miércoles, 27 de febrero de 2013

Un lugar llamado Avalle...


Avalle es ese lugar del mundo en el que, de golpe, el mundo se para… sólo suena… primero a Cómplices, después a U2… es ese lugar en el que la música te envuelve casi literalmente… un garaje transformado en refugio que, los martes por la noche, se transforma en una reunión… la de unos músicos que simplemente ensayan, la de los amigos que deciden subir a este rincón del mundo para hacer un kit-kat escuchándoles… 

Avalle es ese lugar en el que una bola de discoteca gira constantemente en el techo… uno en el que las guitarras decoran las paredes, donde la luz sale de las velas y de un par de luces muy bien escondidas con gorras o pantallas de papel… donde se comparte una pizza entre risas y canciones, donde los breves minutos entre ellas sirven para liar un cigarro… para comentar lo que no ha salido bien, debatiendo cambios de tonos o compases… Avalle es el lugar en el que dos amigos de la infancia comparten unas gafas de ver de cerca muertos de risa, el único sitio de un pueblo de cuatro calles estrechas en el que parece haber vida… en el que suena Adele cantado por Yoli, en el que se comenta el “Tu cara me suena” de la noche anterior… donde te quedas sorda porque una batería revienta un bafle al lado de tu oído… donde, a pesar del volumen y a pesar de todo, ni puedes ni quieres dejar de escucharlo… un rincón en el que Charlie rompe cuerdas, en el que un bajista altísimo toca un bajo bajísimo... curiosamente, un lugar en el que pasa de todo y nada a la vez para sentirse en calma... para abandonarse durante un ratito sin pensar en agendas, ni tareas pendientes ni vueltas a casa que pesan...

Avalle es el lugar donde se improvisa “With or whitout you” afinando entre fallos y aciertos… donde a la medianoche llega la noche de Cenicienta y la música se cambia por la conversación… donde a las palabras les siguen las despedidas, los cuando es el próximo ensayo... el mismo en el que el anfitrión te sonríe con los ojos entornados y, además de dejarte compartir la calidez de su guarida, te hace regalos... mandándote a casa con más paz de la que traías al llegar... dejándote que te lleves un poco del calor que encontraste al llegar para cambiar un martes un tanto marciano...

Foto | facimadevilla

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