Estoy alejada de esta sopa y lo
sé… la musa sigue sin acabar de volver y, entre tanto, la vida pasa tan rápido
que me faltan horas en el día para sentarme simplemente a pensar… a divagar… a
sacarle punta a todas esas historias que me rodean y que forman parte de este
puzzle que armo y desarmo de manera constante… respiro hondo… noche de sábado y
me pesan los párpados… reconozco que tengo el cuerpo cansado y la mente agotada…
con muchas palabras que escribir y poca fuerza para ello… con un maremágnum de
sensaciones, sentimientos, episodios, anécdotas y momentos que me gustaría
sacar de estos dedos doloridos que no tienen ganas de escribir… inspiro, expiro…
miro la luna creciente como un filito de luz por la ventana… el mes siete del
año, el de mi número… ese que según la Cábala es mágico, ese que por lo que sea
marca muchas cosas… me pregunto una vez más hacia dónde voy sin comprenderlo
demasiado bien… yo no quiero para mí esa estabilidad que tienen otros, me decía
un treintañero en las mismas circunstancias que ya conozco en una noche de
viernes… estabilidad, equilibrio… me río… bonitas palabras, sí… a veces pienso
que las busco, otras me doy cuenta de que simplemente no las quiero…
Supongo que uno de los grandes
precios a pagar cuando se está vivo es, precisamente, vivir… existir aún
dejando pasar las horas sin pararse a pensar con calma… sin pararse a afilar
todos esos lápices de colores que permiten que pintemos los días como únicos a
pesar de que no pase nada extraordinario… sin tener tiempo de sentarme a mirar
por estas ventanas de mi barco pirata, con la mente en blanco y la mirada llena
de noche… en este mes sagrado para mí por muchas cosas, me pregunto cuál es el
dibujo que esbozo debajo de los garabatos que he ido trazando sin darme cuenta…
siendo consciente de que camino dejándome llevar sin saber muy bien hacia
dónde, que lo hago disfrutando de la travesía a pesar de las olas… me debato
constantemente entre dos polos opuestos que reafirman ese extraño mundo de
contradicciones que alimento… a veces siento que la goma que sujeto con los
dientes se me clava en el labio haciéndome sangrar… por pequeños momentos, por
pequeños detalles… por eso que todos llevamos dentro y que se llama corazón…
otras, sin embargo, logro que el roce sobre la piel sea como un bálsamo…
sonrío, hablo, conozco, comparto… son cosas que pasan cuando se está vivo, sin
duda… pero, en ocasiones, aprietan un botón de mi mente que me desconcierta…
haciendo que este mar tan mío se encabrone levantando olas que no me vuelcan
pero sí me revuelven… a veces meciéndome, otras agitándome… olas de esas que
primero te hacen sonreír para luego hacerte pensar… para luego recordarte que
la vida cambia en décimas de segundo y que, ese poco tiempo, marcará un antes y
un después… una diferencia… una manera distinta pero igual de vivir…
Me pregunto cuál es el precio de
una sonrisa… cuál el significado de una palabra… cuál el peso de ver algo que
nunca antes habías visto… en qué momento tienen tanto poder para cambiar las
cosas… para hacerte sentir de otra manera… para despertarte una duda, para
desear algo que quizás nunca suceda… para sentir tantas cosas buenas y malas en
el estómago… para inundar un día con sensaciones… para votar por el no en lugar
del sí y viceversa, sin pensar en la respuesta sino sólo respondiendo… vivir es
un gran verbo, sin duda… una gran realidad, también…
1 comentario:
Vivir cuesta una vida.
Y a veces no te das cuenta de lo que estás viviendo. Y otras desearías que te diesen anestesia para no vivirla tanto.
Pero sigues navegando en los mares tranquilos y las olas revueltas de tu propia vida. Esa que, por más que nos empeñemos en creerlo, apenas eliges cómo es.
Vivimos en un escenario de títeres donde la mayoría del tiempo estamos bajo los hilos que la vida mueve y otras, muy escasas, intentando mover algunos hilos desde arriba...
A vivir, que son 2 días...
M.
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