lunes, 23 de agosto de 2010

Diseccionando una semana...

Y digo… y callo…
y respiro cada palabra…
mascándola…
masticando un lunes…
uno que pasó de la luz a la oscuridad…
uno que, quizás, nunca más tendré…
lo rebobino…
lo pico fino…
lo convierto en polvo…
pero vuelve a tomar forma…
encerrarlo no sirve…
borrarlo no basta…
sentirlo ahora duele…
pisar el acelerador no fue bastante…
los momentos se graban…
las caras se recuerdan…

Proceso un martes…
entre palabras que no entiendo…
con una extraña tormenta desatada…
con las tripas doliendo…
con la mente a mil por hora…
sintiendo que los dedos se convierten en balas…
que la lengua se afila…
que el alma escupe…
sopesando cada segundo…
cada mes…
cada una de las cosas que suman…
que unen…
que atan…
que desatan…

Borré un miércoles…
para no vivirlo…
para verlo con otra mirada…
con mucho silencio…
con demasiadas palabras mudas…
sin sentir calor…
poniéndome tiritas por dentro…
recordando el peso del pasado…
de un álbum demasiado lleno de cromos…
sintiendo la duda clavada en el estómago…
machacando en un mortero sensaciones…
sentimientos…
momentos…
realidades…

Pasé un jueves como si fuera nada…
en un día con demasiadas horas…
con demasiadas cosas…
con mucho de nada…
con exceso de todo…
mirándome las costuras para buscar el roto…
metiendo la nariz en un olor que no está…
que no existe…
que está sólo en mi memoria…
tocándome la piel para saber que me acompaña…

Me bebí un viernes a golpe de noche…
probando a ser libre sin serlo…
descubriendo que volví a coserme las alas…
para no volar…
para no saber qué es nada más allá de ayer…
de uno que es de mentira pese a ser real…
jugando con la oscuridad a sentir…
a vivir…
a experimentar…
para darme cuenta de que no puedo…
de que no estoy…
de que, quizás, no sea…
apostando por una libertad que no siento…
apostando por una esclavitud que no procede…

Peiné un sábado para sentir ilusión…
para pintarme las uñas…
para esperar…
lo hice con esa nocturnidad cómplice…
con la soledad de un humo que me ayuda a escapar…
mirando cada curva de una carretera con la mente…
recordando su trazado…
huyendo de la noche y las sorpresas…
riendo para no llorar en un banco…
respirando esa extraña espina del alma…

Encendí la mecha de un domingo…
para sentir desilusión…
para volver hacia atrás…
para recordar que el mundo en el que vivo no calla…
no se conforma…
lo quemé a golpe de soles…
de torres…
de amigos…
de silencios…
para no sentir aún haciéndolo…
para no callar como bandera de vida…
arrancándome una tirita…
para sentir su dolor…
su tirón sobre la piel…
su peso en el alma…

Y desperté un lunes…
con el extraño sabor de no entender…
con el del abandono como respuesta…
como consigna…
sintiendo de nuevo la tormenta…
sabiendo que se me clava en las entrañas…
el sabor de la derrota…
el de vivir a medias…
el de no hacerlo…
queriendo gritar sin lograrlo…
queriendo huir sin saber en qué dirección…
buscando una burbuja de espacio y tiempo…
una que me recuerde que fui a pesar de no serlo…
que existió a pesar de no hacerlo…
que lo auténtico está…
aunque no sepamos mirarlo…

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