lunes, 4 de mayo de 2009

Maratón nupcial a la asturiana

Ser mujer y que llegue el día de una boda tiene un nombre… sí… es un kit completo de “Cómo putearte y estresarte sin motivo en cinco pasos”… el primero madrugar aunque hasta la 1 de la tarde no comience el sarao… el segundo lograr que ese pelo despeinado que tanto te guste quede aparente con apenas un par de golpes de secador… después viene el momento en el que comienzas con el pinta y colorea de tu propia cara… por algún jodido motivo de la vida, nunca logras maquillarte todo lo bien que sueles hacerlo… pintarte la raya del ojo se convierte en una odisea de dibujo técnico… lo conseguí, me digo, ahora sólo queda vestirme de mujer… para cuando sacas el vestido de la percha sigues sin estar convencida de lo que vas a ponerte… no hay marcha atrás, te dices a ti misma, no tengo nada más… luchas contra la gravedad y contra el sujetador sin tirantes en un acto de rebeldía absoluta… te metes dentro de las medias prometiéndote a ti misma volver al Corte Inglés donde las compraste a ajustar cuentas con esa dependienta que decidió no hacerte ni puto caso… sales triunfal del hotel para descubrir que o bien optas por ir un poco menos mona y pasar al plan B –las sandalias planas-, o bien no podrás dar un solo paso… sí, es lo que tiene descubrir que las medias no son cómo creías y las sandalias de tacón tan increíbles que te compraste dándote un capricho simplemente te bailan… una no ha nacido, definitivamente, para ser mujer...

Nos subimos al taxi mientras yo ensayaba el texto que me había tocado leer… soy la vela del día de vuestra boda, repetía yo con mucha entonación mientras mis primas –y el taxista- se descojonaban de la risa… no puedo leer esto, me decía a mí misma… demasiado para mí… ante la frase “mejilla con mejilla” me temí el momento en el que la rubia me vaciló con la canción de “pechito con pechito, y ombligo con ombligo”… temía morirme de la risa… así que con premeditación y alevosía, cambié mentalmente mi ensayo… definitivamente, iba a leer lo que me pareciera… me reí sóla, ese pequeño acto de rebeldía también formaba parte de mí… mientras todos se reunían en el bar de enfrente de la boda para empezar con las cañas, yo tenía una cita muy especial… ir a ver a la novia para sacarle unas fotos… cuando la vi, me quedé loca… me sonrió tímidamente… estás preciosa, sólo pude decirle eso… tú crees?, me contestó… la sonreí …


Cuando vi que estar allí era una auténtica odisea espacial –tratar de moverse en el pasillo era lidiar con las 9 personas que trajinaban por allí-, su primo y yo optamos por irnos al bar donde habíamos quedado… has preparado el texto ya, me preguntó… más o menos, le contesté… al entrar en el bar, otra de mis amigas de toda la vida ya estaba allí… me sonrió... desde una madrugada de la santa semana no había vuelto a hablar con ella… me siguió al baño, tenía algo que contarme… estás embarazada, le pregunté a bocajarro… sí, me contestó sonriendo y enseñándome todos los dientes… la abracé… todavía me parece increíble que sea madre… con su cara de niña, con su alma de siempre… el flamante padre me reclamó la consiguiente felicitación al entrar en la iglesia… nos sentamos, yo con la hoja de mi texto preparada en la mano… el cura te llamará, me dijo la novia… y así fue… salí, desplegué la hoja… miré a los novios… comencé a leer… todo marcha, pensé, entonas y parece que va todo bien… pero cometí el error de mirarles… vi la cara de descojono del novio y tuve que morderme la lengua para no reírme yo también… encendedme cuando anochezca, leía… y en ese momento reconozco que me emocioné… encendedme cuando llegue la primera pelea, seguí… ojalá las cosas fueran tan simples como esa voluntad que estaba leyendo y que no era mía sino, simplemente, líneas sobre una hoja… terminé y no me caí al bajar del altar –escenario para los amigos-, cosa difícil teniendo en cuenta el camino de vuelta al banco… coño, pensé, si es que esta iglesia es como una gyncana… respiré… sólo media iglesia se había dado cuenta de que me había emocionado y no dudó -pese a no conocerme de nada- en comentármelo durante el resto del día...


La ceremonia terminó entre aplausos y música asturiana… el sonido de la gaita, las voces de la música popular… nos fuimos al hotel para esperar a los novios… estás muy tú, me dijo una amiga de la pandilla… muy tú, pensé… me gusta pensar que pese a ir disfrazada de mujer no pierdo lo que soy… huelo a lo mismo que hace 10 años, una parte de mí sigue siendo la misma de siempre… el vino comenzó a correr, nos sentamos a comer… después de dos horas y pico, ya estábamos bailando… el novio me dijo que esperaba que cumpliera mi palabra de rentabilizar la barra libre, y así fue… me aposté en ella junto con el primo pequeño de la novia, que cumplía años… a esta te invito yo, me decía con mucho cachondeo… copas, bailes… la tarde fue entrando… los chicos de la boda iban y venían, jugaba el Madrid contra el Barça… la novia bailaba sin parar, los demás también… no dejes nunca de sonreír, me dijo un moscón que me persiguió durante toda la noche… cada vez que se me acercaba, mi particular guardaespaldas cumpleañero me rescataba… a lo tonto, me pasé toda la noche bailando con él… las copas corrían como el agua en Asturias y, rozando el límite entre la sobriedad y la ebriedad, nos sentamos a cenar… cenar, pensé, si acabamos de terminar de comer hace un ratito… un amigo de siempre empezó con la misma cantaleta de los últimos 10 años… antes de morirme, opina, tengo que tocarte las tetas… eres un animal, pensé para mis adentros, pero por algún jodido motivo te quiero horrores…

Terminada la cena volvimos a bailar… más copas, la cosa comenzó a desmadrarse… el amigo de siempre acabó tirándome al suelo con el consiguiente flipe de media boda… mi guardaespaldas me levantó del suelo… oye lo has ensayado, vino a decirme el novio, porque ha quedado muy “Fama” me soltó entre carcajadas… bailábamos… reíamos… charlábamos… todos con copas menos la futura mamá, que aguantaba estoicamente subida en sus taconazos bebiendo agua… su marido me mareó en un pasodoble interminable que parecía una clase de spinning más que otra cosa… cuando me cargó como quien levanta un fardo de patatas del suelo, di por concluido el baile… mi mujer sabe que yo la adoro, me dijo, pregúntale por qué… me gustó oírselo decir, me gustó ver cómo la miraba… la gente comenzó a desaparecer y allí seguíamos los mismos bailando… de golpe, apareció una amiga de esas que ves nada y menos… había llegado al final, pero se había pasado… venía con su chico… creo que él flipó con el desmadre generalizado… prometí ir a visitarles a Valencia justo antes de despedirme de ellos…

Con el “Asturias” de Víctor Manuel se puso el punto y final al sarao… quedábamos siete personas y los novios… el novio decidió convertirme en “Miss Vestido de Boda Mojado” con el consiguiente chaparrón al que le sometí yo… no te imaginas lo mucho que te quiero, me chilló balbuceante por el alcohol al oído… medio minuto más tarde me lanzó dentro del ascensor… menos mal que estaba mi guardaespaldas para evitar que volviera a irme al suelo… el guarda de seguridad bajó a pedirnos por favor que dejáramos de chillar, el novio también le abrazó… la estampa era única… subimos a la recepción, mi guardaespaldas le robó el taxi a las chicas de mi pandilla… mientras nos fumábamos un cigarro en la puerta, mi prima y yo pasábamos revista a la noche… la boda había pasado… nos habíamos reencontrado… habíamos reído, la habíamos disfrutado…


Cuando nos metimos en las blancas sábanas del hotel, estábamos reventadas… ella se durmió casi rozando la almohada, yo continué pasándole revista a la jornada… me dolía todo, coxis incluido por el aterrizaje inesperado… pero sonreía… había disfrutado del día… de las palabras etílicas… de los momentos de complicidad con Sandra, de haber compartido el día con ella acariciándole la barriga… de su felicidad, de la manera en la que su marido la miraba… de las miradas que observaba en las demás parejas próximas… de los bailes con Ángel y su corbata… de la aparición sorpresa de Mónica e Iván… del anciano desconocido de Acevedo que me dijo en el ascensor que le gustaba mi voz… de ver a la rubia descocada por el vino, de ver a Joseba tan parlanchín con la gente… de ese pequeño gran guardaespaldas con el que tanto me había reído… del escote que traía por la calle de la amargura a mi prima y nuestro cachondeo en la puerta del hotel... de mi prima Miriam y su trauma por dormir con calcetines… del lanzamiento de Lalas contra el suelo… pero sobre todo, de esos novios que rezumaban felicidad… sin nostalgias… era su día… y, pese a ser anti-fan de las bodas, me gustó formar parte de él…

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