¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir
Confucio
Vivo más allá de esa agenda que marca la pauta de cada día de cada semana... quizás porque tenía que vivir lo que es que una de esas amigas sin las que la vida no es vida completa me anuncie algo que sabía que ahora sí pasaría... una amiga que, a pesar de esta vida y con todos sus capítulos, sigue caminando cerca mío aunque estemos lejos... vivo más allá de mis muchos marrones para recordar la calidez del abrazo de otra amiga de siempre que lucha por ser madre a pesar de sus noes, para ver su cara de felicidad al saber que una caja de castañas ha viajado conmigo desde Asturias solo para ella... vivo para descubrir lo que es sentir a Ito tumbado contra mi pecho, escuchar su corazón sonando en una máquina que pita y que recuerda que la vida tenía que ser Vida para él... que mi ingenua convicción de que no iba a dejarnos huérfanos era una fe en la realidad... en que, a pesar de sus zancadillas y deslealtades, la vida a veces sí es justa y gana por encima de todo lo demás...
Ahora que ya he vivido un mes más de mis 35 años, sé que soy afortunada por toda la vida que vive a mi alrededor... porque, aunque a veces olvide que sucede, forma parte de la mía de manera irremediable... solo cuando se vive se puede sentir eso tan maravilloso que es abrazar a quienes quieres, que es escuchar su voz más allá de la fría pantalla de un invento tan maldito como bendito como es el Whatsapp... ese que nos ha dado vida quitándole calor a los besos y a las palabras... solo cuando se recuerda que se está viva saben a azúcar los besos dados con ternura, los que se dan por la espalda... solo así se sabe qué es ver un Pontón de otoño, ilusionarse encontrando una mariquita en una hortensia... cosas pequeñas que, poco a poco, dibujan un cuadro que es solamente mío pero que está vivo... vivo, eso es lo importante... vivo para saborear un viernes compartido, para acariciar y sentir un ronroneo... para extrañar un ladrido, para añorar otros maullidos... para escuchar la risa de mi padre, para agarrar del brazo a mi madre... para contestar a ese "te quiero" que entona mi hermana... para saber que mis decisiones me recuerdan que soy valiente, que sigo siendo fuerte a pesar de haberlo dudado... que sé que merezco respeto, que hago que se me tenga... que, aún así, puedo reírme aunque solo lo haga a veces a carcajadas...
Vivo sintiendo vida a mi alrededor... a pesar de mis muchas horas frente a una pantalla... a pesar de haber despedido a demasiados que quería este año, a pesar de convivir con que la memoria haga que no se me recuerde... descubriendo que ser un rato feliz todos los días es cuestión de poco...
He escuchado, diseccionado y masticado -como era de esperar- el último disco de mi querido Ismael Serrano -al que también le he robado el título de este post-... y esta canción, por algún motivo, me ha cautivado... quizás porque suscribo casi como una oración su letra... porque yo también me pierdo las auroras de Madrid, porque no deshago el equipaje... o porque creo que esta vida realmente trae un corazón para cada hombre de hojalata a pesar de muchas cosas...