jueves, 7 de mayo de 2009

Cuando la vida consiste en jugar en Champions o en Segunda B

Hasta hoy no me he dado cuenta… juegas en Segunda División B, me digo a mí misma con mucho cachondeo… sí, es así… ahora mismo, mi situación es la de un equipo de esos de la parte baja de la tabla… de esos que pelean con uñas y dientes… que saltan al campo como si les fuera la vida en ello… que da lo mismo si está en descenso, lo mismo… sabes que, en cuanto pongas un pie sobre el césped, te dejarás la vida corriendo… así te golpeen, te pateen o muerdas la hierba… lo mismo da… como equipillo de la parte baja de la tabla de esa Segunda División sabes que tu labor es partirte la cara… luchar… no hay primas, no… nadie te pasará un maletín por debajo de la mesa… los seguidores del equipo te abuchearán cuando tengan que hacerlo con toda la dureza posible… pero también sabrán tener unas palabras para ti cuando el resultado sea positivo… cuando salgas del terreno de juego para volver a tu vida normal… la guerra se queda en el campo… la vida real es sujetar el frasco de la vaselina… danzar al ritmo que marquen el resto de equipos… pendiente siempre de los goles de los demás… estando sin estar a su merced…

Sin embargo, otros juegan en la Champions League… en esa competición sólo apta para dioses del balón… esa en la que cada estrellita que conforma un equipo pone sus reglas… marca sus pautas… sus horarios, sus momentos… el jugador de Champions es caprichoso… absolutista… hace y deshace a su antojo… con su propio entrenador pero, sobre todo, consigo mismo… cuando salta al terreno de juego, solamente se deja llevar… corre cuando le apetece… se desaparece del juego cuando se le antoja… simplemente, hace lo que le sale de los cojones con total impunidad… sabe que es un caballo ganador… sabe que lleva delantera… simplemente, está en la parte alta de la tabla… no tiene miedo al descenso, a la caída… a que disminuyan demasiado los ceros de su millonaria cuenta bancaria… no tiene miedo por no marcar goles… lo mismo le da… cree que, con dos carreras y una sonrisa a cámara, lo habrá solucionado todo… el jugador de Champions escucha desde que se levanta hasta que se acuesta la famosa canción de Queen… es la banda sonora de su vida…

Hasta los árbitros son distintos… los de esa liga sólo apta para campeones pasean imagen sobre el césped… escondiéndose lo poco que saben muchas veces… otras pavoneándose de saber cuando no saben ni por qué lado del silbato hay que soplar… ocultando las tarjetas rojas cuando corresponde… acabando el partido, siempre, con una sonrisa fingida y muchas veces hipócrita… han aprendido a vivir la vida con dobleces… los árbitros de segunda son lo que son dentro y fuera… son honestos porque en ellos no pesa el afán de protagonismo… sólo pesan 90 minutos que pueden ser eternos… sean los que sean y duren lo que duren, siempre llega el momento de tocar el silbato… todo en la vida llega…

Siempre he escuchado que el fútbol de verdad es el de la segunda… que es donde se mide a los buenos jugadores, a los de verdad… a los sufridos… a esos que, cuando suben a primera, no olvidan de dónde proceden… son los mismos hombres, tienen el mismo corazón pese a la gloria… y, por algún motivo que desconocen, tienen el ansia de subir… de cambiar de tabla… de lograr hacerse un hueco para tantear a esas estrellas del balón y meterles un gol por la escuadra… un gol inesperado… absolutamente increíble de imaginar… de esos imposibles que ocurren… un gol que, más que un punto, es una auténtica coz en el orgullo… una coz merecida… ansiada de dar… pendiente de pegar… es cuestión de tiempo, se dice a sí mismo el jugador de Segunda… el tiempo pone las tablas en su sitio… el tiempo demuestra quien sabe colocarse en el lugar oportuno en el momento adecuado… quien sabe lo que valen los tacos sobre los que pisa el suelo… el valor de las cosas… el auténtico…

No es cuestión de camiseta… es cuestión de números… unos números que separan los sueños de la tabla de cabeza… unos números que, otras veces, son motivo más que de sobra para tener ganas de no volver a permitir un piscinazo… de no volver a consentir que la estrella te mire al salir del vestuario de reojo… sobre el terreno de juego, todos somos iguales… antes o después… y, sea cual sea la competición, incluso los más grandes se llevan sorpresas…

2 comentarios:

Fitopaez dijo...

No te rindas, mata, muerde y muere por ese orden. Y grita si lo deseas.

Fátima dijo...

me han gustado tus frases, he de reconocerlo! aunque yo no sea de morir matando...
Quién eres?