jueves, 5 de agosto de 2010

Calculando simetrías...

Calculé simetrías sin querer…
notando cada pequeña arista de las palabras…
sintiéndolas familiares…
el sabor de la tensión…
la pregunta del final…
el momento en el que algo se escucha y nunca la vida vuelve a ser como era…
sentí esa extraña sensación que te produce el recuerdo…
un flashback mental que, de golpe, me llevó a otra vida…
a una película distinta…
a su extraño sabor, ahora desde la butaca…
con su extraño sabor entonces sobre la pantalla…
oí parte de un guión…
de uno escrito en pasado…
con un presente interrogante…
con la sensación de nervios clavada en la boca del estómago…
una punzada parecida al dolor…
un pellizco de pasado…
un nudo en la garganta de futuro…
revolví…
retrocedí…
y volví a esta tarde de agosto en la que veo pasar las nubes por una ventana…
esas que, probablemente, mañana serán agua…
la que todo lo inunda, hasta las historias…
la misma que, con el paso del tiempo, logra borrar las huellas…
sentí el frío de una respuesta nunca contestada…
el calor de la historia sobre la memoria…
la rabia de vivir algo desde el otro lado de una barrera…
con el paladar borracho de muchas cosas…
pesando cuántos gramos tiene el dolor…
cuántos el desamor…
cuántos la tristeza ajena que, en otra vida, sentí propia…
sacándole punta a un final que se escribe torcido…
que se borra sobre el papel…
que se convierte en garabato a medida que pasan las horas…
el reloj descuenta o cuenta, no lo tengo claro…
sólo sé que, a veces, pasa…
que, a veces, se acaba…
que, a veces, duele…
que, a veces, sucede…
detenerlo es luchar contra los molinos…
décimas de segundo en una balanza que pesan más que años…
palabras dichas…
susurradas…
entredichas…
castigadas para no salir a pesar de necesitar hacerlo…
medí cada simetría de un círculo que no lo es…
el mismo que un día se convirtió en línea…
el mismo que deshincha los minutos para cambiar el rumbo…
para darle un golpe de timón a un cuento ya leído…
releído…
pego recortes en un silencio demasiado ruidoso…
uno elegido en esta tarde de tormenta…
mirándome las cicatrices de otra guerra…
unas que, ahora, ya sólo forman parte de lo que soy…
sabiendo que en el inicio, esas heridas era profundas…
sabiendo que durante mucho tiempo lo fueron…
acariciándolas con la punta de los dedos sin sentir dolor…
sintiendo tan sólo que están…
que forman parte de vivir…
de sentir…
de ser…
de creer…
de querer…
y de dejar de hacerlo…


Por una tarde en la que, escuchando una vida ajena, recordé otra de mis vidas de gata… sólo se me ha ocurrido buscar esta canción en mi iPhone –puto iPhone-… quizás porque dice mucho… quizás porque para mí dice más… supongo que, está canción, es una manera bonita de despedirse…


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