así…

Hasta hace poco creía que era más un territorio destinado a la testosterona… a ese coleccionable de amantes que les hacen a algunos hombres sentirse mucho más hombres… a esa incapacidad absoluta de mantener un compromiso por el pánico a asimilar que ya no son críos… a esa absurda necesidad de vivir al margen de su vida oficial… una doble vida que les hace sentirse libres aunque sean esclavos de sus propias mentiras… al capricho momentáneo que, simplemente, les hace sentir que han cometido una travesura… sin embargo, le presento mis disculpas al lado del mundo habitado por hombres… curiosamente, la mujer se ha puesto las pilas en esa materia… ha cogido carrerilla y se ha convertido, eso sí, en la maestra del engaño… a una mujer es raro que la pillen, me decía el otro día una profesional en la materia, somos mucho más listas… quizás, pensé con picardía… nunca dejamos huellas… solemos contar con todos los detalles posibles… todas las alternativas que tiene una situación para evitar caer en la trampa de una mentira… sonrío… es curioso… somos mejores estrategas por lo que compruebo en mi entorno… las que se dedican de manera profesional a esto son auténticas heroínas… sí… son capaces de volver a casa guardando la compostura más absoluta… tener un amante, sin duda, puede no conllevar que la conciencia se altere… no lo juzgo, no soy quien... de hecho, respeto profundamente esas mentes capaces de separar una cosa de la otra...

Dobles vidas… dobles historias… dobles conciencias… me gustaría entender qué se esconde entre tanta doblez… saber cómo funciona… buscarle una razón más allá a que el argumento sea que, en ocasiones, tan sólo podemos comportarnos como animales… no tiene nada de malo, forma parte de nosotros… pero prefiero pensar que existen los motivos, las razones… los por qués… me río… soy emoción pura y, sin embargo, necesito entender…

sábado, 11 de julio de 2009

Dani, los ojos de la ternura

"Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada"
Antoine de Saint-Exupéry

Este texto lleva mucho tiempo aparcado entre mis borradores… creo que, en parte, porque necesitaba enfriar un poco emociones antes de poder acabar de escribirlo… para distanciarme del momento y poder mirar con perspectiva todas esas cosas aprendidas… vividas… esas que hoy, todavía, me hacen pensar…


Conocer a Dani casi me cuesta el atropello de un autobús… en Alcalá de Henares, ahora me río… pero de aquélla me pegó un susto acojonante… iba hablando sin mirar hacia delante y escuché el sonido del paso de peatones en verde… ese particular sonido que, aún pudiendo ver, es la alerta de que puedes cruzar… cuando escuché un pitido, tenía a un bus de esos rojos casi encima… al girarme, todo el mundo se reía… descubrí que Dani había imitado el sonido del muñeco verde del semáforo… con una perfección tan absoluta que casi acabo mis días en ese paso de cebra… le miré queriendo matarle hasta que me di cuenta… no me ve, no puede apreciar la cara que estaba poniendo… vive en un mundo a oscuras que tiene su propia luz…

Él no usa bastón y te indica cómo tienes que caminar para que puedas guiarle… sólo tiene 17 años, sí es un niño… pero le ha tocado crecer muy deprisa... tanto que, hablar con él, no es hablar con un adolescente… es hablar con alguien que relativiza la vida como el que come pipas, con esa misma facilidad y calma… ha diseccionado su alma humana para burlarse de esa ceguera que le acompaña desde pequeño… hola Fátima, me decía sin que yo hubiera abierto siquiera la boca… se aprendió mi muñeca como la de todos los demás y era capaz de reconocerme sin siquiera decir una palabra… también me sé tu olor, me dijo, porque me gusta cómo hueles… su mundo es mucho más mágico que el nuestro, pensé en su momento, todo es un desafío basado en sensaciones… un día me dejó absolutamente muda… te voy a hacer una pregunta que nadie ha sido capaz de contestarme nunca, me decía con esa voz suya de locutor radiofónico… qué se siente al ver, me espetó en la cara en mitad de una noche de Gijón poniendo una sonrisa burlona… no supe responder… veo, sin más… en su momento le prometí que algún día tendría una respuesta… francamente, estoy tratando de encontrarla… nunca le había prestado atención a algo que, simplemente, forma parte de la cotidianidad… algo que, para otros, es un bien absolutamente preciado…

Le encanta la literatura y se pasa la vida pegado a su MP3… estoy leyendo, me contestó a mí más de una vez cuando le decía algo… mueve sus ojos como si siguiera las líneas de cualquier novela… se ha leído “El quijote”, 12 audio libros nada menos… se sabe todas las teorías habidas y por haber sobre Cervantes… aluciné cuando me dijo que quería ser periodista… tienes voz de radio, le dije en una ocasión… ojalá, me contestó con una de esas sonrisas suyas que inspiran tanta ternura… si algo tiene Dani es que despierta la ternura más absoluta… por el motivo que sea… quizás porque tiene un alma especial que no teme compartir con todo el mundo… una noche traté de explicarle qué se veía en el Google Earth… le contaba que veía su ciudad y que podía ver, como si fuera un pájaro, el conservatorio dónde estudia… sonrió cuando supo que estaba viendo su conservatorio… para él la música es el mundo que le alimenta… su trompeta… el coro en el que canta… acabando una noche de cenar, comenzó a cantar una canción de Luis Fonsi… se hizo el silencio para escucharle nada más… mirándole cantar… caminando por Andorra le descubrí gracias al aleatorio de mi iPhone –puto iPhone- una canción de Amauri Gutiérrez que le encantó… la canturreaba todo el tiempo y más alto cada vez que hablaba con él… a veces me hablaba de alguna de sus novias, de un amigo de Barquisimeto que tampoco ve y al que está –literalmente- tratando de atropellar… es ocurrente y gamberro… pero lo mejor de él es que se pasaba la vida riéndose de su propia ceguera… siempre con algún comentario, despidiéndose con un “nos vemos” descojonado de la risa… sabe hacer fotos y, aunque nadie se lo crea, es acojonante cómo encuadra… un día me dijo que era una nueva heroína, me tuve que reír pero de verdad… unos minutos antes había sacado la fiera que llevo dentro en un bar de carretera… exigiendo respeto a la bruja que regentaba el establecimiento con la peor de mis voces y la peor de mis caras… ahora me río pero, pese al aplauso al subirnos al autobús, todavía me avergüenza haber sacado así las uñas…

Su increíble mundo interior me ha hecho pensar una barbaridad… me ha hecho plantearme qué se siente viendo… estoy tratando de depurar todavía una respuesta… me ha hecho pensar mucho en lo poderoso que es el afán de superarse… en lo importantes que son las cosas básicas a las que no les prestamos demasiada atención… no es mayor de edad y es capaz de dejarte boquiabierto con alguna de sus reflexiones… para él hay un Dios que le guía y le ayuda… y, francamente, envidié durante un momento esa increíble fe en algo desconocido para mí… no por el hecho de creer en Dios sino, más bien, por esa increíble fuerza que te da creer en algo de esa manera… a él le da un valor alucinante para afrontar las cosas… un valor que le hace ser diferente… tiene un alma distinta, creo que eso lo resume todo…

Esa canción que a él le encantó mientras caminábamos compartiendo mis cascos... esa que canturreó durante dos días y volví a ponerle en un par de ocasiones... una que tengo entre mis melodías mentales desde hace muchos años, aunque no entienda de dónde la saqué en su momento ni por qué la sigo escuchando... siempre está en mis listas de canciones...

viernes, 10 de julio de 2009

Ser madre

Te tengo que poner una canción, me decía con la cara llena de ilusión, se llama “Palabras para Paula” y es preciosa… la miré el brillo -el que siempre ha tenido- en los ojos… es uno de sus rasgos de toda la vida… por la manera de decírmelo, leí ese trasfondo que conozco… era algo más que el hecho de que su hija se llamara Paula… es madre, sabe lo que es… a veces, incluso, sufre lo que es… pero el epicentro de ese mundo que se sentaba a mi lado en la mesa es una criatura que, misterios de la vida, siento en parte mía… sin serlo, soy la tía Fati… soy esa mujer que acabó de sentir ese deseo de tener una familia cuando la conoció a ella… cuando imaginé en un momento dado cómo sería tener una vida tan bonita entre los brazos… cuando la dormí una tarde tumbada sobre mí… sé que, si antes tenía mis dudas, Paula acabó de despertar por completo eso en mí … las ganas de tener un pedacito de mí con su propia vida… con esa ternura que ella me regala cuando la veo... es curioso porque si me llegan a preguntar esto hace diez años, me habría infartado… cambiamos, evolucionamos… tenemos deseos que nos habrían resultado inconcebibles en otro tiempo… sonrío… maduro, supongo… me gusta verlo y sentirlo…

Habíamos quedado para cenar… ella vestida de negro, yo vestida de blanco… somos dos mundos, pensé al sentarme, pero orbitamos juntas… hablamos de mi rojo de labios… de ese amigo que siempre se escurre de quedar y que a ella ha terminado por saturarla… hablábamos de todo mezclando capítulos… no sabes las ganas que tengo de sentarme con calma a leer tu blog, me dijo, pero con la niña es imposible… su solución era comprarse un portátil, me contaba, para meterse en la cama con él a leer… me sentí halagada, lo reconozco, en la parte proporcional que me corresponde… nos tomamos un algo sin alcohol, me dijo cuando terminamos el creppe… llevábamos muchísimo tiempo sin cenar en esa Creppérie que fue testigo de tantas otras conversaciones años atrás… en ese mismo lugar, siete años antes, le dije que no sería madre nunca… lo recuerdo, ella también… fue una noche en la que las tres amigas necesitábamos un kit-kat en nuestras vidas… una noche que, por algún motivo, para todas fue un bálsamo…

Un granizazo de limón, dijo ella, pero sin el ron… me reí… tenía que coger muchas “M” de esas que circunvalan Madrid para volver a casa… el momento alcohol iba a ponerlo yo pidiendo un mojito, pero me apetecía… la mitad de una planta de hierbabuena me complicó un poco disfrutarlo completamente… aquello parecía un jardín más que una copa… le hablé de mi teoría de la nave nodriza, se descojonó… prometí cuidar de Paula desde el planeta al que me marche cuando vengan a por mí… es curioso… pensar en mudarme de planeta, sentir que tenía esa responsabilidad con su hija… me gustó, lo reconozco… empezó a contarme que le había puesto un vestido de lunares rojos que le regalé el año pasado… le queda minifaldero, me dijo con mucha gracia, se le ve el pañal… me la imaginé… desde que ella nació miro todos los escaparates de ropa infantil… y, en mi mente, siempre me digo “Para Paula” cuando veo algo que me gusta… la visto mentalmente muchas veces… nos metimos en su coche, tenía que escuchar la canción… cuando empezó a sonar, me di cuenta de que era una canción escrita de una madre hacia su hija… su nombre Paula… la canción hablaba de lo que ese sentimiento irracional e incondicional que sólo sienten las madres… le confesé un cambio de giro con respecto a siete años atrás… ya lo sé, me dijo ella mirando de medio lado, pero quizás todavía no es tu momento… quizás, pensé… pero tienes que hacerlo, me decía muy seria, tienes que tener un hijo… me reí… lo cierto es que lo deseo en mi vida, es algo que sé… y si no es tuyo por lo que sea, me decía tajante, lo adoptas… en ese momento me di cuenta de que, para ella, esa pequeña vida le había hecho vivir tantas cosas… sentir tantas otras… la había enriquecido de una manera distinta… le hacía sentir una incondicionalidad absoluta e incuestionable... eres madre, pensé para mí mirándola hablar, qué fuerte…

Me dejó en mi coche sonriendo que me uniera a sus planes familiares de fin de semana… acuérdate de dejarme una perdida, le dije… no te preocupes, me contestó… nunca se olvida… ella no me lo pide a mí, pero yo siempre lo hago… no puedo evitarlo… ahí es donde, quizás, reside mi gen madre… ese que tengo despierto en alguna parte y que me hace tratar de proteger a los que quiero… ese que, tal vez, está dispuesto a serlo en algún momento… volvía a casa pensando en la pregunta que le hice… pero tú de verdad crees que yo puedo tener un niño, le dije mezclando interrogante con sarcasmo… por supuesto que sí, me contestó medio indignada, es que tú te mereces ser madre… merecer, buen verbo… me sonó a cumplido… a cariño… a muchas cosas que viniendo de ella valoro enormemente… al hecho de que quiera que yo sepa qué se siente teniendo eso... quizás no ha llegado el momento, me decía entrando en el portal… pero si algo tengo claro es que sé que, antes o después, llegará…

Esta es esa canción que escuché cantar a mi amiga dentro de su coche, esa que quiso que yo escuchara... sentía de verdad esa letra... tiene ese título que sólo te da tener un hijo...

jueves, 9 de julio de 2009

Labios rojos

Hace un par de años tuve una compañera de trabajo con una extraña teoría… yo trabajaba como freelance para una agencia organizando un concurso de sumilleres… en una de esas tardes que nos fumábamos un cigarro en la cocina, ella soltó su perla ante la situación de otra compañera que tenía una entrevista de trabajo al día siguiente… píntate los labios de rojo, le dijo ella sentenciando con su acento gallego… recuerdo perfectamente su voz y su manera de decirlo… no entendí muy bien a santo de qué venía el consejo… me había dado cuenta de que ella siempre los llevaba pintados de ese color, sí… pero más allá de una mera recomendación femenina, por el tono, me pareció que quería decir algo más… seguimos fumando, siguieron charlando… y cómo buena adicta a las preguntas, hice la mía… curiosa gata, sí... a veces mata... pero quería entender el por qué de ese consejo para una entrevista de trabajo… ella me miró, me sonrió… los labios pintados de rojo por estúpido que te parezca, me decía muy seria, denotan seguridad… lo reconozco, me pareció una soberana gilipollez en el momento pero una teoría tan válida como cualquier otra… ha sido ahora, con el paso de los años, cuando he podido confirmar que es así…

Me desacostumbré a llevar los labios pintados por exigencias del guión… como buena observadora de este peculiar submundo de Madrid, últimamente veía muchos labios pintados de rojo… chicas con un look transgresor, diferente o sumamente convencional… daba lo mismo… la migraña que me taladraba la cabeza me pidió un tiempo muerto… y decidí –sí, un tanto suicida- pasear por Madrid bajo el sol de julio… caminé mirando escaparates, tratando de olvidar que sentía un clavo atravesándome el ojo derecho… como siempre, curioseé en Sephora… me encanta ver la cantidad de cosas que se inventan para que féminas como yo se vuelvan locas sólo mirando envases… y entonces la vi… una barra de labios roja… la miré con recelo… como si no me atreviera siquiera a probármela sobre la piel de la mano… como si aquello fuera demasiado para mí… yo que voy con mi bote de cacao a todas partes… lo reconozco, acabé picando… me vi comprándomela y pensando que no sabía si sería capaz de usarla… nunca se sabe, me dije…

Mi ojo seguía taladrado por ese dolor puñetero que, a veces, me recuerda que soy digna hija de mi madre… por la noche tienes que estar operativa, me repetía, has quedado y no vas a faltar… con la llegada de Yuste, comenzó ese intercambio de palabras salteadas que siempre mantenemos… conversaciones hiladas, deshilachadas… maravillosas por lo caóticas que son… nos planteamos un cumpleaños en vistas… ella no se sentía capaz, yo sabía que era una situación para plantearse con calma… tratamos de meternos en la mente de un hombre para pensar en la mejor alternativa… recordé ese principio Zen que me tiene mortificada desde que lo escuché… el arte de la no acción… yo porque estoy loca, le dije… no me apetece, la escuché contestar… no había más que hablar al respecto… ella se había aplicado el principio sin necesidad de escucharlo… es mucho más sabia que yo, sin duda… le conté mi cita en las terrazas de Arturo Soria con su consiguiente afirmación a mi pregunta de que algo tenía que arreglarme… y te pintas la pestaña, me dijo imperativa… refunfuñando subí la escalera planteándome qué coño tenía que ponerme para ir a ver a una amiga trabajar y a otra que me había visto hasta en pijama… vaqueros, chaleco negro… recordé mi barra de labios nueva… no lo pensé dos veces… me miré al espejo viéndome con cara de espanto… extrañamente bien, jodidamente rara… cuando bajé a que me diera el visto bueno, no sabía ni hablar… no era capaz de sonreír… era como si esa maldita pintura me impresionara aún no viéndomela… tras quince minutos, me despedí de ella en la puerta de su casa… me relajé mientras subía por Cea Bermúdez pensando que, antes o después, se iría… por qué no jugar a ser súper mujer de labios rojos por una noche, me dije… mañana volvemos a la vaselina de siempre… me reconcilié…

Y ahí comenzó a surgir un extraño fenómeno… por algún motivo que desconozco, realmente me sentí a gusto… cómoda… más llamativa de lo que solía… quizás nadie lo pensaba ni nadie me miraba, pero así es como lo sentía… el concierto terminó entre una cena y un café con hielo que me mantiene despierta en esta madrugada… uno que me tomé eligiendo un sitio de la mesa al que, casualmente, apuntaba esa luna llena que veo por esta ventana ahora… lo comentamos en el coche… Claudia y yo volvíamos a casa después de mucha charleta… después de sentir que le había hecho ilusión tenernos allí, aunque yo no llegara a escuchar ni quién cantaba… después de oír hablar de un viaje que sonaba a misterio y a sorpresa sonreído por mi pequeña bomba atómica particular… cuando dejé a Claudia en casa, que nadie me pregunte por qué, volví a pintarme los labios… sí, como una mujer profesional –pese a no haber aprobado nunca el curso-… aún sabiendo que ridículamente iba a llegar a casa en diez minutos para ponerme el pijama… recordé que no tenía tabaco y me encaminé hacia ese Volare que es más un antro de perversión octogenaria que cualquier otra cosa… sin haber llegado al paso de cebra, un coche de la policía paró… crucé dándole las gracias mientras el copiloto madero decía un “guapa” que hasta me hizo girarme… le sonreí, lo reconozco… cómo están los cuerpos del Estado, pensé poniendo un pie en el pub, qué mala es la caló… al llegar al portal, overbooking… la puerta estaba cerrada y el conserje de por la noche parecía no escuchar el timbre… un chico que siempre veo con su bicicleta llevaba un rato friendo el interruptor… me había fijado en él, lo reconozco, me gusta su manera de mirar y de sonreír… se habrá pirado, me preguntó con mucho cachondeo sonriendo… espero que no, le contesté, al menos tenemos tabaco…

Dicho y hecho… soltó la bicicleta y nos sentamos en la puerta… piti en mano, empezó a contarme que le encantaba salir a montar en bici de noche… yo le reconocí que había vuelto a casa por la Gran Vía porque me fascina esa estampa en la relativa oscuridad de Madrid… sonrió… a mí también me gusta mucho esa calle, me dijo, fue la que más me impresionó la primera vez que vine a Madrid… hablamos de dónde venía, de por qué estaba en Madrid… de sus planes, de aquéllas cosas que había venido a cumplir a esta ciudad… en esas el conserje volvió del baño y corrió a abrirnos… nos metimos en el ascensor, bici incluida… marqué el 6, le pregunté a qué piso iba… al cuarto, me sonrió tímidamente… tuve que bajarme en su piso para dejarle salir… 417, me dijo cuando volvía a meterme dentro de esa caja infernal que hace las veces de ascensor… por si un día necesitas cualquier cosa, me dijo… yo vivo en el 623, le contesté… 623, repitió sonriéndome llamándome como a un número, yo soy Carlos… después de decirle mi nombre, me dio los dos besos de rigor que se dan en cualquier presentación formal… si un día me invitas, me dijo, me paso a tomar café… café, me descojoné por dentro... la vida a veces es realmente muy, muy sarcástica...

Yo y mis labios rojos de mujer segura –gran teoría que escuché en una cocina- subimos los dos pisos restantes sonriendo… pensando en lo curioso que puede resultar un simple color… una apuesta… un quijotesco desafío personal como atreverse a hacer algo tan ridículo como pintarse los labios de rojo… seré ridícula, quizás… pero nunca dije que no lo fuera…

lunes, 6 de julio de 2009

Crónica de un fin de semana nupcial II: el día “boda”

Amanezco… la alarma insoportable de mi iPhone –puto iPhone- me taladra la sesera… son sólo las 11, pienso, la misión “sábado nupcial” no ha hecho más que empezar y no quiero salir de la cama… me puse en pie, rollo Hombres G, dando un salto mortal… mala idea… el mareo fue directamente proporcional al impacto… esta gente acaba conmigo… la alarma volvió a taladrarme las meninges seguida de un mensaje de mi prima Miriam… al leerlo, me reí… pobrecita mía, la había asustado tanto con mi mala memoria que seguía temiendo que se me olvidara ir a recogerla a Atocha… después de recuperar la compostura, logro subirme al coche para encontrarme con ella… ese AVE Barcelona-Madrid vuela pero de verdad, porque llegó casi diez minutos antes de la hora prevista… cuando la vi pisando Madrid, reconozco que me hizo mucha ilusión… creo que, desde mi comunión, era la primera vez que venía para estar juntas en esta ciudad mía… después de soltar los bártulos y organizarnos, nos plantamos en el Café Comercial… el resto de la comitiva estaba allí con cara desencajada… menudo cuerpo tenemos todos para una boda, pensé, y sólo son las 2 de la tarde… malasañeamos un rato… demasiado tiempo sin hacerlo, pensé… volví al mismo bar donde me reencontré hace más de un año con un pedacito de pueblo… me encanta ese barrio, lo reconozco… no sé si es su aire, las calles o lo simbólico que es para mí… ya sabes qué vas a ponerte, me preguntó mi prima María con mucho cachondeo… negué descojonándome… todavía tenía pendiente una visita a casa de Yuste para probarme un vestido rojo… se me había antojado… recordé el cachondeo de la rubia con que siempre elijo la ropa para una boda en el último instante… me reí… supongo que, en gran medida, me gusta tener ese gusanillo de la incertidumbre… ponerle un poquito de riesgo a las cosas…

Después de cañear, charlar y empezar a tener sueño nos volvimos a casa… necesitábamos una tregua antes de comenzar en serio con el objetivo del día… dejé a mi prima Miriam en la peluquería de mi calle temiendo que me la devolvieran sin cabeza… me ha costado meses que mi pelo dejara de parecer el de una rata cuando me lo cortaron ahí… la abandoné en la puerta para volar a casa de Yuste… entre vestido y vestido, me contaba su herida… podía leer una cierta rabia en sus palabras… la definición de amigo es tan relativa… y, lo más curioso, sólo la conoces de verdad en las malas circunstancias… después de comprobar que mi airbag delantero no está hecho para sus vestidos, me encaminé a rescatar a esa prima que moría achicharrada bajo un secador… me habría gustado tener una larguísima conversación pero tenía una boda y, lo que es peor, no sabía qué iba a ponerme… mientras desandaba el camino para casa, pensé en esas sorpresas desagradables que te da la vida… en esos amigos que compruebas que no lo son… y todos esos que, sin serlo tanto o siéndolo, echan raíces en ti y cuando se te viene el mundo encima te lo sujetan… sonreía pensando en esa interminable lista de gente a la que tengo que agradecerles tantas cosas… me gusta esa deuda contraída…

Miriam seguía muriendo deshidratada bajo el secador… no puedo más, me decía con cara de desesperación absoluta con la cabeza metida en ese extraño aparato… acordamos vernos en casa… bajé la calle respirando el verano de Madrid… pensando en ese plan cumpleañero para mis 30 que cada día gana más enteros… era una locura, un encuentro distinto… Barcelona… mi prima sonrió mucho cuando se lo conté volviendo a casa después de las cañas… curioso… me di cuenta en ese momento, casi llegando al portal, de que mi mente estaba en octubre... en un día que, por fin, veo de otra manera… en esas llegó Miriam y comenzó el show… primero ese vestido que tanto me gusta pero que me resulta imposible de poner… sólo lo he usado para una boda, le contaba mientras trataba de encontrar la postura correcta de aquel trozo maldito de tela, y no sabes lo que fue ponérmelo de aquélla… ella se muere de la risa, yo sigo con mi combate a muerte con el vestido… houston tengo un problema, pienso viendo que lo gano, ahora qué coño me pongo yo... recuerdo el vestido de la noche del Club de Creativos… me lo pongo… la cara de Miriam lo corrobora… cuando terminé de maquillarme y me subí en las sandalias de 7 centímetros de tacón –admiro a las mujeres-, Miriam tan sólo sonrió… estás cañón prima, me dijo con una cara de tremenda ternura… no fueron las palabras, fue el cómo… yo me veía demasiada pierna entre el poco largo del vestido y el taconazo... nena que me va a ver así todo el barrio, le decía con cara de horror y cachondeo, y una tiene un nombre… salimos de casa sabiendo que estábamos guapas… bajamos la calle disfrutando de esa sensación pese a tener que saludar a todos los que me conocían y me miraban con cara de póker… en los días de mi vida me han visto a mí así, pensé, pero me estoy dando el gustazo… absurdas gilipolleces del ego femenino, lo reconozco… sí… tengo media alma de mujer, que a nadie se le olvide…

Cuando llegamos a la iglesia, ya estaba allí todo el mundo… la novia pletórica… mi pedacito de pueblo achicharrado de calor… la amiga que la tarde anterior reencontré en las cañas… entré a regañadientes en la iglesia… descubrimos que el cura estaba quedándose sin pilas por el ritmazo que le imprimía a cada palabra que decía… hablábamos bajito, descojonándonos sin remisión… acuérdate de lo que te digo, me dijo muy seria, vamos a terminar como los Borbones… para paliar de manera frontal el ataque de risa, el nombre de una amiga que nos robó la vida salió de la boca de aquél cura… cuánto duelen las ausencias inexplicables, pensaba mientras tratábamos de consolar a su inconsolable hermana… la misa terminó y después de un rato mamoneando en la puerta de la iglesia, nos subimos tipo excursión al bus que nos llevaba al sitio del sarao… mi prima María y yo nos sentamos juntas… cómo estás, me preguntó… bien, le contesté sonriendo, y tú?... buenísima, me dijo descojonada emulando la doctrina que nos impartió nuestro primo Javi… me descojoné… no te falta razón chati, le contesté… acordamos ir al parque de las Tetas una noche a ver Madrid iluminado…

Me encantó el lugar… parecía un cortijo… encalado en blanco… cuando vi que la cena era al aire libre, simplemente ya me encantó la idea… pasamos el cocktail sin parar de charlar, de saludar gente conocida… más pedacito de pueblo… pasamos a la cena… después de localizar nuestra mesa, descubrí que si levantaba la vista lo que tenía frente a mí era una casi luna llena… mi prima María, pareja mía oficial, se descojonó… soy una lunática, lo sé… lo reconozco y lo disfruto… comimos, charlamos, nos reímos… nos obligaron a levantarnos como buenas solteras para ir al lanzamiento del ramo… como se acerque a mí, decía, hago el Matrix… se notaba quién quería estar y quién no… las del “no” estábamos en los laterales en postura perro galgo dispuestas a echar a correr… es lo bueno de cenar sobre el césped, que estar descalza te permite huir a tus anchas… me volví a subir a los zancos para ir a la zona del baile… se había instalado en una pequeña plaza de toros con su albero y moqueta roja… un pasodoble torero abrió el baile y las copas… a esta te invito yo, me decía con mucho cachondeo un buen amigo que esa noche me veía mujer… las chicas se reían de mis caras… yo no paraba de bailar… no podía… me había enfrentado un rato antes a una realidad callada… a una lucha que la había transformado pese a ser la misma… la entendía, salvando las distancias, tan bien… todos libramos pequeñas batallas… lo bueno es que, antes o después, las vencemos… y, como ella me dijo, vuelves a disfrutar de la vida… cierto…

Después de muchas copas, muchos bailes y muchas sonrisas tocó volver a casa… subirse a ese autobús que nos devolvía al centro de Madrid… volver a casa con una llamada de mi prima María contándonos que había encontrado un casi fiambre por el camino de vuelta… y, lo que es peor, a varios de los invitados de la boda buscando un sitio para tomar una caña… son las 8 de la mañana, le dije asustada, esta gente no tiene fin… nos fuimos a la cama… era completamente de día… cuando me tumbé tan sólo pude recordar que no sentía varios dedos de un pie… ser mujer pasa una factura altísima, me dije a mí misma… hice recuento de la noche… de los extraños episodios paranormales que me suceden a veces… sonreí… recordé esas historias que viven los demás, sus propios infiernos y dolores... pensé en ese comentario de una amiga de que nunca me disfrazo en las bodas… que siempre mantengo eso que me hace ser yo… yo… dos letras… un mundo peculiar que exploro cada día más… y, poniendo en la balanza de los días, me quedé dormida…


No, no me he olvidado del mordisco… pero me reservo la historia… tan sólo os digo que tengáis cuidado porque, en ocasiones, el vino provoca episodios caníbales inesperados…

Crónica de un fin de semana nupcial I: Últimas cañas de solteros

Le paso revista a este fin de semana que ya ni siquiera existe… es madrugada de domingo y veo esa luna casi llena pasar por delante de la ventana… está nublada la noche y, sin embargo, brilla… paradojas, sí… el balance de estos dos días es curioso… y el resultado final todavía más… camino como Chiquito de la Calzada porque 3 de mis dedos del pie izquierdo no responden… tengo un auténtico roto en las neuronas gracias a la falta de sueño… una resaca empalmada entre cervezas, charlas y confesiones de esas que te apetece tener… me han pegado hasta un mordisco en un hombro, sí, cosas del alcohol… he coleccionado más momentos para mi fetichista colección de vida… he vuelto a estar con parte de ese mini mundo que yo llamo "mi gente" en la boda de una amiga del pueblo... de ese lugar en el que fondeo de manera religiosa… ese que necesito para seguir respirando a pleno pulmón… este fin de semana, he tenido mi pequeño pedazo de eso sin salir de Madrid… misterios de la vida, me descojono, eso en lo que ya no creo es lo que me lo ha traído hasta aquí…

La cosa empezó el viernes por la tarde con la convocatoria “últimas cañas de solteros”… mi prima encabezaba el comité de recepción y la eregí como jefa de los dos días que teníamos por delante… no había lugar a dudas… ese día por la mañana me enteré de que la novia nos había cambiado en pack de una mesa a otra para evitar que yo me reencontrara cenando con una página de mi pasado… lo consultó con mi prima… me reí al saberlo… primero porque a mí la situación me daba lo mismo, después porque ella y yo ya formábamos pareja oficial… después de recolectar gente entre Moncloa y el aeropuerto, nos fuimos todos a La Latina para ver por última vez a esos novios antes del momentazo… nos fuimos a una de esas tabernas donde no se puede estar del calor que hace pero en las que te pasas horas sin apenas darte cuenta… entre cervezas, risas y pedacitos de conversaciones nos fuimos contando nuestras vidas… una amiga de esas que hace mucho tiempo que no ves es la primera cara con la que te encuentras al entrar… descubres que la has echado de menos… la ves distinta, algo ha cambiado en ella… una llamada llegó del otro lado del mar para hacerme sonreír… no te reconozco la voz, me dijo extrañado, es más no me pareces ni la misma al hablar… me hizo gracia… quizás no lo sea aunque haya pasado muy poco tiempo… hablábamos mientras la cobertura de mi iPhone –puto iPhone- iba y venía… luego descubrí que era un mal generalizado de la calle donde estábamos… me la recorrí entera buscando el mejor punto para poder disfrutar de la conversación… lo encontré mientras me hablaba de su viaje… volvía… sonreí aún dudando si podría verle… si querría hacerlo… al colgar y volver al bar, mi prima supo interpretar perfectamente mi media sonrisa… nos conocemos demasiado… confiaba en que esa llamada llegaría ese día pero, contándoselo a ella por la tarde de camino al aeropuerto, lo puse en duda… dudar es sano, pensé, te permite volver a sentir ilusión… esa que sientes cuando las cosas te sorprenden, cuando las personas lo hacen…

Tres tercios después, el cocinero de la taberna seguía tratando de convencernos de que tenía a tope el aire acondicionado… nosotros –el bar al pleno- sudábamos como pollos… gente de Asturias y León sufriendo -no precisamente en silencio- ese calor… eran las fiestas de Chueca… yo no quería liarme, tenía que terminar un par de cosas antes del día de la boda… y sin embargo, lo hice… me lié… me dejé liar, en el fondo me encanta… me fui con ese pedacito de pueblo a las fiestas del Orgullo Gay… para apostarme en la calle frente a un bar que decidió rendirle homenaje a Michael Jackson… la mayoría de mis recuerdos de esas horas ahí llevan la cara de ese niño que ya no lo es al que conozco desde que llevaba pañales… empezó siendo amigo de mi hermana, acabó siendo amigo mío… por algún motivo que no sé explicar, le adoro… nos separan 6 años pero nos unen muchas conversaciones, muchas confesiones… tenemos que ir al Tony´s, me sonrió mi prima, yo sé que te va a encantar… sonreí… estábamos en su barrio… ella estaba radiante porque todos nosotros estábamos allí… su pedacito de pueblo… tenía que ir, me dije, así mañana sea un destrozo humano… empezaba a serlo ya, demasiada cerveza… pero estaba disfrutando…

Nos fuimos al Tony´s… un peculiar lugar en el que la música procede del tío que canta delante de un piano de cola al que le han incorporado –eso sí, respetando la silueta- una enorme barra de bar… la gente se apoya sobre ella a ver cantar y tocar a quién quiera hacerlo… es un lugar extraño… de esos con mesitas bajas y moqueta roja que tienen pinta de pub para gente que puedes etiquetar como “Señores” y “Señoras”… nada más lejos de la realidad… el Toni´s es una amalgama de sesentones con pinta de clásicos, modernitos de Fuencarral y parejas gays… “mujer si puedes tú con dios hablar” cantaba el de turno cuando entramos, una canción que me recordó a los viajes familiares de mi infancia… sonreí, me encantaban… cantaba de coña, tocaba el piano de coña… me reí… ese tío tenía mucho callo en aquél lugar… cuando la terminó, se levantó y otro que se estaba tomando una copa le reemplazó… extraños rincones de Madrid que mi prima quería descubrirme… cuando salgo contigo, me decía descojonada una vez, siempre acabo en sitios muy raros… al cabo de un rato, la Mahou pesaba en la tripa y corría por mis venas… era el momento de la retirada… a tiempo, siempre es una gran victoria… sonreía al pensarlo… ahora entendía más que nunca su significado… me despedí prometiendo mandar un mensaje al llegar a casa…

Volví a este rincón del mundo sonriendo… pensando en las conversaciones… en los abrazos, los besos, los gestos, las sonrisas… las carcajadas… en ese cariño compartido entre todos… maullé, sí… me gustan estos pequeños momentos…

Mañana más... se me cierran las pestañas... el mordisco y la boda me los guardo para la próxima entrega...

viernes, 3 de julio de 2009

El pre-estreno de "Pagafantas"

Volvía a casa caminando por la Gran Vía… pensando en ese proyecto de peatonalización del que me hablaron hace poco… me niego, pensaba mientras miraba el bullicio… es más de media noche y la calle está llena de gente… parejas que se van a las fiestas del orgullo gay… otras que comparten un helado… familias saliendo del McDonnalds... dos góticos miran una tienda de pelucas… un chino se come un bocata de tortilla de patatas sentado en una esquina… pasa un coche de policía, uno de ellos me mira fijamente... la cara de terrorista, pienso, como siempre... me río... pasa otro sin la capota con la música a todo volumen… respiro, inspiro… odio esta ciudad tanto como me gusta… y sin embargo, aparco mi odio cuando camino por Gran Vía de noche… el corazón de Madrid… el único que puede tener… volvía caminando hacia casa porque ya no era horario de autobuses, solo nocturnos… ninguna de las rutas encajaba en mi recorrido… un paseo, pensé, para disfrutar de este julio de Madrid… de esta calle llena de vida… de gente… de gestos…

Caminaba de regreso a casa pensando en la noche cuando me di cuenta de que todas las marquesinas de autobuses estaban empapeladas con el cartel de “Pagafantas”… sonreí… acababa de salir del pre-estreno… la historia de un pobre idiota enamorado que, como buen tonto sin fronteras, ejerce de tal por una mujer que jamás le verá como a un hombre… tengo que reconocer que me he reído mucho en el cine… mucho… no os la voy a destripar, pero es de esas historias que te hacen aparcar la mente... un vacío mental absoluto pese a verla rodeada de tanto famoseo conocido al que no sé ponerle nombre… guapos y guapas… he conocido a esa mujer que quita el hipo… tú quién eres, le preguntaba mi tía a uno de ellos… creí morirme de la risa antes de conocer su respuesta, yo la sabía… se había presentado al comienzo de la película… soy el director de esta panda de locos, le dijo a mi tía… pues enhorabuena por la película, le contestó ella sonriendo mucho, yo soy la madre del que paga todo esto… me reí… bajaba Gran Vía cuando dos niñas, que se habían puesto muy monas, me preguntan por el "Reina Bruja"... vais a la fiesta de "Pagafantas", les pregunté, porque yo vengo de allí y es lo que hay... sonrieron un sí para preguntarme acto seguido si les daba mi entrada por si acaso... la busqué en mi bolso... pasadlo bien, les dije, hay mucho chico guapo... me sonrieron... por eso venimos, dijo la más guapa... me reí... buen motivo, pensé para mí...

Me hace gracia pensar que me fui con mis tíos y sus amigos a tomar una copa a la fiesta de marras… el destino el “Reina bruja”… un extraño conocido de mis noches que conocí en mi otra vida… al entrar reconocí el espacio, las luces… el lugar es el mismo, pensé, pero tú no… recordé esa primera toma de contacto… esta era distinta… estaba rodeada de desconocidos y acompañada por unos septagenarios la mar de divertidos… yo te echaba 25 años, me dijo una de las dos amigas de mi tía, tú eres de las que tendrá siempre cara de niña… sonreí… me daba igual que me echara menos años… soy consciente de que en menos de un resbalón seré treintañera… sin embargo, me gustó pensar que quizás siempre tendré cara de niña… de lo que fui, un día… cuando el mundo consistía en cosas mucho más elementales y trances menos vitales… quizás conserve un poco de eso todavía… me tomé mi cerveza rodeada de mucho modernito guapo… mirada, sonrisas, me piden fuego… le has gustado, me dice la amiga de mi tía, que por ser vieja no dejo de fijarme yo en esas cosas… de golpe empezó a elegirme chicos en la fiesta... a ti te pega que te guste uno como aquel, me decía al oído sin pudor mientras señalaba con la cabeza... bingo... no tuve ni que contestar... sonreí y ella me soltó un "lo ves" de madre... la señora resultó ser, además de encantadora, lo más divertido de aquélla fiesta… subestimamos la edad… hay espíritus que, por más que pasen décadas, no dejarán de ser jóvenes… me hizo las preguntas de rigor… Oscar Wilde decía ámate a ti mismo, me contaba ella, porque tendrás un amor para toda la vida… me reí… ahora sé que es así… me cantó al oído mientras daba palmas… menos mal que lleva cuatro días haciendo de enfermera de una amiga en una clínica, pensaba, no veas la energía de la buena señora… me había gustado conocerla, lo reconozco… me ha encantado conocerte, me decía con una sonrisa enorme al despedirme, nos veremos pronto y sé que te veré todavía mejor… me hace gracia cuando lo pienso… hay demasiada gente que sabe leerme… que saben ver a ese pajarito herido que vive dentro de mí… existe, pese a todo, pero le queda muy poco para echar a volar…

Cuando estaba entrando en el portal me tocó rebuscar en mi bolso… había sonado… sonreí… el Messenger de la BlackBerry acorta muchísimas distancias, pensé… esta ciudad es el escenario idóneo para muchas historias… las que existen e, incluso, las que no… las que únicamente te pintan una sonrisa en la cara de la manera más tonta, sin que exista un motivo real… qué más da, pensé subiendo en el ascensor, cada cosa es lo importante que tú quieres que sea... y hoy tan sólo es hoy...

miércoles, 1 de julio de 2009

Tirando cosas

Esta noche, creo que veo uno de los cielos más bonitos que he visto en Madrid… por algún jodido motivo, la luz de esa luna creciente que se ve por la ventana esta noche es mucho más brillante, de otro color incluso… me río… gracias a un chanchullo del curro de Pons, ahora tengo un año de suscripción gratis a la revista Quo… ella necesitaba alguien que escribiera una pregunta relacionada con la ciencia y yo siempre he sentido curiosidad por saber si es que estoy mal de la cabeza o la luna cambia de color… sí, mandé un mail haciéndome pasar por una fiel espectadora… las carcajadas de Pons las pude escuchar desde mi casa… lo curioso es que, bendiciones de esa tecnología mercuriana, todavía no he logrado ver el maldito programa en la web… estoy condenada a no saberlo… me río… me da igual, la luna esta noche brilla de una manera especial… diferente… acaba de empezar julio, el mes que le pega el pistoletazo de salida al verano… otro verano… ese que tiene un poder sobre el ser humano superior a cualquier otra cosa en el mundo… te calienta el alma… huele diferente al verano pasado, mucho… es, simplemente, nuevo… virgen… sin planes definidos pero con un destino en la cabeza… una época pendiente de vivir… de sentir… me está dando un escalofrío que me gusta… escucho el nuevo disco de Bebe… un vicio adquirido después de que me oyera pensar una madrugada… no pude evitarlo, me fui a la FNAC porque necesitaba empaparme de él… tiene energía, mucha…

Hoy he vuelto a tirar cosas… antes esta manía era, únicamente, territorio de algún domingo por la tarde… he pasado dos tardes enteras así… deshaciéndome de papeles, de pasado y de cosas que ahora creo inservibles… miraba esos pedacitos de mi colección de vida preguntándome para qué seguir manteniéndolos en el presente… muchos de ellos no son más que trozos de papel y hasta el papel se deshace con el tiempo… tiraba cosas dejando espacio… curioso, más espacio… armando un caos tremendo para luego recuperar el orden… sonreí al pensarlo… el caos es el mayor síntoma de libertad que existe… pero, antes o después, provoca el orden… paradojas de esta vida… sonrío… para poder encontrarse primero hay que perderse… confieso que no sé lo que me está pasando… a veces creo que me he vuelto completamente loca… otras que se me ha ido la rosca en un plan místico absoluto… y otras, directamente, que me está llamando la nave nodriza para regresar al planeta del que procedo… no lo tengo muy claro, la verdad… pero la realidad es que, a día de hoy, veo el camino con una perspectiva que me hace olvidarme de las curvas… es curioso, me han mortificado durante mucho tiempo… y ahora, simplemente, están ahí… sé que tenía que trazarlas… formaban parte del plan… trataré de no catalogarlo en ningún dogma… de no ponerle etiqueta, aunque sé cuál es la que más me gusta… sin duda, es “vida”…

Me he dado cuenta de que las pequeñas cosas de todos los días te hablan… quizás no nos paramos a pensar en ellas, pero es así… nos permiten pensar en otras que, quizás, pueden abrirnos la mente… permitir que se le caigan los cerrojos… que algo de lo que tenemos dentro se libere… que cierre una puerta y abra otra completamente distinta… esta vena que me ha dado a mí con tirar es un claro exponente, pero puede ser cualquier otra cosa que pase a diario… cualquier gesto… un mail que es sorpresa por lo inesperado y lo insólito… sonrío… me gusta saber que ha leído lo que escribí sobre ella… dudé si tenía que enviarle el link… pero ella simplemente lo encontró… sonrío… cuánto menos se busca algo más probabilidades hay de encontrarlo… a veces esos cerrojos que se caen consisten en que una sensación olvidada se despierte… quizás el calor de alguien que te recuerda con sólo escuchar una canción… o el que sientes cuando escuchas a una amiga diferente a las demás decirte que te admira… da lo mismo cuál sea… está y, sólo con eso, sirve… esto de la crisis de los treinta la está matando, pensaréis algunos… me río… al revés… ha despertado hasta mi sexto sentido… creo que cada vez me da menos miedo cumplirlos… cierran un ciclo, sí… pero abren otro nuevo del que espero no perderme ni un solo segundo… y quizás los gestos de mis días son los que alimentan que esa transición sea posible… tiras unas cosas, quedándome con otras nuevas... unas que, además, ocupan un espacio completamente nuevo...

Y pensando en todo y en nada a la vez, he vaciado mi casa de cosas inservibles… absurdas… esas cosas que en un momento dado no forman parte de mi vida pero que me empeño en guardar… un ticket de metro de “el día que fui a” nunca más volverá a servirme… simplemente pasó… esos pedacitos de vida que tanto he coleccionado me parecen ahora más prescindibles que nunca… es curioso, vuelvo a soltar lastre… a deshacerme de cosas que, ahora mismo, sólo me estorban… hago espacio… pero, más allá de eso, me he dado cuenta… hago espacio dentro de mí misma… limpieza… me he deshecho de muchas cosas, muchas… me río… así es un año cero, me digo a mí misma… me siento nómada… quizás más barco pirata que nunca…

Un disco que llegó por casualidad pero que ha sido un gran descubrimiento… quizás esta canción haya apoyado más todavía este momento casi mariposa… no lo sé… últimamente, la música me habla más que nunca…