domingo, 2 de mayo de 2010

Gente rendida...


Te has dado cuenta, me preguntaba esa princesa del País de las Bragas a través de una pantalla, de la cantidad de gente rendida que hay a nuestro alrededor… suspiré al leerlo, sabiendo que se trataba de una gran verdad… gente rendida, me repetí a mí misma… gente vencida… personas que, un buen día, consideraron que no tenían un motivo por el que luchar… un algo que perder con el que apostar en la última mano de cartas… gente rendida, le contesté, a los acontecimientos y a la realidad… lo pensaba sintiendo ese motor tan acojonante que es a veces el inconformismo ese que tengo de serie… el que, quizás, hace que enfoque esta vida con una lente diferente… la que busca siempre un más antes que un menos pese a las pérdidas de rumbo, pese a los momentos en los que parece que no merece la pena luchar por algo… los tengo, supongo que gracias a ellos conservo una cuerda locura… esa que me hace resetear el sistema para volver a empezar… para recordar que siempre hay algo que perder y que, quizás, la esencia de la vida es jugarla sin darle tantas vueltas al posible riesgo… sin caer en la cobardía… en el abandono a lo establecido, en esos “es lo que hay” que siempre podemos cambiar…

Miro esta oscuridad manchada de luz pensando en esas historias que me rodean y que conozco… esas en las que los protagonistas son gente rendida… a las circunstancias… a lo que sucede… al camino que siguen sus vidas, a un laberinto recto que se han abandonado a caminar sin buscarle alternativas… sin luchar, quizás, por eso que llaman felicidad y que muchas veces sólo son segundos… felicidad, me digo a mí misma, quizás sólo es despertar en calma con todo… sentir esa paz con uno mismo más allá de los errores y los aciertos, más allá de los problemas y los números rojos… pienso en todas esas historias que conozco y que no evalúo pese a saber que se viven de una manera que se me escapa… no soy quien para juzgar cómo vive cada uno, algo que procuro aplicar a todo lo que me rodea… hago ese ejercicio pese a no entender el por qué de todas esas rendiciones… de todos esos abandonos que convierten la vida en un peculiar sendero de inercia… de dejarse llevar por la deriva de los acontecimientos sin tratar de cambiarlos… quitándose el sombrero ante el hoy sin siquiera cuestionarse por qué…  sin preguntarse cómo sería si hiciéramos algo… si dijéramos algo… si nos arrancáramos el alma para ponerla sobre la mesa, a los ojos de todos pero sobre todo de nosotros mismos… si, en vez de rendirnos, agarráramos más la vida de las entrañas para rebelarnos… para pintarla de colores, para tratar al menos de pasarle un único brochazo que acabe con el gris… gotas de colores quizás… momentos únicos que transforman cómo te levantarás mañana… cómo serás… cómo pensarás… cómo sentirás… teniendo en el punto de mira el miedo, teniéndolo tan a raya como para  que no te impida dar el salto… ese que puede medir un milímetro pero que marca un abismo entre ayer y mañana…

Respiro en esta nocturnidad de Madrid, dándome cuenta de que el barco pirata está más rebelde que nunca… más inconformista, más levantado en armas contra esa realidad que –supuestamente- es la que toca por defecto… sabiendo que, a pesar de toda esa gente rendida, también tengo a mi alrededor gente que no lo es… personas que han decidido que no se pondrán de rodillas ante el “porque sí”… que le pegarán una dentellada al hoy para que mañana sea diferente… personas que, quizás, conservan todavía esa valentía de querer… de buscar… de pelear… sonrío… miro al vacío dándome cuenta de ese gran eslogan de Mandela que escribo por trabajo y siento como parte de mi credo propio… cambiar el mundo, repiten a menudo mis dedos cuando escribo para esa web, está en tus manos… respiro hondo… cambiarlo está en las de cada uno, pienso, aunque sólo sea el propio… el que nos pertenece, el que nos hace ser… el que nos hace sentir, padecer, respirar o suspirar… yo no he nacido para conformarme, dije una vez sin pensar mirando a los ojos… sonrío… no, no lo hice… por eso, me niego a sacar la bandera blanca en lo que me queden balas en la recámara… en lo que siga creyendo que hay algo por lo que partirme la cara... en lo que piense que, a pesar de lo que piensen los demás, puedo... en lo que decida que, a pesar del miedo, prefiero jugármela antes que guardarme las cartas...


La única banda sonora que se me ocurre... una canción cuya letra dice mucho...

1 comentario:

Lola Semuá dijo...

...rendirse....para qué?....eso nunca te hará feliz....yo tampoco nací para conformarme....*;)