sábado, 29 de mayo de 2010

Mi deuda con mi rubia...




No estabas escribiendo sobre mí, me preguntó una vez hace ya demasiado tiempo con esa prudencia casi tímida que a veces –contadas- tiene… lo hacía pero nunca logré terminar de hacerlo… quizás porque no logré sentir que esas palabras hicieran justicia, quizás porque no era el momento de hacerlo… en esta noche tan Eurovisiva la he recordado conmigo hace dos años… en uno de esos rescates vitales que ella abandera como nadie lo hace, en una noche en la que por un momento olvidé las heridas para rendirme a ese cariño que me da sin necesidad de tocarme ni hablar… mi lubia, pienso riéndome… esa que, quizás, sabe de mí más que nadie… esa que me acompaña en esta vida para decirme las verdades que nadie más me dice de esa manera tan vasca… para recogerme del suelo cuando me ahostio a pesar de que sé que mi golpe le duele a ella tanto como a mí… la misma que, sin estar, está siempre… la misma que, sin sentir como yo, me siente… la única que, a pesar de todo, siempre me da buenos consejos a sabiendas de que haré lo que me dé la gana… me río… la verdad es que el hecho de que siga a mi lado es un regalo de esta vida… creo que yo estaría agotada de tener una amiga tan redundante como yo… oráculo mío, le digo a veces con mucho cachondeo por teléfono cuando le hablo de alguno de mis tropiezos con una piedra… ella se ríe, otras se cabrea… a veces, directamente, no dice pero el resoplido que escucho al otro lado del teléfono habla… me río… tantos años juntas, pienso, que hasta sé interpretar cómo respira… que hasta sé qué me va a decir, qué me va a contestar, en qué tono y con qué cara…

No tengo un motivo específico para escribir hoy sobre ella… supongo que, únicamente, es una deuda que tenía contraída desde mi otra vida de gata… esa otra que ella ayudó a recomponer para empezar una nueva recogiendo pedacitos de mí… pegándomelos con esa compañía que me hace en el alma aunque viva en otro lugar… respetando mis silencios, mis pérdidas… mis momentos de saltar al tejado y, simplemente, desaparecer… creo que se sabe mi manual de instrucciones con esa precisión casi prusiana que marca su manera de vivir… sonrío… ella racional, yo pura tripa… a veces me da envidia tu manera de sentir, me dijo una vez, pero luego te veo jodida y no tengo ninguna… creo que poca gente ha sabido ponerme el Superglub del alma como ella… peinarme sin venir a cuento por dentro y por fuera… por dentro, ayudándome a saberme… por fuera como tiene costumbre de hacer siempre que me ve… lo genial del gesto no es que me peine, lo genial es que ese gesto para mí es como recibir un abrazo enorme… lo genial es saber que, para ella, es casi lo mismo por la ternura con la que me mira cuando lo hace… sonrío… la adoro pese a ser esa maniática absoluta que a mí me hace tanta gracia… la misma a la que le supone un cortocircuito emocional cualquiera de mis provocaciones a su cuadricule mental… lo hago para demostrarme a mí misma que no me equivoco, lo hago para demostrarle a ella lo maniática que es como una crítica constructiva… reconozco que es un juego que a ella la sume en unos segundos de descoloque mental… me río… a pesar de serlo es capaz de respetar que yo viva en el mundo opuesto al suyo, de la misma manera que yo lo respeto… nos queremos como somos, sin más… sin cuestionar aquéllas cosas que no comprendemos la una de la otra… aquéllas que nos provocan, mutuamente, una chispa mental… quizás nos necesitemos así… para que yo aprenda a pisar sobre firme, para que ella aprenda a disfrutar del bamboleo de la travesía…

Respiro hondo… tengo ganas de verla, lo reconozco… con esa bonita nostalgia que me da la ilusión de reencontrar… de compartir, quizás, una misma conversación mil veces ya hablada… un atardecer en el pantano, otro en una de esas playas que hacen de Euskadi uno de los sitios que llevo en el corazoncito… ya lo escribí en esta sopa una vez, Bilbao es siempre uno de mis refugios… por esa cocina en la que se me queda el culo plano -pero es el único sitio donde se puede fumar de su casa-, por esas largas conversaciones hasta la madrugada alrededor de una mesa… por esa amiga que, siempre que voy, me lleva a ver el mar porque sabe que lo necesito… por esa mujer que es tesorera de secretos, sonrisas y lágrimas… compañera de muchas noches, de mucho surrealismo… de un día de hospital en el que sentí que me moría por dentro… de una noche de diciembre en la que se me rompió una vida… de un verano en Ibiza sin salir del valle… de otro agosto juntas que nos unió más todavía entre noches, canciones de Bebe y aventuras… de un mail que me llegó en mi noche bogotana escrito desde una mañana bilbaína… por todas y cada una de las palabras que saltaron el Atlántico en el tiempo que estuve allí recordándome que estaba conmigo… sonrío… hemos vivido mucho juntas… bueno, bonito y malo también… quizás ahí resida la magia de esto… que, a pesar de todo, estamos ahí… con esas sesiones non stop al teléfono en las que saltamos de hipervínculo en hipervínculo… con esos ratos compartidos sin decir nada cuando estamos juntas… por esa fiel consumición que hace de esta sopa…

La rubia es uno de esos seres que llevo en el bolsillo del corazón cogida con un imperdible para que no se me escape… uno de esos que viven, sufren, sonríen y lloran conmigo… uno de esos que no reprocha, que es capaz de tirarme de las orejas… uno de esos seres especiales que me arrancan carcajadas de las de verdad… me río… qué sería de nosotras sin nuestros momentos absurdos tan Martes y Trece… sin todas esas grandes frases suyas que están apuntadas en mi muro… sonrío… creo que, aunque quisiera, no podría resumir en este post lo que es… ni las cosas vividas, ni quince años de historia que escribimos sujetándonos el libro la una a la otra… ni ninguna de las lágrimas, ni ninguna de las sonrisas… supongo que esto es como los abrazos, no se pueden explicar… nadie puede definir con palabras lo que se siente cuando abrazas de verdad a alguien…  

Creo que, así escribiera lo más increíble que pudiera escribir, no le haría justicia nunca con palabras a ese enorme faro que permite que este barco pirata no se hunda… a ese grumete siempre fiel a mi causa pirata…

Esta es la única banda sonora…


viernes, 28 de mayo de 2010

Hace un año que me compré una tribu peculiar...


Qué rápido pasa el tiempo, pensé mirando el calendario para actualizarlo, ya ha pasado un año… sonreí… doce meses desde que comenzara una de las experiencias personales más especiales de mi nueva vida de gata… me voy de gira, decía en su día con mucho cachondeo… lo siento, todavía hoy y pese al callo laboral, me sigue resultando peculiar… me sentía muy Rolling, decía con mucho cachondeo… lo que no sabía es que, para cuando terminara esas dos semanas, me sentiría uno de verdad… respiro hondo… me voy con mis niños de Venezuela, esa era mi frase antes de conocerles… antes de que desembarcaran en Alcalá de Henares y fueran algo más que notas de prensa… recuerdo que, el primer día, sólo me sonreían… con cierta curiosidad por quién era yo, con la misma que tenía yo por saber quiénes eran esos músicos de los que tanto había escrito sin conocer… sonrío… recuerdo que una de esas primeras caras que tuvo nombre fue la de Pedro… habíamos hablado durante meses por mail, conocerle así me había ahorrado la vergüenza que reconocerle cara a cara que no tenía ni puta idea de cómo era una tuba… sonrío… me embarqué en la aventura de subirme a un autobús  y “recorrerme” España de concierto en concierto como un trabajo más… cuando les escuché y les vi esa primera noche del Corral de Comedias de Alcalá, me enrolé en la aventura… me enamoré de cómo sonaban, de cómo bailaban sobre el escenario… sintiendo eso que hacían, música… ahora me río de mí misma y de mi inexperiencia… probablemente, ese no fuera el mejor concierto… la vez que mejor sonaron de las dos semanas que lo hicieron a mi lado… pero, por algún extraño motivo, yo la tengo grabada a fuego en la memoria…

Ha pasado un año desde que mi peculiar tribu apareciera en mi vida para darle calor… un calor increíble que sólo te dan sin pedir, de la manera más auténtica de todas… ha pasado un año desde que viviera todo tipo de aventuras con ellos… un año desde que me preguntaran qué se siente al ver y no supiera contestar… un año desde muchas noches compartidas con ese batería que, para mí, suena como nadie en este mundo… un año desde que “mis chicos de la percusión” se metieran conmigo en un fotomatón de Alonso Martínez para recordar cómo era cuando estuvimos juntos… un año desde un silbato prestado que acabó siendo regalo… un año desde que un Abril me demostrara lo mal que hablo y mi permanente “no me jodas” en la boca… un año desde que me quedara una bomba atómica como pieza imprescindible de mi puzzle vital… un año desde que el cariño más brutal saltara el Atlántico para llevarse un pedazo de lo que soy… para recordarme, en gran medida, quién era… para borrarme el nombre de tanto repetirlo, para darme un beso cada mañana en la mejilla… para hacerme reír de esa manera, para hacerme sentir así… me río… gracias a ellos descubrí que este cuerpo europeo no está hecho para bailar salsa a esa distancia… descubrí que querer no implica tiempo sino sólo una extraña química del alma… hace doce meses, le quitaron a mi vida el enorme cerrojo que tenía echado… a golpe de historias, de compartir tiempo… de oírles sonar por última vez en un pueblo de Teruel que les hizo sentir que son auténticos magos de la música… porque la sienten, porque la viven… porque es lo que les hace ser así…

Supongo que escribo esto con esa sana nostalgia de lo vivido… lo hago sonriendo a esa tribu de la que me enamoré en pack… una que sabe a melodía, a percusión y viento de metales… a una gata y una bomba... a sonrisas y cariño… a una gente que, a pesar de haber pasado un año y separarme un océano o medio mapa de España, sigo sintiendo muy cerca…

miércoles, 26 de mayo de 2010

Exploté, imploté...

Hoy no trataré de buscar las palabras, ni siquiera haré el intento de que esto suene bonito… lo siento, no tengo despierta esa sensibilidad de decir cosas profundas o de contarlas de manera que, a pesar de todo, suenen a poesía… estoy cansada, me lo noto por cómo me pesan las piernas… noto la cabeza como si me la hubieran pasado por un pasapurés… no sé si estoy o no, es más, no sé si soy o no… lo único que sé es que respiro a pesar de sentir presión… a pesar de darme cuenta, una vez más, de que me siento terriblemente vieja en esta noche de casi luna llena… el jueves tienes un regalo, me dijeron por teléfono… faltaban un par para esa noche de luna llena, un par que ahora mismo se me antojan un auténtico mundo… hoy es hoy, me digo sentada en este sofá con las piernas doloridas sobre el radiador… hoy, pienso macerando la rabia tan tremenda que se me ha mezclado dentro con dolor… con ese de sentir que todo se descoloca… con ese de sentir la injusticia, la falta de respeto… la de consideración… con esa extraña sensación de sentirte gilipollas… hoy he vuelto a saber lo que es la asfixia incontrolable… la que no te permite respirar con normalidad, la que se te clava en mitad del esternón como debe hacerlo una puñalada… taladrándote el hueso, el cartílago y llegando a los pulmones para traspasarlos… hoy he vuelto a saber lo que es sentir eso y este cuerpo escombro de esta noche es el resultado…

Hoy he caminado por Madrid sin más rumbo que llegar a mi casa… sintiéndome terriblemente sóla en mitad de esta masa cada vez mayor de gente que se agita a mi alrededor… sintiendo que se me desmoronaba el puzzle de estos treinta años míos que están más desordenados que nunca… volví desde Cuzco recogiendo las piezas por cada acera, pasándole un escáner a esta existencia que a veces me hace sentirme profundamente harta… de mi profesión… del ser humano… de las mentiras, los engaños… de esa hipocresía de la que me declaro absolutamente intolerante… esa que hace que las vidas sean anuncios de Colgate mientras la realidad te come por dentro… hoy he llorado mucho, como hacía tiempo que no lo hacía… con la desesperación más absoluta por esto que llaman “existencia correcta”… pensando en la tristeza del esfuerzo que se estampa contra un muro de insatisfacción… pensando en cómo la ilusión puede transformarse es ese extraño resquemor que se siente en el alma -con las cosas o con la gente- cuando se marcha… dándome cuenta de que, a pesar de todo y de todos, creer es muchas veces ser víctima del abuso… sonrío con tristeza… qué sería el mundo sin idealistas como tú, me dijo una vez esa hermana mayor mía… supongo que un lugar mucho más feo sin duda… pero también sé que uno en el que días como hoy no le pasarían a nadie esa factura física y emocional de sentirse completamente rendido… creo que es la mejor definición de lo que he saboreado este día… la rendición… el abandono… la gota que desborda ese vaso vital mío… la desesperanza de sentir que, a pesar de todo, es mejor no creer en muchas cosas… soy poco pragmática, no es una novedad… forma parte de mí, de lo que soy y de cómo miro el mundo… pero hoy habría deseado serlo…

Me miro las costuras y hoy se me han reventado con la explosión… hasta el último milímetro de hilo se me ha roto… llorando esta falta de libertad que es lo único que he perseguido y que ahora no tengo… es curioso… me he partido la cara para serlo y, sin embargo, lo soy menos libre que nunca… atada a eso que mueve el mundo… anclada en un espacio que me asfixia muchas veces… a ese que limita mi capacidad de observación y me corta los dedos para escribir sin juntar sólo palabras… inspiro, expiro… es curioso como algo tan doméstico pueda generar una tormenta como la que he vivido hoy… una que me ha hecho tambalear por completo la médula, desencajándome las vértebras… haciéndome mirar hasta el último centímetro de la piel que hace de esta mi vida… vida, cuatro letras… todo un mundo… ese que sólo existe una vez, de una manera única… ese que es lo único que realmente tienes en esta vida, que es sólo tuyo… es curioso, estos días tan cabrones que me pegan en el cuerpo y en el alma siempre acaban de la misma manera… pasándole revista a la vida con lupa… para volver a colocar las piezas que se me han derramado por el camino… esas que, pese a estar en el día a día, de pronto yo ya no encajan… 

Miro por la ventana de nuevo para perder la vista en la oscuridad… ya no hay ventanas encendidas, todo el mundo duerme… menos yo que sigo notando como mi cuerpo vuelve a comprimirse después de explotar… cómo se deshace hacia dentro, hacia ese mundo que es sólo mío y que vive dentro de mí… noto el dolor de sentirlo, el daño de esas realidades que uno no examina a diario… supongo que, si no fuera así, se me desmontaría esa teoría vital que tengo… todo pasa por algo y para algo…

domingo, 23 de mayo de 2010

Era, soy, seré...

Era una parte de otra parte…
de un extraño todo que no existía…
de un algo que desapareció en cajas de cartón…
sin respuestas…
con preguntas…
con esa extraña balanza que, de golpe, te hace cuantificar una vida…
una época…
un silencio…
era una mujer que sentía…
que no sabía que contar los días hacía que escaparan…
que creía en lo invisible…
en lo imposible…
que confiaba en las primeras impresiones...
en las segundas oportunidades…
en las terceras respuestas…
en las últimas consecuencias…

Soy la que pone condiciones al segundero…
la que sabe lo que es sonreírle a una página en blanco…
a un reloj de recuerdos…
a lo que quizás nunca acabó de ser pero fue…
a lo que fui capaz de escribir y a lo que no…
a esa extraña nostalgia de lo vivido…
de experiencias selladas en mi álbum de cromos…
Soy la que vive una nueva vida de esas siete de gata…
sintiendo a veces que se me escapa el tiempo…
notando esa extraña melancolía que te da saber que vives…
por lo que pasó o no…
por cada una de esas fotos de la memoria…
por cada una de esas lunas desde cualquier ventana…
por todas las cosas que son sólo mías…
pese a haberlas compartido…

Seré la que aprende a sopesar sus propios cromos…
la que logre decir no cuando sea necesario…
cuando no haya más camino…
cuando mi mundo se invada de espacio…
cuando lo haga en un tiempo preciado y precioso…
seré la que contemple su propia historia…
la que sepa baremar dónde está el rasero…
la que conozca su lugar en el mundo completamente…
rincón a rincón…
con esa fuerza que te da saber quién eres…
a pesar de todo...

lunes, 10 de mayo de 2010

Juntando ideas...

Mirando por esta ventana, inventario ese año par que se escurre del calendario... siendo consciente de lo deprisa que pasa a veces el tiempo... para cuando te das cuenta, estamos en mayo a punto de abordar ese ecuador mental del año que a mí me huele a suspiros dentro de una lata de conservas... quizás abril se diluyó en una extraña pausa vital en la que vi correr a los demás mientras yo me quedaba completamente inmóvil... una en la que volví a preguntarme, a cuestionarme… a perderme, en resumen… encaramada en el brazo de este sofá, miro esa oscuridad que es mi compañera más fiel... esa que no me juzga nunca, esa que envuelve en nocturnidad cada una de estas disecciones vitales que hago, bisturi en mano, para abrir en canal hasta lo último que sucede... respiro hondo notando una vez más cómo se me llenan los pulmones... notando ese respiro brutal que sólo permite el aire... aire, pienso mientras se me va la cabeza lejos de donde está mi cuerpo... lejos de donde reposa esto que envuelve lo que soy, que logra darle movimiento a un alma pirata que a veces se siente atrapada... atrapar, me digo, un verbo que pesa más allá de las letras que ocupa... que resta espacio, que mengua vida... que roba, en resumen, un poco de lo que somos...

No hay un hilo conductor en mi mesa de quirófano de las emociones... no siento ese frio del metal en la espalda, tan solo la caricia de la sábana sobre mi... miro a través de ella, sometiéndome a mí misma a un incómodo diván de aluminio que necesito para dar cada paso de los que doy... eres una persona muy mental, me dijeron una vez... sonrío dándome cuenta de que esta manía mía de observar el mundo como si se tratara de un experimento es lo que hace que viva como lo hago... con esa intensidad tan increíble de sentir las cosas sobre la piel, de saborear escalofríos... de ser consciente de cómo mi cuerpo crece y mengua según lo que pase a su alrededor... según los vientos que agiten o sean mera brisa que roce este barco pirata siempre a la deriva... podría pintar con un pincel hasta el último trazo de mis días... sonrío... después de tantos perdidos en mi otra vida de gata, pienso, ahora logro recordar cada uno de esta nueva vida de una manera que hasta a mí me sorprende... jugueteo con la ceniza de mi humo en esta semi penumbra estudiada que me afila los sentidos para recordarme que estoy jodidamente viva... que me late el corazón aún no queriendo, que respiro como quizás hacia mucho que no lo lograba... me he liberado de parte de ese peso que cargaba en otro abril conscientemente robado... a golpe de tarjeta oro del Club de Piratas... a golpe de esos extraños compases de una melodía que, quizás, tenía que escuchar... quizás para recomponer ese puzzle de calma que me permite perder la mente en la oscuridad para pensar, únicamente, en un ruidoso silencio que me suena a aliado... no habrá caídos en esta guerra, me digo a mí misma de una manera que me sorprende, tan solo tierra quemada... vida vivida... segundos que, pese a poder cambiarlo todo, se congelan en el tiempo para recordarme eso que no quiero... eso contra lo que me rebelo aún sin querer y aún no dándome cuenta... eso que me hace ser, como leí hace poco, especial... sonrío pensando en ese extraño imán vital de mi existencia... ese que la convierte en capítulos aislados de locura empapados de momentos de lucidez... salto constantemente en una cama elástica, probando hasta dónde puede llegar la ingravidez en cada bote... cuestionando las reglas de la gravedad, del tiempo, de lo políticamente correcto... cuestionando si, en alguno de los saltos, lograré saber qué se siente tocando una nube... creyendo, a pesar de todo, en esos imposibles que convierten la vida en algo por lo que merece la pena vivirla... 

Me miro las heridas para ver que son solo cicatrices... algunas tan profundas que puedo hundir un dedo entre esa piel que se rompió... esa que se volvió a cerrar para recordarme que estuvo, que existió... sonrío... quizás sin ellas no sería quien soy, me digo... sin ellas, probablemente, no sentiría de esta manera lo bueno y lo malo... sin ellas, no sabría lo que es el peso de una traición... sin ellas, tampoco sabría lo que es sentir pasión... ni la lealtad esa que llevo clavada a la boca del estomago, ni esa increíble sensación de sentirme tan jodidamente querida por quienes me quieren y me regalan ese sentimiento que no se compra... ese que, a pesar de todo, no se vende... y que, a pesar de los pesares, separa la autenticidad de la mera cortesía... un destierro para el que no existe negociación en mi vida...

Vete a la cama, me digo a mí misma mientras la mini cadena escupe una de esas canciones que tienen foto propia y noto cómo me pesan los párpados... sonrío... miro por el ojo de buey de este barco fantasma sabiendo que, ahí fuera, hay algo que espera... hay algo que vivir... hay algo que coleccionar en este peculiar álbum de los recuerdos y las historias que atesoro por su magia... magia, cinco letras... esa que, a pesar de todas esas cosas que convierten algunos días en una cuesta arriba, plaga lo que me pasa... soy afortunada y lo sé... no, no tengo varita pero -por suerte- siempre hay un conejo nuevo en mi chistera... 

domingo, 9 de mayo de 2010

Ecuacionando...

Traté de rescatar esa teoría matemática… para recordar cómo se despejaba… sumé en lugar de restar… dividí multiplicándome… me dupliqué para partirme por la mitad… para cuestionar las variables “X” e “Y” de esa difícil propuesta numérica… de esa para la que no existía una pauta de despeje… una fórmula exacta para lograr obtener un único número… una sóla respuesta… quizás, una única decisión… ecuacioné los minutos para buscarles palabras… para convertir tiempo en recuerdos… pildoritas de números que, quizás, me haya tragado de golpe… sonrío… demasiados segundos en la boca del estómago… pocos, quizás, para la ecuación o, quizás, demasiados… me senté a esperar que esa calculadora no científica de mi mente me diera una respuesta… una aislada de caricias entre gatos, de miradas llenas de palabras… de átomos de presente, de un millón de partículas de silencio… ecuacioné para tener que pasarle la goma de Milán por encima… viendo el trazo de los números sobre el papel… desaparecidos pero presentes… de esos que puedes reconocer pasando los dedos sobre la página porque han dejado un surco…

Volví a plantear la ecuación, rescribiendo los números como ya había hecho… mirando el contorno de sus siluetas… volviendo a dividirlos entre despedidas inadecuadas… multiplicándolos, de nuevo, entre sí para aprender su significado… para comprender la pauta de su mutación, de ese cambio… las dividí entre los días para comprender un número desconocido… para verlo a través de una ventana, para verlo esfumarse como el humo de un cigarro cualquiera… para tratar de comprender cada una de las raíces cuadradas que convertían la fórmula en un atolladero sin resultado… en un extraño callejón al que todavía le buscaba una salida… uno para el que no existía más que un intento de meter la negra en el agujero adecuado del billar… uno para la sonrisa adecuada… uno para el “pase lo que pase”… me di cuenta, una vez más, de que soy de letras y que, a pesar de mis pesares, a mi mente se le escapan las fórmulas… cambié los números por palabras… por esas que se dicen sin decir, por esas que se dicen en susurros… por esas que se callan y se atrapan en la punta de la lengua, atrapándolas en un silencio que te ata la garganta… tratando de aplicarles una división entre dos que no hizo más que multiplicarlas… cambié las palabras por recuerdos… por esos que, cerrando los ojos, todavía vuelven a sentirse sobre la piel de la memoria… los cambié por escalofríos, por suspiros… por el frío, por la humedad… por el calor, por los aullidos escuchados desde lejos… volví a pasar la goma para borrar todo mi intento de despeje matemático… para ver cómo se me escurrían los números de la página…

Cuando volví a plantear mi intento de lógica, me dejé llevar por mis propias entrañas… por esas que, quizás, no entienden de lo establecido por las pautas de nadie… esas mismas que saben lo que es sentir el peso de unos ojos que taladran al mirar… las mismas que giran el reloj de arena sin dejar que caiga el último grano, luchando contra ese vacío atrapado en cristal que suena a silencio… escucho cómo hablan esas vísceras mías que a veces son gato y otras son perro… esas mismas que a veces miran y otras huyen… las mismas que tratan de encontrarle un sentido a las cosas, a las que las atan en un nudo tan fuerte que aprieta… respiro hondo mirando mis números, mis palabras, mis recuerdos… todas esas variables que intento colocar en el lugar idóneo para obtener un resultado… para poder meter las coordenadas en mi propio GPS para encontrar el mapa completo de ese tesoro que no sé si existe… dándome cuenta de que, quizás, mi ecuación jamás se resuelva pese a tener un resultado… sonrío… la eterna contradicción de esta existencia mía… esa que trata de mantener el barco más pirata que nunca pero que, aún así, necesita poner un ancla en tierra firme… uno que le permita no sentir el bamboleo constante del mar bajo los pies… uno que, simplemente, me permita saber sobre qué suelo piso…

viernes, 7 de mayo de 2010

Filosofía de "Todo a 100"...

Cuando me llegó su S.O.S., reconozco que me asusté… tuviste que flipar, me decía entre Mahous y mucha cháchara… sonreí… la verdad es que ya no estaba acostumbrada a estos plenos de crisis que se dirimen frente a una mesa, contando historias deshilachadas… historias que el que las cuenta no sabe por dónde empezar, historias que permiten al que escucha hacerse una idea de lo que está sucediendo… ya no lo estaba, quizás, porque hacía años que no la veía en ese mar de dudas que te sume en un estado de desborde del que no puedes salir… uno desconocido y olvidado, en gran medida, por una vida ordenada… sonrío… creo que antes o después todos vivimos ese revulsivo que, de golpe, es como un terremoto de escala 7 en la tabla de Richter… uno de esos que llegan de la manera más tonta para convertirnos la cabeza en una enorme thermomix que, por desgracia, no podemos poner en off porque somos incapaces de encontrar el botón… 

Nos sentamos delante de dos botellines para escucharla hablar de eso que había entrado en su vida como un maremoto… eso que era página abierta del pasado y que, a pesar de todo, esperaba en modo durmiente el momento adecuado para acabar de escribirse… ahora soy yo la que necesita que la cuiden, me dijo, sé que si te lo cuento me vas a ayudar a ponerlo en claro… sonreí al oírlo, pensando en mis propias circunstancias… en esas que hacen que mi barco pirata lo sea más que nunca, en esas que convierten mi vida en una página abierta en la que no puedo escribir letras… para la segunda cerveza, me iba haciendo una composición de lugar de ese momento vital suyo… de esa duda que no lo era… de esa melancolía por lo vivido, por lo sentido… por lo que podía ser pero no fue, por esa tristeza que provocan las historias que fueron bonitas pero se quedaron en recuerdo… por cómo cambiaría el presente que ella ha elegido convertir en futuro… la escuchaba hablar atropelladamente… poniendo sobre la mesa esos celos incomprensibles que sentía… esa extraña historia que, de golpe, se le había puesto sobre el tapete para descolocarle las neuronas… para poner en cuestión esa mente puramente racional suya, esa organizada perfectamente en un clasificador A-Z como los que usaba cuando estábamos en la universidad… lo pensaba mientras la escuchaba hablar… uno de los seres más prácticos y pragmáticos que conozco anidaba en uno de los seres más viscerales y emocionales que existen… sonrío… por primera vez, la vi perdida… por primera vez, ella buscaba eso que yo tenía para entender la doblez de su historia…

Peladas de frío, salimos del Manolo para tomarnos las últimas en otro sitio… lo hicimos delante de unas tapas de dudoso color rosa que ella no se atrevía a probar… es egoísta por su parte, le dije cuando ya no pude soportar más mi silencio, desearle felicidad a alguien pasa por callar ciertas cosas… se le paró la mirada en seco… no lo había pensado, dijo con un gesto duro que le marca dos oyuelos en la cara… nos reímos… recordando su colección de postales feas, esa que nunca entendí pero que todo el mundo alimentaba con la postal más espantosa que encontraba en alguno de sus viajes… descojonándonos con la canción de la “Rata de dos patas” que me envió en ese afán suyo por encontrar las cosas más freakes del mundo… compartiendo secretos mutuos que, hasta esa tarde, no nos habíamos contado… todo lo que pasa en esta vida es por algo, le dije apurando mi botellín, lo que tú hagas repercute en la vida de todos los demás… filosofía de todo a cien como yo lo llamo, contestó ella… me descojoné… para alguien que no disecciona el mundo, puede denominarse así… o filosofía Actimel, le dije yo, consiste en eliminar a los antígenos que vienen a tocarnos las pelotas… le pasamos página a mi pasado… sabes algo de él, me preguntó con un poco de miedo… absolutamente nada, le contesté con mucha tranquilidad, nunca pensé que un silencio fuera tan sano… me recordó una frase mía de mi otra vida, de esa antigua fe que profesé… me sorprendió cuando te pregunté si tenías ganas de luchar, me recordó, tu respuesta fue que lo harías en lo que existiera un motivo… ya, le contesté con una sonrisa, pero llegó el día en que ya no había ninguno… le pasamos página a mi vida actual, a esa que guardo en un cajón distinto jugueteando con la llave entre los dedos... después de contarme que conocía a un tipo que se dedicaba a lavar proteínas, se le saltaron las lágrimas… la fortaleza de su razón se fue a la mierda para recordarle que llorar, a veces, es la mejor manera de despejar la mente del peso… no te preocupes baby, le dije, dentro de ti todo está en su sitio y lo sabes… tan sólo era cuestión de acabar de escribir completamente una página… una que ella sentía que estaba ahí, una que necesitaba un punto… 

La acompañé a coger un taxi, abrazándola antes de que se subiera en él… recordándole que, para saciar mi gen madre, me dejara una perdida al llegar a casa… sabes que se me va a olvidar, me dijo sentándose en el asiento de atrás con esa sonrisa suya que suele iluminarle la cara cuando el mundo no se le mueve bajo los pies… a que será usted tan amable de recordárselo cuando la deje en casa, le pregunté con toda mi jeta al taxista y una enorme sonrisa… se descojonó… me despedí de ella con la mano desde la esquina… viéndola sonreírme a través de la ventanilla… sintiendo que había logrado quitarle de la espalda esa terrible mochila de recuerdos y nostalgias que la estaba aplastando… sonreía de vuelta a casa… notaba el frío en los dedos de los pies, congelados en las sandalias que había decidido ponerme… haciendo un inventario de esos secretos compartidos, esas heridas curadas a medias… de todos esos años que hemos vivido juntas pero separadas… de esos rescates mutuos para ponernos un flotador… pese a ser tan distintas, pese a llevar dos vidas tan diferentes… ella había venido a verme porque creía que sólo yo la entendería... un enorme privilegio, me dije a mí misma sonriendo mientras abría la puerta... 

domingo, 2 de mayo de 2010

Gente rendida...


Te has dado cuenta, me preguntaba esa princesa del País de las Bragas a través de una pantalla, de la cantidad de gente rendida que hay a nuestro alrededor… suspiré al leerlo, sabiendo que se trataba de una gran verdad… gente rendida, me repetí a mí misma… gente vencida… personas que, un buen día, consideraron que no tenían un motivo por el que luchar… un algo que perder con el que apostar en la última mano de cartas… gente rendida, le contesté, a los acontecimientos y a la realidad… lo pensaba sintiendo ese motor tan acojonante que es a veces el inconformismo ese que tengo de serie… el que, quizás, hace que enfoque esta vida con una lente diferente… la que busca siempre un más antes que un menos pese a las pérdidas de rumbo, pese a los momentos en los que parece que no merece la pena luchar por algo… los tengo, supongo que gracias a ellos conservo una cuerda locura… esa que me hace resetear el sistema para volver a empezar… para recordar que siempre hay algo que perder y que, quizás, la esencia de la vida es jugarla sin darle tantas vueltas al posible riesgo… sin caer en la cobardía… en el abandono a lo establecido, en esos “es lo que hay” que siempre podemos cambiar…

Miro esta oscuridad manchada de luz pensando en esas historias que me rodean y que conozco… esas en las que los protagonistas son gente rendida… a las circunstancias… a lo que sucede… al camino que siguen sus vidas, a un laberinto recto que se han abandonado a caminar sin buscarle alternativas… sin luchar, quizás, por eso que llaman felicidad y que muchas veces sólo son segundos… felicidad, me digo a mí misma, quizás sólo es despertar en calma con todo… sentir esa paz con uno mismo más allá de los errores y los aciertos, más allá de los problemas y los números rojos… pienso en todas esas historias que conozco y que no evalúo pese a saber que se viven de una manera que se me escapa… no soy quien para juzgar cómo vive cada uno, algo que procuro aplicar a todo lo que me rodea… hago ese ejercicio pese a no entender el por qué de todas esas rendiciones… de todos esos abandonos que convierten la vida en un peculiar sendero de inercia… de dejarse llevar por la deriva de los acontecimientos sin tratar de cambiarlos… quitándose el sombrero ante el hoy sin siquiera cuestionarse por qué…  sin preguntarse cómo sería si hiciéramos algo… si dijéramos algo… si nos arrancáramos el alma para ponerla sobre la mesa, a los ojos de todos pero sobre todo de nosotros mismos… si, en vez de rendirnos, agarráramos más la vida de las entrañas para rebelarnos… para pintarla de colores, para tratar al menos de pasarle un único brochazo que acabe con el gris… gotas de colores quizás… momentos únicos que transforman cómo te levantarás mañana… cómo serás… cómo pensarás… cómo sentirás… teniendo en el punto de mira el miedo, teniéndolo tan a raya como para  que no te impida dar el salto… ese que puede medir un milímetro pero que marca un abismo entre ayer y mañana…

Respiro en esta nocturnidad de Madrid, dándome cuenta de que el barco pirata está más rebelde que nunca… más inconformista, más levantado en armas contra esa realidad que –supuestamente- es la que toca por defecto… sabiendo que, a pesar de toda esa gente rendida, también tengo a mi alrededor gente que no lo es… personas que han decidido que no se pondrán de rodillas ante el “porque sí”… que le pegarán una dentellada al hoy para que mañana sea diferente… personas que, quizás, conservan todavía esa valentía de querer… de buscar… de pelear… sonrío… miro al vacío dándome cuenta de ese gran eslogan de Mandela que escribo por trabajo y siento como parte de mi credo propio… cambiar el mundo, repiten a menudo mis dedos cuando escribo para esa web, está en tus manos… respiro hondo… cambiarlo está en las de cada uno, pienso, aunque sólo sea el propio… el que nos pertenece, el que nos hace ser… el que nos hace sentir, padecer, respirar o suspirar… yo no he nacido para conformarme, dije una vez sin pensar mirando a los ojos… sonrío… no, no lo hice… por eso, me niego a sacar la bandera blanca en lo que me queden balas en la recámara… en lo que siga creyendo que hay algo por lo que partirme la cara... en lo que piense que, a pesar de lo que piensen los demás, puedo... en lo que decida que, a pesar del miedo, prefiero jugármela antes que guardarme las cartas...


La única banda sonora que se me ocurre... una canción cuya letra dice mucho...