jueves, 22 de marzo de 2012

Alexia y su historia de un sueño africano...





Khanimambo: gracias en shangana, lengua ancestral del sur de Mozambique.

"Dentro de nosotros, hay una cosa que no tiene nombre. Eso es lo que somos"
José Saramago


En esta noche de frío madrileño, no puedo evitar pensar en esas cosas que hacen que la vida cambie… en esas personas que, de alguna manera, pasan por tu vida para darte una auténtica lección… me vuelvo a Mozambique, recuerdo que me dijo en una de esas visitas mías al que era su restaurante… un lugar pequeño con encanto en mi calle, uno con sillas naranjas y detalles que convertían aquél local pintado en blanco en un sitio acogedor… ese Park que te recibía con una alfombra de césped artificial en la puerta era su casa, una en la que puse mi granito de arena para que se construyera… os gusta, recuerdo que preguntó la primera vez que comí una de aquéllas tostas ricas que preparaba… acababa de abrir, preguntaba con una cercanía increíble… hablando muy rápido, pensé que era porque estaba nerviosa con su estreno… a fuerza de visitar ese lugar con mesas bajas, descubrí simplemente que Alexia habla así… quizás porque dentro de ella viven tantas cosas a la vez que es imposible hacerlo más despacio…

Su Park no era sólo comida rica, también lo era su sonrisa de ojos azules cada vez que ibas… pronto descubrí más de ella, más de aquélla cría más joven que yo que también quería ser periodista… aquélla que tenía una moto tuneada con mil mariposas, aquélla que te contaba las cosas como si te conociera de toda la vida sin hacerlo de primeras… me voy a Mozambique, me contó en una de las últimas comidas de aquél verano que cambió su vida, con una mochila… aquélla comida se convirtió en dos horas de charla y acabó con un trozo de papel dónde me apuntó la dirección de su blog… para que sepáis cómo es mi viaje, me dijo… gracias a él viajé con sus ojos y gracias a él entendí entrado el otoño por qué ese Park seguía cerrado… tuve malaria, me decía como el que ha pasado una gripe… dos palabras que empezaron otra comida que duró dos horas durante las que me contagió de la magia de Mozambique… del valor de una cría de veintipocos viajando por el continente negro como el que se pasea por Valladolid… reconozco que sentí una envidia sana tremenda por su proeza, por la experiencia que aún con enfermedad había supuesto para ella… sonreía de una manera increíble, miraba distinto… era la misma Alexia que terminaba Periodismo pero muy diferente a la que me abrió las puertas de su Park sólo unos meses antes…

Me vuelvo a Mozambique, me dijo en una de las últimas comidas en el sitio dónde la conocí, hay mucho por hacer… charlando de sus planes me ofreció traspasarme  su negocio, un restaurante pequeño que se había convertido en un auténtico punto de encuentro… en una cita con las conversaciones agradables, con el ratito que siempre sacaba para acercarse a la mesa a preguntar si estaba todo rico… el preludio de un rato agradable, de descubrir a una persona diferente… no hubo despedida formal, sólo una última comida y un abrazo… eso sólo fue el comienzo de una época distinta, una en la que seguí su vida a través de una pantalla… de ese mismo blog que abrió la primera vez que se fue… supe así de su centro para niños, de su esfuerzo por arrancar felicidad en mitad del desastre… de sus parturientas y sus niños especiales, esos que sólo con sonreír borraban todas las miserias…

Hoy, cinco años más tarde de que Alexia empezara su sueño africano, he vuelto a reencontrarme con ella después de mucho tiempo sin asomarme a su pantalla… a pesar de que, curiosamente, el suyo es uno de los blogs que sigue este barco pirata desde que aprendió cómo se ponía esa aplicación en el blog… me he reencontrado con su sueño, con uno que en gran medida es una realidad que demuestra que el mundo se puede cambiar… me he reencontrado con sus niños con sonrisas que derriten…  con la increíble capacidad que tiene Alexia de contagiar de buen rollo aún contando una tristeza…  he sabido que ha sido madre, que ahora su alma se comparte todavía más a pesar de todos esos niños que ya la consideraban prácticamente eso… me he envenenado con sus sonrisas, con esa filosofía de su fundación de instar a que les ayudes diciéndote que muchos de esos niños quieren regalarte su felicidad… he vuelto a sentir esa envidia sana que sentí cinco años atrás cuando me contó su primer viaje… creo que me ha emocionado, sobre todo, recordar que a veces merece la pena creer… que a pesar de otros, hay gente que le da buen nombre a los sueños… a las fundaciones que, como creí en su día, realmente demuestran que está en nuestras manos cambiar el mundo… leyendo a Alexia esta noche de marzo, he leído mucho amor… por lo que hace, por su causa… por esos niños que cada vez que dicen Khanimambo no sólo agradecen sino que además lo pronuncian sintiendo el calor de la esperanza… con sonrisas, con la de Alexia entre ellos… confieso que esta noche he sentido mucha más admiración por ella… sabiendo que, a pesar de que un solo mosquito la separa de volver a sufrir una enfermedad, sigue allí para cumplir su compromiso con la vida… con esos pequeños que aprenden y comen y sonríen…

En mi otra vida de gata, leí un libro que pensé en mandarle a su nuevo hogar de Mozambique a pesar de que sigue en la estantería de mi casa… “Mama Tenga”, una historia de una mujer que como Alexia se lió la manta a la cabeza para cambiar África… qué tendrá África, me digo a mí misma en esta noche en la que me encantaría saber lo que es sentir ese lugar a 8.500 kilómetros de Madrid donde la vida es más vida a pesar de lo demás…

Creo que el día que le picó aquél mosquito, la envenenó de África…  
Khanimambo, Alexia… por el calor de tu Park, por el calor de ese otro hogar donde futuro puede escribirse en uno de los cuadernos de tus niños… quizás eso que marca tu brújula es lo que hace de los sitios hogares y de los sueños sacos de fe...


Os dejo su campaña y su web... merece la pena contagiarse de un sueño...




Foto | Khanimambo

3 comentarios:

Alexia dijo...

Querida Fátima

¡Qué cosas tiene la vida para los que cargamos con la sensibilidad de los que la han abandonado!

Casualidades que hacen que todo encaje. Ayer por la noche me pregunataba ¿por qué este mosquito puñetero ha vuelto a mí después de casi 5 años?

Durante este tiempo, algunos compañeros han escrito sobre este sueño, pero ninguno de ellos, ninguno lo ha hecho con tanto cariño y sinceridad.

Gracias por tus palabras, que me emocionan mucho más de lo que te puedo explicar hoy bajo los efectos de esta quinina, no tuve esta conexión tan verdadera con todos los clientes de Park, pero sí con algunos que como tu habéis mantenido el recuerdo de aquellos días con el mismo cariño que yo. Recuerdo perfectamente todos los mometos que comentas en este post tan bonito.

Creo que la vuelta de este mosquito ha servido para reinyectarme de la fuerza de África. Gracias Fátima, por ayudarme a entenderlo!

Fátima dijo...

Mi querida conquistadora de los corazones de África...
no sé ni qué decirte... salvo un khanimambo enorme a ti por ser así, por enseñarme muchas cosas en la época del Park y ahora a través de una pantalla...

Deseo que de ese mosquito cabrón que volvió a tu vida sólo quede ya el chute de energía de sentir que estás dónde tienes que estar... la vida de esta calle no es la misma desde que el Park no existe, pero puedo decir sonriendo que sé que el mundo salió ganando con tu ausencia en Galileo...

Te mando un beso inmenso desde el mismo sitio de siempre...

Unknown dijo...

Los Angeles existen y están entre nosotros.... Dios te toco el corazón y el alma para que fueras especial y repartas amor y enseñes a ser felices.
A veces nos quejamos porque no nos pico ese mosquito pero te puedo asegurar que nos picaron otros muchos en la vida. Nos mataron... Nos resucitaron y creiamos que salíamos de esa experiencias un poco mejores.
Gracias a Fátima te he conocido.... Eres un Angel... Me llegó tu luz. Khanimambo.