domingo, 30 de noviembre de 2014

Acuérdate de vivir...



¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir
Confucio

Es curioso... este año, esta vida acelerada no me permitió hacer ese singular balance de año que hago siempre antes de sumar uno más... lo pensé, lo aparqué y no lo hice... no sé si porque se termina un año que siento que ha traído demasiadas cosas me paro a pensar... a pensar en muchas cosas de alrededor que comienzan, terminan... suceden, pasan... todo ese mundo que gira más allá de una pantalla de ordenador, de un montón de cosas pendientes de pintar de fluorescente en la agenda... de los horarios, los clientes, las obligaciones y los cansancios... en este año 35 de mi vida que ya ha quemado un mes, echaba de menos sentarme a escribir... contar en esta Sopa que ha sido demasiado triste este año y que está demasiado fría que, a pesar de todo, sonrío... vivo... que soy consciente del inmenso privilegio que supone hacerlo...

Vivo más allá de esa agenda que marca la pauta de cada día de cada semana... quizás porque tenía que vivir lo que es que una de esas amigas sin las que la vida no es vida completa me anuncie algo que sabía que ahora sí pasaría... una amiga que, a pesar de esta vida y con todos sus capítulos, sigue caminando cerca mío aunque estemos lejos... vivo más allá de mis muchos marrones para recordar la calidez del abrazo de otra amiga de siempre que lucha por ser madre a pesar de sus noes, para ver su cara de felicidad al saber que una caja de castañas ha viajado conmigo desde Asturias solo para ella... vivo para descubrir lo que es sentir a Ito tumbado contra mi pecho, escuchar su corazón sonando en una máquina que pita y que recuerda que la vida tenía que ser Vida para él... que mi ingenua convicción de que no iba a dejarnos huérfanos era una fe en la realidad... en que, a pesar de sus zancadillas y deslealtades, la vida a veces sí es justa y gana por encima de todo lo demás...

Ahora que ya he vivido un mes más de mis 35 años, sé que soy afortunada por toda la vida que vive a mi alrededor... porque, aunque a veces olvide que sucede, forma parte de la mía de manera irremediable... solo cuando se vive se puede sentir eso tan maravilloso que es abrazar a quienes quieres, que es escuchar su voz más allá de la fría pantalla de un invento tan maldito como bendito como es el Whatsapp... ese que nos ha dado vida quitándole calor a los besos y a las palabras... solo cuando se recuerda que se está viva saben a azúcar los besos dados con ternura, los que se dan por la espalda... solo así se sabe qué es ver un Pontón de otoño, ilusionarse encontrando una mariquita en una hortensia... cosas pequeñas que, poco a poco, dibujan un cuadro que es solamente mío pero que está vivo... vivo, eso es lo importante... vivo para saborear un viernes compartido, para acariciar y sentir un ronroneo... para extrañar un ladrido, para añorar otros maullidos... para escuchar la risa de mi padre, para agarrar del brazo a mi madre... para contestar a ese "te quiero" que entona mi hermana... para saber que mis decisiones me recuerdan que soy valiente, que sigo siendo fuerte a pesar de haberlo dudado... que sé que merezco respeto, que hago que se me tenga... que, aún así, puedo reírme aunque solo lo haga a veces a carcajadas... 

Vivo sintiendo vida a mi alrededor... a pesar de mis muchas horas frente a una pantalla... a pesar de haber despedido a demasiados que quería este año, a pesar de convivir con que la memoria haga que no se me recuerde... descubriendo que ser un rato feliz todos los días es cuestión de poco...

He escuchado, diseccionado y masticado -como era de esperar- el último disco de mi querido Ismael Serrano -al que también le he robado el título de este post-... y esta canción, por algún motivo, me ha cautivado... quizás porque suscribo casi como una oración su letra... porque yo también me pierdo las auroras de Madrid, porque no deshago el equipaje... o porque creo que esta vida realmente trae un corazón para cada hombre de hojalata a pesar de muchas cosas...






Foto | facimadevilla en Instagram
Vídeo | Ismael Serrano en VEVO

sábado, 1 de noviembre de 2014

El aire de las castañas...

Todo era de los otros y de nadie, hasta que tu belleza y tu pobreza llenaron el otoño de regalos
Pablo Neruda

Por estas fechas del año, aquí se vive un peculiar fenómeno... el aire de las castañas lo llaman... un aire que marca el otoño, que hace que la gente quiera dejar este mundo... un aire cálido que conocí hace muchos años a través de un mail... un viento cálido que siento ahora mismo acariciándome la piel... como si me pidiera que me olvidara de que el invierno está a la vuelta de la esquina...

El aire de las castañas me sabe inevitablemente a nostalgias, no sé explicar por qué... acompaña a cortos días de sol y cielo azul que se hacen noche demasiado pronto... es la banda sonora de un Octubre en el que cada año cumplo un año más, el viento que me recuerda que queda un año menos... con este aire, llega la caída de las castañas... la música que se oye en los bosques, el olor de una casa la primera vez que fui... recuerdos, benditos regalos de la memoria... nos acompañan como el mejor tesoro que tenemos pero también nos recuerdan ausencias... este aire de las castañas sabe a eso... a echar en falta...

Cada vez que sopla, el calor lo invade todo... convirtiendo las noches en ratitos al aire libre, como si con este aire pudieras robarle un pellizco al invierno... quizás la calidez de este aire hace que extrañe ese tiempo que no tengo para tantas cosas en mi día a día... creo que es la responsable de pasarle revista a aires pasados, la que me obliga a darme cuenta de que hay que pensar en presente...