lunes, 27 de mayo de 2013

Fantasmas...


Van y vienen… están alrededor… a veces, simplemente nos acompañan en la más silenciosa de las presencias… otras, vienen a tirarnos de los pelos… para recordarnos heridas que creíamos cerradas, para hacernos sentir ese insoportable sentimiento que es la tristeza… los fantasmas nos acompañan en cada paso de la vida… tememos caer porque recordamos una caída que nos causó dolor de verdad, tememos comer algo porque recordamos que en una ocasión nos hizo daño… los fantasmas nos hacen temer, nos hacen recordar lo inestable que es esa increíble sensación que es sentirse seguro… nos encienden la luz de lo que fue aunque no tenga que volver a ser... nos la apagan para sumirnos en la tinieblas que genera desconfiar y temer...

Todos tenemos los nuestros por el simple hecho de vivir… por el simple hecho de acumular cosas que nos duelen, cosas que otras veces nos desgarran por dentro… luchamos contra ellos muchas veces, poniéndolos en su lugar sintiendo solo un leve temblor bajo los pies… a veces, logramos arrinconarlos y ganarles la partida… nos damos la oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos que es posible vencer la maldición, que porque haya sucedido no tiene por qué repetirse… otras veces, ganan ellos… logran imponerse creando un cerco tan estrecho que supone difícil respirar… te aprietan las entrañas, te hacen sentir inmensamente pequeño…

Fantasmas… unos personajes peculiares que alimentamos muchas veces, unos de los que preferimos en ocasiones no despegarnos por miedo a vivir… les abrimos las puertas, nos cierran las ventanas... compartimos con ellos y la más absoluta de las soledades que generan noches de angustia, momentos de pánico... nos hacen vivir pensando en ayeres en lugar de en mañanas... nos quitan mucha vida, no hay duda… y, aún así, siguen a nuestro lado…


Foto | facimadevilla

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