miércoles, 24 de diciembre de 2008

Extraña tarde pre-navideña

No, no me gustan estas fechas… no es ninguna novedad… me ponen triste ante las ausencias… irritable con las prisas… me agotan antes siquiera de empezar, para qué mentir… me superan, pese a que le ponga empeño, las interminables comidas y cenas en las que muchas veces ni siquiera tienes apetito… pero las sufro y trato de disfrutarlas dentro de mis posibilidades… total, una vez al año me toca vivirlas… así que ¿para qué resignarme a odiarlas si puedo sobrellevarlas?... ya me he convertido en una experta en supervivencia…

El caso es que el día empezó con un dolor de cabeza sideral… uno de esos en los que sientes que te han abierto la cabeza con un hacha y no puedes separar la cabeza la almohada… curiosamente, siempre antes de estos saraos navideños me pasa… premonición, quizás… tenía que ir a cuidar a mi pequeña Paula, pero mi estado físico me lo impide… me perderé otra tarde de escupir papilla de frutas y comer yogur con su pequeña manita… cuando he logrado recomponer mi maltrecho cráneo, parecía sacada del videoclip de “Thriller” de Michael Jackson… logro arrastrar mi culo fuera del barco pirata… el loro hoy hasta me pesa demasiado para cargar con él… y, la verdad, no estoy para asaltar ningún barco… me dejo el alma pirata junto con media cabeza en casa… salgo a la calle buscando un café que me entone el mal cuerpo… en cero coma dos, organizo un triunvirato cafetero… un salvavidas y el estandarte de la costa Oeste… rápido, atropellado… un paseo hasta Argüelles me toca la fibra… necesito calor de golpe… la vida es curiosa, mi hermana llama… se queda conmigo en el barco pirata…

Vuelvo al barrio y me refugio en otro de mis rincones del mundo… hay quien se tumba en la camilla de un psicoanalista, y yo prefiero la de Isa… que, además de ser un auténtico diván, me da calor… se viste de persona, acaba su día… llegan mi padre y mi hermana… de golpe, improvisamos unas cañas en el bar de enfrente… al entrar, la cara más conocida del barrio está en la esquina… me sonríe… me mira… yo sigo a mi bola con mi pequeño clan… Isa sonríe, mi hermana no para de hablar y mi padre nos demuestra su arte telefónico camelando a mi madre para una supuesta receta de almejas a la marinera… la estampa es, cuanto menos, peculiar… los ojos me siguen observando desde la esquina… curioso… “Peter Pan” comienza a sonar… ya soy un hada distinta… lo sé, lo siento…

Subimos a casa, a papá le queda el camino hasta nuestro propio circo navideño familiar… mañana es Nochebuena, como pasa el tiempo de rápido en conjunto y de lento en el día a día… el chino persona que me da miedo trae la cena… Iñigo y Nerea se pican… cenamos… mantenemos la misma conversación de siempre sobre los estancos, el Ministerio de Sanidad y el consumo de drogas legales como el tabaco… me encanta picar a mi hermana… ver cómo reacciona, cómo responde… es curioso observarla debatir… llega la primera llamada… la mirada de la esquina me invita a una copa en un bar de al lado… me he quitado las Converse, amigo… no hay nada que hacer… sigo con mis cigarros artesanales, la conversación… llega la segunda llamada… música al otro lado… si no era El Barrio que me aspen, digo para mis adentros mientras me descojono con las extrañas situaciones de mi vida… Iñigo me propone un plan para el 13 de febrero… Antonio Vega, sala Heineken… una canción cantada por teléfono se me cuela en la cabeza…

Después de contarle a mi hermana la teoría de que Beatriz –la asistenta- juega con nosotros al escondite sin que nosotros lo sepamos… llega el primer renuncio de esta época de indulto… y vuelve a sonar el teléfono… la mirada ahora sí habla… está borracho… curioso, pienso, qué de moda está esto… me desea feliz Navidad, un detalle… me advierte de que vuelve el lunes a Madrid… que le gustaría tomar algo conmigo… yo me río, la situación es cuanto menos cómica… en un lado de la línea, un terrón de azúcar… en el mío, los primeros acordes del “Había una vez un circo” retumban en mi cabeza… cuelgo… flipo… mi hermana sentencia… Iñigo se ríe… me está gustando esta noche… Lagarto Amarillo suena… diciéndome “hoy soy el pajarito que vive en el sobrao de tu pisito”… qué gran razón…

Iñigo se acuesta después de volverse loco haciendo la maleta…yo quiero subir por la escalera de bajar… mi hermana y yo nos ponemos al día de nuestras vidas… de su convivencia en Salamanca… de lo importante que es saber quien se es, qué se es… curioso… andamos escasos de conocimientos al respecto en el mundo que nos circunda… yo hablo, ella parece entristecerse y alegrarse a la vez… flipa con que quiera escribir en mi blog a estas horas de la madrugada del 24 de diciembre… sin darse apenas cuenta, me ha organizado la Nochevieja… me gusta el plan, me apetece… es un gran plan, de hecho... y mientras sube a la cama, yo comparto mi mundo con las palabras… con esas que me permiten correr donde solo se puede andar…
Amélie me lleva lejos, a otra vida… ni mejor ni peor… distinta… respiro hondo… suspiro… me siento… pese a cerrar el cajón, me siento... y eso me gusta... supongo que es un buen comienzo...

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