jueves, 28 de febrero de 2013

A veces...




"Recordar es fácil para el que tiene memoria.
Olvidarse es difícil para quien tiene corazón"
Gabriel García Márquez



A veces, la felicidad es tener un silencio empapado de madera que arde... de ronquido de perro acompasándolo, acompañándome... de Adele sonando recordando ese ejercicio que supone perder a alguien para no hacerle daño... a veces, el silencio que se desea es el más ruidoso de todos... ese en el que alrededor suenan cosas y, aún así, saben a sigilo... ese en el que el peor ruido es el de pensar a pesar de sentir una paz absoluta... a pesar de una agenda, a pesar de muchas cosas...

A veces, la vida es mirarse los pies bajo una manta de cuadros... observar el esmalte rojo que parece recordar que estamos vivos y que nos late el alma... recordar silencios impuestos, silencios regalados... silencios que saben a veces a miel, con la dulzura que tienen esos caramelos que saben a esas cosas que pasan aunque nadie más las aprecie... aunque sean solo mías, a pesar de que lo sean...

A veces, los miedos ridículos se evaporan con sólo una frase... con esa que, quizás, nos recuerda que merece la pena que nada sea como antes... una dicha sin querer ni tan siquiera buscar las palabras, diciéndolas tan solo sintiéndolas... a veces los miedos se convierten en malos compañeros de viaje, en ridículos motivos para sentir astillas bajo las uñas... a veces, a pesar de todo, somos capaces de dejarlos atrás en el camino...

A veces, la fortuna es compartir una noche en un sofá... un abrazo apretado, un beso en la frente... una rato de jardinería en soledad y a horas extrañas solo por ver flores en ese lugar destinado a decir hola... el lugar de las comidas de invierno al sol, de alguna noche con una cerveza... a veces, la riqueza es tener esas pequeñas cosas... esos pildorazos de sonrisas suspiradas... de soledad sin ella... 


Foto | facimadevilla

miércoles, 27 de febrero de 2013

Un lugar llamado Avalle...


Avalle es ese lugar del mundo en el que, de golpe, el mundo se para… sólo suena… primero a Cómplices, después a U2… es ese lugar en el que la música te envuelve casi literalmente… un garaje transformado en refugio que, los martes por la noche, se transforma en una reunión… la de unos músicos que simplemente ensayan, la de los amigos que deciden subir a este rincón del mundo para hacer un kit-kat escuchándoles… 

Avalle es ese lugar en el que una bola de discoteca gira constantemente en el techo… uno en el que las guitarras decoran las paredes, donde la luz sale de las velas y de un par de luces muy bien escondidas con gorras o pantallas de papel… donde se comparte una pizza entre risas y canciones, donde los breves minutos entre ellas sirven para liar un cigarro… para comentar lo que no ha salido bien, debatiendo cambios de tonos o compases… Avalle es el lugar en el que dos amigos de la infancia comparten unas gafas de ver de cerca muertos de risa, el único sitio de un pueblo de cuatro calles estrechas en el que parece haber vida… en el que suena Adele cantado por Yoli, en el que se comenta el “Tu cara me suena” de la noche anterior… donde te quedas sorda porque una batería revienta un bafle al lado de tu oído… donde, a pesar del volumen y a pesar de todo, ni puedes ni quieres dejar de escucharlo… un rincón en el que Charlie rompe cuerdas, en el que un bajista altísimo toca un bajo bajísimo... curiosamente, un lugar en el que pasa de todo y nada a la vez para sentirse en calma... para abandonarse durante un ratito sin pensar en agendas, ni tareas pendientes ni vueltas a casa que pesan...

Avalle es el lugar donde se improvisa “With or whitout you” afinando entre fallos y aciertos… donde a la medianoche llega la noche de Cenicienta y la música se cambia por la conversación… donde a las palabras les siguen las despedidas, los cuando es el próximo ensayo... el mismo en el que el anfitrión te sonríe con los ojos entornados y, además de dejarte compartir la calidez de su guarida, te hace regalos... mandándote a casa con más paz de la que traías al llegar... dejándote que te lleves un poco del calor que encontraste al llegar para cambiar un martes un tanto marciano...

Foto | facimadevilla

domingo, 3 de febrero de 2013

El post que nunca habría querido escribir...


Hoy es una fría noche de sábado... el primero de febrero, uno que es más frío desde hace cuatro horas... escribo lo que jamás habría querido escribir... hoy escribo de una muerte sobre una acera, de una madre partida a la mitad... siento la poca poesía, me permito el lujo de soltarle las riendas a la rabia... siento rabia, mucha rabia... tanta que ni siquiera puedo permitirme llorar... han matado a Jason, me ha dicho Beatriz llorando por teléfono, han matado a mi hijo... un verbo que me ha costado digerir, tanto que he tenido que escucharlo de boca de la psicóloga del Samur para entenderlo... el crío está muerto, le he preguntado a esa voz que luego tenía cara y que se me presentó por teléfono como Mariló... creo que buscaba la esperanza de que Beatriz no lo hubiera entendido... el joven ha fallecido, ha contestado esa voz para partirme el alma de pronto, no se ha podido hacer nada por él... para tener que digerir que esta puta vida se ha comido la de una criatura de apenas 16 años.

Han matado a Jason, repetía para mí con esa sensación de irrealidad de creer que no puede estar pasando... eso era lo único que podía pensar de camino a Vallecas tratando de masticar la situación... de camino a una calle de La Imagen en la que me esperaba algo que creía que jamás viviría... un asesinato... el de alguien que conozco, el de un niño que he visto crecer porque su madre lleva mucho tiempo en mi vida... Beatriz nunca ha sido sólo mi asistenta... ha sido como una madre conmigo sin tener edad para serlo, alguien a quien mis cosas le dolían tanto como para pedirme un día por favor que dejara de llorar... alguien que ha compartido sus lágrimas conmigo cuando la vida le ha pegado uno de sus múltiples reveses... es de esos seres que, siendo una buena persona, ha nacido sin estrella en esta vida a pesar de luchar contra su destino... de camino a Vallecas con Fito a mi lado dándome paz a pesar de compartir mi angustia, pensaba en lo puta que es esta vida... en esa historia de Beatriz de marcharse de su Ecuador para buscar algo mejor para sus niños... de esa pelea amarga de todos los días por salir adelante a pesar del paro eterno, luchando para que a sus niños no les faltara de nada a pesar de la miseria... iba a encontrarla porque habían matado a su hijo... porque incluso la prensa ya lo publicaba... un joven de 16 años muere apuñalado en Puente de Vallecas, leí en un enlace que me mandó Gote por whatsapp... estábamos llegando a La Cibeles cuando lo leí, sentí más frío... rabia, mucha rabia... por saber que, aunque pareciera una película, era realidad... era verdad que ese crío tímido y cariñoso estaba muerto en una acera... que, el mismo al que le regalé mi bicicleta, ya no estaba... que era verdad que a Beatriz acababa de pegarle también una puñalada la vida... pero también sentí rabia pensando que para mis compañeros de la prensa era tan sencillo como calificar lo ocurrido como una pelea de bandas... bandas, pensaba mientras salivaba la acidez del mal sarcasmo... qué pena que, a veces, escribamos sin saber y sin pensar en el daño que hacemos... porque cualquiera que conociera a Jason sabe que él, precisamente él, le daba esquinazo a todo eso... que lo único que quería era estudiar, tener un trabajo y ayudar en su casa... un objetivo más que noble para una criatura a la que los medios ahora pintan como un pandillero... 

Cuando llegamos a esa calle de La Imagen, me temblaban las manos... esperando a que la policía nos dejara pasar, sentí miedo... miedo de saber que era verdad, miedo de no saber qué decirle a Beatriz... nada estaría a la altura de las circunstancias... ella lo resolvió cuando, al entrar en la ambulancia, se abalanzó sobre mí para abrazarme... dígame que es mentira, me lloraba desesperada abrazándome, dígame que no es verdad... tragué, apreté las mandíbulas... intentando no pronunciar ese "no puedo decirte eso, Beatriz" que entoné dentro de esa ambulancia... me preguntaba a mí para qué había venido a este país sin encontrar sosiego alguno en nada de lo que le decía... se abrazaba fuerte a mí llorando como si se le hubiera partido el corazón en veinte mil pedacitos... como si una parte de ella se hubiera quedado en esa acerca al lado de su hijo... esta noche he saboreado el amargor de saber de cerca lo cruel que es esta vida... el lugar tan inhóspito que puede llegar a ser... esta noche Jason ha perdido la vida de la manera más jodida de todas... sin motivo, sin explicación... se la han quitado a golpe de navaja en un momento más que dulce para él... se la han robado, le han privado del bien más preciado de todos... le habían concedido una beca por sus buenas notas, se marchaba dos meses a Italia a unas prácticas... esta noche, ese hombrecito que hacía a Beatriz sentir orgullosa se ha ido... el niño por el que ella tanto peleó para que encontrara su lugar y estudiara, ese que tenía el título de primogénito con todo lo que conlleva... Jason no era malo, me decía en esa ambulancia del Samur en la que Mariló tuvo cara... una cara que, a pesar de la dulzura y la ayuda que intentó prestar, habría preferido no conocer nunca... cuando me fui, se despidió de mí dándome dos besos y un abrazo... muchas gracias, me dijo al irme... primero pensé que hay cosas que no se agradecen... luego sentí rabia porque me lo agradeciera y por el mero hecho de estar teniendo esa conversación... 

No sé cuántos cigarrillos he fumado en estas horas... pensando en ese jodido naufragio que es para algunos la vida... ese irremediable hundimiento al que esta vida somete a quiénes menos tienen y menos lo merecen... no sé lo que es ser madre, no puedo imaginar perder a un hijo... pero esta noche he visto a Beatriz hacerlo y he visto su desesperanza... he masticado su dolor... he visto llorar a mi madre en la cocina abrazándome, he sentido la impotencia de saber que nada de lo que dijera serviría para calmarla... no ha sufrido verdad, me ha preguntado llena de angustia... tranquila mamá, le he dicho arrullándola como ella habrá hecho conmigo mil veces y diciendo algo que yo también quiero creer, no ha sufrido... en noches como la de hoy, he aprendido lo desgraciada que puede llegar a ser una vida... la crueldad tan absurda de que una noche la haga todavía más desgraciada... 

Me cuesta creer en la justicia de la vida hoy, me cuesta mantener mi fe en esa que creo mantiene la balanza a pesar de todo... me rindo rabiosamente a la evidencia de que un asesino por ser menor de edad puede segarle la vida a alguien con casi total impunidad... el peor de los robos, el único para el que no hay perdón en el alma por más que se intente... el mundo es, sin duda, un lugar un poco más feo y más real hoy... ojalá nunca hubiera tenido que escribir esto, lo reitero... ojalá la vida a veces no fuera tan cruda como es esta noche... 

Foto | Murray Mitchell