martes, 22 de julio de 2008

La caja

Encima de una mesa, es únicamente un objeto absolutamente inofensivo... me ha costado una mañana encontrar un nuevo envoltorio para estas últimas cosas... la anterior se rompió de camino a la empresa de mensajería... lo interpreté como una señal... "no la envíes, quizás no sea el momento"... y volvimos, todas las cosas y yo, como pudimos a casa... sin embargo, el tiempo ha pasado... y ninguna señal me ha dicho que la mantenga conmigo... quizás por eso, hoy comienza la huída hacia el frente... la escapada... y esa caja inofensiva se ha convertido en un dolor de cabeza... en algo que simplemente ya me sobra...

Un abrigo que llevé a arreglar para ti, un parchís, unas llaves... un champú que, más que eso, implica algo mucho más importante... algunas cosas más... y sobre todo: un regalo de cumpleaños comprado con la anterioridad que te da creer en algo y en alguien... bendita creencia... metida en una caja queda... una singular manera de decir adiós... un adiós que ya necesito decir y hacer... la vida es así de curiosa a veces...

Y la miro, quieta... sobre esa mesa... como si no contuviera las últimas cosas... las últimas cosas de un hombre en el que un día creí... esas que un día formaban parte de una vida en común y que, hoy por hoy, me estorba siquiera mirar... es curioso que algo tan simple como un juego de llaves despierte en mí una rabia tan grande... tanto, tanto que creo que cuando entregue en MRW este paquete podré respirar un poco más tranquila...
El resto de las cosas que se han quedado aquí podrán morir sólas... el silencio las aplastará... es el ruido más insoportable de cuántos existen... y acabará con ellas... para cuando vuelva a abrir esa puerta...

lunes, 21 de julio de 2008

¿Cómo te llamas?

Una mañana de julio sin más... 20 de ese santo mes que tanto me gusta... y temprano, a eso de las 9.30, ya estaba en la calle dispuesta a hacer todos los recados para comenzar la escapada... de Madrid, de mi propia vida, de una ciudad empapada de recuerdos... de mí misma en suma... pese a ser tan temprano, la temperatura ya estaba dispuesta a dar guerra... el calor para ser primera hora de la mañana era insoportable... un vestido de tirantes y unas chanclas ya me parecían demasiada ropa... y salí de casa dispuesta a hacer mis recados, a terminar con mis pequeños fantasmas antes de que mi brújula volviera a mirar hacia el norte buscando una ruta mejor... estaba, como cada mañana, sentada en el bar Manolo tomándome mi café con leche... una estupidez teniendo en cuenta que tengo una fantástica cafetera en casa... pero, no nos engañemos... el veneno que conlleva supera mi cada vez menor adicción a la cafeína... allí estaba, con mi cuaderno... escribiendo una más de mis cartas imaginarias... sacando de dentro de mí el extraño cocktail de sentimientos: rabia, ira, dolor, pena, desilusión, decepción... todos ellos cubiertos con una capa de desamor tan pesada como puede ser una cualquiera de cemento... encerrada en mi propio mundo gracias al iPod y a la música que atronaba en mi cabeza...

En ese estado de absoluto autismo con respecto al mundo que me rodeaba, alguien entró en el bar... algo usual a esas horas de la mañana... se sentó, también usual... yo seguía escribiendo sin apenas mirar a mi alrededor... todo lo que necesitaba y buscaba se encontraba en esa página de papel... y entonces noté un dedo sobre mi brazo... como cuando uno llama al timbre... y al girarme, allí estaba un chico mirándome y hablándome... mientras en mis oídos sonaba Falete... me resultó cómica la situación... él hablaba y yo oía música... cuando me quité los cascos, me sorprendió que lo primero que me preguntó fue si estaba escribiendo un libro... le sonreí, ojalá fue mi respuesta... es una especie de diario?, preguntó él... y le dije que más bien, era una especie de terapia... impuesta por otra persona y autoimpuesta por mí misma... y comenzó a preguntarme sobre qué escribía... llegados a ese punto, creí conveniente terminar la conversación con un "es personal"... su cara cambió, yo volví a ponerme un casco en una de mis orejas... y él volvió a hablarme... "te veo cada mañana... siempre igual... con un café, fumándote un cigarro y escribiendo... perdona que te haya preguntado sobre qué pero, la verdad, tenía curiosidad"... le pedí disculpas por mi brusquedad al responderle... y acto seguido pagó su café...


Cuando estaba a punto de salir del bar, se giró... "¿Te puedo preguntar algo más?"... ni siquiera contesté... "¿Cómo te llamas? y espero que no te moleste mi pregunta... pero yo también suelo escribir... y últimamente escribo a veces sobre una chica a la que llamo la escritora ... si pudiera ponerle un nombre, sería mucho mejor"... y algo me hizo pensar... ¿cuánto tiempo llevo sin escuchar a alguien preguntarme cómo me llamo? muchísimo, demasiado... hasta a mí misma me resultó extraño oír cómo mis labios decían "Fátima"... pero lo dije... y me sonó tan, tan raro... como si hiciera siglos que nadie mencionaba mi nombre... o quizás porque hace siglos que yo no me paro a pensar en él... sonrió... se quedó parado y me dijo... "encantado Fátima, yo soy Carlos... y no te voy a hacer ninguna pregunta impertinente más... pero a partir de ahora, cuando escriba sobre ti, al menos ya tendrás un nombre"...


Y se fue... y yo me quedé pensando en Fátima... seis letras... un nombre... hacía tanto tiempo que nadie me lo preguntaba... y se me hizo tan raro oirlo salir de mi boca...

domingo, 13 de julio de 2008

Una noche en la Rambla

Era una casi fresca noche de julio... y mientras esperaba la llegada de un amigo con el que había quedado a cenar, simplemente me senté donde la Rambla de Barcelona comienza... una ciudad que me gusta casi más que la mía propia y que es un ejemplo de multiculturalidad y de situaciones la mar de pintorescas... allí me senté, a los pies de una farola... enviándole un mensaje de texto a una amiga y esperando el momento de irme a cenar... la primera de las extrañas situaciones que estaban por llegar tardó apenas cinco minutos... uno de los paquistaníes que venden cervezas me pidió un cigarro... un cigarro que le di sin pensarlo... y es curioso el agradecimiento humano, porque acto seguido me estaba ofreciendo una cerveza como regalo... un presente que decliné... y cinco segundos después y ante mi negativa, me estaba ofreciendo hachís... cocaína... "lo que quieras, es gratis... tú me has dado un cigarro y yo te lo regalo"... supongo que mi cara de póker habló por sí misma... muchas gracias, de verdad, pero no me interesa... sonrió con esos dientes de marfil que tienen los paquistaníes... y me dijo "bueno, si cambias de opinión, estaré por aquí... siempre estoy por aquí"...

Él siguió con su trabajo mientras se fumaba el Lucky que le había dado despacio, disfrutándolo... saboreando el sabor del tabaco... y yo seguí con mi labor de mandar un mensaje... mientras la escribía, la Rambla fluía a mi alrededor... gente corriendo, paseando, abrazados, de la mano, sólos... de cualquier nacionalidad o estilo... quizás por eso me gusta tanto Barcelona... y en ese momento de abstracción que disfrutaba a caballo entre el calor del asfalto y el fresquito del aire... pasó... un hombre de unois 65 años pasó por delante de mí... y comenzó preguntándome la hora... se la di... pensé que era el fin de la conversación... pero no... acto seguido me preguntó que cuánto cobraba... y me pareció tan irreal la pregunta que de mi boca salió un "¿Perdón?"... lo repitió... y acto seguido, hice examen de conciencia de cómo iba vestida y de si podía llamar al error... pero un pantalón largo negro y una camiseta de tirantes no son precisamente atuendo como para que te pidan presupuesto... "lo siento, pero creo que se ha equivocado"... y no se fue... me preguntó si podía sentarse conmigo y yo, algo incómoda con la situación, le contesté que estaba sentada en la calle y que la calle era pública... "sólo quiero poder mirar algo bonito"... y se sentó sin decir más... yo me aparté... y comenzó a contarme su vida... mientras yo miraba los calcetines blancos de deporte que parecían brillar en contraste con unos pulidos zapatos negros recién limpios...


Comenzó a contarme que se aburría en casa... que desde que estaba viudo se le caía la casa encima... que salía a pasear mucho y que Plaza Cataluña le encantaba... que estaba deseando que llegaran las vacaciones porque se iba a Salou ocho días... hasta el precio del viaje me dijo... yo le escuchaba guardando las distancias y sin apenas abrir la boca... no hacía falta, sólo quería hablar él... en medio de su perorata, llegó la llamada... me tengo que marchar... "has quedado con el novio para hablar?" me preguntó... y el nudo que vive en mi estómago se dio cuenta de la realidad... aquél hombre no quería sexo... no buscaba una puta con la que compartir sensaciones o sacarse de encima un instinto animal... quería hablar, sólamente hablar... se levantó para despedirme... "que tengas buena noche y que pases un buen verano" me dijo... y yo crucé el paso de cebra dejándole de nuevo allí sentado...


Pensando en lo difícil que hacemos la vida como para que un hombre adulto necesite pagar para ser escuchado... cómo es la soledad de las grandes ciudades que no pueda mantener una conversación trivial, absurda, ridícula... casi, casi doméstica... con nadie... salvo con un desconocido... y lo peor fue cruzar aquél paso de cebra pensando que aquél hombre, esa persona, bien podré ser yo dentro de unos años... que esa es la sociedad que estamos creando, el mundo sin sentimientos que procuramos con nuestras actuaciones... y que ese hombre, esa persona, era una más de las tantas que cada noche recorren La Rambla o cualquier otra calle de cualquier ciudad buscando compañía... quizás sólo para hablar... para contarle a alguien las cosas que le hacen daño... las que no sabe con quién compartir...

martes, 8 de julio de 2008

Yo no quiero...

... un cumplido por cumplir...
... un momento vacío de verdad...
... una mentira durmiendo en mi almohada...
... un abrazo con el viento...
... un sentimiento a medio sentir...
... un silencio que no esté cargado de sentido...
... unos ojos que no miran de verdad...
... un beso que no sepa a esperanza...
... una tarde que se escape del reloj...
... una frase que no acaba de acabar...
... una brújula sin sur...
... un cajón cargado de recuerdos...
... un momento más de angustia y de sentir...
... una compañía que no lo sea...
... más momentos de hastío vital...
... una historia que no acaba de acabar...

martes, 1 de julio de 2008

Antony, la noche y Madrid

Una calurosa noche más de julio... acaba de comenzar y, sin embargo, ha llegado con toda su fuerza... en el cielo, esa luna que parece ser la dueña y señora de este oscuro cielo... una oscuridad que parece dormir a la ciudad... no se oyen los coches... ni el gentío... nada... Madrid duerme bajo el sopor de la elevada temperatura el dulce sueño de una noche de verano... y yo sigo despierta... con los ojos como platos... observando en la oscuridad de mi salón esta ciudad... una ciudad que me ha visto nacer... crecer... que me rescató... que me enseñó a ganar y a perder... ¿por qué ahora mismo te odio tanto y, sin embargo, no me voy porque es dónde me siento segura? Esta noche está siendo larga... una larga espera ha sido durante mucho tiempo... sin embargo, ahora es la desazón y la sonrisa de la ilusión... ¿cuál? eso es lo que trato de averiguar, pero no lo consigo... tal vez sea que Antony suena y me lleva a un sitio en el que no estoy... un sitio que no veo... un sitio que, en realidad, no he visto... y que sin embargo imagino... me lleva al pasado... a otra época... a una compilación de música que llegó por sorpresa, con ternura y en un momento maravilloso...

We live together... curiosa canción en este momento... en esta extraña noche de verano en la que debería estar durmiendo antes de un viaje de trabajo... pero no puedo... hoy he llegado a mi límite... a ese que provoca que te desnudes emocionalmente sin pensar lo más mínimo en lo que estás diciendo... sólo dejando fluir lo que llevaba dentro... I feel your feels... ojalá... pero no puedo, no lo entiendo, no lo logro... tan sólo la respuesta está en un lugar al que no puedo acceder... igual de tenebroso que esta noche de verano... una noche en la que por algún motivo pesan más de lo normal estas cuatro paredes... parecen cerrarse en torno a mí... a veces me ocurre como hoy, sin embargo esta noche parecen cerrarse más todavía...

Madrugada del 2 de julio... qué fecha tan bonita, un mes que siempre me ha gustado... un mes que parece plantearse de una manera extraña, rara, diferente... quizás sólo distinta... pero en esta noche, tan sólo me parece un enemigo... un rival... al que no puedo vencer... quizás porque me he vencido al tiempo, que es la única gran respuesta... ni rival ni enemigo... siempre aliado... Respuestas... tiempo... noche... y Antony sonando... una mezcla demasiado melancólica para poder conciliar el sueño...