miércoles, 21 de agosto de 2013

Ali, la vida y la muerte...

"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y, cuando la muerte es, nosotros no somos"
Antonio Machado


Llegó como llegan todas las noticias inesperadas... por sorpresa, sin avisar... así es ella, esa gran dama llamada Muerte que es lo único seguro que todos tenemos en la vida... abrí el ojo debajo de mi ventana velux sin persianas que me recordaba que Lorenzo había salido, que era muy de día para mí aunque para otros fuera de noche... Ali ha fallecido, leí en un mail protocolario que Tito enviaba intuyo que haciendo un inmenso esfuerzo por domar eso que se llama corazón y que todos tenemos... con los ojos medio abiertos, tuve que releer... una vez más, otra más... así hasta cuatro que me hicieron incorporarme de la cama por si lo que estaba ante mis ojos era un error... cómo es la mente, pienso ahora sobre ese momento... porque, de pronto y en mitad de esa somnolencia de la que me cuesta tanto desnudarme por las mañanas, se me empezaron a disparar cientos de imágenes de ella... de su sonrisa, de esa otra sonrisa de después cuando una de esas enfermedades mentales de las que ninguno estamos a salvo decidió instalarse a vivir con ella... de pronto recordé el día que la conocí en Steinberg, el día que ella y su inocente dulzura aparecieron en la puerta de la oficina para tratar de llevarse a Alex a casa... Ali ha muerto, pensé una vez más sin salir de la cama... dándome cuenta de lo injusta que es la vida... de lo jodida que puede llegar a ser a veces cuando esa gran dama en la que tanto pienso últimamente viene sin avisar y antes de tiempo... poco más de cuarenta años, me repetía a mí misma bajo el agua caliente de la ducha... una vida que le tocaba vivir y que le arrebató primero su mente y después la propia vida...

Llevo dos días en shock, pensando en su manera de irse... en esa lucha por amor que Alex emprendió el día que ella enfermó y dejó de ser completamente ella... pensando en su sonrisa con el cachorro que era Bamba, pensando en las muchas veces que compartimos tiempo juntas... pensando en todo aquello que la vida le regaló sin merecérselo y que la convirtieron en otra persona a pesar de que la Alicia que conocí seguía viviendo dentro de ella... se fue haciendo el muerto en el mar, mirando el cielo... sin sufrir, sin penar... sin tener que seguir escapando de esa enfermedad que llegó un día para destrozar sus cimientos y los de quien tenía al lado a pesar de ella... se marchó un lunes de agosto viendo el azul de un día de verano y dejándonos a los demás el recuerdo de quién era antes de ponerse mala... era imposible no regalarle un trocito de corazón, le dije a Alex en un estúpido intento por consolarle... pero era completamente cierto y absolutamente inevitable no hacerlo...

Bendita dama cabrona, pensaba esta mañana... maldita sea por necesitarla para darnos cuenta de que, a veces, esta cosa llamada vida es mucho más corta de lo que pensamos... que se marcha sin avisar, sin dejarnos despedirnos... sin dejarnos terminar de hacer todas esas cosas que tenemos pendientes de vivir, todas las que dejamos aparcadas porque perdemos mucha vida sin darle importancia a lo más importante... a que estamos vivos, a que respiramos... a que nuestro cuerpo sigue permitiéndonos ser y existir y vivir... quizás Ali se ha ido para recordarnos a muchos que vivir es un viaje de ida y que, con todo o sin nada, hacerlo es el mejor regalo... 


jueves, 1 de agosto de 2013

Escuela, familia, periódico y adiós Crónica de León

 

"Donde mora la libertad, allí está mi casa"
Benjamin Franklin

Hoy, ese papel que tanto me gusta se ha muerto un poco más... hoy también lo ha hecho la libertad de pensar y de opinar... hoy, después de 27 años después de aquel primer titular de "Así nace un periódico", esa Crónica de León que es más que un periódico dice adiós... en el quinto kiosco lo he encontrado, me decía mi hermana esta tarde, era el último que quedaba... hoy, ese lugar que conocí y que era una pequeña familia con sus desavenencias propias desaparece para dejarnos a todos un poco más huérfanos... sonrío... mi mejor experiencia laboral, digo siempre que hablo de un lugar que visitaba religiosamente cada vez que subía a ver a mis padres... la primera visita obligatoria previa incluso a llegar a casa... me dejaba caer por aquella redacción fría en la que la gente le ponía color para sonreír, para recordar... para que Fulgencio me llamara Miss Acevedo o aquel tutor al que tanto le avergonzaba el título me vacilara por las pintas que llevaba... para, de alguna manera, no soltarle el ancla a una nostalgia muy sana... la de los buenos compañeros, la de trabajar mucho... la de tener la oportunidad de hacer, la del increíble don de que me dejaran hacer... te ha tocado Economía, recuerdo que me dijo en mi primer día un Antonio Corcoba que suponía un auténtico desconocido, has sido la última en llegar y no la quería nadie... así de sincero fue y, francamente, a día de hoy me alegro mucho de que esos otros becarios de mi época rechazaran la silla que me tocó ocupar...

La Crónica era una familia peculiar... una formada por muchas palabras en una redacción ruidosa en la que, a partir de las 6, se hacía un silencio que solo se rompía con alguna excursión a la máquina de cafés... un lugar en el que Lolo siempre llegaba tarde bajo sus gafas de sol a pesar de ser de noche para entregar la viñeta, el lugar donde Esther picaba las esquelas poniéndole una sonrisa... el mismo en el que López revelaba aquellas fotos tan cojonudas que nunca entenderé cómo podía hacer bajo un flequillo que le cubría media cara... la Crónica no era solo un periódico, no era solo un grupo de periodistas que se sentían como tal... un hervidero de noticias, de sonrisas y risas... de cabreos... de mucho buen periodismo, de mucha buena gente... de esa que te adopta cuando solo llevas una semana, la que considera acto religioso obligatorio tomar un vino en el bar de al lado antes de irse a comer... el lugar en el que viví que me amenazaran por teléfono con pegarme un tiro entre las cejas, el mismo en el que Ana Fron y Susi compartían carcajadas y vida... aquel en el que Marian esperaba entre noticias la llegada de su primer hijo... el lugar en el que se visitaba a los compañeros moviéndose en una silla de oficina con ruedas...

Hoy, casi tres décadas después de nacer, la Crónica no se muere... para eso, tendrían que desaparecer sus ríos de tinta... todas las sonrisas y malas leches vividas entre aquellas cuatro paredes... todos y cada uno de los reencuentros entre compañeros porque así era como nos sentíamos... hoy la Crónica solo deja de estar en nuestro día a día, deja de estar sobre las barras de los muchos bares donde siempre suponía sonrisa echarle un vistazo en profundidad buscando firmas amigas y conocidas... deja de contar las cosas a su manera, deja de pelearse contra los elementos de un sector tan encantador como canalla... nos deja la ausencia a todos los que la sentimos... a todos los que nos supuso como a mí la primera Facultad de verdad de periodismo, la primera vez en la que el gusanillo de contar me devoró por dentro... la primera vez que sentí ilusión de verdad al ver mi nombre sobre el papel...

Hoy ha sido difícil encontrar un ejemplar de esta última Crónica en León y de León... y supongo que, a pesar de todo, no puede existir una mejor despedida...