miércoles, 13 de mayo de 2009

De llamada a llamada: crónica de una tarde de miércoles

Colgué con la extraña sensación del disgusto… con las ganas de volver a marcar para tratar de hacerle entender a esa otra parte del mundo que no hay mal en que seamos distintas… nos separan muchas cosas, sí… pero nos unen muchas más… de una manera indivisible, protectora y exigente… me encanta discutir, lo confieso… como a mi abuelo, me sonreí, tan sólo por el mero placer de hacerlo... me parece uno de los deportes mentales más sanos que existe… pero, para ello, el interlocutor ha de comprender que tan sólo se trata de un entretenimiento… colgué sabiendo de su examen… pensando en que para mí la conversación sólo había sido poner las cartas sobre la mesa… sabiendo que para ella había sido un absurdo batacazo… sentimos de manera distinta, pensé… yo simplifico al máximo, ella lo agiganta… la quiero así, cómo es… con sus malas caras cuando le dices lo que no quiere oír… con sus carcajadas cuando le digo alguna barbaridad… y, precisamente por eso, no soporto saber que sufre… que se disgusta… que siente pena… más todavía cuando las cosas no son tan grandes… más todavía cuando, para mí, aquello no estaba siendo así de importante…

Con la mente puesta en el gimnasio, me llamó una de esas amigas perdidas que siempre vuelven… el barrio y yo te echamos de menos, le dije hace poco… la he perdido un poco la pista desde que se mudó a Carabanchel y abandonó el barrio que compartimos tanto tiempo… en el que crecimos en gran medida… ese que tantas cosas nos ha visto vivir… pero era ella, estaba aquí… no se me ocurría mejor plan que verla y tomar un par de cervezas… le he dicho a Álvaro que esta noches es mía, me había dicho por teléfono… y recordé cuántas noches de jueves compartimos durante dos años… era nuestra noche de la semana, siempre quedábamos… y siempre hacíamos lo mismo… el Iron –un bar de universitarios donde un colega curraba de camarero-, un par de copas y mucha lengua sobre nuestras vidas… me gustaba aquélla tradición que se convirtió en credo durante un tiempo… mientras me contaba su vida, la miraba… cuántos años hacía que éramos amigas… muchos, pensé… más cerca, más lejos… siempre nos habíamos buscado para sacar un rato… después de pasarle revista a su vida, tocó pasársela a la mía… nos reímos… vente un día al plató, me dijo… como en los viejos tiempos, pensé… esos de un paso adelante… esos en los que Xeraco, Pamplona o mi casa nos parecían los mejores refugios del mundo…

Me trajo a mi casa, está estrenando coche… conozco esa sensación y entendía su felicidad… hasta pronto, pensé, me ha encantado verte… y me ha encantado, me dijo esa vocecita que es mi mente, que me veas así de bien… volví a casa sonriendo, pensando en prepararme un té moruno… preguntándome cómo estaría el disgusto con el que empecé la tarde… miré la hora, no puedo despertarla aunque me apetezca muchísimo en este momento saber cómo está… mientras preparaba ese té ansiado al que tengo que cogerle el punto, abrí esta ventana al mundo y encontré un mail que no esperaba… un mail que me hizo reír, sonreír y suspirar… estás loco, pensé, pero no serías tú sin tu locura… me gustó leer esa esencia en unas personalísimas líneas de mail… me recordó un regalo, me acordé de un viaje pendiente… me gusta esta extraña complicidad que vive pese a la distancia de los años, las cosas de la vida y los kilómetros… Pons se reía al otro lado de mi oreja mientras yo divagaba gracias a las Mahous que me había apretado… hablando de algo que no recuerdo, tuvimos un silencio… qué triste aquéllos que se creen libres cuando en realidad son esclavos, dije quedándome la mar de ancha… la apunté en el muro que ilustra este momento de mi vida... el Athletic de Bilbao iba perdiendo por muchos goles en la tele… el primero y único del partido lo había visto en un bar, recordé, y fui la única que lo cantó… la rubia llegó desde su agridulce ilusión a través de un mensaje… leí emoción en la pantalla de mi iPhone -puto iPhone-… como dice alguno a mí no me gusta el fútbol, me decía, me gusta el Athletic … mañana era juernes, pensé para mis adentros... es primavera y no sólo en el Corte Inglés... mañana salimos, le dije a Pons, nos hace falta una noche de copas…

Cuando colgué sentí que, cada pequeña comunicación de mi día había tenido sentimiento… ilusión, alegría, pena, cariño… sonrío pensándolo… sintiendo que, de alguna manera, el pequeño mundo que me rodea me da de comer… un mundo que me hace increíblemente cómodo este vicio de vivir…

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