martes, 23 de diciembre de 2014


viernes, 12 de diciembre de 2014

Intolerancia...

Lo digo abierta y públicamente... me declaro intolerante de muchas de las cosas que hacen de nuestros tiempos modernos una forma de vida... me niego a vivir asfixiada por listas pendientes de hacer que marcan una peculiar tiranía sobre el tiempo... sobre el rato que le dedicamos a querernos, a hablar... me niego a vivir en ese mundo que pierde el tiempo peleándose contra el paso de los días a golpe de photoshop, de crema salvadora, de receta mágica para evitar demostrar que tenemos el inmenso privilegio de envejecer... que cada arruga, gramo de celulitis y centímetro de descolgamiento supone que estamos vivos... es curioso... no somos realmente conscientes del increíble privilegio que supone vivir y saborearlo... 

Me declaro intolerante ante ese silencio que hemos auto impuesto pensando que es comunicación... a ese miedo constante de decir, de sentir... de sacarse las tripas sin disimular, del políticamente correcto para vivir de manera incorrecta... de la sonrisa hipócrita, de la indiferencia disfrazada de interés... me niego a ser una oveja más de esa manada para la que controlar, controlarse, negar y negarse forma parte de una manera calculada de vivir... donde no hay tiempo para salirse del guión, donde es imposible desafiar a la suerte o su capacidad de sorprendernos porque hemos decidido encorsetar la sorpresa... donde toda nuestra apuesta es quedarnos como estamos mientras deseamos que la vida sea de otra manera... no quiero formar parte de esos que visten de seguridad absoluta algo tan castrante como es la cobardía... aquellos que no traspasan nunca la raya del velocímetro del coche, aquellos que son incapaces de vivir y dejar vivir... aquellos que juzgan escrupulosamente a los demás sin bajarse del minarete de esa soberbia que da aparentemente haber marcado una hoja de ruta donde no hay una milla sin calcular...

No quiero alimentar a esas camadas de seres humanos que olvidan que tienen corazón, que prefieren calibrar con las neuronas algo tan imposible de medir como son los sentimientos... que deciden seguir una línea recta sin darse cuenta que el pulso late porque hay discontinuas... sobresaltos, carruseles... montañas rusas... no quiero formar parte de esos para los que la vida es un encefalograma plano sin cabida para emociones... para los que el miedo a todo marca una pauta en la que los días pasan mientras la vida se marcha... renuncio a ser parte de esa humanidad que ha olvidado que lo es... de esa gente que no pregunta cómo estás, que no sabe decir te quiero a tiempo... que no sabe acariciar sin obtener nada a cambio... que no disfruta de las pequeñas cosas, de los grandes regalos... de esas cosas que llegan y pasan sin esperarlas...

Me alegra saber que en mi vida hay curvas que no trato de controlar, curvas por las que solo me deslizo... que, a pesar de mis lágrimas, también tengo sonrisas... que no hago esquemas ni planes ni me frustra no cumplir esos objetivos que, supuestamente, tengo que alcanzar... que prefiero arriesgar a creer que la vida es vida sin riesgos... que soy más valiente que antes, que no renuncio a equivocarme aunque duela... que tomo decisiones que acaricio, muerdo y escupo... me alegra sentir toda esa intolerancia que me hace estar lejos de quienes sienten que todo se calcula, que nada es aleatorio... 

Foto | facimadevilla en Instagram

domingo, 30 de noviembre de 2014

Acuérdate de vivir...



¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir
Confucio

Es curioso... este año, esta vida acelerada no me permitió hacer ese singular balance de año que hago siempre antes de sumar uno más... lo pensé, lo aparqué y no lo hice... no sé si porque se termina un año que siento que ha traído demasiadas cosas me paro a pensar... a pensar en muchas cosas de alrededor que comienzan, terminan... suceden, pasan... todo ese mundo que gira más allá de una pantalla de ordenador, de un montón de cosas pendientes de pintar de fluorescente en la agenda... de los horarios, los clientes, las obligaciones y los cansancios... en este año 35 de mi vida que ya ha quemado un mes, echaba de menos sentarme a escribir... contar en esta Sopa que ha sido demasiado triste este año y que está demasiado fría que, a pesar de todo, sonrío... vivo... que soy consciente del inmenso privilegio que supone hacerlo...

Vivo más allá de esa agenda que marca la pauta de cada día de cada semana... quizás porque tenía que vivir lo que es que una de esas amigas sin las que la vida no es vida completa me anuncie algo que sabía que ahora sí pasaría... una amiga que, a pesar de esta vida y con todos sus capítulos, sigue caminando cerca mío aunque estemos lejos... vivo más allá de mis muchos marrones para recordar la calidez del abrazo de otra amiga de siempre que lucha por ser madre a pesar de sus noes, para ver su cara de felicidad al saber que una caja de castañas ha viajado conmigo desde Asturias solo para ella... vivo para descubrir lo que es sentir a Ito tumbado contra mi pecho, escuchar su corazón sonando en una máquina que pita y que recuerda que la vida tenía que ser Vida para él... que mi ingenua convicción de que no iba a dejarnos huérfanos era una fe en la realidad... en que, a pesar de sus zancadillas y deslealtades, la vida a veces sí es justa y gana por encima de todo lo demás...

Ahora que ya he vivido un mes más de mis 35 años, sé que soy afortunada por toda la vida que vive a mi alrededor... porque, aunque a veces olvide que sucede, forma parte de la mía de manera irremediable... solo cuando se vive se puede sentir eso tan maravilloso que es abrazar a quienes quieres, que es escuchar su voz más allá de la fría pantalla de un invento tan maldito como bendito como es el Whatsapp... ese que nos ha dado vida quitándole calor a los besos y a las palabras... solo cuando se recuerda que se está viva saben a azúcar los besos dados con ternura, los que se dan por la espalda... solo así se sabe qué es ver un Pontón de otoño, ilusionarse encontrando una mariquita en una hortensia... cosas pequeñas que, poco a poco, dibujan un cuadro que es solamente mío pero que está vivo... vivo, eso es lo importante... vivo para saborear un viernes compartido, para acariciar y sentir un ronroneo... para extrañar un ladrido, para añorar otros maullidos... para escuchar la risa de mi padre, para agarrar del brazo a mi madre... para contestar a ese "te quiero" que entona mi hermana... para saber que mis decisiones me recuerdan que soy valiente, que sigo siendo fuerte a pesar de haberlo dudado... que sé que merezco respeto, que hago que se me tenga... que, aún así, puedo reírme aunque solo lo haga a veces a carcajadas... 

Vivo sintiendo vida a mi alrededor... a pesar de mis muchas horas frente a una pantalla... a pesar de haber despedido a demasiados que quería este año, a pesar de convivir con que la memoria haga que no se me recuerde... descubriendo que ser un rato feliz todos los días es cuestión de poco...

He escuchado, diseccionado y masticado -como era de esperar- el último disco de mi querido Ismael Serrano -al que también le he robado el título de este post-... y esta canción, por algún motivo, me ha cautivado... quizás porque suscribo casi como una oración su letra... porque yo también me pierdo las auroras de Madrid, porque no deshago el equipaje... o porque creo que esta vida realmente trae un corazón para cada hombre de hojalata a pesar de muchas cosas...






Foto | facimadevilla en Instagram
Vídeo | Ismael Serrano en VEVO

sábado, 1 de noviembre de 2014

El aire de las castañas...

Todo era de los otros y de nadie, hasta que tu belleza y tu pobreza llenaron el otoño de regalos
Pablo Neruda

Por estas fechas del año, aquí se vive un peculiar fenómeno... el aire de las castañas lo llaman... un aire que marca el otoño, que hace que la gente quiera dejar este mundo... un aire cálido que conocí hace muchos años a través de un mail... un viento cálido que siento ahora mismo acariciándome la piel... como si me pidiera que me olvidara de que el invierno está a la vuelta de la esquina...

El aire de las castañas me sabe inevitablemente a nostalgias, no sé explicar por qué... acompaña a cortos días de sol y cielo azul que se hacen noche demasiado pronto... es la banda sonora de un Octubre en el que cada año cumplo un año más, el viento que me recuerda que queda un año menos... con este aire, llega la caída de las castañas... la música que se oye en los bosques, el olor de una casa la primera vez que fui... recuerdos, benditos regalos de la memoria... nos acompañan como el mejor tesoro que tenemos pero también nos recuerdan ausencias... este aire de las castañas sabe a eso... a echar en falta...

Cada vez que sopla, el calor lo invade todo... convirtiendo las noches en ratitos al aire libre, como si con este aire pudieras robarle un pellizco al invierno... quizás la calidez de este aire hace que extrañe ese tiempo que no tengo para tantas cosas en mi día a día... creo que es la responsable de pasarle revista a aires pasados, la que me obliga a darme cuenta de que hay que pensar en presente... 

martes, 9 de septiembre de 2014

Hay noches...


"Él es tu amigo, tu compañero, tu defensor, tu perro. Tú eres su vida, su amor, su líder. Él será tuyo siempre, fiel y sincero, hasta el último latido de su corazón. A él le debes ser merecedor de tal devoción"
Anónimo


Hay noches demasiado silenciosas... noches de luna llena, noches en las que los números son agridulces... somos tres, nos falta la cuarta pata... pero, curiosamente, hay que sonreír incluso a pesar de esa ausencia... hasta hace apenas dos horas éramos solo dos de manera irremediable...
Hay noches en las que con solo mirarse brotan las lágrimas... noches en las que la bienvenida a casa es darse un abrazo enorme sin poder hacer nada más que llorar en silencio... acompañando tu propio llanto de uno ajeno... sabiendo que, por desgracia, esta noche de silencios y lágrimas es la última... la última sin él...
Hay noches en las que la tristeza se te mete entre los huesos y no hay Condrosan que valga... noches en las que desearías que todo fuera cuestión de curas con Betadine, de mimos que curan tanto como las pastillas de esos veterinarios que últimamente hemos visitado más que en los últimos meses... de poner un calcetín con esparadrapo para evitar que una cura se eche a perder... de envolver un antibiótico en un quesito...
Hay noches en las que es difícil no pensar en tantos recuerdos bonitos... en tantas miradas llenas de ternura, en tantas patas dadas y tantas muñecas agarradas entre los dientes... en todas las veces que, con pequeñas rutinas y pasos cansados, alguien es capaz de disipar todos los malos humores de un día...
Hay noches en las que es inevitable no sentir... no llorar... no recordar... no mirar un espacio familiar y sentir que falta alguna pieza... que algo no está en su sitio... que faltan babas, pelos, ladridos lastimosos de mimo y una sonrisa que se podía sentir donde todos los demás solo eran capaces de ver una boca de perro...
Hay noches en las que saber que hay que decir adiós duele... una dosis de realidad que choca de manera frontal con eso que te guardas en el corazón y que solo te ha regalado él... con una manera de ser auténtica y únicamente de Juan... una mezcla de ternura, amor, candidez y humor... una suma de ingredientes que hacía que enamorarse de él fuera absolutamente irremediable...
Hay noches en las que los minutos que pasan solo son uno menos... menos tiempo para que llegue un momento para el que, a pesar de haberse mentalizado, nunca se está preparado... para dormir, para dejar ir... para liberar de los achaques de la edad, de esa enfermedad silenciosa e hija de puta que crece para escribir el final sin contar con la opinión de nadie...
Hay noches en las que solo puedes cogerte de la mano... no decir nada... sorber lágrimas, respirar hondo... aguardar que llegue la mañana, prepararte para el mal trago de entonar uno de esos adioses que no sabes ni quieres decir... 
Hay noches en las que, a pesar de la compañía, se respira soledad...

Quizás haya quien no entienda lo que duelen estas noches... estos silencios, estas decisiones en las que lo de ser seres racionales es la peor parte... lo siento por quienes no lo entiendan porque, igual que no comprenden ese dolor, no saben la cantidad de cosas maravillosas que se sienten de la manera más gratuita de todas... lo siento por quienes se pierden todo el amor entregado, auténtico y noble que te regalan esos que nos permitimos el lujo de llamar animales... esos que nos enseñan qué es dar mucho más de lo que reciben sin reproche alguno... los que te acompañan, te consuelan, te alegran y te regalan una ternura infinita de la que deberíamos aprender... esos mismos que el día que se van no sabes cómo decirles hasta siempre...

Foto | facimadevilla en Instagram

lunes, 7 de julio de 2014

A veces...





"La duda es uno de los nombres de la inteligencia"
Jorge Luis Borges


A veces me pregunto qué hago aquí, qué es exactamente "aquí"... qué lugar geográfico y del espacio tiempo supone... dónde marca la localización de un GPS ese "aquí" que a mí me resulta demasiadas veces ningún sitio... ningún hogar, ninguna patria...
A veces me pregunto si la realidad no es mucho más fea o bonita de lo que yo la veo... de lo que yo la siento... una realidad que también me genera dudas... es o no, me pregunto sin saber contestar...
A veces me pregunto si la falta de respuesta lo es en sí misma... si, quizás, supone saber aunque no sepa qué hacer... a dónde dirigirme... hacia qué dirección encauzar un barco pirata que está siendo abordado a pesar de oponer resistencia...
A veces me pregunto si este gran cabrón llamado tiempo no se me escapa o si se estanca... si juega a favor o en contra... si destruye o construye... si, en algún momento, se ha detenido en un reloj que ahora sí llevo...
A veces me pregunto si estoy, si soy... si el rímel forma parte de mi mirada para hacerla más bonita o para disimular la tristeza... dándome cuenta del cansancio que supone estar triste demasiado tiempo... arrastrando ese cansancio incluso con cada palabra que siento, con cada cosa que vivo...
A veces miro con envidia los recuerdos, queriendo volver a atraparlos en una memoria selectiva que graba a fuego cosas que a otros no les parecen importantes... sintiendo una pequeña punzada al darme cuenta de que, para mí, construyen parte de una vida...  de un cuento que, para mí, escribía una historia preciosa...
A veces me miro al espejo sin verme, me siento sin hacerlo... me doy cuenta de que mis pulmones son más grandes aunque no pueda llenarlos por completo... aunque no pueda sentir ese grandísimo alivio de hacerlo...
A veces quiero meter todo este extraño mundo de decepciones, tristezas, silencios, dudas, políticos ladrones y asesinos de la ilusión en un frasco del que no puedan escaparse... agitándolos para hacerles sufrir como todo ello lo hace por separado pero más todavía junto...

A veces me doy cuenta de que son malos tiempos para los que creemos en las grandes cosas... en el increíble poder del sentimiento como arma humana, en su acojonante capacidad de despejar incluso el día más nublado... malos tiempos para los que creemos que caminar de la mano es inmensamente más bonito que hacerlo a tres metros de distancia... que decir te quiero nunca está de más por más que uno lo sepa... para los que anteponemos a cualquier cosa la lealtad de buscar esa cosa llamada felicidad a pesar de los inconvenientes... 

"Si me encuentras escuchando Antony&The Johnsons, trátame como si fuera de cristal" dije una vez... quizás sólo yo lo recuerde pero lo mantengo... a veces, también soy de cristal...





Foto | facimadevilla en Instagram
Video | Juan Ramón Martín

sábado, 28 de junio de 2014

Despidiendo tu silencio...




"Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida"
Mario Benedetti

Quizás tenía que llegar este sábado... uno de sueño, lluvia y una extraña tristeza que está escondida en alguna parte... te has ido aunque me resisto a darme cuenta de que es verdad de verdad... que ya no estás, que ya no voy a verte, es un mantra que debo repetirme día a día desde hace unas semanas... no llegué a tiempo de decirte adiós... quizás porque lo hice aunque tú no lo supieras cuando todavía sonreías, cuando todavía podías decirme "te quiero" con esa ternura tan tuya... dos palabras que tantas, tantas veces nos hemos repetido el uno al otro durante estos meses y durante toda la vida... te mentimos, te mentimos mucho... te ocultamos la realidad, esa jodida verdad de que la vida se te escapaba día a día... que ese silencio en el que tú vivías por ruidoso que lo hiciéramos los demás iba a llegar al "para siempre" antes que después... te mentimos sabiendo que lo hacíamos... procurando por todos los medios que con quirófanos, con quimios, sin fuerzas no supieras que nos ibas a dejar solos... que ibas a faltarnos en este extraño universo que construyen alrededor pedacitos de personas a las que queremos y que nos resultan fundamentales para vivir... que nos enseñan a hacerlo... pedacitos que se quedan con nosotros para siempre como parte de quienes somos...

Sé que ya no estás y, sin embargo, me resulta imposible hacerme a la idea... quizás porque creo que cualquier otro día vamos a ver un partido juntos solo por el hecho de que a ti te apasionaba el fútbol y tenerme como compañía... me resisto a pensar que no vas a volver a reírte con todas las estupideces y payasadas que toda nuestra vida te han hecho tanta gracia... esas a las que solías corresponder con aparente desaprobación sonreída y reída acompañada de ese "muy graciosita" tan del abuelito... con esa manera tuya de reírte, llena de una increíble inocencia que te achinaba los ojos... invadí muchas veces tu silencio, ese que obligaba a hablarte mirándote a la cara... ese maravilloso silencio que permitía decirte cualquier cosa solo moviendo los labios sin que nadie más supiera lo que decía... sin que nadie más que tú y yo entendiera por qué nos estábamos riendo... 

Te has ido y sigo sin darme cuenta... sin entender quién va a grabar ahora todas las series habidas y por haber de la tele, quien va a pedir siempre y en cualquier parte algo tan peculiar como un Trinaranjus de naranja... quién va a pensar en hacer mi ajuar guardando puntos para unas sartenes, quién me va a preguntar como sólo lo hacia la mami cómo está mi amor... solo hoy logro llorarte de verdad dándome cuenta de que no estás... una ausencia que deja atrás muchas, muchas cosas maravillosas... mucho amor... el mismo amor que todos te dimos a ti mientras te marchabas... el mismo que nos diste tú manteniendo siempre esa increíble serenidad que hacía que fueras todavía más especial de lo que ya eras... 

Soy afortunada y lo sé... pocas veces en la vida uno se encuentra tanto amor del de verdad... quizás, por eso, el "para siempre" tenía que ser más breve...

Una última canción... una demostración más de mucho amor que llegó en una maleta desde Londres para romper tu silencio y hacerte uno de los regalos más grandes... escalera al cielo, curioso título para el momento... mejor descubrimiento saber que era tu canción favorita...



Foto | facimadevilla en Instagram
Vídeo | Jonhatan Izpael

miércoles, 12 de marzo de 2014

Persigo mimosas en flor...



"Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera"
Pablo Neruda


Es curiosa esta vida mía a la que, a veces, le hacen eco las paredes... siento una alegría casi infantil con cada rayo de sol que disfraza de primavera estos días de marzo... no ha habido casi invierno, pero la luz de estos días me hace sonreír las pecas y los sentidos... tienes que recuperar la alegría, me decía hace unos días mi padre, tú siempre has sido alegre... y, absurdeces que tiene una, he encontrado un poquito de ilusión en algo tan ridículo como cotidiano como son las mimosas...

Persigo mimosas, lo digo por extraño que suene... mimosas en flor, enormes manchas amarillas en un paisaje verde bañado de sol... teñido de luz... como si fuera primavera aunque realmente no lo sea todavía... podría hacer un mapa de las mimosas que hay en el trayecto que recorro cada día... podría ponerme a contar las cábalas mentales que hago pensando en cómo conseguir una pequeña rama de sus flores... un pedacito de ese amarillo rabioso que se derrama en cada rama... como si fuera un racimo, suspendidas en el aire como una auténtica provocación para quién quiere tocarlas... persigo mimosas parando el coche a la orilla de la carretera, cruzando la carretera con más miedo que vergüenza... calculando si es posible llegar a alguna de sus ramas manteniendo mi anatomía cómo está... cuando soy consciente de que no llegaría aún siendo Gulliver, solo me dedico a observarlas... como si ese ratito mirándolas todo lo demás quedara en la página del año de la agenda, como si mis propias nubes se hubieran diluido gracias a su luz...

Las miro, las observo... imaginando cómo es su tacto, imaginando que reservan un aroma único para el que logra alcanzarlas... es uno de los árboles más invasores, me dijo Fito... invasor, curioso adjetivo... nunca recordamos que también significa conquista, que también tiene algo de pasional... persigo mimosas con la vista desde la distancia, ansiando acariciarlas... siendo tan egoísta de querer arrebatarles su vida, deseando tenerlas en un jarrón para poder recrearme... para poder mirarlas cuanto quiera... para sentir que, a pesar de ser tan poderosas, las tengo por fin tan a mano como para poder tocarlas... no sé cómo son de cerca, desconozco cómo es su tacto... pero inevitablemente, las persigo... las deseo... 

Y es curioso... porque, en mitad de ese enamoramiento que me hace desear apuntarme a escalada para poder cogerlas, no puedo evitar pensar en tulipanes amarillos... los que se atreven a salir cada año sobre la nieve en el jardín de casa en Acevedo, los que plantó mi abuelo hace más de 30 años en una tierra heredada y prometida que siento mía... esos otros tulipanes que mi madre me regaló tantas veces para acariciarme la vista en mi mesa de trabajo de Madrid... en ese tiempo en el que volvimos a vivir juntas, en el que volvimos a descubrir lo que era estar juntas casi a diario después de tantos años...

Persigo mimosas, sueño con tulipanes que nacen y otros que decoran... siento nostalgia, siento alegría... sonrío y lloro el mismo día sin poder remediarlo... me emociono con las cosas más pequeñas, me entristezco con otras... tengo el alma revuelta pero sonrío mirando mimosas... va a ser verdad, ya es primavera...

La foto es un préstamo de una afortunada que ha logrado ganarle la batalla a la mimosa... un regalo para su abuela el día que su abuelo habría cumplido años... creo que ella también persigue mimosas...

No se me ocurre banda sonora mejor que esta canción para tantas cosas... 






Foto | Leticia Nava de Pedro
Vídeo | Frost


jueves, 6 de febrero de 2014

Crecer...


He aprendido que la vida no vale nada, y que nada vale más que la vida
André Malraux

Crecer conlleva aprender a contar arrugas...
a coleccionar sueños cumplidos y rotos...
a atesorar esos años que parecen alegrarnos y asustarnos en la misma proporción...
aprender a perdonarse por los errores, por los planes incumplidos...


Crecer regala aprender a despedirse...
aprender a decir adiós a quiénes se van para siempre o hasta luego...
descubrir lo que es vivir sin ellos...
descubrir lo que fue vivir con ellos...


Crecer supone que la ilusión pierda su maravilloso universo...
que sea más desvaída incluso cuando tratamos de pintarla de colores...
que pierda la magia pueril de la infancia en la noche de Reyes...
obliga a mirar la vida con otros ojos aunque se conserve ese brillo infantil al que no quiero renunciar...

Crecer implica aprender el auténtico significado del verbo sufrir...
de doler las pérdidas, de llorar los fracasos...
de darse cuenta de que, a pesar de escuadras y cartabones, la vida elige por nosotros...
sin contar con nuestro cuaderno de deberes, sin tenerlo en cuenta...

Crecer viene acompañado de descubrir que tu vida no es la que quieres...
que la vida no es como debería...
que la injusticia existe, que la mentira reina con poca impunidad...
que el deber está por encima del ser aunque nos rebelemos contra ello...

Crecer es vivir... sentir... morir y resucitar...
es saber que no habrá un ratón que venga a buscar nuestro diente...
que no existirá un amor para siempre...
que nada ni nadie serán eternos...

Crecer obliga a darse cuenta de cuán pequeños somos...
de hasta qué punto llorar no es un recurso sino una necesidad...
no somos invencibles, no seremos inmortales...
solo contamos los años y celebramos el hecho de hacerlo...

Crecer a veces pasa en un suspiro, un segundo...
en un momento en el que descubres que nada es tan perfecto...
que eres más vieja que el día anterior...
ese instante en el que el alma se siente anciana y el cuerpo débil...

Ese mismo momento en el que todos los años que has crecido te pesan de golpe... ese mismo momento en el que te das cuenta de que, a pesar de todo, hay muchas vidas dentro de una vida para crecer... para desilusionarse, reír o extrañar... para sentir la infancia y su inocencia un bien demasiado preciado que vamos perdiendo en el camino...

Foto | facimadevilla en Instagram

martes, 14 de enero de 2014

Fábula del viajero, la maleta y el último tren...



"El sol no se ha puesto aún por última vez"
Tito Libio

Había una vez un hombre que creía haberlo perdido todo… un día, ojeando el periódico, vio una oferta de trabajo en un lugar remoto pero conocido… el lugar en el que había nacido… el mismo lugar del que había huido para vivir su vida y al que solo volvía para ver a los suyos… ni corto ni perezoso, recogió sus pertenencias y se dirigió a la estación de tren… sin mirar atrás, así fue como decidió emprender su viaje… se sentó a esperar en el andén la llegada de su tren… estaba ansioso por que aquella máquina de hierro llegara para llevarle lejos, para empezar de nuevo… era el último tren del día y, para él, era el último tren que podía coger… se sentó en el andén pensando en su destino, en lo que le aguardaba al llegar a la que había sido su casa… dándole vueltas a todos los planes que tenía, a todos los que le esperaban… a ese desafío de comenzar de nuevo con la angustiosa sensación de que era el último comienzo… 

Le despertó el sonido del tren chirriando sobre los raíles… ese tren, el que él consideraba el último tren, se estaba marchando… había dormido más de la cuenta sin darse cuenta de la hora ni del tiempo… comenzó a correr tras él, acariciando las barandillas con la punta de los dedos… rozando el tren en un desesperado intento por subirse en él… y lo logró… peleó, corrió y consiguió aferrarse a ese último tren del día como si no hubiera ninguno más… cuando recuperó la respiración, entró en el compartimento como cualquier otro viajero que hubiera cogido el tren a tiempo… peinándose con los dedos para disimular su carrera, colocándose la camisa para que nadie se diera cuenta de que había subido al tren en plena marcha…

Durante los tres días que duró el viaje, el hombre no se movió de su asiento… pensando en lo que le aguardaba, recordándose a sí mismo que era la última oportunidad… una realidad irreal que se había autoimpuesto al comenzar su viaje… para cuando llegó a la estación de destino, era de noche… la noche más fría de todas, la más cerrada… una de esas sin luna ni estrellas en las que la oscuridad lo invade todo… al bajarse en la estación, se dirigió a la que era su casa… un camino largo que, a plena oscuridad, era difícil hacer sin tropezar… por el camino, encontró una luz en una casa al borde del camino… y, en la puerta y a pesar de la oscuridad, una mujer anciana se encontraba sentada…
- De dónde vienes, viajero?
- Da igual de dónde, contestó, voy a mi casa
- Tan importante es saber de dónde vienes como saber a dónde vas… has disfrutado el maravilloso paisaje que hay hasta llegar aquí?
El hombre se quedó callado, era tal su obcecación con llegar que ni siquiera había mirado por las ventanillas del tren...
- No me digas que no has visto los campos tapizados de margaritas… que te has perdido las bandadas de pájaros que ensayan vuelo antes de partir… que no has olido el aroma de la tierra húmeda… que has pasado por alto las sonrisas del personal del tren… que no has visto a pesar de la oscuridad la preciosa estación de este pueblo y la vereda llena de luciérnagas por la que has caminado hasta aquí...

Se hizo el silencio entre ambos, el hombre no había visto nada de todo lo que le relataba la anciana… la anciana sabía que no se había parado a mirar…
- Cogí el último tren, respondió él cambiando de tema...
- Nunca es el último, replicó la anciana, todos los días hay un nuevo tren para llevarte a dónde quieras...
- Cierto, contestó el hombre, pero para mí era el último
La anciana se quedó callada y sonrió:
- La vida no es una única oportunidad ni una última, contestó tranquilamente, cada época de una existencia permite vivir una vida nueva… a pesar de lo que haya pasado o de lo que se haya perdido… y cada vida que se vive tiene el mismo valor que las demás… con más o con menos riquezas, con más o con menos tristezas…
- Precisamente por eso estoy aquí, contestó él, para vivir una vida nueva
- Y dónde está tu equipaje?, preguntó la anciana

De pronto, él se dio cuenta que al salir corriendo había olvidado sus pertenencias… esa esmerada selección de cosas que no podía dejar atrás en el camino, esas únicas que había decidido que le acompañarían en ese último viaje que él había decidido que así fuera…
- Con las prisas, las dejé en la estación
- Y qué fue lo que olvidaste?, preguntó ella
- Nada, tan solo cosas viejas sin importancia… cosas del pasado… las cosas son cosas al final y al cabo, no?

Ella le miró fijamente… él podía sentir cómo le miraba en la oscuridad… le miraba con tristeza y con alegría a la vez… sacó del bolsillo un frasco de cristal envuelto en un trozo de tela…
- Guárdalo en el bolsillo hijo, le pidió la anciana, está lleno de todas esas cosas buenas que has decidido dejar en la estación de la que vienes… todas esas cosas que para ti no son importantes pero que, al final, son las que hacen que cada día valga la pena… hay un poco de sonrisa, un poco de amor… un poco de ilusión, una pizca de alegría… más de futuro y poco de ayer… ayer ya se fue y hoy es lo que importa… nunca es lo último hasta que la muerte viene a buscarnos… nunca es el final siempre y cuando tengamos ganas de seguir viviendo… tendrás que llenar el frasco día a día, tendrás que alimentarlo para que no se termine… a pesar de tus últimos trenes, a pesar de que no llegues a tiempo de cogerlo o sientas que se te escapa…

El hombre cogió aquel regalo a oscuras y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta…
- Recuerda que, a pesar de todo, has dejado más de lo que crees en esa estación de la que vienes… con las prisas, has olvidado tu corazón… porque eso y solo eso es lo que uno deja de lado cuando cree que no hay más después… cuando piensa que ha tomado su último tren…

El hombre se quedó pensativo mientras acariciaba aquel frasco en su bolsillo… un frasco ligero y voluminoso… uno que no sabía qué contenía…
- Sigue tu camino hijo, le dijo la anciana, síguelo sin mirar al suelo… hay tanto que ver cuando se levanta la vista… recuerda que cada día es único… que, más allá de cualquier último tren, tú eres dueño del horario de tu propio tren… y que, más allá de cualquier estación, tú eres siempre el que hace que los viajes valgan la pena… el que tiene que hacer, día tras día, por ver lo hermoso del paisaje aunque sea de noche…

El hombre siguió su camino andando en la oscuridad… acariciando ese frasco que no pesaba en el bolsillo, mirando los árboles que se recortaban en la noche… persiguiendo alguna luciérnaga que iluminaba tímidamente el camino... cuando llegó a la que era su casa, encendió la luz para ver qué tenía aquél frasco… se sorprendió al ver que estaba vacío y que lo único que tenía dentro era un pedazo de papel escrito a mano… lo sacó con cuidado del frasco y, cuando lo desdobló, solo ponía una palabra escrita con una caligrafía perfecta… vida… fue después cuando supo que aquella mujer se llamaba Esperanza…

Y entonces entendió que no hay últimos trenes ni últimas oportunidades… entendió que la maleta que abandonó en aquella estación era parte de lo que él era… y comprendió, a muchos kilómetros de aquellas cosas que olvidó en una estación, que eran irremplazables y únicas… que, a pesar de todo, la vida solo está hecha de las cosas que no se pueden guardar en una maleta… y que, a pesar de comenzar de nuevo, tenía que recuperarlas para poder seguir sintiéndose vivo…

Foto | facimadevilla en Instagram

viernes, 3 de enero de 2014

Propósitos de Año Nuevo




Tengo amigos que descubrir y muchas cosas que conocer
El Principito, Antoine de Saint-Exupéry



Siempre, a estas alturas de año, suelo hacer balance... esa peculiar palabra que supone matemática pero que aplicamos a la realidad de nuestras vidas... a algo tan imposible de medir como es vivir... un difícil ejercicio en el que, pesa en mano, cargamos los platillos en busca de un equilibrio inexistente... este año, sin embargo, he decidido romper esa rutina... he pasado a este año par que suma siete como si no supusiera un cambio de calendario... como si, simplemente, hubiera llegado ya a pesar de que esa cosa llamada Navidad diga lo contrario... mi año ha despertado antes incluso de vestir de gala Enero, un extraño sueño dispuesto con un único objetivo... he decidido no hacer propósitos como cada año para desatarme con rebeldía de esa obligación... de la de establecer lo que hemos de hacer a lo largo de doce meses para luego hacer balance... para contabilizarnos... para castigarnos y perdonarnos por las cosas no hechas... 

He empezado este año que suma siete sabiéndome más consciente que nunca de que este peculiar viaje no tiene billete de regreso... sabiendo más que nunca que sumar años supone el mejor consuelo para envejecer, para hacerlo lentamente cada día... no he empezado el año haciéndome más propósito que sonreírlo, que vestirlo de ilusión... retomando ese espíritu inocente de ver maravillas en las cosas más pequeñas, en las que quizás son invisibles para los demás pero rotundas para cada uno... empiezo este año queriendo alejar de mí el sí constante, el no perenne... mirando la agenda no como una enemiga sino como una compañera, desenfadándome con los enfados para que no me quiten esa sonrisa que me recomiendan que no pierda nunca... recordando ese sanísimo hábito de sacar las alas sin moverme de una silla, de contar como necesidad vital y no profesional... de escupir palabras con mimo, con rabia o emoción pero sin corsés... recordando lo vital que es el significado de amistad, sacándole brillo a una cuenta siempre en números rojos... en este nuevo año, tengo el propósito de desterrar el fluorescente rosa para que él no me destierre a mí de mi propia vida... para que no sea el dictador de unos días que son sólo míos...

Suma siete, ese es mi gran presagio para este 2014... un número mágico que, además, coincide con esas siete vidas de gata que atesoro entre ronroneos... un año más para sentir saboreando cada una de sus seis letras... para entender que incluso la tristeza solo es el pequeño precio que hay que pagar por vivir... un nuevo año para entender que si quedan muchas cosas por hacer es precisamente porque estamos vivos, para comprender que intentar ser felices es obligatorio por estarlo...  para que eso sea el único propósito posible para un nuevo año... 

Foto | facimadevilla en Instagram