"Donde mora la libertad, allí está mi casa"
Benjamin Franklin
La Crónica era una familia peculiar... una formada por muchas palabras en una redacción ruidosa en la que, a partir de las 6, se hacía un silencio que solo se rompía con alguna excursión a la máquina de cafés... un lugar en el que Lolo siempre llegaba tarde bajo sus gafas de sol a pesar de ser de noche para entregar la viñeta, el lugar donde Esther picaba las esquelas poniéndole una sonrisa... el mismo en el que López revelaba aquellas fotos tan cojonudas que nunca entenderé cómo podía hacer bajo un flequillo que le cubría media cara... la Crónica no era solo un periódico, no era solo un grupo de periodistas que se sentían como tal... un hervidero de noticias, de sonrisas y risas... de cabreos... de mucho buen periodismo, de mucha buena gente... de esa que te adopta cuando solo llevas una semana, la que considera acto religioso obligatorio tomar un vino en el bar de al lado antes de irse a comer... el lugar en el que viví que me amenazaran por teléfono con pegarme un tiro entre las cejas, el mismo en el que Ana Fron y Susi compartían carcajadas y vida... aquel en el que Marian esperaba entre noticias la llegada de su primer hijo... el lugar en el que se visitaba a los compañeros moviéndose en una silla de oficina con ruedas...
Hoy, casi tres décadas después de nacer, la Crónica no se muere... para eso, tendrían que desaparecer sus ríos de tinta... todas las sonrisas y malas leches vividas entre aquellas cuatro paredes... todos y cada uno de los reencuentros entre compañeros porque así era como nos sentíamos... hoy la Crónica solo deja de estar en nuestro día a día, deja de estar sobre las barras de los muchos bares donde siempre suponía sonrisa echarle un vistazo en profundidad buscando firmas amigas y conocidas... deja de contar las cosas a su manera, deja de pelearse contra los elementos de un sector tan encantador como canalla... nos deja la ausencia a todos los que la sentimos... a todos los que nos supuso como a mí la primera Facultad de verdad de periodismo, la primera vez en la que el gusanillo de contar me devoró por dentro... la primera vez que sentí ilusión de verdad al ver mi nombre sobre el papel...
Hoy ha sido difícil encontrar un ejemplar de esta última Crónica en León y de León... y supongo que, a pesar de todo, no puede existir una mejor despedida...
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