lunes, 26 de marzo de 2012

Refugios para una tarde de domingo...


Vengo como Rompetechos, le dije nada más entrar en su casa como una tromba de agua… explicándole atropelladamente mi ida de olla con la dirección de su casa, el paseo que me había pegado porque una vez más la ofuscación me había llevado a perderme…  enseñándole los auriculares interminables que había comprado por 75 céntimos en mis 20 minutos de espera del autobús, mostrándoles el agujero que se me había hecho en el vaquero al subir los escalones del autobús… os traigo muffins para desayunar mañana, dije dejando la bolsa de papel  del Starbucks sobre la mesa…  espero que no te moleste, me decía justificando que sólo llevaba una camiseta larga, es que planchar me da calor… Alhambra o vino blanco, me preguntó con esa cara de circunstancias tan suya, una cerveza a medias… mientras ella colocaba dos vasos y me hablaba de una señora de Portobello que te hace unas braguitas monísimas a medida en 15 minutos, yo le contaba mi acelerón nervioso y circunstancial… llevo algo, le pregunté con los dedos antes de ir, una pistola quizás… ven que así me haces compañía mientras plancho, me contestó… probablemente no necesitara compañía alguna… probablemente, también, se dio cuenta de que yo sí…

Sentada en aquélla silla transparente, la miraba planchar mientras charlábamos de todo un poco… planchó las toallas contándome el concierto de Radio3 al que habían ido, se sentó a mi lado para explicarme su cara de cansancio y el fin de semana… oscilaba entre la mesa dónde yo me había derrumbado en una silla como el que lo hace en el diván de un psicólogo y la improvisada tabla de planchar que se había montado sobre la vitrocerámica… prefiero planchar a la vieja usanza, me decía apuntándome de nuevo con la plancha… yo escupía mi incapacidad de concentrarme de este fin de semana, esa maraña de nervios y ansiedades varias que a veces viene a agarrarme el alma… pero cuánto me quieres en una escala del 1 al 10, se burlaba de mí casi tanto como yo de mí misma, dime que un doce… en apenas media hora sentada en aquélla silla, estaba mucho más tranquila… le contaba esos rumores que le pegaban de lado mientras ella ponía cara de alucinación, mientras ratoneaba un pellizco de muffin de chocolate un poco indignada…  

A la altura del momento en el que empezó a guardar ropa de la nieve, ya le habíamos pasado revista a los principales hitos de estos días… a mí esas cosas me dan miedo, me decía con una pizca de cachondeo y mucha de realidad… qué haces tú para coleccionar gente de esta, me preguntó atacando de nuevo la plancha… pasamos revista a esos seres que, de alguna manera, se me pegan a la espalda aún sin tener relación con ellos… sabes algo de ella, me preguntó con ese candor en el que encierra un pequeño pellizco, sabes cómo está… me mandó la ecografía, le dije mientras ella me sonreía con cariño… y tú cómo estás, pregunté sabiendo que había llegado el momento de hablar de esa paz doméstica… yo encantada, me dijo con ese gesto tan Patricia, he decidido no pensar y sólo disfrutar… la miré mientras reemprendía esa labor casi maniática de plancharlo todo… estaba cambiada, serena… la misma serenidad que yo había ganado en apenas un rato de conversaciones con vapor, humo y burbujas… recordamos una noche con oricios y sidra, una autocensura impuesta sobre una noche en la que fui la tercera en una cita para dos desde muy lejos… eras como nuestra referencia, me dijo… sonreí… tampoco sabría explicarle lo halagada que me sentí de formar parte virtual de ese triángulo…

Cuando descubrió que no podía seguir planchando porque la ropa del patio estaba húmeda, volvió con su camiseta a encaramarse a la silla… me gusta que vengas a mi casa, me dijo con mucha ternura… a mí me gusta venir, le contesté mientras me ponía la chaqueta para emprender el regreso a casa… para dejar a dos personas vivir esa intimidad de la que me llevaba un pedacito, para dejarles despedir su última noche de un domingo de bricolaje y plancha… para cuando salí al fresco de finales de marzo que reinaba en la calle, sonreía… disfrutando en un paseo de esa enorme tirita que me había puesto un rato de pareja prestado… la serenidad de algo tan doméstico como planchar, el refugio de no hacer nada extraordinario y aún así disfrutarlo…

Quizás en esas cosas pequeñas se esconde la felicidad, pensaba después de un buen paseo mientras cogía el 21… en respetar espacios ajenos aún compartiendo el mismo, en saborear unas horas sin hacer nada excepcional como si fuera un azucarillo… en llevarse un poquito de la paz de otros para hacerla propia…

Esto era lo que sonaba en aquélla cocina invadida de montones de ropa y cariño...




Foto | Fátima Cimadevilla

jueves, 22 de marzo de 2012

Alexia y su historia de un sueño africano...





Khanimambo: gracias en shangana, lengua ancestral del sur de Mozambique.

"Dentro de nosotros, hay una cosa que no tiene nombre. Eso es lo que somos"
José Saramago


En esta noche de frío madrileño, no puedo evitar pensar en esas cosas que hacen que la vida cambie… en esas personas que, de alguna manera, pasan por tu vida para darte una auténtica lección… me vuelvo a Mozambique, recuerdo que me dijo en una de esas visitas mías al que era su restaurante… un lugar pequeño con encanto en mi calle, uno con sillas naranjas y detalles que convertían aquél local pintado en blanco en un sitio acogedor… ese Park que te recibía con una alfombra de césped artificial en la puerta era su casa, una en la que puse mi granito de arena para que se construyera… os gusta, recuerdo que preguntó la primera vez que comí una de aquéllas tostas ricas que preparaba… acababa de abrir, preguntaba con una cercanía increíble… hablando muy rápido, pensé que era porque estaba nerviosa con su estreno… a fuerza de visitar ese lugar con mesas bajas, descubrí simplemente que Alexia habla así… quizás porque dentro de ella viven tantas cosas a la vez que es imposible hacerlo más despacio…

Su Park no era sólo comida rica, también lo era su sonrisa de ojos azules cada vez que ibas… pronto descubrí más de ella, más de aquélla cría más joven que yo que también quería ser periodista… aquélla que tenía una moto tuneada con mil mariposas, aquélla que te contaba las cosas como si te conociera de toda la vida sin hacerlo de primeras… me voy a Mozambique, me contó en una de las últimas comidas de aquél verano que cambió su vida, con una mochila… aquélla comida se convirtió en dos horas de charla y acabó con un trozo de papel dónde me apuntó la dirección de su blog… para que sepáis cómo es mi viaje, me dijo… gracias a él viajé con sus ojos y gracias a él entendí entrado el otoño por qué ese Park seguía cerrado… tuve malaria, me decía como el que ha pasado una gripe… dos palabras que empezaron otra comida que duró dos horas durante las que me contagió de la magia de Mozambique… del valor de una cría de veintipocos viajando por el continente negro como el que se pasea por Valladolid… reconozco que sentí una envidia sana tremenda por su proeza, por la experiencia que aún con enfermedad había supuesto para ella… sonreía de una manera increíble, miraba distinto… era la misma Alexia que terminaba Periodismo pero muy diferente a la que me abrió las puertas de su Park sólo unos meses antes…

Me vuelvo a Mozambique, me dijo en una de las últimas comidas en el sitio dónde la conocí, hay mucho por hacer… charlando de sus planes me ofreció traspasarme  su negocio, un restaurante pequeño que se había convertido en un auténtico punto de encuentro… en una cita con las conversaciones agradables, con el ratito que siempre sacaba para acercarse a la mesa a preguntar si estaba todo rico… el preludio de un rato agradable, de descubrir a una persona diferente… no hubo despedida formal, sólo una última comida y un abrazo… eso sólo fue el comienzo de una época distinta, una en la que seguí su vida a través de una pantalla… de ese mismo blog que abrió la primera vez que se fue… supe así de su centro para niños, de su esfuerzo por arrancar felicidad en mitad del desastre… de sus parturientas y sus niños especiales, esos que sólo con sonreír borraban todas las miserias…

Hoy, cinco años más tarde de que Alexia empezara su sueño africano, he vuelto a reencontrarme con ella después de mucho tiempo sin asomarme a su pantalla… a pesar de que, curiosamente, el suyo es uno de los blogs que sigue este barco pirata desde que aprendió cómo se ponía esa aplicación en el blog… me he reencontrado con su sueño, con uno que en gran medida es una realidad que demuestra que el mundo se puede cambiar… me he reencontrado con sus niños con sonrisas que derriten…  con la increíble capacidad que tiene Alexia de contagiar de buen rollo aún contando una tristeza…  he sabido que ha sido madre, que ahora su alma se comparte todavía más a pesar de todos esos niños que ya la consideraban prácticamente eso… me he envenenado con sus sonrisas, con esa filosofía de su fundación de instar a que les ayudes diciéndote que muchos de esos niños quieren regalarte su felicidad… he vuelto a sentir esa envidia sana que sentí cinco años atrás cuando me contó su primer viaje… creo que me ha emocionado, sobre todo, recordar que a veces merece la pena creer… que a pesar de otros, hay gente que le da buen nombre a los sueños… a las fundaciones que, como creí en su día, realmente demuestran que está en nuestras manos cambiar el mundo… leyendo a Alexia esta noche de marzo, he leído mucho amor… por lo que hace, por su causa… por esos niños que cada vez que dicen Khanimambo no sólo agradecen sino que además lo pronuncian sintiendo el calor de la esperanza… con sonrisas, con la de Alexia entre ellos… confieso que esta noche he sentido mucha más admiración por ella… sabiendo que, a pesar de que un solo mosquito la separa de volver a sufrir una enfermedad, sigue allí para cumplir su compromiso con la vida… con esos pequeños que aprenden y comen y sonríen…

En mi otra vida de gata, leí un libro que pensé en mandarle a su nuevo hogar de Mozambique a pesar de que sigue en la estantería de mi casa… “Mama Tenga”, una historia de una mujer que como Alexia se lió la manta a la cabeza para cambiar África… qué tendrá África, me digo a mí misma en esta noche en la que me encantaría saber lo que es sentir ese lugar a 8.500 kilómetros de Madrid donde la vida es más vida a pesar de lo demás…

Creo que el día que le picó aquél mosquito, la envenenó de África…  
Khanimambo, Alexia… por el calor de tu Park, por el calor de ese otro hogar donde futuro puede escribirse en uno de los cuadernos de tus niños… quizás eso que marca tu brújula es lo que hace de los sitios hogares y de los sueños sacos de fe...


Os dejo su campaña y su web... merece la pena contagiarse de un sueño...




Foto | Khanimambo

jueves, 15 de marzo de 2012

Dulces minutos de marzo...



"La paz es para todo el mundo lo que la levadura para la masa"
El Talmud

Miré el cielo rosa, el color rojizo del sol escondiéndose hasta mañana… Juan llevaba el hueso en la boca como medida preventiva para evitar que volviera a tirárselo y tuviera que ir a buscarlo… las plantas empiezan a desperezarse, pensé mirando los tiestos que pinté como regalo… recordé que tenía pendiente hacer un bizcocho con todos esos huevos ricos de pueblo que habíamos coleccionado en cuestión de unos días… algo parecido a una lechuza empezada a hablar desde un árbol… la masa empezaba a tener consistencia de masa, el fresco empezaba a colarse como lo estaba haciendo Tani por la ventana pero sin dejar la marca de las patas sobre el azulejo blanco… el horno daba calor, la manga de viento apuntando al noreste…

Me senté en el porche envuelta en una chaqueta enorme, los pinceles tumbados sobre la mesa… Michel Camilo sonaba por todas partes mientras el olor a dulce empezaba a impregnarlo todo… las margaritas del prao comenzaban a cerrarse para resguardarse de la oscuridad… la noche ya había empezado a cantar su nana, una lechuza le daba la réplica a la anterior… sobre el papel, empezaron a nacer flores… una taza de té de jengibre y limón humeaba sobre la mesa, Juan dormía sobre mis pies…

Huele a frío mezclado con bizcocho de limón… a cuadra sumada a rocío… a niebla y a luna escondida… a noche y a campo… dónde queda Madrid, pienso mientras pinto nubes… ahora mismo lejos, me contesto yo sóla…

martes, 6 de marzo de 2012

A dónde se va la memoria...


"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas 
inconstantes, ese montón de espejos rotos"
José Luis Borges

Dónde se van los recuerdos, me pregunté mirándola a los ojos… a dónde se marcha lo que has vivido de pronto, dónde se pierden las sonrisas cálidas… las miradas claras y auténticas… eres una bendición, me dijo mirándome con tristeza, el día que naciste fue una bendición… lo decía como si estos años se le hubieran escapado, como si estos más de treinta años vividos se le hubieran pasado demasiado rápido… sonreí para mí… ojalá los recordara como lo hago yo, pensé mirándole a los ojos… a esos mismos ojos azules que considero de los más bonitos que he visto, con un azul que antes brillaba de otra manera… los echo de menos, me digo a mí misma besándole las manos… a pesar de su olvido, todavía recuerda que es presumida… le sujeto las manos con las uñas recién pintadas, hablamos de que el esmalte rosa que le hemos elegido es su color favorito… guapa, le digo con una sonrisa… preciosa, me contesta con una sonrisilla cansada… a dónde va la memoria, me pregunto mientras le hago recuento de cuántos hijos tiene… cuando le pregunto por octava vez cómo me llamo yo aunque sólo una hora antes me recibiera con ese Fatimilla que sólo ella pronuncia de esa manera…

A dónde se marcha quiénes somos, no puedo dejar de preguntarme cuando la meto en la cama… cuando le escucho decir que sufre porque tengamos que hacerlo, cuando intento explicarle que la deuda que tengo con ella nunca se la podré pagar de manera íntegra… le acaricio el pelo que ahora ya es completamente blanco, plateado… ese pelo que recuerdo rubio hasta hace no mucho, ese que siempre ha llevado tan peinado… la sonrío apretando las muelas para no llorar, para intentar que ella no se disguste por nada del mundo… te vas a poner bien mami, le digo mirándola fijamente… si tú lo dices, me contesta, me lo creo… sonrío sabiendo que, dentro de un rato, no lo recordará… le veo la mirada perdida, las palabras desordenadas que dice sin sentido… dile al abuelito que si vamos a dar una vuelta, me dice muy convencida… mami cariño, le contesto con dulzura, el abuelito no está hace mucho tiempo… veo su cara de sorpresa, la escucho decir que no lo sabía… comienzo a ver que se le pinta la cara de tristeza… cómo me llamo mami, le digo con ternura para cambiar de tema… Fátima cariño, me dice con cierta dificultad, guapa… la sonrío… tu más, le contesto…

A dónde se va la memoria, me pregunto mientras salgo de esa clínica que ahora es su casa… esa en la que el enfermero es, según ella, su guardaespaldas… ese lugar en el que disfruta la comida, la misma que siempre se empeña en compartir en cuánto le dices que huele muy bien… es curioso, en eso sigue siendo igual que esa mami que conocí antes de que se le perdiera su memoria… antes de que esa Guerra Civil traumática en Madrid se le olvidara por fin, antes de que esos que somos su familia también se le olvidaran… dónde estará todo lo que se ha borrado, me pregunto encendiéndome un cigarro… dónde se guardará o se perderá… a dónde irá a parar lo que somos, lo que fuimos… lo que construye nuestra vida, lo que hace lo que somos…

Lo que hace que una mirada sea del mismo color pero completamente distinta… 

sábado, 3 de marzo de 2012

Quiero...



Respirar hondo sin que duela...

vivir sin pensar en la muerte...
crecer sin sentir que menguo…
llorar de alegría…
volver a un lugar dónde nunca estuve…
pensar en mañana sin hacerlo en ayer…
recordar lo duro que es olvidar…
descubrir una ilusión vieja…
revivir un momento que todavía no ha sucedido…

quiero…

ponerle música a los silencios…
dormir un despertar…
encontrar un hueco en la ausencia…
negar un sí…
sentir calor en mitad del frío…
soñar que se puede vivir en un sueño…
guardar palabras en el bolsillo…
atesorar minutos en una caja…
querer queriendo…

quiero…