domingo, 22 de diciembre de 2013

Mi querida España...

Vivo en un país donde quien puso una bomba o violó a una niña sale a la calle...
el mismo país donde ahora pueden privarte de libertad por manifestarte frente al Congreso...
el lugar en el que acabas en la cárcel por quejarte contra un determinado gobierno...
Vivo en un país en el que aborto se considera un delito penado con cárcel... 
un país donde una violación está castigada con una pena menor... 
uno que no entiende que la libertad no implica condena, que tomar una decisión así no supone obligar a nadie a hacerlo...
Vivo en un país en el que los políticos roban a manos llenas...
el mismo en el que no se puede creer en el poder porque él no cree en su pueblo...
un país que, gobernado por unos o por otros, está a merced de sus intereses personales... 
un lugar en el que se defiende la austeridad desde un cómodo sillón con sueldo vitalicio mientras las familias rebuscan en los contenedores...
Vivo en ese lugar llamado España en la que la pobreza y el hambre han llegado a esta modernidad anclada en un pasado que no queda tan lejos...
donde es sencillo mandarte a la cola del paro como medida para fomentar el empleo... 
el mismo que te mete en la cárcel por decidir sobre tu vida pero no penaliza a un empresario por despedirte si estás embarazada...
Vivo en un lugar en el que los bienes básicos están a merced de privatizaciones con puestos prometidos...
un país en el que el número de parados es el mismo que el de trabajadores autónomos...
esa patria en la que trabajar por cuenta propia implica hacerlo para el estado...
para que no te dé nada y te lo quite todo bajo ese eslogan de velar por las arcas públicas...
Vivo en ese país que se jacta de ser moderno mientras retrocede en el tiempo...
en el que algunos se golpean en el pecho por ver un crucifijo en un aula, ese mismo en el que sí se tolera un velo cubriendo la cara en una clase...
el mismo lugar en el que ser patriota se confunde con ser facha...
en ese estado en el que se mira por encima del hombro a otras supuestas democracias igual de corruptas, de mentirosas y de vacías que la nuestra...
Vivo en el país en el que las escuelas se cierran...
ese mismo en el que el mayor logro de la democracia, la popularización de la educación, vuelve a convertirse en un artículo de lujo...
el mismo lugar en el que la sanidad es una arcada para quienes tienen urgencia por vivir y una larga lista de espera por delante...

Soy de ese país en el que unos pocos se creen con derecho de decidir por todos...
ese lugar en el que unos pocos son libres de prohibir sin pestañear...
en el que la libertad de la democracia es papel mojado...
vivo en un país que ha dejado de creer en sí mismo a golpe de escándalos...
de ministros...
de braguetazos...
de engaños...
de miseria...

Vivo en ese país llamado España... ese mismo país que a veces cuesta trabajo pronunciar sin sentir vergüenza, sin sentir pena...
ese país por el que muchos lucharon y del que muchos otros se aprovechan...
ese que tiene por filosofía dividir en vez de unir... pelear en lugar de remar en la misma dirección...
ese mismo en el que no creemos en nuestra clase política porque, en el fondo, solo es un reflejo de quienes somos como sociedad...

Vivo en esa España que ya no es mía y ni siquiera nuestra... esa misma España que enturbian unos pocos con sus buenos presagios económicos, con unas políticas de recorte que no les afectan... con unas libertades que menguan... con demasiado que a todos los demás nos deja sin nada... 

Creo que no hay mejor letra que la de Cecilia (censurada en su día, sea dicho de paso... algo que me temo que no se queda en el pasado) para darse cuenta de que, pasados los años, la sentencia de muerte está firmada... España vieja, España nueva... y han pasado treinta años... 



sábado, 21 de diciembre de 2013

Garabatos mentales...



"No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué punto dirigirse"
Arthur Schopenhauer

Dejo correr la tinta en todos los sentidos... 
a veces sube, otra lo encharca todo...
en ocasiones mancha de manera invisible... 
otras, deja su rastro tras de sí... 
no sé qué escribo, no escribo nada...
la agenda me recuerda que hay cosas pendientes a pesar de ser sábado...
el aire huele a Navidad, se me ha parado el reloj...
entorno los ojos abriendo mucho la boca...
me enredo otra vez en palabras que ni tienen sentido ni sé cómo se escriben...
garabateo sin hacer ni gota de ruido..
en el más absoluto silencio...
mientras, la lista de kilómetros se me agolpa en la punta del lápiz imaginario...
dejo volar los malos presagios para atrapar a los sueños...
me escudo en una sonrisa que pinto de memoria...
la tinta se me agolpa en las meninges... mañana domingo, pienso...
ausencias presentes se me amontonan en los bolsillos...
me pesa el humo del tabaco...
giro sobre mí misma para volver al mismo sitio...
para matar el deseo con un extintor de incendios...
respiro bajo el agua llenando hasta el límite los pulmones...
ayer o mañana, me dice un hoy garabateado... 
aparco la neura para hacerme la muda...
para coleccionar bolsas de té que no huelen a nada...
me descoso las noches para que amanezca antes... 
será temprano para llegar tarde, me pregunto...
por si acaso, coso botones en ojales ciegos... 
el Norte se me ha entornado unos grados...
los Sures se mueren de frío...
tengo que cambiarme la bombilla de las ganas, me digo...
o apagar el interruptor de las ideas, quizás...
se me escurre el tiempo del reloj parado... 
empujaré el minutero de las palabras...
mutis sin respuestas...
garabateo sin luz y me deslumbran las palabras...


Foto | facimadevilla

jueves, 5 de diciembre de 2013

Se busca cascabel...

"El que cree que en el mundo los diablos nunca andan sin cuernos y los locos sin cascabeles, siempre será víctima o juguete de ellos"
Arthur Schopenhauer


Busco un cascabel que perdí...
uno que sonaba a sonrisa... a conversación compartida...
a silencio musicalmente sonoro...
a abrazo sin motivo que sabía como el que más razones tuviera...
busco un cascabel que perdí en alguna parte de un yo...
uno que sonaba demasiado bien para no querer parar de tintinearlo...
para no desear dejar de acariciarlo en el bolsillo...
uno con una pequeña bola que a mí me parecía la más grande de todas...
la más hermosa...
busco un cascabel que tenía...
que quería...
que me acompañaba en cada uno de mis pasos...
como un guardian silenciosamente ruidoso...
recordándome el increíble valor de cada uno de sus tintineos...
busco un cascabel que me hacía sentir rica a pesar de los números rojos del banco...
uno que me daba calor...
que me envolvía en melodías azucaradas...
compuestas solo para mí...
busco un cascabel que perdí con el paso del tiempo...
uno que se quedó sin bola para sonar...
un cascabel que olvidó que lo llevaba en mi bolsillo...
que lo acariciaba solo para hacerlo sonar...

Busco un cascabel que tuve...
que me acompañó...
que deseé guardar para siempre en mis bolsillos...
uno que tenía una melodía que creía única para mí...
que me sonreía solo a mí...
uno que deseaba sonar...
un cascabel que me empujaba a hacer música...


Solo se me ocurre esta canción en este momento...



Foto | facimadevilla

miércoles, 20 de noviembre de 2013

En casa...



"La vida interior necesita un hogar confortable y una buena cocina"
David Herbert Lawrence

La lavadora centrifuga... Cayetano duerme... se empieza a apagar el fuego de la chimenea... se siente el fresco... sonrío... fuera, solo llueve... sin parar... la caldera salta... Juan ronca... silencio ruidoso, curioso... sabe bien... me gustan los ruidos de alrededor...

Cruje la madera del piso de arriba... suena una de las cañerías de cobre que se esconden entre las vigas... continúa lloviendo, ahora con más fuerza... me temo que un ratón investiga la despensa... Tani se despereza para volver a enmadejarse... me duele la espalda de la postura del sofá... 

Son las tres de la mañana... a lo lejos, los lobos aúllan... la secadora continúa dando vueltas sin parar... Juan sigue roncando, las ascuas consumiéndose... respiro hondo, suspiro... fuera ha dejado de llover... oigo el grifo de la cocina gotear... hay silencio... lo mastico despacito, me lo trago... sabe al suavizante que huele por toda la casa... estoy en casa, pienso... un término curioso que a veces no sé ubicar en la geografía... 

Tani quiere salir... huele a perro mojado, a humo... un botón hace chillar el bombo de la secadora... todo sigue en el mismo sitio, todo respira la misma desordenada pero ordenada paz... hay silencio, hay ruido... pienso y me dejo pensar... se me acaba el último Lucky en el cenicero... no tengo intención de evitarlo...

Entra fresco por la ventana, Tani se aventura como si no notara el frío... vuelvo debajo de mi manta de cuadros... vuelvo a tener a Juan a los pies... la ropa se golpea dentro de la secadora... bostezo, siento sueño... quiero dormirlo... 

Y a mi alrededor silencio... ruidoso silencio... estoy en casa... y sigue lloviendo...


Foto | facimadevilla

martes, 19 de noviembre de 2013

No te perdono...



... que hayas aparecido en mi vida tan de cerca... que hayas tocado a uno de los míos... que te hayas presentado por sorpresa para desarmarnos a todos las sonrisas, para hacernos sentir un miedo irracional que tratamos de calmar con vísceras... 

... no te perdono que seas tan cabrón, tan maldito... tan cruel... que no tengas piedad, que no sientas el dolor que genera el solo hecho de mencionarte... no te perdono que seas tan silencioso, que  no des muchas veces oportunidades... que crezcas y vivas sin decir nada, sin permitir saber que estás... a veces hasta que es pronto, otras muchas veces hasta que es tarde... 

... no te perdono por haberte colado en todos nosotros como una odiosa espada de Damocles de la que nadie se libra... no te perdono que hagas sufrir, que siembres dolor... que te escudes tras la mirilla arrancando poco a poco la madera de la puerta... que seas tan maldito como lo es tu nombre...

... no te perdono que hayas venido a inundarme la cabeza de tristeza... que hayas llegado para agriarme un poco más la sonrisa... para recordarme que no somos eternos, para recordarme que la vida se acaba un poco más cada día que paso y que vivo... que la dama eterna, esa que es lo único que todos poseemos en la vida además de vivir, llega cuando menos lo esperas...

... no te perdono que hayas aparecido... que te hayas colado por la puerta de atrás en el silencio más absoluto... que hayas venido a salpicarme la vida... a sembrarme en ella ese pánico que da lo que no se conoce, lo que no se controla... maldigo cada una de las letras que te hacen ser el temor de todos...

No te perdono... y no me pena decirlo... pero igual que no te perdono, te aseguro que prometo que no vas a tener nunca la palabra victoria en ese número que año tras año sumas sin piedad alguna... que hagas lo que hagas, te miro desde aquí riéndome de tu bajeza... de tu crueldad... de eso que hace que te temamos y te respetemos cuando tú no lo haces con ninguno de nosotros... solo tienes seis letras y yo tengo muchas más... prometo que las dispondré todas y hasta las que no tengo para aplastarte... para apoyar que no te salgas con la tuya... para evitar que ese pequeñito tan grande sea un número más de tu lista maldita... 

Me niego a perdonarte... espero que sientas el rencor, la rabia y el odio que te profeso ahora más que nunca... maldito seas, cáncer... maldito seas por convertir a la gente en un número, por creer que porque tengas uno más ganas... por hacer de la vida miedo... 

Foto | Chema Madoz

sábado, 16 de noviembre de 2013

Viento...




"No puede impedirse el viento. Pero pueden construirse molinos"
Proverbio holandés

A veces, llega y me arrastra... me tira por el suelo, me arranca los pasados... el viento a veces barre hacia el presente lo que se quedó guardado en un cajón... bajo siete llaves, cerrado con muchos candados... lo que se tiró a la basura... lo que simplemente, no quiero recordar... es un viento frío, uno árido.... uno que quema la piel con sólo rozarme... uno que me apaga la voz, que me quita el brillo de los ojos... uno que es capaz de quitarme la sonrisa que, hace poco, me pidieron que nunca dejara de tener...

A veces, el viento llega y me despeina... me alborota las sonrisas, me despierta los sentidos... me mueve las hojas de los árboles, me arremolina las palabras en la puerta de casa... es cálido, dulce... un aire que te llena los pulmones, que te acaricia la nuca... de esos que parecen beso pero son abrazo... es un viento capaz de cambiar de sitio las nubes, de sacar al sol de su escondite aunque no pare de llover... de hacer brillar mi mundo con solo soplar... con solo estar...

A veces, el viento me taladra los tímpanos... se me mete en la cabeza como un mal sueño... haciendo eco en mis oídos, sin dejarme oír absolutamente nada... silbando con rabia, adormeciéndome el mundo... un viento capaz de sacar sobre la mesa todo lo callado, un viento que a la vez te impide dejar de callarlo... uno que es tan cruel que te acaba convenciendo para seguir manteniendo el silencio...

A veces, el viento solo viene a hacer sonar las ventanas... para recordarnos que existe, que está... hace una carantoña, nos guiña el ojo y desaparece... solo para reivindicar que es, para advertir de que puede volver... un viento juguetón que revuelve los viejos goznes, que hace chirriar placenteramente los quicios...

A veces, el viento nos hace ir a buscarlo... con la malicia de un niño que roba, con lo canalla de hacerlo sonriéndonos... es un viento caprichoso que consigue que vayamos en su busca... desafiando al mismísimo Eolo, viendo cómo se divierte contemplando cómo no logramos alcanzarlo... un viento descarado que se lleva nuestro tiempo sin que nos demos cuenta... uno que nos roba un poco de vida...


Y buscando vientos, me encontré con uno que me recordó que tenía un post llamado Viento pendiente de publicar... con un dibujín en una raya obra de Toño Velasco que no para de recordarme lo bonito que puede llegar a ser un día de viento... desde hoy, ese viento es mío...

Foto | "Qué viento", serie Dibujín en una línea de Toño Velasco

sábado, 9 de noviembre de 2013

Las manos de Isaura...



En sus manos, el mundo se ve desde otra perspectiva... a ras de suelo, mirando el parquet de su habitación... mientras, el tiempo se detiene entre contracturas, agujas de acupuntura y aceite de rosa mosqueta... tumbada sobre el suelo, ella sentada a mi lado... el mundo de Isaura es una burbuja de dolores y caricias, de alivios y palabras... es un tiempo compartido con ella en el que sus manos deshacen nudos mientras sus palabras deshacen otros... la veo por el rabillo del ojo... cuando sonríe, se le achinan los ojos... unos que brillan horrores, unos que demuestran su increíble valentía de plantarle cara al mundo... si volviera a nacer pediría volver a tener la enfermedad, me cuenta entre confidencias confesables... no puedo dejar de admirarla desde que la conocí... el mundo de Isaura se vive desde una silla de ruedas desde que una enfermedad la sentó en ella... una enfermedad que perdió la batalla el día que ella decidió ganarle la partida... una victoria que demuestra diariamente ya no solo por su forma de vivir sino por su afán por llegar incluso más lejos que sus ruedas... vengo a que hagamos juntas el cursillo acelerado de decir no, le dije al entrar en su casa... se reía, sonreía... como siempre... con ese carácter que es azúcar y limón simultáneamente... con esa increíble generosidad de no saber decir que no incluso en contra de sí misma...

Las manos de Isaura se me clavan en la espalda tocándome dónde más me duele, sus palabras también me tocan los nudos... desnuda sobre su suelo, me desnudo todavía más... dejando caer a veces lágrimas, riéndome a carcajadas en otras ocasiones... sintiendo mucha paz incluso a pesar de que me está clavando un dedo dónde más de duele... Isaura te cura el cuerpo y te pone una tirita en el alma... con dureza, con dulzura... de la misma manera que te quita los nudos musculares... su voz es de una manera y tiene un vocabulario cuando te habla la amiga, su voz es completamente diferente cuando te habla como profesional... irremediablemente, tienes que confiarle tu espalda y tu vida... porque, en alguna parte de esas manos, tira de tu existencia para que te quedes en pelotas... para que no sientas pudores ni vergüenzas, para que los dolores duelan menos a pesar de la resaca que deja cada encuentro con ella...  ella sonríe con la mirada, a veces te abraza solo con cómo te toca la espalda... pero siempre te despide con una sonrisa...

Es curioso, hace todo eso con las mismas manos con la que lleva adelante su vida... con las que comunicó que se iban ellas y ella de vacaciones... unas manos que son más que manos, que hacen más que curar... que tienen una magia que va más allá de lo que aprendió en un aula de Fisioterapia o de Medicina... sin darse cuenta, con cada giro de manos y de rueda, llega un poco más lejos... un poco más dentro... cambiándote un poco mientras miras el parquet de su habitación... mientras compartes tiempo con ella sin apenas verla... mientras te descansan la mente y el alma... ella no es consciente pero, con cada sesión, es capaz de deshacerte los fantasmas... de apaciguarte los dolores... de coserte un poco más de vida...

Foto | facimadevilla

miércoles, 21 de agosto de 2013

Ali, la vida y la muerte...

"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y, cuando la muerte es, nosotros no somos"
Antonio Machado


Llegó como llegan todas las noticias inesperadas... por sorpresa, sin avisar... así es ella, esa gran dama llamada Muerte que es lo único seguro que todos tenemos en la vida... abrí el ojo debajo de mi ventana velux sin persianas que me recordaba que Lorenzo había salido, que era muy de día para mí aunque para otros fuera de noche... Ali ha fallecido, leí en un mail protocolario que Tito enviaba intuyo que haciendo un inmenso esfuerzo por domar eso que se llama corazón y que todos tenemos... con los ojos medio abiertos, tuve que releer... una vez más, otra más... así hasta cuatro que me hicieron incorporarme de la cama por si lo que estaba ante mis ojos era un error... cómo es la mente, pienso ahora sobre ese momento... porque, de pronto y en mitad de esa somnolencia de la que me cuesta tanto desnudarme por las mañanas, se me empezaron a disparar cientos de imágenes de ella... de su sonrisa, de esa otra sonrisa de después cuando una de esas enfermedades mentales de las que ninguno estamos a salvo decidió instalarse a vivir con ella... de pronto recordé el día que la conocí en Steinberg, el día que ella y su inocente dulzura aparecieron en la puerta de la oficina para tratar de llevarse a Alex a casa... Ali ha muerto, pensé una vez más sin salir de la cama... dándome cuenta de lo injusta que es la vida... de lo jodida que puede llegar a ser a veces cuando esa gran dama en la que tanto pienso últimamente viene sin avisar y antes de tiempo... poco más de cuarenta años, me repetía a mí misma bajo el agua caliente de la ducha... una vida que le tocaba vivir y que le arrebató primero su mente y después la propia vida...

Llevo dos días en shock, pensando en su manera de irse... en esa lucha por amor que Alex emprendió el día que ella enfermó y dejó de ser completamente ella... pensando en su sonrisa con el cachorro que era Bamba, pensando en las muchas veces que compartimos tiempo juntas... pensando en todo aquello que la vida le regaló sin merecérselo y que la convirtieron en otra persona a pesar de que la Alicia que conocí seguía viviendo dentro de ella... se fue haciendo el muerto en el mar, mirando el cielo... sin sufrir, sin penar... sin tener que seguir escapando de esa enfermedad que llegó un día para destrozar sus cimientos y los de quien tenía al lado a pesar de ella... se marchó un lunes de agosto viendo el azul de un día de verano y dejándonos a los demás el recuerdo de quién era antes de ponerse mala... era imposible no regalarle un trocito de corazón, le dije a Alex en un estúpido intento por consolarle... pero era completamente cierto y absolutamente inevitable no hacerlo...

Bendita dama cabrona, pensaba esta mañana... maldita sea por necesitarla para darnos cuenta de que, a veces, esta cosa llamada vida es mucho más corta de lo que pensamos... que se marcha sin avisar, sin dejarnos despedirnos... sin dejarnos terminar de hacer todas esas cosas que tenemos pendientes de vivir, todas las que dejamos aparcadas porque perdemos mucha vida sin darle importancia a lo más importante... a que estamos vivos, a que respiramos... a que nuestro cuerpo sigue permitiéndonos ser y existir y vivir... quizás Ali se ha ido para recordarnos a muchos que vivir es un viaje de ida y que, con todo o sin nada, hacerlo es el mejor regalo... 


jueves, 1 de agosto de 2013

Escuela, familia, periódico y adiós Crónica de León

 

"Donde mora la libertad, allí está mi casa"
Benjamin Franklin

Hoy, ese papel que tanto me gusta se ha muerto un poco más... hoy también lo ha hecho la libertad de pensar y de opinar... hoy, después de 27 años después de aquel primer titular de "Así nace un periódico", esa Crónica de León que es más que un periódico dice adiós... en el quinto kiosco lo he encontrado, me decía mi hermana esta tarde, era el último que quedaba... hoy, ese lugar que conocí y que era una pequeña familia con sus desavenencias propias desaparece para dejarnos a todos un poco más huérfanos... sonrío... mi mejor experiencia laboral, digo siempre que hablo de un lugar que visitaba religiosamente cada vez que subía a ver a mis padres... la primera visita obligatoria previa incluso a llegar a casa... me dejaba caer por aquella redacción fría en la que la gente le ponía color para sonreír, para recordar... para que Fulgencio me llamara Miss Acevedo o aquel tutor al que tanto le avergonzaba el título me vacilara por las pintas que llevaba... para, de alguna manera, no soltarle el ancla a una nostalgia muy sana... la de los buenos compañeros, la de trabajar mucho... la de tener la oportunidad de hacer, la del increíble don de que me dejaran hacer... te ha tocado Economía, recuerdo que me dijo en mi primer día un Antonio Corcoba que suponía un auténtico desconocido, has sido la última en llegar y no la quería nadie... así de sincero fue y, francamente, a día de hoy me alegro mucho de que esos otros becarios de mi época rechazaran la silla que me tocó ocupar...

La Crónica era una familia peculiar... una formada por muchas palabras en una redacción ruidosa en la que, a partir de las 6, se hacía un silencio que solo se rompía con alguna excursión a la máquina de cafés... un lugar en el que Lolo siempre llegaba tarde bajo sus gafas de sol a pesar de ser de noche para entregar la viñeta, el lugar donde Esther picaba las esquelas poniéndole una sonrisa... el mismo en el que López revelaba aquellas fotos tan cojonudas que nunca entenderé cómo podía hacer bajo un flequillo que le cubría media cara... la Crónica no era solo un periódico, no era solo un grupo de periodistas que se sentían como tal... un hervidero de noticias, de sonrisas y risas... de cabreos... de mucho buen periodismo, de mucha buena gente... de esa que te adopta cuando solo llevas una semana, la que considera acto religioso obligatorio tomar un vino en el bar de al lado antes de irse a comer... el lugar en el que viví que me amenazaran por teléfono con pegarme un tiro entre las cejas, el mismo en el que Ana Fron y Susi compartían carcajadas y vida... aquel en el que Marian esperaba entre noticias la llegada de su primer hijo... el lugar en el que se visitaba a los compañeros moviéndose en una silla de oficina con ruedas...

Hoy, casi tres décadas después de nacer, la Crónica no se muere... para eso, tendrían que desaparecer sus ríos de tinta... todas las sonrisas y malas leches vividas entre aquellas cuatro paredes... todos y cada uno de los reencuentros entre compañeros porque así era como nos sentíamos... hoy la Crónica solo deja de estar en nuestro día a día, deja de estar sobre las barras de los muchos bares donde siempre suponía sonrisa echarle un vistazo en profundidad buscando firmas amigas y conocidas... deja de contar las cosas a su manera, deja de pelearse contra los elementos de un sector tan encantador como canalla... nos deja la ausencia a todos los que la sentimos... a todos los que nos supuso como a mí la primera Facultad de verdad de periodismo, la primera vez en la que el gusanillo de contar me devoró por dentro... la primera vez que sentí ilusión de verdad al ver mi nombre sobre el papel...

Hoy ha sido difícil encontrar un ejemplar de esta última Crónica en León y de León... y supongo que, a pesar de todo, no puede existir una mejor despedida...

domingo, 9 de junio de 2013

Esa cosa llamada madre...

"Muchas maravillas hay en el universo, pero la obra maestra de la creación es el corazón materno"
Ernest Bersot


Este post comenzó a escribirse un par de noches después de mi sobredosis de realidad... las flores siempre animan, dijo mi madre poniéndome un ramo de tulipanes en la esquina de mi escritorio... tulipanes amarillos, sonreí... a ella no le gustan, pero sabe que a mí me encantan...

Madre es ese extraño ser que sabe lo que es sentir la vida en sus entrañas... 
que es capaz de sentir ese amor tan inmenso por alguien que no sea sí misma...
madre es la que no se acaba de acostumbrar a la ausencia de su hijo por mayor que sea...
la que sonríe, llora y se parte por la mitad cuando tú sufres y ella no puede hacer nada para remediarlo...
mamá, mami... mi madre, la de otros que también le ponen un mi delante...
tenemos esa posesión...
hasta hace poco, nunca me había parado a pensar en la increíble dimensión que supone el término madre...
quizás porque hasta ahora no me había dado cuenta del increíble título que todos le concedemos a quien no sólo nos da la vida sino que también nos regala la suya...
un título realmente único que reivindicamos también como lo hacía Mafalda...
una madre es eso que sabe lo que es el amor con todas sus definiciones...
con todas las consecuencias...
la que defiende a su cachorro enseñando dientes, afilando uñas...
contra viento y marea...
la que descubre en el whatsapp un aliado para charlar con su hijo cuando no lo tiene a mano...
una madre es la que te lame las heridas antes incluso que las suyas...
la que te acaricia una oreja en el sofá como lo hacía cuando eras pequeña...
la que se refiere a ti pasada la treintena como la niña...
una madre es una increíble máquina de registrar todas nuestras penas...
se les graban a fuego en la memoria...
una madre es ese ser que cocina lo que sabe que te gusta solo por la ilusión de verte feliz...
vivo rodeada de madres que ejercen su título de madres...
que miran con ternura a esos polluelos que han sentido crecer dentro...
que son capaces de perdonarlo todo y entenderlo todo...
mujeres que un día se enfrentaron a tener que aprender el oficio más difícil y peor pagado del mundo...
sin saber cuál era el manual de instrucciones para muchas cosas...
de sentir el miedo más terrible de todos, el de perdernos...
de vivir con esa carga como parte de la carga en sus espaldas...
una madre es la única trabajadora que tiene un contrato indefinido de tiempo completo... 
la única que nunca descansa...
tú eres mío, he escuchado decir a muchas madres a sus hijos... cuánta razón...

Termino de escribir este post en la noche en la que he visto a una amiga perder a su madre... a una madre que no conocí, a una que para ella es la mejor del mundo como para cada uno de nosotros la nuestra... en esta noche de grillos, hojas de árboles en movimiento y un pellizco en el estómago pienso en mi madre... en esa confidente, ayudante, compañera, amiga, consejera, conciencia, animadora y fan incondicional que es... mi madre, pienso, ese ser tan increíble... creo que nadie está preparado para perder nunca a una madre, vi asentir hace poco... ni a un padre, está claro... pero esta noche de lluvia es de ellas, de las que llamamos mamá... las que nos dan parte de su vida para dejarnos descubrir lo que es... para recordarnos que nunca estamos solos a pesar de lo de alrededor...

Foto | facimadevilla

viernes, 31 de mayo de 2013

Había una vez...


Publicado en la Revista de San Antonio, Cangas de Onís
Junio 2013

Había una vez una niña que, desde muy pequeña, tenía problemas para respirar. Para poder disfrutar de la vida sabiendo lo que es llenar fuerte los pulmones del aire húmedo del reino en el que vivía. A pesar de que se probaron con ella todos los remedios y pócimas posibles para que pudiera respirar, aquella niña cumplía años sin sentir mejoría. Amable y Mari, sus padres, probaron a buscar respuestas a la enfermedad de su hija en cuantos médicos y curanderos encontraron. Pero aquella niña seguía sin saber lo que era inspirar con normalidad, sufriendo la falta de la libertad que da el aire. Cuando parecía que no quedaban más soluciones, cuando ni los preparados ni las medicinas más caras surtieron su efecto, alguien se atrevió a dar un remedio de la sabiduría popular: quizás, para que aquella niña mejorase, había que llevarla a otro lugar. A otro reino más frío y menos húmedo en el que, quizás, pudiera respirar mejor. 

Ni cortos ni perezosos, los padres de aquella niña emprendieron un viaje. Uno a ese otro lado de El Pontón que aquí se llama Castilla y que algunos sentimos como León. Lo hicieron llevando con ellos a esa niña que no podía respirar, atravesando Los Beyos en su camino hacia ese otro reino en el que, quizás, el aire entraría mejor en los pulmones de su pequeña. Esa tierra tan similar como diferente que podía ser clave para su salud. Tras un viaje por los bosques encantados de neblinas y árboles centenarios de El Pontón, llegaron a un pueblo en el que decidieron parar. Habían emprendido su aventura sin siquiera buscar dónde quedarse, dejándose llevar solo por el deseo de que aquella niña creciera sana. Al llegar a Burón, su primer intento por buscar hospedaje fue una negativa. Al explicar que la salud de su hija era delicada, aquella familia sintió peligrar la de sus propios hijos. Sin embargo, solo una casa más allá un matrimonio, Alipio y Marina, decidió acogerles como si no fueran desconocidos.  Les abrieron las puertas de la que era su casa. Una casa entre montañas, una en la que el río era la banda sonora de cada segundo de vida. 

Y así, poco a poco, aquella niña que no podía respirar comenzó a hacerlo. Sintiendo el aire frío de las noches de aquél otro reino entrar en sus pulmones, compartiendo una vida más viva con aquéllos desconocidos que de pronto ya no lo eran. Pasaron los días de sol, las noches de frío. Y aquella niña volvió junto con sus padres a ese otro lado de las montañas en el que estaba su reino. Lo hizo para volver a su casa y para seguir respirando. Para hacerlo sin que le aquejara nunca más otra enfermedad que le impidiera vivir con vida.

Curiosamente, este cuento con final feliz es más que un cuento. Es una de las historias familiares que he escuchado contar muchas veces a mi abuela en las sobremesas relajadas de mi casa. La historia de aquella niña asturiana que se curó en casa de mi bisabuelo, la ya menos niña que decidió acompañar a mi familia el día que él murió aunque mi abuela no supiera hasta después del entierro quién era aquella desconocida. La niña asturiana, como la llama mi abuela; la enigmática cría enferma de la historia que tanto me ha contado cobró un día vida. Se convirtió en una mujer de carne y hueso cuando, en una conversación fortuita de bar sobre ese otro lado de El Pontón en el que nacen mis raíces, alguien me contó este mismo cuento a mí. Describiéndome una casa que forma parte de los recuerdos de mi infancia aunque el pantano de Riaño la sepultara junto con muchos otros pedazos de vida; hablándome de un hombre al que yo llamaba "abuelo" sin serlo, Alipio, y al que recuerdo por su fría mirada y su cálida sonrisa.  Era su hermana quien había llegado a casa de mi bisabuelo, eran su madre y su hermana aquellas desconocidas que a mi abuela todavía le pesa no haber saludado en su momento.

Es curioso lo mucho que señalamos la frontera invisible que separa Asturias de esa mal llamada Castilla, acentuando lo que hace mejor o peor un lado u otro. Esforzándonos por disfrazar la familiaridad de supuesta rivalidad territorial. Sin embargo, es todavía más curioso descubrir que, por más que nos empeñemos en diferenciarnos tanto, compartimos algo fundamental además de tradiciones y vocabulario: pasado, demasiado pasado. Muchos "ayeres" que hacen de los cuentos de la abuela una sonreída historia real de reencuentros pasados los años, las generaciones. Y a pesar de las ausencias. Supongo que no puede escribirse un final más feliz. 

lunes, 27 de mayo de 2013

Fantasmas...


Van y vienen… están alrededor… a veces, simplemente nos acompañan en la más silenciosa de las presencias… otras, vienen a tirarnos de los pelos… para recordarnos heridas que creíamos cerradas, para hacernos sentir ese insoportable sentimiento que es la tristeza… los fantasmas nos acompañan en cada paso de la vida… tememos caer porque recordamos una caída que nos causó dolor de verdad, tememos comer algo porque recordamos que en una ocasión nos hizo daño… los fantasmas nos hacen temer, nos hacen recordar lo inestable que es esa increíble sensación que es sentirse seguro… nos encienden la luz de lo que fue aunque no tenga que volver a ser... nos la apagan para sumirnos en la tinieblas que genera desconfiar y temer...

Todos tenemos los nuestros por el simple hecho de vivir… por el simple hecho de acumular cosas que nos duelen, cosas que otras veces nos desgarran por dentro… luchamos contra ellos muchas veces, poniéndolos en su lugar sintiendo solo un leve temblor bajo los pies… a veces, logramos arrinconarlos y ganarles la partida… nos damos la oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos que es posible vencer la maldición, que porque haya sucedido no tiene por qué repetirse… otras veces, ganan ellos… logran imponerse creando un cerco tan estrecho que supone difícil respirar… te aprietan las entrañas, te hacen sentir inmensamente pequeño…

Fantasmas… unos personajes peculiares que alimentamos muchas veces, unos de los que preferimos en ocasiones no despegarnos por miedo a vivir… les abrimos las puertas, nos cierran las ventanas... compartimos con ellos y la más absoluta de las soledades que generan noches de angustia, momentos de pánico... nos hacen vivir pensando en ayeres en lugar de en mañanas... nos quitan mucha vida, no hay duda… y, aún así, siguen a nuestro lado…


Foto | facimadevilla