viernes, 2 de septiembre de 2011

Un viaje al infierno

Bajé al infierno una tarde de sol para sentirme pequeña… para leer cómo algo grande se convertía en frívolo, cómo se hacía minúsculo a pesar de no serlo… inspiro, expiro… quizás mis propios demonios fueron esa mala compañía que me vino a llevar arrastrada de los pelos hasta ese submundo en el que resiste un calor frío que no identifico con fuego sino más bien con hielo… me sumergí en esas brasas desconocidas para no entender, para preguntarme por el valor de un libro de historia que escribo y que de golpe no supe interpretar… releyendo un sueño que me sacó de la noche sudando y recordándome que, a pesar de todo, esta vida consiste en elegir un camino… uno en el que ahora me veo quemando páginas sin entender de pronto su significado… sin saber bien si entiendo cada línea como los demás, si el significado de la suma de palabras resuena en mi cabeza como lo hace en las pupilas de los otros… la noche debilita los corazones, chilla esa canción a la que le cambiaría la letra por estos días extraños en los que el mundo parece devorarme de pronto…

Me sometí a ese juicio conmigo misma y con mis demonios para tratar de buscarle un sentido a cada quemadura… para pensar en esas sonrisas regaladas que quizás entendí mal, para pensar en esos silencios programados que no sé romper más que con ruido… me enjuicié y declaré culpable de sentir, de hacerlo con esa intensidad que en mi mundo necesita definiciones y nombres a pesar de que se encasquille cada letra en la punta de la lengua antes de pronunciarlas… convirtiendo en palabras eso que se siente como si hacerlo supusiera reconocerlo… me declaré culpable de mi propio pasado, de otros ajenos que aún así sufro como parte de mi presente… del hecho de pagar una factura que no me corresponde o que, quizás, no llega al importe que supongo en la suma de una vida… se me culpó de ser y de no serlo, de dar pasos sobre un terreno minado en el que no sé reconocer dónde estoy a salvo…

Se me condenó a coleccionar miradas mudas y días de nubes… a formar parte de esa extraña normalidad que incluso yo sentía distinta… a suponer en lugar de saber, a interpretar en lugar de escuchar... a tenerle miedo a las sombras y a las palabras… a salir de ese infierno al que decidí bajar sin oponer resistencia con los pies plagados de ampollas de cada paso del camino… sintiendo cómo arde la piel cuando el sol no calienta como debiera…

Foto | Pedro J. Pacheco

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