jueves, 28 de mayo de 2009

Me voy de gira!

Sentada en el patio del hotel donde duermo hoy, escucho a Bebe… sale de la ventana de una de las habitaciones del grupo de músicos al que “asisto”… nadie puede hacerme daño dice esa canción que tanto me acompañó hace unos años… una canción que marcó un verano extrañamente divertido, una época de comunión absoluta con la vida y con mi rubia… sin embargo, estoy lejos de ese mundo burbuja que tiene esa banda sonora… tan lejos como que mi culo está sobre el suelo del patio del hotel de Alcalá de Henares donde duermo esta noche… me voy de gira, pienso mientras fumo, qué rockanrolero suena… me tengo que reír, nada que ver… veintiocho músicos venezolanos… hormonas con patas… virtuosos de instrumentos de viento de metal tan impronunciables como la tuba… tuve que buscarla en el Google para saber qué coño era aquello… mi memoria no alcanzaba a recordar el instrumento que, seguro, aprendí en clase de música… respiro, inspiro… he sobrevivido al primer día, me digo, pero todavía quedan dos semanas más…

El comienzo de esta aventura fue de lo más singular… al volver de Colombia, a través de la que fuera la única persona que sin apenas conocerme trató de hablar conmigo durante meses… daba igual que no la respondiera nunca, ella de cuando en cuando lo volvía a intentar… escribirle un mail a esa amiga extrañamente desconocida fue una de las cosas que tenía pendientes antes de dar el salto al otro lado del charco… y por eso estoy hoy aquí… a punto de recorrerme España en autobús con un grupo de chicos con muchas ganas de cachondeo… yo también fui así, pienso cuando les pido que si no duermen al menos disimulen… cómo un búho como yo, me pregunto, trata de hacer dormir a otros… no tengo nombre, me llaman “la periodista”… mi labor como relaciones públicas es lograr que salgan en los medios… una de las ramas de mi profesión que menos me gustan y que, sin embargo, más suelen darme de comer… eres una jodida, me decía una buena amiga hace poco, para no gustarte no veas lo bien que se me da… lo pienso… me hace gracia… vendo historias, es lo que hago… y, de alguna manera, me gusta pese a repetir 200 veces el mismo rollo… lo complicado del tema es que, como no en mi mundo de casualidades, he salido a muerto por nota de prensa… sí… yo mandaba algo a los medios, alguien se moría… primero Antonio Vega… joder, pensé, pese a que desearía que fuera eterno hace dos décadas que podría haber pasado y pasa el día de mi nota de prensa… con la segunda murió Benedetti… el director de cultura de un periódico nacional no pudo por menos descojonarse… es mandar tú algo, me decía, y yo tengo un fiambre… le propuse no mandarle nunca nada más si publicaba algo… no te queda más remedio, le decía muerta de la risa, si no te veo escribiendo únicamente necrológicas… cuán negro puede ser el humor cuando te ríes de ti misma y tus circunstancias…

El día del concierto llegó… y, por algún motivo desconocido, los astros se alinearon para darnos por el culo… a eso se le sumó la final de la Champions League… contra el fútbol, nada puede… cuando el cámara de Telemadrid apareció en el Corral de Comedias de Alcalá –media hora tarde, por cierto- casi le planto un beso en los morros… me acabas de hacer madre, le dije con una gran sonrisa, grábame a los niños que están todos muy ilusionados con su gira… si de algo me he dado cuenta con esta gira, es que mi profesión está mucho más jodida de lo que yo creía… cosas de la música, el concierto terminó… con pocas personas en el patio de butacas, sí… pero tengo que reconocer que, quizás, sería la magia de ese Corral con tanta solera o sentir por primera vez a qué demonios sonaba eso que yo vendía por teléfono a desconocidos… pero lo cierto es que, a pesar de todo, salí de allí con una sensación especial… pese a los nervios… pese a que esa amiga que me metió en esta aventura se desollara los pies recorriéndose la bendita ciudad de Cervantes… pese a que la coordinadora de todo este sarao –que ya se llama Nagasaki para mí, sobra la explicación- casi fallezca en el intento… ellos habían tocado, la gente había disfrutado… sobraba todo lo demás…

Llegamos a cenar… en la tele, como no, el partido… todo el mundo loco por ver al Barça… Messi es un auténtico ídolo de masas en Venezuela, cosa que descubrí cuando marcó su gol del partido… no saben los culés el filón que se están perdiendo en el país de más allá del mar… simplemente, los sienten… los adoran… son su equipo y de nadie más… curiosidades dulces de la vida… más cuando, en ese momento de mi vida, animaba al Manchester United y me alegraba a la vez de que el Barça estuviera ganando… uno de los representantes del “Sistema” –que es como se llama esta fundación… sí, da un poco de miedito o al menos a mí- decidió que yo no debía fumar más… reclamarle que me devolviera el paquete que me había escondido se convirtió en todo un acto de galantería de abuelito… en Venezuela a las mujeres bellas no se les deja fumar, me decía muy serio, y usted es muy linda… pues en España, le contesté yo con mucha guasa, a las guapas y a las feas se les permite… me lo tuvo que devolver… no sé si por mi respuesta o porque le amenacé con ir a la máquina a por otro paquete…

He sobrevivido al primer día con “mis niños de Venezuela”, como les llamé todo este tiempo de atrás… hombres ya que de niños no tienen nada… la representación femenina se reduce a unas pocas chicas… he sobrevivido a esta locura de música, alteración y descontrol… y, lo que es todavía mejor, lo he disfrutado… y mucho…

miércoles, 20 de mayo de 2009

Cincuenta días

Por suerte o por desgracia, hay muchos días vacíos en mi última época vital… si alguien me preguntara qué hice en octubre del año pasado, simplemente, no sabría contestar… supongo que algo, entiendo que nada… no lo recuerdo… tan sólo, lo borré de mi mente… lo arrinconé en alguna parte de esta jodida cabeza que tiene vida propia y a la que todavía le busco el botón de apagado… supongo que la mente es así de curiosa… cuando algo duele, lo borra… cuando sufres, lo borra… cuando no quieres recordar, lo borra… y así día tras día… mes tras meses… demasiados meses, me digo, tantos que nadie se los merece… nadie…

Pese a mis lagunas mentales, ahora llevo una cuenta… una cuenta especial que sabe a esperanza pese a los momentos de tormenta… que sabe a vida, a mucha vida, en apenas nada de tiempo… qué distinto se ve todo cuando, simplemente, miras más allá de ver… cuando sientes más allá de dejar pasar el tiempo… cuando logras, incluso, pasarte una tarde entera llorando aunque no tengas un motivo real… únicamente, quizás, por el mero hecho de sacar de ti eso que parece no encajar… eso que parece haberse quedado a vivir y que rechazas… quizás por eso ahora llevo la cuenta… sí… apenas cincuenta días… no llega a dos meses… un tiempo que me sabe a triunfo… a carta urgente sin destinatario… a una meta personal que, por encima de todo, es sólo mía pese a que busque ser compartida…

Estos 50 días son mis días de desintoxicación… de tanto pasado… de una lucha inútil contra los molinos… ojalá alguien luchara así por mí, pienso a veces… para sentirme, simplemente, tan importante como para provocar semejante guerra personal… la he librado conmigo misma y ahora, cuando he llegado a este primer ecuador, me doy cuenta de que no ha sido tan difícil… que no me ha costado tanto trabajo… quizás sea la primera de mis decisiones últimas, el primero de mis puñetazos sobre la mesa… iba siendo hora, me dice ese poquito amor propio que tengo escondido en alguna parte, por fin te has despertado… antes temía que fuera un espejismo, ahora simplemente sé que es una realidad… como me dijo un buen amigo, es momento de cerrar capítulo…

Durante mucho tiempo, he visto a través de los ojos de otro… he sentido a través del corazón de otro… he pensado en la vida de otro antes que en la mía… me he culpado de las heridas de otro… he permitido que se me culpe, sí… y me lo he creído… cada cual que cargue con su propia cruz… la de sus errores, la de su conciencia… la mía, por fin, ha logrado estar quieta… quizás porque he puesto las cartas sobre la mesa… porque he logrado ver la realidad y no rebelarme más contra ella… para qué, me pregunto, si no hay más ciego que el que no quiere ver… me lo aplico... me he alejado de esos momentos en los que, simplemente, buscaba respuestas donde no las hay…

No, no me he rendido… la vida no es para cobardes… tan sólo es cuestión de echarle pelotas… de poner el alma en lo que hagas… de enfrentarla cogiéndola por las cuernos aún sabiendo que te van a pegar una cornada… de caer rendida, sí, ante la evidencia… de sentir que has perdido una batalla pero que la guerra sigue quedando por delante… morderé el polvo, no digo que no… pero también sé a qué sabe la gloria… sé a qué sabe que tu gente te quiera… sé a qué sabe tener amigos incondicionales que te dicen grandes verdades y soportan tu caída contra el suelo… que te apoyan en tus locuras para luego recoger tus pedazos… sé qué es que respeten cómo sientes, cómo vives, cómo piensas… sin juzgarte, tan sólo compartiendo contigo el vuelo y esperando a que vuelvas… sé qué es desengancharte del horrible vicio de amar sin que nadie te lo devuelva, sin sentir ese calor… sé lo que es empezar una vida de cero en el mismo lugar donde alguien la dejó… y quizás, sólo por eso, soy un soldado que sabe que volverá a casa cuando todo acabe…

Un puñado de días, sí… apenas cincuenta… pero son míos, nada más… y, pese a sus noches, he logrado hacer mis propios deberes… cumplir con mis tareas… recuperar eso que dejé atrás sin merecerlo… eso que permití que alguien me robara de manera consentida… sí, son 50 días… los primeros de muchos, los últimos de algo…

martes, 19 de mayo de 2009

Tango del soy

Por todas esas etiquetas con que cargamos… sin darnos cuenta… de manera inconsciente o no… todas esas que nos hacen ser quien somos... esas que dicen los demás que somos, esas que sentimos… todas esas etiquetas suman lo mismo que las letras de un buen tango... un ritmo que ha de bailarse lentamente… apretando contra sí el cuerpo del otro… sintiéndolo con el estómago…

Kamikaze emocional, una auténtica terrorista… de las que no calculan la onda expansiva… de esas que, simplemente, se la juegan
Loca en mi manera de vivir… en mi manera de sentir… en mi manera de mirar… loca en susurros, loca a gritos…
Amiga de mis amigos… leal … un alma de perro en el cuerpo de un gato… enemiga respetuosa… relativa…

Soy espía jubilada… dinamita, dijo Nela
Anciana, joven… insomne
Soy princesa destronada… compañera de café
De piso... de vida
Pasional... visceral...
Una escorpio siempre en fin de mes…

Gata en un tejado de Madrid… gata en el tejado de cualquier lugar… con las raíces hundidas en los sitios a los que me siento atada…
Yonkie de mi gente… de las emociones… del absurdo vicio de vivir… de sentir… de las sensaciones…
Brújula con Norte… coordenada de un pequeño mundo que es sólo mío… reina sin bandera de un país encantado…

Soy una lunática empedernida…
Hija, hermana, nieta, sobrina… prima…
Soy la que a veces hace de Celestina…
Filósofa en horas libres… bombera para mi editor

Una eterna sonrisa... una Tonta sin Fronteras
La sombra de la que fui… el reflejo de lo que soy

Mujer tirita para las heridas… ajenas o propias… una salvavidas que, según algunos, transmite paz…
Anticristo para alguno… gran mujer para otros…
Jugadora fuerte de las casualidades… bomba en un callejón
Memoria de pez prodigiosa para el día a día… memoria de elefante blanco para los recuerdos inútiles…

Soy una Sally que no busca a Harry…
Juana de Arco… amante de causas perdidas
Soy mascota de parejas…
Amiga del alma… amiga desaparecida

Una inconsolable lágrima...
Un alma hippy…

Funambulista de emociones… de recuerdos… curiosa cronista… una Amélie, como me llamaron... una idealista convencida...
Amante de sueños imposibles… mujer de segundas oportunidades… de convicciones entregadas… de estupideces máximas…
Exploradora de personas… adepta de conocer… de comprender las cosas de este extraño mundo…
Manzana prohibida para quien se niega sentir… regalo para quien tan sólo lo desea…

Soy adicta a lo real… adicta a la verdad
“Bebé” del bar de Manolo… la que siempre se busca la vida
Soy la que sueña despierta… la que vive dormida
Contadora de historias… coleccionista de cuentos

Veneno para la cobardía... antídoto para el valiente
Una encantadora de palabras…

Sea lo que sea, soy lo que soy…
Infierno, cielo… calma, tormenta
Princesa encantada… bruja sin poderes

Mucho corazón... poca cabeza

Si pudiera decir todo lo que soy, simplemente no sería...



domingo, 17 de mayo de 2009

Una noche de San Isidro en Madrid

Me van a medir los oblicuos, dijo Carmen quedándose más ancha que un reloj… no pude evitar el ataque de risa… tengo que apuntarlo, le dije mientras buscaba el cuaderno dentro de mi bolso… llevábamos ya un par de cañas… sin comerlo ni beberlo, habíamos formado un extraño clan en una de las terrazas de la plaza de Olavide… uno de los lugares donde más a gusto se está en esta ciudad cuando empieza la primavera… lo que sería una plaza sin más se inunda de terrazas… respira a Chamberí, a castizo y a costumbre... tan sólo una calle lo separa del barrio de Argüelles, curioso, el ambiente distinto… la plaza se llena de gente de todo tipo… de familias con niños que cenan la tradicional ensalada con tortilla de patata… de jóvenes –y no tanto- que se dan cita para tomar cañas… puede ser por el mero placer de compartir la tarde o, incluso, como antesala de salir por la noche… da lo mismo… esa plaza tiene un espíritu especial… el de las grandes tardes de conversaciones, sonrisas y alguna lágrima…

De la manera más improvisada, allí estábamos… donde has estado metida, me decía Carmen, te he llamado muchas veces… Carmen es amiga de una amiga pero, por algún motivo, desde los primeros San Fermines juntas hicimos muy buenas migas… parece una vírgen de cualquier lienzo del Renacimiento… con sus ojos claros, su piel pálida, el pelo rubio ondulado… María me dijo que estabas perdida, me dijo mirándome preocupada, pero que antes o después aparecerías… pensé en ella… en esa amiga que veía dos veces en una semana, sin poder dar crédito, después de tanto tiempo separadas… venía vestida de Maritrini –como la bauticé-… con su camisa a lo baby doll blanca metida por dentro del vaquero y su sonrisa Colgate… ella me conoce bien, pensé, pese al paso de los años… aunque no lo comprenda, ha aprendido a respetar esos momentos en los que simplemente me come la tierra… en los que por más intentos que haga, no es capaz de oír mi voz… es curioso… deja pasar cierto tiempo… y después, un día, acierta llamando…

Mi prima se unió al cabo de un ratito… venía de ver a un grupo de teatro en la plaza de Luna… me gustó que se uniera al clan porque me recordó una noche, hace 5 años, en la que acabamos en un garito más que peculiar… uno de esos que llaman “desguace” y a los que van sesentones/ setentones a ligar… a ella, la estrella de la noche –un tal Manolo Campo vestido con una camiseta de rejilla y con un gato muerto por peluca en la cabeza- le dedicó un más que seductor playback de “Cocidito madrileño”… sí, era su canción estrella… de pronto, estábamos de nuevo juntas las protagonistas de aquélla noche de surrealismo… de una noche que terminó de día desayunando en un sitio cerca de mi casa donde, un sábado a las 7 de la mañana, te sirven un pollo asado… sí, curiosidades de esta ciudad… hablábamos de todo… nos reíamos… con una caña de Mahou, con una tarde mayo…

Al rato se unió Pepe, el novio de Carmen… un chico italiano al que conocí en unos San Fermines de hace 6 años… las vueltas que da la vida, pensé mirándoles, ellos que ni se imaginaban que acabarían juntos… una noche de esas fresquitas comenzó a caer sobre Madrid… una noche que trajo Eurovisión, con todo lo que conlleva… cada vez que íbamos al baño, teníamos que sortear a un tío que había dentro del bar… sí, se estaba dedicando a imitar todas las coreografías de la noche… un espectáculo digno de querer hacer pis muchas veces… nos unimos con Pons y Naia para tomar la primera copa en La Palma… una copa rápida que decidió que era momento de bailar, de meternos de lleno en el ambiente de la noche… el Copérnico, ese lugar al que hacía años que no iba, se presentaba como la mejor alternativa… Laspiur prometió unirse más tarde, la parejita optaba por terminar la copa con una retirada… así que nos fuimos las tres… para descubrir a la peor go-gó que habíamos visto jamás… de esas que no se mueven… que, como dice Pons, enseñan las muñecas al bailar… pompas de jabón caían del techo y decidimos que aquél era nuestro lugar…

Con la segunda copa, descubrimos que estábamos en medio de una despedida de soltero… había un extraño individuo que llevaba un pato de peluche sobre la cabeza… entendimos que era el novio y que, además, estaba encantado de llevarlo… Naia fichó a dos representantes del país del Sol Naciente, su más reciente conquista de trotamundos… nos asaltó un grupo de militares canarios con mucha guasa… de esos sanotes que, simplemente, quieren llevarse de vuelta a su isla un montón de fotos con un montón de chicas… estaremos en algún álbum, pensé, y lo curioso es que no sabrán ni nuestros nombres… me reí… a veces la vida no es cuestión de etiquetas, tan sólo de momentos… Laspiur se sumó y pudimos bailar la rumbita de turno… qué sería de nosotras sin una, me reía para mí…

A eso de las cinco, decidí que había llegado el momento de decirle “ciao” al señor Brugal y a aquél barco pirata que es el Copérnico… el mío me estaba esperando… me despedí de Laspiur con un abrazo pidiéndole que me mandara un mensaje cuando llegara… volví en zig-zag con Melendi chillándome en las orejas… poniéndole banda sonora a una vuelta a casa… haciéndome sonreír sin ninguna razón...

No es tan malo quedarse en San Isidro en Madrid, pensé… el primer puente en años que estoy aquí, calculaba mientras entraba en portal con el travesti del cuarto... una rubia que siempre va muy desnuda y que lleva escrito en la frente "En mi vida anterior fui un hombre"... este es mi barrio, me dije, mi pequeño Madrid dentro del gran dragón...

viernes, 15 de mayo de 2009

Las mariposas de Manolo

Mi día no sería tal si no bajara cada mañana al bar de Manolo… llamarle “bar” es, cuanto menos, hacerle un favor… porque si algo es cierto es que ese pequeño espacio de la galería comercial de debajo de mi casa parece cualquier cosa… si el local ya es, de por sí, peculiar su regente –Manolo- lo es más todavía… cincuentón, portugués, siempre con camisa y chaleco de punto… más burro que un arado… un tierno en potencia que se escuda detrás de muchos comentarios sexuales con todas las mujeres que pasan alrededor y una sarta de tacos que nunca para… si algo maneja Manolo del castellano son los tacos, con una soltura bárbara de hecho… pero pese a todo, a mí me gusta bajar a verle… me gusta porque después de decirme cada mañana “hola mi chica” –que es como me llama- no me pregunta… tan sólo me pone el café y el vaso de agua… esperando, y lo sé, a que salga de la modorra de recién levantada para ponerse a charlar conmigo…

Ayer fue una de esas mañanas habituales en las que yo me siento, saco mi cuaderno y me pongo a escribir… él, como cada mañana, me puso el café con leche y mi vaso de agua… tienes cara de sueño mi chica, me dijo… le conté que no había dormido, que la noche había terminado para mí a las 7 de la mañana y tan sólo eran las 11… una de mis noches de insomnio ya sabes, le contesté… el búho que vive dentro de mí a veces decide regalarme un día interminable… para pensar, para escribir… para que esta cabeza se ponga en marcha sin poder detenerla… estábamos en víspera de puente y quizás por eso él estaba de un humor mejor que de costumbre… se marchaba a Portugal, a su pueblo… para celebrarlo, se puso un vasito del licor que le traje de Colombia… le miré con cara de cachondeo… sólo para las ocasiones especiales, me sonrió mientras bebía…

Cuando mi letargo y yo habíamos sobrepasado el medio café, era momento ya de charlar… él lo sabe, por eso no me incordia hasta que rebaso ese límite… le noté especialmente contento y no pude más que preguntarle… sí es que me voy al pueblo, como tantas otras veces pensé, pero este fin de semana está ella… sonrió… se me quedó cara de poker, he de admitirlo… no sabía quién era la misteriosa “ella”… y más cuando él siempre va al pueblo con su mujer, María… de la que no dice nada bonito nunca y con la que mantiene una extraña relación… ella, me decía, es una chica que es la mujer de mi vida… oírle decir eso a un animalito como es Manolo, a ese hombre que siempre dice alguna barbaridad y que manda a tomar por el culo a su mujer cada vez que ella aparece me chocó… y, sin siquiera preguntar, Manolo comenzó a contarme su historia… la historia de una chica de la que siempre estuvo enamorado… cuando éramos jóvenes íbamos juntos a todas partes, me decía sonriendo, y en las fiestas siempre la saco a bailar… me contó que sus padres eran amigos y que, incluso, el padre de ella quería casarlos cuando apenas tenían 20 años… luego él vino a buscarse la vida a Madrid y ella se marchó a Zamora… se reía… pero en su risa había sin duda un poquito de pena… un poquito de nostalgia por lo que no pudo ser… o, quizás, por lo que quiso que fuera…

Cada vez que la veo, me contaba, me pongo nervioso sin saber por qué y me la como con los ojos… y ella, le pregunté yo… ella también se pone nerviosa, se descojonaba, parecemos dos gilipollas y mi pueblo es tan pequeño que nos vemos mucho… nunca había pasado nada entre ellos, nunca nada más allá de esas mariposas en el estómago… yo ejercía de consultorio amoroso gratuito, al principio con mucha guasa pensando que no soy la más indicada para dar consejos… hasta que me di cuenta de que lo que me estaba contando era real… que sufría por una mujer que ya estaba casada y tenía una hija… todos los años en las fiestas la saco a bailar, me decía sonriente, y todos los años quiero preguntarle si se iría conmigo… el temor a que ella se lo tomara mal es lo que hace que Manolo no se decida… quizás ella es feliz con su marido, me decía ya con el segundo vasito de licor, y por eso no me atrevo… si me quedara viudo mañana iría a buscarla, me espetó, o si se quedara viuda ella…

Como no quería que me fuera, me invitó a otro café… un café que, dadas mis circunstancias insomnes, recibí la mar de bien… nos complicamos mucho la vida, me soltó de golpe… yo sólo pude sonreír… a mí me lo vas a contar, pensé para mis adentros, más cuando las cosas pueden hacerse de una manera sencilla… volvió a “matar” a su mujer mentalmente para sentirse viudo, para volver a imaginar cómo sería proponerle a esa mujer que se fuera con él… yo me iría al pueblo, me decía muy serio, si hiciera falta me iría donde fuera… le miré mientras pensaba para mis adentros que esa misma frase yo también la sentí… nunca se sabe Manolo, le dije creyendo firmemente en mi frase, la vida da muchas vueltas y aunque, sea una frase hecha, nunca es tarde para nada… ya, me contestó mientras se servía el tercer vasito de licor colombiano de la mañana sin siquiera mirarme, a lo mejor algún día… quién sabe, le contesté yo con nostalgia, tal vez algún día…

Me despedí de él deseándole un buen viaje… diciéndole de manera cómplice –María, su mujer, ya había llegado sin siquiera mirarle a la cara- que disfrutara de los días de descanso… lo haré, me contestó con una gran sonrisa... volví a casa con la extraña sensación que te dejan las historias que no se viven… las que, tan sólo, se desean más que nada en el mundo… esas que, quizás, nos alimentan por dentro de la manera más secreta de todas… pasiones, pequeñas o grandes, que nos hacen felices con tan sólo un baile… con tan sólo un par de miradas… con la ilusión de un reencuentro con un metro de distancia…

jueves, 14 de mayo de 2009

Un ramo de hierbabuena

Ya era de noche… volvía a casa después de haberme dado un paseo… después de haber charlado sobre nada con el carnicero… es simpático o, al menos, intenta serlo… también me había pasado a comprar media sandía… hola niña, me dijo la cajera de esa minúscula esquina con fruta rica y jodidamente cara… charlé con ella hasta que comenzó a llegar gente… casi las diez de la noche y éramos muchos los que a esas horas hacíamos las últimas compras del día… Madrid es así, pensé…

Volvía a casa pensando en nada con mi cena fresquita en una bolsa… pareces una auténtica morita, me dijo la voz de Alí al llegar al portal… me reí… pantalones bombachos verdes, camiseta negra y un pañuelo del mismo verde… para mí ya es verano y mi calzado oficial son las sandalias… en Marruecos, me dijo, todas las chicas llevan esos pantalones porque son cómodos… no lo sabes bien, pensé para mí, no sabes lo feliz que vivo yo desde que se llevan… me preguntó si me habían dado mi regalo… cuál, le pregunté con sorpresa… entró en el cuartucho que hace las veces de conserjería y sacó una bolsa verde de una marisquería… me reí… como saque un bicho de ahí igual me muero de la risa, pensé…

Sin embargo, de la misma bolsa verde salió un enorme ramo de hierbabuena… me lo tendió para que lo oliera… te lo traje el otro día, me dijo mientras me enseñaba el contenido de la bolsa al sacarlo, para darte las gracias… para hacer té de mi tierra, me sonreía con sus pocos dientes, para que puedas hacer té moruno… en ese preciso instante, aluciné… el viernes pasado, al volver de mi encuentro con Palita, le encontré aquí… sólo tenía que hacer el turno de tarde pero el compañero de la noche no apareció… ese hombre está mal, me dijo aquélla noche preocupado… Alí llevaba 8 horas trabajadas y otras 8 por delante… quieres un café, le pregunté… y se lo bajé antes de meterme en la cama… esa misma noche, hablamos del té… y, para que pudiera prepararlo en casa, me trajo todo lo necesario… no entendía semejante detalle, pero el hombre decidió incluso darme la receta para cocinar un auténtico té moruno…

Subía en el ascensor oliendo la hierbabuena… recordando la mata que hay en la esquina de la casa de Acevedo… esa que hacía oler esa parte del jardín… llevaba mi ramillete de hierbabuena con el mismo orgullo que si me hubieran regalado un ramo de flores, igual… y nada más llegar a casa, no pude resistirme… tuve que probarlo… flipé un poco con la caja del té… escrito en arabescos aparecía “Bouraza” y la imagen de un tipo rollo jeque árabe que –os lo juro y no es cuestión de prejuicios- tiene un parecido asombroso con Bin Laden… justo encima “China Green Tea” y letras chinas alrededor… y, cuando lo giro para leer todo lo que pone –manía personal que hago con todo-, descubro que se distribuye desde Toledo… menuda movida, pensé mientras preparaba una tetera… después de servirlo en un vasito de té marroquí –que a la menda la encantaron en su día-, le bajé una taza a Alí… estaba sacando la basura, así que le dejé todo el kit en conserjería y me vine a casa…

Mi buena intención se encontró con una hoja de reclamaciones al día siguiente… el bueno de Alí me enganchó nada más salir del ascensor… Fati demasiado flojo, me dijo muy serio, has puesto demasiado poco té… volvió a explicarme el tiempo de cocción… me corrigió en eso de echar la hierbabuena a hervir… no no, gesticulaba abriendo mucho los ojos… así le quitas el sabor, me decía horrorizado… hasta el lunes libro, me dijo, pero el lunes seguro que ya sabe a té moro de verdad… para que sepa a té, me decía, tienes que pasarlo de la tetera al vaso y del vaso a la tetera durante 10 minutos… no puede haber prisa, me decía como si estuviera cometiendo un auténtico sacrilegio… luego sabe a té, alegó rotundamente, si no sólo es agua…

Me despedí riéndome, él no tanto… no te la juegues nunca con un mal té, pensé… para él era más que una simple bebida un auténtico rito… y yo, que soy una alumna muy obediente, me he propuesto como algo casi personal que Alí me dé el visto bueno… así me vea basculando té de la tetera al vaso diez minutos… lo conseguiré, estoy segura… aunque sólo sea para evitar que me vuelva a regañar…

miércoles, 13 de mayo de 2009

De llamada a llamada: crónica de una tarde de miércoles

Colgué con la extraña sensación del disgusto… con las ganas de volver a marcar para tratar de hacerle entender a esa otra parte del mundo que no hay mal en que seamos distintas… nos separan muchas cosas, sí… pero nos unen muchas más… de una manera indivisible, protectora y exigente… me encanta discutir, lo confieso… como a mi abuelo, me sonreí, tan sólo por el mero placer de hacerlo... me parece uno de los deportes mentales más sanos que existe… pero, para ello, el interlocutor ha de comprender que tan sólo se trata de un entretenimiento… colgué sabiendo de su examen… pensando en que para mí la conversación sólo había sido poner las cartas sobre la mesa… sabiendo que para ella había sido un absurdo batacazo… sentimos de manera distinta, pensé… yo simplifico al máximo, ella lo agiganta… la quiero así, cómo es… con sus malas caras cuando le dices lo que no quiere oír… con sus carcajadas cuando le digo alguna barbaridad… y, precisamente por eso, no soporto saber que sufre… que se disgusta… que siente pena… más todavía cuando las cosas no son tan grandes… más todavía cuando, para mí, aquello no estaba siendo así de importante…

Con la mente puesta en el gimnasio, me llamó una de esas amigas perdidas que siempre vuelven… el barrio y yo te echamos de menos, le dije hace poco… la he perdido un poco la pista desde que se mudó a Carabanchel y abandonó el barrio que compartimos tanto tiempo… en el que crecimos en gran medida… ese que tantas cosas nos ha visto vivir… pero era ella, estaba aquí… no se me ocurría mejor plan que verla y tomar un par de cervezas… le he dicho a Álvaro que esta noches es mía, me había dicho por teléfono… y recordé cuántas noches de jueves compartimos durante dos años… era nuestra noche de la semana, siempre quedábamos… y siempre hacíamos lo mismo… el Iron –un bar de universitarios donde un colega curraba de camarero-, un par de copas y mucha lengua sobre nuestras vidas… me gustaba aquélla tradición que se convirtió en credo durante un tiempo… mientras me contaba su vida, la miraba… cuántos años hacía que éramos amigas… muchos, pensé… más cerca, más lejos… siempre nos habíamos buscado para sacar un rato… después de pasarle revista a su vida, tocó pasársela a la mía… nos reímos… vente un día al plató, me dijo… como en los viejos tiempos, pensé… esos de un paso adelante… esos en los que Xeraco, Pamplona o mi casa nos parecían los mejores refugios del mundo…

Me trajo a mi casa, está estrenando coche… conozco esa sensación y entendía su felicidad… hasta pronto, pensé, me ha encantado verte… y me ha encantado, me dijo esa vocecita que es mi mente, que me veas así de bien… volví a casa sonriendo, pensando en prepararme un té moruno… preguntándome cómo estaría el disgusto con el que empecé la tarde… miré la hora, no puedo despertarla aunque me apetezca muchísimo en este momento saber cómo está… mientras preparaba ese té ansiado al que tengo que cogerle el punto, abrí esta ventana al mundo y encontré un mail que no esperaba… un mail que me hizo reír, sonreír y suspirar… estás loco, pensé, pero no serías tú sin tu locura… me gustó leer esa esencia en unas personalísimas líneas de mail… me recordó un regalo, me acordé de un viaje pendiente… me gusta esta extraña complicidad que vive pese a la distancia de los años, las cosas de la vida y los kilómetros… Pons se reía al otro lado de mi oreja mientras yo divagaba gracias a las Mahous que me había apretado… hablando de algo que no recuerdo, tuvimos un silencio… qué triste aquéllos que se creen libres cuando en realidad son esclavos, dije quedándome la mar de ancha… la apunté en el muro que ilustra este momento de mi vida... el Athletic de Bilbao iba perdiendo por muchos goles en la tele… el primero y único del partido lo había visto en un bar, recordé, y fui la única que lo cantó… la rubia llegó desde su agridulce ilusión a través de un mensaje… leí emoción en la pantalla de mi iPhone -puto iPhone-… como dice alguno a mí no me gusta el fútbol, me decía, me gusta el Athletic … mañana era juernes, pensé para mis adentros... es primavera y no sólo en el Corte Inglés... mañana salimos, le dije a Pons, nos hace falta una noche de copas…

Cuando colgué sentí que, cada pequeña comunicación de mi día había tenido sentimiento… ilusión, alegría, pena, cariño… sonrío pensándolo… sintiendo que, de alguna manera, el pequeño mundo que me rodea me da de comer… un mundo que me hace increíblemente cómodo este vicio de vivir…

lunes, 11 de mayo de 2009

Paranormalidad de una tarde de lunes

Hoy durante un rato he sabido lo que es ser invisible… sí… al tratar de entrar en El Corte Inglés, la puerta no ha reconocido mi presencia… no, no he chocado frontalmente pero me ha faltado poco… yo plantada delante, la puerta que decidió que no se abría… ha tenido que llegar una señora unos 20 centímetros más bajita que yo y abrirla… creía que me miraba con mucho cachondeo… claro coño juega con ventaja, he pensado… por lo que sea el sensor a ella sí la reconoce… ha entrado como la reina de Sabbah mientras el guarda de seguridad se sonreía… no, la sonreía a ella... mi presencia había pasado desapercibida... sí, ahora soy invisible… no sé lo que durará, pensé, pero tengo que vivirlo hasta que se me pase…

Me movía entre la gente disfrutando de esa invisibilidad… de pronto recordé esa extraña felicidad que tengo sin que exista el motivo… era el don de la clarividencia, de golpe había decidido quedarse conmigo y volverme a hacer visible… el tiempo jugaba por primera vez a mi favor, pude olerlo en ese momento… así lo sentí y, quizás, esta extraña sensación mía de que va a pasar algo bueno sea simplemente que ya ha pasado… que soy capaz de mirar en la bola de metacrilato sin temer a lo que venga… tener ese don me dio una paz inmensa dentro de este descontrol mental y vital que es el circo en el que habito… me reí… sin él no sería yo, sin mí ese mundo tampoco existiría… también pude leerle la mente a un sesentón que pasó a mi lado... sí señor, murmuré, el escote es sólo mío y natural...

Tengo la letra para mi tango, pensé descojonada… tomé las primeras anotaciones en mi cuaderno sentada en el parque de enfrente de mi casa… podía leer a través de ese papel lo que estaba ocurriendo… el tiempo se paró… pero yo seguía en movimiento… podía congelarlo… mantenerlo tal y como se quedaba en el momento que lo decidía… sólo para los demás… yo podía moverme… volvía a moverme más incluso por dentro que por fuera… me gustaba la sensación de vida… de pensar yéndome –como dice Pons- de hipervínculo a hipervínculo mental… con una claridad absoluta… el tiempo seguía corriendo en el cronómetro pero en otra parte del mundo se había detenido… el perro que se meó en la pata del banco en el que yo disfrutaba jugando con el tiempo no parecía haber caído en el mismo hechizo que el resto de los humanos...

Al poco de volver a casa, se me concedió el último de estos extraños poderes recién adquiridos… la posibilidad de volar, de alzar tan sólo unos centímetros, los pies del suelo… no contaba con él, la verdad… con todo lo que había vivido en apenas una tarde me conformaba… sin embargo, ocurrió… descolgué el teléfono, un número desconocido… me llamaban por mi nombre y mi apellido… ya estamos, pensé, otra encuesta… deben llamarme sólo a mí porque las respondo una media de tres veces al mes… le llamamos de Digital Plus, me dijo una voz de mujer francamente agradable… cuando me enunció el motivo de su llamada, comencé a notar la ingravidez… le conté lo que ella no sabía, me pidió disculpas en todos los idiomas… acalorada, avergonzado… mientras, yo sólo me reía de la situación alegando que no se preocupara… es lo que tienen los divorcios, le dije, te voy a dar otro número de teléfono... colgué entre risas y bromas con ella… ni siquiera le había dicho por quién tenía que preguntar, me di cuenta entonces... flotaba, sí… había seguido con mi vida sin siquiera reparar apenas en lo más importante… mi cuerpo se había levantado del suelo… a lo Matrix, de golpe, fui la que esquivaba las balas con total normalidad… como si formaran parte de una realidad irreal que ya no es la mía…

Con tantos poderes, el barco pirata se escoró hacia la izquierda... un nuevo rumbo, me pregunté sonriendo mientras suspiraba aliviada... quizás el mío, nada más... mío... sólo tres letras...

Volver a cocinar con nuevas recetas

Saqué de la vitrina ese mantel que sólo uso cuando viene alguien a cenar a casa… lo coloqué sobre la mesa pequeña… estirado, impoluto… finas rayas de hilo blanco sobre tela negra… me encanta ese contraste aunque sea de esas personas que sienten que los grises son los dueños de la vida más allá del monocromo… que nada es tan claro, que todo tiene matices… saqué una copa de la misma vitrina que, todavía hoy, no quiero tener… fue idea de mi madre y, a la hora de la verdad, es un lugar ideal para guardar muchas otras cosas que no son cristalería… en la primera balda reposaba la vajilla de mis ocasiones especiales… platos cuadrados, negros y blancos… por qué no, pensé, un día es un día…

Coloqué la mesa con un solo servicio… perfecta, como me gustaba ponerla cuando celebraba algo especial… cuando la comida merecía ser disfrutada por el motivo que fuera, real o no… a veces ponerle ilusión a un día cualquiera es tan sencillo como tratar de convertirlo en algo excepcional… es una cuestión de actitud, me dije mientras colocaba el mantel para evitar que hiciera un pliegue… mirando la mesa preparada, recordé que tenía una olla puesta en el fuego… después de mucho tiempo, he vuelto a cocinar… da lo mismo si se trata de algo para salir del paso o de la receta más elaborada… me gusta perderme en esa minúscula cocina… inventar cosas nuevas… mezclar sabores con los que, hasta ahora, no había experimentado antes… probar a hacer cosas distintas… sobre todo, porque después de tanto tiempo de inactividad, todas esas buenas recetas que antes hacía se me han escapado de la mente… me reí de las circunstancias, de esas cosas que dejas de hacer porque no te das cuenta sin más… hace poco, una buena amiga vino a verme… es la primera vez que cocinas en todo este tiempo, me dijo… tú que siempre cocinabas y te gustaba es la primera vez que lo haces… cierto… demasiado tiempo sin mimar estómagos… sin meterme en ese espacio reducido que permite dejar la mente en blanco y, simplemente, dejarse llevar por los olores…

Mi mesa romántica sólo para uno estaba lista… no extrañé tener partenaire… a veces, y más en singular, se aprecian mejor las texturas y los detalles… para cuando me senté a comer, el olor había inundado el salón… de una manera discreta, sí… pero auténtica… olía a casa, sabía a casa… respiraba casa… siempre he pensado que el placer de una buena comida, sea la que sea, ayuda a poner tiritas en el alma… ayuda a reconciliarse con un mundo durante un rato… siendo capaces de saborear un pedacito de algo que nunca más sabrá igual… aunque lo intentes, dos sabores nunca son iguales… la mano de quien cocina siempre se nota, tanto para bien como para mal…

Estaba pensando qué cocinar cuando algo rompió mi rutina... algo tan aparentemente inofensivo como es un mail… un mail que ha roto mi rutina de no escribir nunca de día... un mail que me ha hecho recordar que quería escribir sobre mi retorno a la cocina, un territorio abandonado durante demasiado tiempo... leyéndolo me he dado cuenta de que había vuelto a cocinar de muchas maneras… he vuelto a hacer una de esas cosas en las que siempre ponía el alma… las ganas… la ilusión de que estuviera rico, que gustara… que supiera a algo distinto… quizás sea egocéntrico, pero creo que cualquier persona al cocinar quiere dejar un poco de sí… y, quizás, esas ganas que siempre le he puesto a meterme entre fogones es lo que hago con este espacio… con esta “Sopa de Fátima” que a mí me reconforta… que me permite, como dice Iñigo, irme a la cama tranquila con la mente vacía y el estómago lleno… sopa, sí... pese a ser fan absoluta y entregada de Mafalda... no sólo por su irreverencia sino, fundamentalmente, porque odia la sopa tanto como yo... pero no se me ocurre una comida mejor para tratar de contar lo que es mi vida...

Quizás por eso, os paso la descripción de esta receta… una descripción que no es mía pero que me ha hecho emocionarme al leerla… me llegó en un mail desde el mar… en una sorpresa que el remitente catalogó de “intromisión”… jamás, lo que se hace con el corazón nunca lo es… aunque quien lo reciba carezca del sentido del gusto para apreciarlo… y, por algún motivo, el mío está super desarrollado...

“He degustado tu sopa saboreando cada cucharada con deleite. A distintas horas. Reconociendo algunos ingredientes. Intentando adivinar otros. Y tiene un sabor especial. Un sabor de buena cocinera. De las que saben de condimentos y de buenos platos. De las que hacen de todo y manejan la buena cocina. Es genial, no se acaba nunca y pese a la cantidad que te tomes, no empacha. Quita el hambre, da calor, reconforta y yo, que soy buena comedora, sé valorarla porque desprende cariño y mucho corazón. No dejes de hacerla. De verdad te digo que es un placer ponerse un poco cuando apetece recrearse en los sabores. Y a ti te sale como nunca la he probado”

De corazón, un millón de gracias por saborearlo así... por haberme contado en esa boda en la que te encontré hace poco que me leías... por emocionarme en esta mañana... por sentir así la receta que describe esta extraña sopa... por haberme obligado a escribir sin esperar a que salga la luna...

domingo, 10 de mayo de 2009

Entre el bien y el mal

Ya es madrugada… veo la luna llena por la ventana… está increíblemente brillante, tanto que si apago la luz el salón no se queda a oscuras… tan sólo dos velas encendidas… estamos en primavera, pienso para mí… otra nueva, distinta… ni mejor ni peor… tan sólo, muy diferente… la semi oscuridad de esta casa no me asusta… miro el mundo desde la ventana, es verdad… pero a veces esos cristales me ayudan a aislarme de esta ciudad… del mundo más allá de ellos… para pensar, para pasar revista a viejos archivos de imágenes que viven en mi mente… no puedo evitar estos ratos de soledad elegida… a oscuras… tumbada en el sofá… mirando la luna por la ventana… y dejando que mi mente vaya a dónde desee…

Esos momentos me permiten también inventariar errores y aciertos… me permiten darme cuenta de que, pese a la inclinación natural, no puedo dejarme llevar por el impulso… es distinto, quizás… no es tan fuerte ni tan poderoso… se ha enfriado de alguna manera… entendiendo la naturaleza de su error… demasiados tropiezos en el mismo lugar, sí… y ¿qué mejor que demostrarte a ti misma que eres capaz de vencerlo?... ha llegado el momento de sentirlo, sí… y es agradable notar que eres dueña de ti misma… más allá de las tripas, más allá del corazón… en este combate de boxeo en el que caí por KO técnico he logrado levantar la cabeza… no volveré a tropezar en la misma piedra, te dices… te ha costado demasiado trabajo aprender a sortearla… a evitar esa tentación… a no contemplarla, simplemente, en el contexto de tu vida… necesitas saber sí… muchas cosas... pero quizás, simplemente, no sea el momento…

He acertado a equivocarme muchas veces… muchas de ellas midiendo el impacto del ostiazo… sabiendo cómo sería… y he de reconocer que no me arrepiento de ello… cada uno fue un pasito más… pequeño, discreto… tembloroso y, sobre todo, torpe… pero siempre hacia delante pese a las recaídas… me río de ser un tonto sin fronteras, tengo carnet oficial… pero es curioso, la vida es más bonita así… “qué sería del mundo sin idealistas como tú”, me dijo la otra noche una gran amiga… no lo sé, pensé, yo sólo sé vivir como lo hago… estoy en paz conmigo misma, por fin lo siento… y, quizás por eso, he pasado unas extrañas noches de comunión conmigo misma… unos extraños días de felicidad y ánimo sin motivo alguno… tan sólo, por el mero hecho de serlo… sin necesidad de más… sí, estoy –como suele decirse- “muy happy”… lo mágico es que desconozco el motivo, y eso me gusta… pese a las historias que rodean el mundo, pese a los momentos de nostalgia… estoy tranquila y, de alguna manera, he recuperado la absurda enfermedad de la semi-felicidad absoluta constante… y me gusta…

Ha llegado el mes de mayo de un año que, según mi prima María, es “el nuestro”… y pese a todo, siento de alguna manera que lo es… un año I… un comienzo, un principio… demasiadas ideas en la cabeza… entran, se quedan… me cargan las pilas… demasiadas preguntas que me permiten mantenerme viva… activa… siempre he tenido el vicio de preguntar… quizás porque me gusta entender… o, quizás, porque me interesan las personas… sus vidas… su manera de sentir o de pensar… no puedo evitarlo, a mí me fascina todo el mundo… cada uno de nosotros es un pequeño planeta que explorar… me gusta sentir emociones… sí, soy una auténtica adicta y lo reconozco…

Yonkie, cotilla, lunática y loca… no son malos compases para un tango, me descojono… pero es lo que soy… con mi cara A y mi cara B… con mis cosas buenas y mis pliegues personales más jodidos… con esa bendita estupidez de creer en las ideas, en las causas, en las personas… con esa maldita curiosidad, visceralidad y carácter… soy así, supongo… bailo entre el bien y el mal… entre lo que debo y lo que quiero… aprendiendo de los errores porque, por fin, los veo así… pese a ser, únicamente, eslabones de una lucha… quizás ahora sea un poco más vieja… pero, sea como sea, sigo como cuando era una niña… mirando la luna llena… fascinada… sabiendo que, soy lo que soy con todo lo bueno y lo malo... vuelve a gustarme vivir conmigo… he logrado completar la primera parte de este extraño proceso kafkiano mío...

De aquí a convertirme en mariposa va un paso... al menos, he logrado desenredarme del capullo...

sábado, 9 de mayo de 2009

Cálida noche de viernes

Cuando hace mucho tiempo que no ves a una amiga, volver a encontrarte con ella es singular… para empezar, porque parece que no ha pasado el tiempo… hasta que te pones a charlar y te das cuenta de la cantidad de cosas que han sucedido… de la cantidad de días que han pasado desde esa última vez… un encuentro en domingo… en casa de su novio… era la tercera vez que le veía… le conocí una noche en una cena y, desde ese momento, simplemente me encantó… creo que era el hombre idóneo para ella… él había preparado pasta, incluso la masa… comimos, charlamos… hablamos de fotografía… de su extraño compañero de piso, ese con el que una noche jugaron a celestinos… mi amiga llevaba dos trenzas, lo recuerdo bien… yo tenía reunión de brujas de esas que he aprendido a disfrutar, me despedí dándoles las gracias por haberme cuidado tan bien… y habían pasado meses desde ese día… casi seis, pensé… demasiados, seguro…

Cuando llevaba un rato sentada en su salón, me di cuenta de que había cambiado todos los muebles de sitio… parecía otra casa… quizás, en el fondo, se estaba preparando para serlo… su novio se iba a vivir con ella… el primer paso, había sido comprarse un perro… hablamos con el futuro nuevo inquilino a través de la webcam… está en Buenos Aires, su primera vuelta a casa en años… nos reímos… podíamos verle y oírle, pero él sólo nos oía a nosotras… gesticulaba, se reía… prometimos salir una noche cuando regrese… la miraba sonriéndole a través de una pantalla y pensé lo bonito que es tener esa sonrisa en la cara… lo absurdamente maravilloso que resultaba tener esa ilusión… no se puede comprar, en ninguna parte… se siente o no… sonreí por dentro pensando que yo sé lo que se siente y, sólo por eso, ya soy rica de alguna manera… me ha preguntado si me casaría con él, me dijo… pese a saber que no te gustan las bodas, pensé, sé que ahora mismo eres la mujer más feliz del planeta… es tu hombre, pensé, no cabe duda alguna… mira este es Triskel, me dijo con una ternura absoluta… en la imagen, un cachorro de border collie… un bebé de perro, su perro… está entusiasmada, pensé, es su primera pequeña familia…

Decidimos salir a disfrutar de la noche de Majadahonda… una de esas noches de mayo con una temperatura que dice “sal a la calle ya”… nos fuimos de paseo por la Gran Vía… nos cruzamos con un hombre con mil tics por segundo que a mí me recordó al pirado de “Loca Academia de Policía”… pasó mirándome, le vi por el rabillo del ojo… ella me lo ratificó… le has encantado, me dijo… seríamos crueles, sin duda… pero nos reímos… el chiste era único y el chico, francamente, era guapo… pobre, pensé, si hablara conmigo le volvería loco en cuestión de instantes y no podría estar ni un segundo quieto… me habló de su grupo de amigas… de una herida que había marcado un antes y un después… una que no podía olvidar… hablamos de lo malo que es el miedo, de las jugadas que nunca esperas vivir y vives… me preguntó por Colombia… de todo lo vivido, le dije, sobre todo me quedo con descubrir a mi tía… le conté las interminables charlas en pijama… los momentos cómicos… sé que ella entendía mi entusiasmo, le encanta la gente como ella... le conté mis andanzas por aquél país al que sé que volveré… mi encuentro con Nando y Nela en Panamá, nuestra noche de a tres metidos en la misma cama, el ciego de Ricardo –un paciente instructor de buceo amigo de Nela, y un hombre absolutamente encantador-… se reía… yo y mis episodios paranormales, pensé… sé que a ella le fascina que mi vida sea como un circo… los comparte en lo bueno y en lo malo… quizás porque se siente hermana mayor, y yo la siento como tal…

En esas ya estábamos pidiendo un kebab para cenar… en la mesa de al lado, un hombre al que se le iba la vida entre toser y estornudar… sonaba francamente mal… a veces hablaba, no sabíamos si con alguien o sólo… mientras cenábamos, diseccionamos los meses de marzo y abril… yo no paraba de hablar, de contar… de los momentos Movistar… de lo mal que anda el clero… nos reíamos… en estas, el hombre se levantó y se fue… comentamos lo peculiar del tipo, cómo estábamos las dos vigilándole de alguna manera por el rabillo del ojo… cuando ya volvíamos a hablar de cualquier cosa, volvió… mirando a mi amiga fijamente, le tendió una mano… tenía una rosa amarilla, se la ofrecía… mi amiga, como buena dama que es, le agradeció el detalle enseñándole muchos dientes… eres increíble, pensé, la elegancia natural más auténtica que conozco…

Sus madrugones y mi insomnio chocaron de manera frontal… y la mandé, literalmente, a la cama mientras charlábamos en la puerta de su casa… se le cerraban los ojitos y su cara de sueño me la conozco… nos abrazamos como hacemos siempre… mañana hablamos Palita, que es como la llamaba su sobrina cuando era pequeña y como decidí llamarla yo hace muchos años… mándame un mensaje cuando llegues cielo, me dijo… sí, somos así… aunque sea de ciento en viento… mientras volvía a Madrid, el cuadro era único… el sky line de la ciudad iluminado… la luna… la sensación de volver a casa tranquilamente cantando… disfruto muchísimo siempre el camino de vuelta hasta Madrid de noche… buen rollo para una cálida noche de viernes…

jueves, 7 de mayo de 2009

De terrazas, tontos sin fronteras y dragones

Lo mejor de la llegada de la primavera en Madrid es que las aceras se inundan de terrazas… y por algún motivo neuronal, todos nos volvemos locos por tomar algo en una de ellas… disfrutando de la calidez de la noche aunque sea sobre el asfalto… aunque sea en medio de este monstruo de hormigón… te dan un poquito más de libertad… te almohadillan la angustia que provoca, en gran medida, vivir en esta ciudad… es tan maravillosa como odiosa… la adoro y la odio a la vez… pero una caña fría en una terraza te permite hacer durante un ratito las paces con ella…

Quedé con Yuste en la mitad del camino entre nuestras dos casas… desde la época de la residencia, hace más de una década, siempre hemos vivido cerca la una de la otra… yo me he refugiado en su casa cuando el mundo se me caía encima, ella había hecho siempre lo mismo… es curioso… nos vemos poco, hablamos poco… pero cuando hacemos falta, siempre estamos ahí… sendas BlackBerrys en mano, bajamos la calle buscando una mesa libre… qué mona te veo, le dije… Lope dice que me he vestido de perro flauta, me sonríe, pero eso sí perro flauta pijo… me descojono… le miro las perlas de las orejas… si algo tiene Mar es que es un espíritu de contradicción… pese a su apariencia y a su vida, tiene cada ramalazo de rebeldía que a mí todavía hoy no dejan de sorprenderme… nos sentamos sin parar de rajar de los problemas de las relaciones… pedimos dos cañas y dos vasos de agua… le pasamos revista a la crisis existencial que le está cayendo de rebote y que la tiene al borde de su propia rosca…

La odisea de conseguir que nos pusieran unas patatas se convirtió en un entretenimiento… todas las mesas tenían aperitivo menos nosotras… Mar se quejaba de que no nos habían puesto nada, yo montaba mi peculiar show… al cabo de diez minutos, y pese a cambiar de tema, no pude soportarlo… tenía que pedirle a esa camarera que estaba pasando de nosotras olímpicamente unas patatillas… tal cual, se las pedí… Mar se descojonaba desde la mesa, colorada como un tomate… la próxima no nos la tomamos aquí, me decía descojonada, me ha caído mal esta tía… pasamos revista a mi vida… a mis noticias, a esos artículos que a veces nos traen por la calle de la amargura… llegó una chica, guitarra en mano, acompañada de su perro... comenzó a cantar la canción de Alfonsina y nos embelesó con su voz... empezó a contarle su vida a las chicas de la mesa de al lado... que tenía dos juicios pendientes... estaba embarazada... le dimos un euro, nos encantó su manera de cantar... nos dio las gracias y se marchó calle abajo...

Abandonamos la terraza maldita no sin descojonarnos vivas… es curioso, pese a hablar de las cosas más serias del mundo siempre acabamos despolladas de risa por algo… de golpe recuerda la lista de adaptaciones cinematográficas que ha estado leyendo en la oficina… después de escuchar salir de sus labios “Por qué si no soy Curro Jiménez tengo este trabuco” no hay vuelta atrás… nos contemos lo que nos contemos a partir de ahí, me acordaré 200 veces de la frase y no podré parar de reír… después de un kebab y acordar que echábamos juntas esta semana el Euromillón, nos fuimos al parque de la iglesia de al lado de casa… la noche invitaba a compartir tiempo en un banco… a charlar hasta que su novio viniera a recogerla… hablábamos de la incapacidad de asumir los errores… de la culpabilidad que a veces sentimos sin motivo real… de todas esas cosas que nos echamos a la espalda por una razón de fe… me decía que no entendía mi paciencia… me tuve que reír… querida ser miembro de “Tontos sin fronteras” realmente no tiene límite… nos echamos a reír… qué chungo es ser un encefalograma plano en sentimientos como el rencor o el odio… yo tampoco lo entiendo, le dije, pero así es…

Estábamos en esas cuando su novio llegó… les despedí… le habíamos pasado revista al mundo tratando de entenderlo un poquito más… tratando de comprender el por qué de las cosas… de esas cosas que nos escocían, en mayor o menor medida… nos habíamos llorado muchas veces mutuamente, pero sobre todo nos hemos reído mucho más juntas… de nosotras mismas, de tonterías absolutas… Madrid y un campo de batalla –nuestro colegio mayor- nos unieron hace muchos años… y las dos seguimos en el mismo lugar… ella procedente del mar, yo de tierra adentro… ella viéndose para siempre aquí, yo cuestionándome que así sea… entre caña y caña, nos reconciliamos un poquito gracias a una noche veraniega de jueves en el enorme dragón que es esta ciudad…

En alguna parte escuché que los cuentos de hadas son reales… en ellos, los dragones existen… y en la vida real, se lucha para vencerlos…


Cuando la vida consiste en jugar en Champions o en Segunda B

Hasta hoy no me he dado cuenta… juegas en Segunda División B, me digo a mí misma con mucho cachondeo… sí, es así… ahora mismo, mi situación es la de un equipo de esos de la parte baja de la tabla… de esos que pelean con uñas y dientes… que saltan al campo como si les fuera la vida en ello… que da lo mismo si está en descenso, lo mismo… sabes que, en cuanto pongas un pie sobre el césped, te dejarás la vida corriendo… así te golpeen, te pateen o muerdas la hierba… lo mismo da… como equipillo de la parte baja de la tabla de esa Segunda División sabes que tu labor es partirte la cara… luchar… no hay primas, no… nadie te pasará un maletín por debajo de la mesa… los seguidores del equipo te abuchearán cuando tengan que hacerlo con toda la dureza posible… pero también sabrán tener unas palabras para ti cuando el resultado sea positivo… cuando salgas del terreno de juego para volver a tu vida normal… la guerra se queda en el campo… la vida real es sujetar el frasco de la vaselina… danzar al ritmo que marquen el resto de equipos… pendiente siempre de los goles de los demás… estando sin estar a su merced…

Sin embargo, otros juegan en la Champions League… en esa competición sólo apta para dioses del balón… esa en la que cada estrellita que conforma un equipo pone sus reglas… marca sus pautas… sus horarios, sus momentos… el jugador de Champions es caprichoso… absolutista… hace y deshace a su antojo… con su propio entrenador pero, sobre todo, consigo mismo… cuando salta al terreno de juego, solamente se deja llevar… corre cuando le apetece… se desaparece del juego cuando se le antoja… simplemente, hace lo que le sale de los cojones con total impunidad… sabe que es un caballo ganador… sabe que lleva delantera… simplemente, está en la parte alta de la tabla… no tiene miedo al descenso, a la caída… a que disminuyan demasiado los ceros de su millonaria cuenta bancaria… no tiene miedo por no marcar goles… lo mismo le da… cree que, con dos carreras y una sonrisa a cámara, lo habrá solucionado todo… el jugador de Champions escucha desde que se levanta hasta que se acuesta la famosa canción de Queen… es la banda sonora de su vida…

Hasta los árbitros son distintos… los de esa liga sólo apta para campeones pasean imagen sobre el césped… escondiéndose lo poco que saben muchas veces… otras pavoneándose de saber cuando no saben ni por qué lado del silbato hay que soplar… ocultando las tarjetas rojas cuando corresponde… acabando el partido, siempre, con una sonrisa fingida y muchas veces hipócrita… han aprendido a vivir la vida con dobleces… los árbitros de segunda son lo que son dentro y fuera… son honestos porque en ellos no pesa el afán de protagonismo… sólo pesan 90 minutos que pueden ser eternos… sean los que sean y duren lo que duren, siempre llega el momento de tocar el silbato… todo en la vida llega…

Siempre he escuchado que el fútbol de verdad es el de la segunda… que es donde se mide a los buenos jugadores, a los de verdad… a los sufridos… a esos que, cuando suben a primera, no olvidan de dónde proceden… son los mismos hombres, tienen el mismo corazón pese a la gloria… y, por algún motivo que desconocen, tienen el ansia de subir… de cambiar de tabla… de lograr hacerse un hueco para tantear a esas estrellas del balón y meterles un gol por la escuadra… un gol inesperado… absolutamente increíble de imaginar… de esos imposibles que ocurren… un gol que, más que un punto, es una auténtica coz en el orgullo… una coz merecida… ansiada de dar… pendiente de pegar… es cuestión de tiempo, se dice a sí mismo el jugador de Segunda… el tiempo pone las tablas en su sitio… el tiempo demuestra quien sabe colocarse en el lugar oportuno en el momento adecuado… quien sabe lo que valen los tacos sobre los que pisa el suelo… el valor de las cosas… el auténtico…

No es cuestión de camiseta… es cuestión de números… unos números que separan los sueños de la tabla de cabeza… unos números que, otras veces, son motivo más que de sobra para tener ganas de no volver a permitir un piscinazo… de no volver a consentir que la estrella te mire al salir del vestuario de reojo… sobre el terreno de juego, todos somos iguales… antes o después… y, sea cual sea la competición, incluso los más grandes se llevan sorpresas…

miércoles, 6 de mayo de 2009

Hay noches...

… en las que decides sentarte delante de la chimenea… sin pensar en nada, tan sólo dejando que las cosas se amontonen en la cabeza… sin que preocupen, tan sólo pasan… fuera, agua nieve… dentro, calor… estás sola… encantada… sin que nada ni nadie te moleste… sólo suena el fuego… bendito sonido… en la calle el sonido del río, del agua… la ruidosa quietud de un pueblo… tu sitio, tu espacio…

… en las que cuando llegas a la barra y pides una copa, el camarero decide no cobrártela… a esta te invito yo, me dice sonriendo… pero me debes una… la extraña sensación que sientes te hace sonreír… él sonríe, tú también… vuelves a tu grupo de amigas y les tienes que contar lo que te acaba de pasar… se ríen contigo… la rubia le pasa revista… aprueba pese a ser bajito, me dice con una de sus mil muecas…

… en las que te miran fijamente en mitad de un pub… y esa voz que reconocerías en cualquier parte con los ojos cerrados se acerca a ti y te susurra en el oído… todavía no vi nunca unos ojos tan bonitos como los tuyos, me dice… me sonríe… me lo dice con esa voz tan dulce, con su media sonrisa… lo escuchas entre el ruido del garito… con las luces moviéndose… se te graba a fuego en la cabeza… no sabes qué decir… tan sólo puedes mirar tan fijamente como te miraron… pones la misma media sonrisa que te regalaron… sientes vergüenza pero, a la vez, sientes magia… no son las palabras, es todo el sentimiento que hay detrás de ellas… ojalá pudiera explicarte cuánto te quiero, pensé, pero si pudiera hacerlo supongo que no te querría tanto… maldita esta manía de decir con palabras lo que, simplemente, dices de tantas otras maneras…

… en las que, de confesiones entre copa y copa, acabas contando lo que nadie sabe… recordando algo que, últimamente, te toca la fibra más de la cuenta… quizás sean las circunstancias, quizás sea la necesidad de liberarte de ese peso… sonríes… sabes una cosa, me dice, hace poco hablé de ti… de elegir una mujer con la que tener una historia, me dice, te elegiría a ti… la sonrío… aún conociendo mi cara B más jodida, aún conociéndome… puedo escribir de esto en mi blog, pregunto… me gustaría, contesta ella… la miro, la sonrío…

… en las que, entre un gin tonic y un brugal con limón, alguien te pregunta si te puede besar… mirándote, sonriendo… a caballo entre la vergüenza y la adrenalina del momento… los besos nunca se piden, contesto… no puedo evitar sonreír… treinteañeros convertidos en auténticos inopertantes del flirteo… la falta de entrenamiento pasa factura en todo… pero, incluso así, hay que saber disfrutar de los momentos…

… en las que en mitad de una boda alguien te abraza… sabes que te quiero, me pregunta mientras me pongo de puntillas para poder abrazarle yo también… te quiero porque eres una tía de puta madre, me dice con esa lengua de trapo que te deja el alcohol… y no te lo digo porque esté borracho, asegura, te lo digo porque lo creo y si quieres te lo repito mañana… notaba su brazo alrededor de mi cuello… lo suficientemente suave, lo suficientemente prieto… yo también te quiero mucho, le dije, y no porque me haya bebido la barra libre… tienes que volver a enamorarte, me suelta a bocajarro… tú te lo mereces, me dice cuando ya noto el nudo en la garganta, tú te mereces ser feliz y sonreír siempre...

… en las que decides ponerte el mundo por montera… sin hablar, diciendo, callando… rodeándote de recuerdos nuevos que grabar en la CPU de la mente… construir, me digo, la destrucción terminó hace tiempo… lo has conseguido, piensas… y cierras la puerta de casa con la estúpida sonrisa en la cara… son las 6 de la mañana… nieva… demasiadas coincidencias… sonríes… demasiadas caricias y bofetones de vida pese a todo… y sonríes…

... en las que recibes un mensaje... una buena noticia... una nueva vida en este mundo... el resultado de un tiempo de lucha contra el cáncer, contra la vida... pero, sobre todo, contra la muerte... lo lees y recuerdas los tiempos del colegio... recuerdas a esa amiga de entónces, a la que hace mil años que no ves y a la que has vuelto a encontrar gracias al Facebook... la recuerdas como era... y la imaginas con un pequeño Martín entre sus brazos... sonríes... la vida nos devuelve la ilusión con cosas así, pienso... ella no perdió la esperanza... de vivir, de tener lo que deseaba... de salir adelante pese a todo... y lo consiguió... me quito el sombrero ante ella...

… en las que la luna llena se planta en el cielo para vestirlo todo de una luz de acero… esa que comparte los secretos… los pecados… las heridas… las mentiras… los pasados no contados, los presentes que se escriben… pasan demasiadas cosas al amparo de la noche… es el momento de las grandes traiciones pero, también, de los grandes recuerdos… su magia es única… auténtica… quizás, por eso, los gatos prefieren maullar en la oscuridad…

martes, 5 de mayo de 2009

Flores entre la basura

A veces cuando el mundo se pone en contra tuyo, cuando parece que otra pincelada más te pinta las cosas de un color todavía más oscuro… cuando crees que el frío se apodera de tu mundo… en esas ocasiones, una oleada de calor te permite volver a sentirte humano… volver a sentir… volver a volver, quizás… a los orígenes, o no… al principio… a una amistad que perdura pese a los años … pese a que cada una tenga su rumbo… su propia existencia… mundos distintos, cabezas distintas… corazones similares…

En medio de una de esas tardes en las que, pese al sol, no logras sentir el calor llegó una llamada que me salvó de las tinieblas… era esa amiga de toda la vida… esa que, desde los 3 años, me acompaña sin hacerlo… ella necesitaba huir de su propio mundo, yo del mío… nos sentamos, como tantas otras veces, en una terraza de Pintor Rosales… hacía una tarde de sol casi veraniego… la pequeña Paula ocupaba su silla… al menos ya no lleva la escayola, pensé, pero pese a todo cada día es más bonita… bromeé con su madre sobre la suerte que estaba teniendo de tenerla así de atada con la prótesis que lleva… algo que ella misma corroboró cuando la niña tiró todas las cosas que había sobre la mesa… no puedo regañarla, me decía desesperada, cada vez que lo hago se descojona… pude verlo con mis propios ojos cuando su madre la reprendió por lanzar su móvil contra el suelo… me encantó el gesto de rebeldía… el mundo le importa un pito, pensé, tan sólo es una niña… y tiene esa bendita inocencia de no saber… de no entender lo que no quiere… de no sentir dolor, tristeza… pena… nostalgia…

De golpe mi compañera de vida -más que una amiga, una auténtica hermana- se destapó… tiró de la manta de su vida… se rasgó la camiseta para enseñarme las entrañas… me habló de que le resultaba insoportable sentirse enfadada… de cómo la responsabilidad la desbordaba convirtiendo su día en una auténtica maratón… mujer, trabajadora, madre, esposa, cuñada, hija política… demasiados cargos para una persona… me habló de esas heridas de la convivencia… me lo contaba como nos habríamos contado a los 18 un problema con un novio… distaban tantas cosas con respecto a esa edad, pensé… ella es madre y yo sigo habitando en este barco pirata…

Por recomendación de su marido, nos fuimos a cenar… qué planazo de golpe para un martes, me dijo ella mientras él cargaba a la niña en el coche… nos reímos, aunque yo sabía que aquélla broma le estaba doliendo… caminamos por la plaza de Ópera… miramos en una tienda de plantas, le hablé de mi nueva orquídea… de la boda, de los momentos infantiles que de vez en cuando ponen a prueba que tienes casi tres décadas… es que somos mayores, me decía ella mientras nos tomábamos un té moruno en un sitio al que sólo he ido con ella… tenemos casi treinta, decía muy seria… treinta, pensé yo… esa edad en la que quieres tener las cosas claras… una edad maravillosa para marcar un rumbo… un destino… el suyo pasaba por una tormenta… me reí… te acostumbrarás a las olas de seis metros querida, le dije con mucho cachondeo… como dice la rubia, a todo te acostumbras en esta vida… lástima… somos demasiado poco rebeldes… demasiado poco reivindicativos… somos esa generación que ha perdido las ganas de luchar…

Decidimos cenar en un sitio que a las dos nos encantó sólo por la estética… Vodka&Blinis, un sitio ruso en rojos y negros… a ella le habían hablado de él, desconocíamos de qué iba pero nos apetecía intentarlo… a las dos nos encantó al entrar… la penumbra, la iluminación única de las velas en las mesas… pedimos al azar mientras seguía destripándose las tripas… mientras yo trataba de hacerle entender que tan malo es para el caos el orden impoluto como a la inversa… enseñándole ese otro lado del mundo que ella no conoce… a un lado de la mesa, la racionalidad en estado puro… al otro, el ser más visceral del planeta tierra… un ring con dos polos contrapuestos… pero, por algún extraño motivo, complementarios… ella me ata los pies a la tierra, yo permito que los levante… abrimos la caja de mis recuerdos… me dejó hablar, decir… sentir… a veces se reía, otras me miraba con tristeza… en su mundo de orden impoluto y pese a todo lo que yo estaba diciendo, me incitó a cometer una locura… una de esas que pueden ser como la bomba de Hiroshima… en esta vida hay que luchar, me decía, y nunca hay que tirar la toalla… aluciné… acababa de ver en ella una parte del mundo en el que yo vivo… de ese en el que el corazón pesa más que cualquier cosa… ese en el que se cree en el peso de los sentimientos sobre todo lo demás… ese lado del mundo en el que se siente que todo es posible… que nada es falso ni extraño… ese en el que es, únicamente, cuestión de sentir y de mirar… alguien tiene que saber, me decía, no tiene lógica alguna… ella entendía mis preguntas sin respuesta… creo que, en mi piel, se haría las mismas…

La acompañé hasta la puerta de su casa… bostezaba… de golpe la vi más mayor… madre quizás… lejos de todo, éramos dos amigas de toda la vida compartiendo una noche de martes… con palabras… miradas… risas y heridas… nos pusimos las tiritas mutuamente… sin necesidad de decir “hablamos” al despedirnos… tan sólo sabiendo que, en nada, lo haremos sin necesidad de nada… me gusta el calor que me da sin darme... me gusta sentir que, estando con ella, todavía es posible ver crecer flores entre la basura...

lunes, 4 de mayo de 2009

Maratón nupcial a la asturiana

Ser mujer y que llegue el día de una boda tiene un nombre… sí… es un kit completo de “Cómo putearte y estresarte sin motivo en cinco pasos”… el primero madrugar aunque hasta la 1 de la tarde no comience el sarao… el segundo lograr que ese pelo despeinado que tanto te guste quede aparente con apenas un par de golpes de secador… después viene el momento en el que comienzas con el pinta y colorea de tu propia cara… por algún jodido motivo de la vida, nunca logras maquillarte todo lo bien que sueles hacerlo… pintarte la raya del ojo se convierte en una odisea de dibujo técnico… lo conseguí, me digo, ahora sólo queda vestirme de mujer… para cuando sacas el vestido de la percha sigues sin estar convencida de lo que vas a ponerte… no hay marcha atrás, te dices a ti misma, no tengo nada más… luchas contra la gravedad y contra el sujetador sin tirantes en un acto de rebeldía absoluta… te metes dentro de las medias prometiéndote a ti misma volver al Corte Inglés donde las compraste a ajustar cuentas con esa dependienta que decidió no hacerte ni puto caso… sales triunfal del hotel para descubrir que o bien optas por ir un poco menos mona y pasar al plan B –las sandalias planas-, o bien no podrás dar un solo paso… sí, es lo que tiene descubrir que las medias no son cómo creías y las sandalias de tacón tan increíbles que te compraste dándote un capricho simplemente te bailan… una no ha nacido, definitivamente, para ser mujer...

Nos subimos al taxi mientras yo ensayaba el texto que me había tocado leer… soy la vela del día de vuestra boda, repetía yo con mucha entonación mientras mis primas –y el taxista- se descojonaban de la risa… no puedo leer esto, me decía a mí misma… demasiado para mí… ante la frase “mejilla con mejilla” me temí el momento en el que la rubia me vaciló con la canción de “pechito con pechito, y ombligo con ombligo”… temía morirme de la risa… así que con premeditación y alevosía, cambié mentalmente mi ensayo… definitivamente, iba a leer lo que me pareciera… me reí sóla, ese pequeño acto de rebeldía también formaba parte de mí… mientras todos se reunían en el bar de enfrente de la boda para empezar con las cañas, yo tenía una cita muy especial… ir a ver a la novia para sacarle unas fotos… cuando la vi, me quedé loca… me sonrió tímidamente… estás preciosa, sólo pude decirle eso… tú crees?, me contestó… la sonreí …


Cuando vi que estar allí era una auténtica odisea espacial –tratar de moverse en el pasillo era lidiar con las 9 personas que trajinaban por allí-, su primo y yo optamos por irnos al bar donde habíamos quedado… has preparado el texto ya, me preguntó… más o menos, le contesté… al entrar en el bar, otra de mis amigas de toda la vida ya estaba allí… me sonrió... desde una madrugada de la santa semana no había vuelto a hablar con ella… me siguió al baño, tenía algo que contarme… estás embarazada, le pregunté a bocajarro… sí, me contestó sonriendo y enseñándome todos los dientes… la abracé… todavía me parece increíble que sea madre… con su cara de niña, con su alma de siempre… el flamante padre me reclamó la consiguiente felicitación al entrar en la iglesia… nos sentamos, yo con la hoja de mi texto preparada en la mano… el cura te llamará, me dijo la novia… y así fue… salí, desplegué la hoja… miré a los novios… comencé a leer… todo marcha, pensé, entonas y parece que va todo bien… pero cometí el error de mirarles… vi la cara de descojono del novio y tuve que morderme la lengua para no reírme yo también… encendedme cuando anochezca, leía… y en ese momento reconozco que me emocioné… encendedme cuando llegue la primera pelea, seguí… ojalá las cosas fueran tan simples como esa voluntad que estaba leyendo y que no era mía sino, simplemente, líneas sobre una hoja… terminé y no me caí al bajar del altar –escenario para los amigos-, cosa difícil teniendo en cuenta el camino de vuelta al banco… coño, pensé, si es que esta iglesia es como una gyncana… respiré… sólo media iglesia se había dado cuenta de que me había emocionado y no dudó -pese a no conocerme de nada- en comentármelo durante el resto del día...


La ceremonia terminó entre aplausos y música asturiana… el sonido de la gaita, las voces de la música popular… nos fuimos al hotel para esperar a los novios… estás muy tú, me dijo una amiga de la pandilla… muy tú, pensé… me gusta pensar que pese a ir disfrazada de mujer no pierdo lo que soy… huelo a lo mismo que hace 10 años, una parte de mí sigue siendo la misma de siempre… el vino comenzó a correr, nos sentamos a comer… después de dos horas y pico, ya estábamos bailando… el novio me dijo que esperaba que cumpliera mi palabra de rentabilizar la barra libre, y así fue… me aposté en ella junto con el primo pequeño de la novia, que cumplía años… a esta te invito yo, me decía con mucho cachondeo… copas, bailes… la tarde fue entrando… los chicos de la boda iban y venían, jugaba el Madrid contra el Barça… la novia bailaba sin parar, los demás también… no dejes nunca de sonreír, me dijo un moscón que me persiguió durante toda la noche… cada vez que se me acercaba, mi particular guardaespaldas cumpleañero me rescataba… a lo tonto, me pasé toda la noche bailando con él… las copas corrían como el agua en Asturias y, rozando el límite entre la sobriedad y la ebriedad, nos sentamos a cenar… cenar, pensé, si acabamos de terminar de comer hace un ratito… un amigo de siempre empezó con la misma cantaleta de los últimos 10 años… antes de morirme, opina, tengo que tocarte las tetas… eres un animal, pensé para mis adentros, pero por algún jodido motivo te quiero horrores…

Terminada la cena volvimos a bailar… más copas, la cosa comenzó a desmadrarse… el amigo de siempre acabó tirándome al suelo con el consiguiente flipe de media boda… mi guardaespaldas me levantó del suelo… oye lo has ensayado, vino a decirme el novio, porque ha quedado muy “Fama” me soltó entre carcajadas… bailábamos… reíamos… charlábamos… todos con copas menos la futura mamá, que aguantaba estoicamente subida en sus taconazos bebiendo agua… su marido me mareó en un pasodoble interminable que parecía una clase de spinning más que otra cosa… cuando me cargó como quien levanta un fardo de patatas del suelo, di por concluido el baile… mi mujer sabe que yo la adoro, me dijo, pregúntale por qué… me gustó oírselo decir, me gustó ver cómo la miraba… la gente comenzó a desaparecer y allí seguíamos los mismos bailando… de golpe, apareció una amiga de esas que ves nada y menos… había llegado al final, pero se había pasado… venía con su chico… creo que él flipó con el desmadre generalizado… prometí ir a visitarles a Valencia justo antes de despedirme de ellos…

Con el “Asturias” de Víctor Manuel se puso el punto y final al sarao… quedábamos siete personas y los novios… el novio decidió convertirme en “Miss Vestido de Boda Mojado” con el consiguiente chaparrón al que le sometí yo… no te imaginas lo mucho que te quiero, me chilló balbuceante por el alcohol al oído… medio minuto más tarde me lanzó dentro del ascensor… menos mal que estaba mi guardaespaldas para evitar que volviera a irme al suelo… el guarda de seguridad bajó a pedirnos por favor que dejáramos de chillar, el novio también le abrazó… la estampa era única… subimos a la recepción, mi guardaespaldas le robó el taxi a las chicas de mi pandilla… mientras nos fumábamos un cigarro en la puerta, mi prima y yo pasábamos revista a la noche… la boda había pasado… nos habíamos reencontrado… habíamos reído, la habíamos disfrutado…


Cuando nos metimos en las blancas sábanas del hotel, estábamos reventadas… ella se durmió casi rozando la almohada, yo continué pasándole revista a la jornada… me dolía todo, coxis incluido por el aterrizaje inesperado… pero sonreía… había disfrutado del día… de las palabras etílicas… de los momentos de complicidad con Sandra, de haber compartido el día con ella acariciándole la barriga… de su felicidad, de la manera en la que su marido la miraba… de las miradas que observaba en las demás parejas próximas… de los bailes con Ángel y su corbata… de la aparición sorpresa de Mónica e Iván… del anciano desconocido de Acevedo que me dijo en el ascensor que le gustaba mi voz… de ver a la rubia descocada por el vino, de ver a Joseba tan parlanchín con la gente… de ese pequeño gran guardaespaldas con el que tanto me había reído… del escote que traía por la calle de la amargura a mi prima y nuestro cachondeo en la puerta del hotel... de mi prima Miriam y su trauma por dormir con calcetines… del lanzamiento de Lalas contra el suelo… pero sobre todo, de esos novios que rezumaban felicidad… sin nostalgias… era su día… y, pese a ser anti-fan de las bodas, me gustó formar parte de él…

domingo, 3 de mayo de 2009

El día pre-boda

Creo que cuando me fui el viernes a Oviedo no me imaginaba que volvería a casa de mis padres como si me hubieran pateado los cascos azules… y, sin embargo, en esta noche de domingo es como estoy… completamente agotada pero con un subidón de buen rollo en el cuerpo… me gusta esta droga natural que no se vende en farmacias… esta extraña adicción de coleccionar retales de vida que te hacen ser quien eres, que te hacen sonreír al recordarlos… nunca fui fan de las bodas, es vox populi… pero pese al cansancio, he de reconocer que firmaría por volver a revivir estos días… amigos, familia… cariño… sorpresas, noticias… sonrisas, muchas… y alguna lágrima… la vida se compone de todas esas cosas… sin ellas, estoy segura, mi pequeño universo no sería tan maravilloso pese a las heridas…

La convocatoria era clara… la boda de una amiga de siempre a la que la vida le abofeteó el alma una tarde de enero… la vida cambia en un momento, recordé… en cuestión de segundos neni, recordé que siempre me dice la rubia… pensé en una sonrisa que el azar se llevó… pensé en esa extraña magia de la vida de encontrar a una persona que te ayude a sanar las heridas del alma… sonreí… sí, pese a todo esa especie de justicia impalpable que se escapa de las manos de los hombres existía… a ella no le habían devuelto a su hermana pero había encontrado a esa persona que quería acompañarla para pulir su cicatriz… al salir del Negrón, respiré como hago siempre… he vuelto, me dije… siempre que voy a Asturias me doy cuenta de cuánto me gusta… me siento en casa aunque no lo sea… quizás porque una parte de mí se queda gilipollas mirando ese verde maravilloso que debería tener un registro propio en la paleta de los pantones… o quizás, simplemente, porque es una tierra en la que viven algunos de mis grandes amigos… de los de siempre… de esos que llevas en el bolsillo del alma pese a los kilómetros, el tiempo y los rumbos de la vida…

Primera parada, ver a uno de esos amigos casi hermanos a los que quieres por genética… llevo cuatro días sin salir de casa, me dijo, pero si estás tú aquí al menos quiero verte… me llevó al Naranco, quería que viera Oviedo desde las alturas… al pasar por delante de Santa María, me quedé impresionada… no sólo se veía toda la ciudad sino que, además, no podía parar de mirarla… en el mismo lugar desde el siglo XI, prerrománico asturiano… ponle la etiqueta que quieras… es, simplemente, maravillosa… subiste alguna vez, me pregunta con su acento asturiano… nunca, le contesté mientras miraba por la ventanilla el paisaje… mientras el coche seguía subiendo, yo sólo podía mirarla… a veces lo más simple es sin duda alguna lo más bello, pensé… no parábamos de charlar… contándonos nuestra vida… riéndonos de su nuevo cargo de director técnico del baloncesto asturiano… pero te pagan, le pregunté… eso dicen, me contestó, aunque todavía no sé cuánto… cuando casi nos despedíamos, su hermana me abrazó… le pregunté cómo estaba él, cómo llevaba su ruptura… no muy bien, contestó ella… le recordé una noche de noviembre en Madrid… hacía frío, estaba hundido… recordé con tristeza cuando le oí decir que no se imaginaba que aquello doliera tanto… ojalá pudiera decirte que no, le contesté en su momento, pero por desgracia ahora ya sabes lo que es… recuerdo que me dijo que le parecía insoportable… se le escapaba su realidad, lo que le ocurría… recuerdo que entonces pensé que hasta para sufrir nos parecíamos… le miré, está más delgado… hablamos pronto, me dijo preguntando… claro que sí, le contesté, me tienes que poner al día…

Después de soltar las cosas en el hotel, tocaba reencontrarse con la novia… volvimos a subir al Naranco… botellas de sidra, cafés, tabaco… un regalo especial… uñas de porcelana… liga de fútbol… por fin me dio el texto que quería que leyera en su boda… cuando lo leímos, me dijo, René y yo pensamos que sólo podías leerlo tú… la sonreí… me quedé pensando en cuánto la quiero, en que no han pasado tantos años desde que nos contábamos la vida mientras ella se fumaba a escondidas un cigarro… y ahora, sin embargo, estaba a punto de poner mi granito de arena en su día… sentí un escalofrío… recordé una tarde de marzo en la que vine a verla a Oviedo… en la que me encontré con lo que quedaba de ella después de haber perdido a su hermana… recuerdo cómo me abrazó aquélla vez… y me di cuenta de que es como lo hace siempre… besándote como lo hacen las madres… charlamos, nos reímos… estaba nerviosa… llegaba su día… el futuro marido, pregunté… en Gijón con los amigos, contestó con mucho cachondeo… perfecto, pensé para mis adentros, a estas horas de la tarde ni siquiera sabrá cómo se llama… me descojoné sola… una pizquita de melancolía se me coló en el forro de la chaqueta… hacía frío o, al menos, yo lo tenía…

Volvimos a la ciudad… a dejarla para que pudiera descansar… a reencontrarnos con más amigos… con más recuerdos, más momentos y más sonrisas… nos esperaban para cenar en “La niña bonita” y teníamos un rato de chicas –y Angel- para nosotras… a la altura de los postres, aquello se convirtió en una reunión made in Acevedo… hasta que la que se casaba al día siguiente apareció con su hermana y sus primos para ponerle el broche a la noche… cremas de orujo, coca-colas y copas varias después nos despedimos… el día iba a ser largo, pensé… volví con mis primas al hotel… la puerta giratoria de la entrada casi le arranca la cara a mi prima Miriam en un despiste… hicimos una entrada triunfal en la recepción… y, diez segundos después, estábamos liándola en el ascensor… a qué piso váis, nos preguntó un chico muy guapo que ya había pulsado la cuarta planta… a la misma que tú, contestó mi prima María… te estamos siguiendo, dijo con mucho cachondeo…

Mientras fumaba en mi habitación de no fumadores con la ventana abierta, tan sólo podía respirar profundo… bajo mis ojos, las vías del tren… una estampa que, en ese momento, me pareció maravillosa… nos ha tocado la habitación de los suicidas, les dije… ellas ya estaban metidas en la cama, pero yo necesitaba ese momento para mí… cómo me gusta esta ciudad, pensé en voz alta mientras no quitaba la vista de las luces que iluminaban la oscuridad de Oviedo… te estoy oyendo pensar, me dijo mi prima María… sí, no lo puedo evitar… estoy enamorada de Asturias desde la primera vez que vine hace muchos años ya a casa de una de esas amigas del alma que llevas siempre en el bolsillo contigo… esta tierra es más que muchos recuerdos y grandes dosis de pasado, pensé… quizás, simplemente, es un buen lugar para poner el contador a cero y volver a empezar…

Me metí en las impolutas sábanas blancas del hotel pensando en ello… pensando en subir y bajar las cuestas de esta ciudad… pensando que, si viviera aquí, el Naranco sería uno de mis sitios para escaparme… para respirar… para no pensar en nada o, quizás, pensar en todo… en alguna parte de esta ciudad he dejado un pedacito de mí… demasiados pedacitos Fátima, me reí para mis adentros… si me sigo desperdigando, al final, no seré de ninguna parte… me reí… tampoco tengo por qué tener origen, pensé... tan sólo destino...