martes, 20 de junio de 2017

Cuando todo tiene nombre de persona pequeñita...


"En cada niño nace la Humanidad"
Jacinto Benavente

Bienvenida a la segunda parte de tu vida, me dijo José Luis cuando supo que Tristán había nacido... una frase que me ha acompañado en este poco más de un mes de absoluta locura, felicidad y descontrol... la segunda parte, me he repetido a mí misma muchas veces a lo largo de estos 33 días... una reiteración mental en la que se mezclaban felicidad y vértigo, responsabilidad y la más absoluta anarquía... he logrado tomar conciencia de que el reloj de esa otra Fátima se paró a las 4:45 de una madrugada de mayo... que, en ese preciso momento en el que Olaya y Carmen lo colocaron sobre mi pecho, la segunda parte de mi vida había comenzado... una segunda parte que comprobé había comenzado cuando aquella madrugada, solo con hablar, se calmó su llanto...


Mi hijo, nuestro hijo... un nombre que me sorprende entonar, un posesivo que cuando pronuncio me asombra... eres madre, me ha dicho hoy Alex cuando nos poníamos al día de temas profesionales y personales por teléfono... todavía me cuesta ponerme a mí misma esa etiqueta, todavía me cuesta asumir que he empezado a formar parte de ese club que sabe lo que es dar vida... ese mismo club en el que, de pronto, el epicentro de tu tierra cambia de lugar para estar fuera de ella... para convertirte en un auténtico satélite que gira en un universo completamente nuevo que está pendiente de explorar y de descubrir... 


Desde hace 33 días, lo que antes era "todo" ahora tiene nombre de persona pequeñita... un nombre a la medida de un pequeño caballero vikingo bautizado desde antes de nacer, un niño al que descubrimos a través de la pantalla de un ecógrafo en una casi noche fría de diciembre en Oviedo... ve pensando nombres de chico, me dijo Valdés con mucho cachondeo cuando le dije que solo teníamos elegido el nombre si era niña... es un chico, le dije a mi padre por teléfono nada más salir de la consulta sentada en un banco sin poder esperar a llegar a casa para compartir la noticia... un hombrecito al que tardamos en encontrarle el nombre apropiado y que, durante cuarenta semanas, formó parte de mí... ese pequeño ser que sé que no me ve con nitidez pero que, con su mirada, 
me ha hecho descubrir una ternura que hasta ahora no había sentido jamás... el responsable de que haya aprendido el auténtico significado de dormir, el increíble misterio del llanto... el animal y primitivo instinto de proteger... el singular sentimiento de querer tanto a alguien a quien apenas conoces... la auténtica y hormonal desesperación cuando nada de lo que hacemos le calma...


Cuatro kilos de nueva persona increíblemente fuertes y frágiles a la vez... la auténtica encarnación de la felicidad y del miedo a lo desconocido... un ser capaz de cambiar el equilibrio de mi balanza para demostrarme que, más allá del mundo, está él... únicamente él... para enseñarme que, cuando te sonríe, ese "todo" es mucho más que cuatro letras... es él, simplemente él... el culpable de entender esa frase que una tarde me dijo Chechi... tú que siempre has sido tan valiente, me dijo por teléfono, vas a descubrir lo que es tener miedo... un hecho que compruebo y que siento cuando temo que algo le pueda pasar...


Tristán llegó en la madrugada del 16 de mayo y, desde entonces, ha sido incluso capaz de cambiar mi concepto del tiempo...
deteniéndolo cuando el llanto parece apoderarse de él sin que haya nada que le calme, convirtiéndolo en eso que corre demasiado rápido cuando te mira con esos grandes ojos azules que cada día están más despiertos... que bizquean, que te acarician el alma al mirarlos... que te la pellizcan a la vez con cariño al pensar que un pedacito de ella, de mi otra madre, está en su mirada... tienes que encontrar un novio con ojos azules, me decía siempre con esa increíble mirada que ahora reconozco en este ser que ha venido a darle la vuelta a nuestro mundo... esta vida ha querido que, aunque ella nunca sepa que sus ojos se han reencarnado, yo los disfrute en herencia...


Él ha logrado convertirme en un tiempo récord en traductora e intérprete de un lenguaje que todavía no conozco pero que me esfuerzo por comprender... llenando ese mundo que conocía de pañales, biberones y ropa con corchetes... de una piel diferente, de sus singulares ataques de risa cuando duerme... de sus sonrisas canallas cuando se sale con la suya y lo mantengo en mi regazo en lugar de dejarle en la cuna... él me ha hecho sentir lágrimas de alegría y otras de una extraña emoción inexplicable... me ha despertado la punzada de la nostalgia por aquellos que no han llegado a conocerle, por esa ilusión que no podré compartir con ellos pero que sé que habrían vivido con nosotros...


Mi nuevo todo es esa segunda parte de mi vida, una personita con un nombre muy grande a pesar de ser tan pequeño... esa criatura que, como me dijo Emilio, ha venido a llenar de luz el mundo... nunca has tenido tanta razón, amigo mío...


Esta canción llegó a través de mi muro de Facebook de la mano de Laspiur para emocionarme y darle la bienvenida a mi -propia- pequeña revolución...





Imagen | Fa Cimadevilla en Instagram