martes, 1 de mayo de 2012

Sopa fría de España...



Pienso en futuro temiéndolo, sintiendo ese extraño miedo a no saber qué pasará… a no saber qué pasará mañana cuando la caja tonta me escupa las noticias del mediodía… crecí con miedo a atragantarme con las burbujas del Cola-Cao y ahora le tengo miedo a una cosa que se llama prima de riesgo… a esos índices medidos en puntos que, de pronto, se han convertido en parte del vocabulario de todos… tiraré la piedra contra mi propio tejado, escribo de economía… pero no tengo ni idea de qué coño significa esa familia lejana que no hace más que hacernos temblar cada par de días… veo desánimo a mi alrededor, alguna ilusión por aprovechar la tormenta para sacar la cabeza… la vidilla de las oportunidades, las ganas de hacer cosas… veo créditos que son imposibles de conseguir, siento alegría por aquéllos que dicen que apenas están sintiendo esa bendita palabra que es crisis y que decimos un par de veces al día… esa misma palabra que callamos otras tantas veces y que nos ha infectado la sangre como el peor de los virus... la misma que tiene más de 633 millones de enlaces en Google, un número tan aplastante como el mero significado que esconden esas seis letras… hoy la única literatura que me sale de estos dedos es esta, lo siento…

Se me ha quedado la sopa fría pensando en esa palabra tan terrible para mi mente como es “desahucio”… en esas colas en los comedores sociales que hace poco vi paseando por ese Madrid que muchas veces me abofetea con la realidad en la cara… leo con miedo el anuncio de cierre de periódicos, siento rabia al leer ofertas de trabajo dónde se paga a 3 euros las 600 palabras… me da un escalofrío el sólo hecho de verme planteándome inscribirme, sintiendo que me tengo que bajar las bragas y dejar de entonar ese “yo por eso no escribo ni mi nombre”… las calles de este extraño país que formamos están llenas de vidas salpicadas por ese agobio de no saber qué será de nosotros… de esos números mensuales que le suman una historia más a la cola del paro… de esa gente de los treinta como yo que no puede hacer planes a medio plazo, que de alguna manera siente decepcionar ese trabajo tan inmenso que hicieron nuestros padres por darnos más de lo que ellos tuvieron… me encabrono pensando que, hoy por hoy, este país le niega la Sanidad a los parados de larga duración… que unos señores desde Alemania nos dicen qué tenemos que hacer para no irnos a la mierda, que miramos de reojo a esa Grecia que arde y se consume… nos toca vendernos barato, nos toca apretar las muelas deseando que acabe el año a ver si el próximo es mejor con el augurio de que esto todavía no ha terminado... alimentamos nuestro propio balón de oxígeno diciéndonos que hay que capear el temporal mientras a este país se le parten los mástiles... mientras esas velas nuestras ahora mismo no sirven ni siquiera para retales... somos una extraña manta de patchwork bordada en negro sobre negro dónde nadie nos dice qué sucede... dónde cualquiera habla de economía porque es de lo único que se puede hablar... dónde hay que trabajar a cualquier precio porque peor es no hacerlo...

Mientras las aceras se vuelven más grises en el alma de cada uno de nosotros, asistimos al ring verbal que mantienen esos que hemos elegido en ese curioso sistema que se llama Democracia… esos que le han puesto hilos de marioneta a ese futuro que es de todos… le hemos puesto distancia a las personas, mirando el mundo a través de una pantalla porque no tenemos cómo movernos por él… porque vivimos atados a ese dinero con el que contamos los sueños, las lágrimas y los destinos… ese mismo vil metal con un nombre que suena a grande y que, cada día, es más escaso entre las manos de los que formamos este país... dónde los bancos ganan a pesar de que pierden, dónde las facturas son lo único para lo que alcanzan los sueldos... somos ese país en el que tener una casa es un auténtico espejismo en mitad de este particular desierto... somos esa sociedad que siente la carencia, esa sociedad a la que de golpe le cuesta sonreír... España ha cambiado... respira distinto, siente de otra manera y vive como puede... 


Siento que esta sopa hoy no tenga más cosas ricas… no suelo cocinar política y mi intención era cocinar esa gente que, como yo, siente y padece sin entender... supongo que sólo puedo añadirle un ingrediente más a esta receta que, a pesar de todo, no he perdido… un ingrediente que, quizás, sea el chocolate del loro pero que a mí me sirve para intentar volver a coser las velas de mi propio barco pirata... y es que, nos guste o no, sólo nos queda sumarle a la sopa una buena dosis de esperanza… una suficiente para cerrar los puños y esperar que el chaparrón deje de darnos en la cara... con los de siempre, con los de antes o con quién sea... descreo de esos que se permiten el lujo de meterle tijera a la vida de a pie cuando suman ceros en sus nóminas sin pudor alguno... cuando asisten a eso que se llama Congreso no para buscar soluciones sino para mantener la eterna enfermedad de este país... ese enfrentamiento que parece pose y que simula ser la pluralidad... quizás ha llegado el momento de guardarse los ideales políticos en el bolsillo... de hacer con ellos puños o puñetas, de aparcar el eterno rencor de una guerra que nadie debería haber resucitado sólo por lo que supone como germen del rencor... porque, más allá de izquierdas o derechas, ha llegado el momento de remar en la misma dirección por cada una de esas personas con nombres y apellidos que aprietan el culo ante la adversidad... esos que, aunque para el Estado sólo son números, tienen su propia historia y derecho a seguir escribiéndola dignamente...



No se me ocurre otra banda sonora posible... una mezcla de realidad y eso que es lo último que se pierde... eso que, a pesar del telediario y las noticias, me empeño en no perder...


Foto | Neilt

2 comentarios:

Meiry dijo...

Mi madre, que en esto de capear la vida, es una funcionaria con más de 30 años de experiencia, me prohibió por mi bien ver el telediario hace más de una semana. Me conoce. Sabe que le grito a la televisión, sabe que con el paso de los días me echaré a la calle empuñando algo, cualquier cosa, spray, megáfono, pancarta, cualquier cosa menos un arma.
Como es razonable, no le he hecho ni caso.
Hoy, es el quinto mes que despierto sin trabajo. El primero sin prestación. Estoy aprendiendo a convivir con ese nudo matutino, con esa flojera nocturna de no saber qué pasará.
Y he tomado una decisión. No van a quitarme nada más. No van a despojarme de este sol que entra ahora a las nueve de la mañana por la ventana, del brillo que tienen los ojos que me despiertan, del olor de este café que ahora bebo lentamente, del tiempo para conocerme que estoy teniendo, aún siendo consciente de lo peligroso que es eso. Seguiré. Saldremos. Lo haré sonriendo aunque haya días que me sienta vacía, eso también me pasa cuando tengo trabajo.
Y sí, lo siento por mi madre, saldré a la calle, con la cabeza alta, con la tinta fresca, con las ideas claras, y haré, día a día, todo lo que esté en mi mano por acabar con ellos.

Fátima dijo...

Meiry...
seguiremos, saldremos... diremos, molestaremos... y, sobre todo, tenemos derecho en presente sin conjugar futuros ni condicionales a escribir dignamente nuestra historia...
Aprovecha ese paro que no significa estar quieta para conocerte porque, aunque sólo sea por eso -y te lo digo por experiencia-, merece la pena ese tiempo reinvertido aunque no se abone de ninguna manera...

Y sí, sonríe... creo que es la única medicina que nos queda para no matarnos el alma o para no permitir que nos la maten...

Muchísima suerte... bienvenida a mi sopa, seas quien seas... y gracias por estar ahí...