lunes, 10 de mayo de 2010

Juntando ideas...

Mirando por esta ventana, inventario ese año par que se escurre del calendario... siendo consciente de lo deprisa que pasa a veces el tiempo... para cuando te das cuenta, estamos en mayo a punto de abordar ese ecuador mental del año que a mí me huele a suspiros dentro de una lata de conservas... quizás abril se diluyó en una extraña pausa vital en la que vi correr a los demás mientras yo me quedaba completamente inmóvil... una en la que volví a preguntarme, a cuestionarme… a perderme, en resumen… encaramada en el brazo de este sofá, miro esa oscuridad que es mi compañera más fiel... esa que no me juzga nunca, esa que envuelve en nocturnidad cada una de estas disecciones vitales que hago, bisturi en mano, para abrir en canal hasta lo último que sucede... respiro hondo notando una vez más cómo se me llenan los pulmones... notando ese respiro brutal que sólo permite el aire... aire, pienso mientras se me va la cabeza lejos de donde está mi cuerpo... lejos de donde reposa esto que envuelve lo que soy, que logra darle movimiento a un alma pirata que a veces se siente atrapada... atrapar, me digo, un verbo que pesa más allá de las letras que ocupa... que resta espacio, que mengua vida... que roba, en resumen, un poco de lo que somos...

No hay un hilo conductor en mi mesa de quirófano de las emociones... no siento ese frio del metal en la espalda, tan solo la caricia de la sábana sobre mi... miro a través de ella, sometiéndome a mí misma a un incómodo diván de aluminio que necesito para dar cada paso de los que doy... eres una persona muy mental, me dijeron una vez... sonrío dándome cuenta de que esta manía mía de observar el mundo como si se tratara de un experimento es lo que hace que viva como lo hago... con esa intensidad tan increíble de sentir las cosas sobre la piel, de saborear escalofríos... de ser consciente de cómo mi cuerpo crece y mengua según lo que pase a su alrededor... según los vientos que agiten o sean mera brisa que roce este barco pirata siempre a la deriva... podría pintar con un pincel hasta el último trazo de mis días... sonrío... después de tantos perdidos en mi otra vida de gata, pienso, ahora logro recordar cada uno de esta nueva vida de una manera que hasta a mí me sorprende... jugueteo con la ceniza de mi humo en esta semi penumbra estudiada que me afila los sentidos para recordarme que estoy jodidamente viva... que me late el corazón aún no queriendo, que respiro como quizás hacia mucho que no lo lograba... me he liberado de parte de ese peso que cargaba en otro abril conscientemente robado... a golpe de tarjeta oro del Club de Piratas... a golpe de esos extraños compases de una melodía que, quizás, tenía que escuchar... quizás para recomponer ese puzzle de calma que me permite perder la mente en la oscuridad para pensar, únicamente, en un ruidoso silencio que me suena a aliado... no habrá caídos en esta guerra, me digo a mí misma de una manera que me sorprende, tan solo tierra quemada... vida vivida... segundos que, pese a poder cambiarlo todo, se congelan en el tiempo para recordarme eso que no quiero... eso contra lo que me rebelo aún sin querer y aún no dándome cuenta... eso que me hace ser, como leí hace poco, especial... sonrío pensando en ese extraño imán vital de mi existencia... ese que la convierte en capítulos aislados de locura empapados de momentos de lucidez... salto constantemente en una cama elástica, probando hasta dónde puede llegar la ingravidez en cada bote... cuestionando las reglas de la gravedad, del tiempo, de lo políticamente correcto... cuestionando si, en alguno de los saltos, lograré saber qué se siente tocando una nube... creyendo, a pesar de todo, en esos imposibles que convierten la vida en algo por lo que merece la pena vivirla... 

Me miro las heridas para ver que son solo cicatrices... algunas tan profundas que puedo hundir un dedo entre esa piel que se rompió... esa que se volvió a cerrar para recordarme que estuvo, que existió... sonrío... quizás sin ellas no sería quien soy, me digo... sin ellas, probablemente, no sentiría de esta manera lo bueno y lo malo... sin ellas, no sabría lo que es el peso de una traición... sin ellas, tampoco sabría lo que es sentir pasión... ni la lealtad esa que llevo clavada a la boca del estomago, ni esa increíble sensación de sentirme tan jodidamente querida por quienes me quieren y me regalan ese sentimiento que no se compra... ese que, a pesar de todo, no se vende... y que, a pesar de los pesares, separa la autenticidad de la mera cortesía... un destierro para el que no existe negociación en mi vida...

Vete a la cama, me digo a mí misma mientras la mini cadena escupe una de esas canciones que tienen foto propia y noto cómo me pesan los párpados... sonrío... miro por el ojo de buey de este barco fantasma sabiendo que, ahí fuera, hay algo que espera... hay algo que vivir... hay algo que coleccionar en este peculiar álbum de los recuerdos y las historias que atesoro por su magia... magia, cinco letras... esa que, a pesar de todas esas cosas que convierten algunos días en una cuesta arriba, plaga lo que me pasa... soy afortunada y lo sé... no, no tengo varita pero -por suerte- siempre hay un conejo nuevo en mi chistera... 

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