sábado, 3 de enero de 2015

Un año de menos y mases...



"Quiero creer que voy a mirar este nuevo año como si fuese la primera vez que  desfilan ante mí 365 días"
Paulo Coelho

Despedir un año, pasarle página... en eso consiste en gran medida ese balance que hacemos de manera inevitable cada 31 de diciembre de cada año... un ejercicio que sirve para radiografiar, diseccionar, revisar y volver a revivir doce meses... doce meses de vida que, cada año, nos cambian... que nos hacen crecer, que nos empequeñecen muchas veces el alma... meses que suman y restan, que ponen su granito de arena para construir esa vida que a veces olvidamos que tenemos el lujo de disfrutar... quizás porque este año ha sido el año de restar, me urge escuchar esas doce campanadas que son únicamente un cambio de calendario... un nuevo comienzo, una nueva oportunidad de empezar algo que ya lleva 35 años empezado...

Después de este 2014, tengo el corazón algo más viejo... quizás porque ha sido precisamente este año que suma siete (un buen presagio que no se cumplió) uno de los que prefiero dejar guardado en algún cajón para no volver a mirarlo... para tratar de llevar a cabo ese imposible olvido que supone pasarle página a las decepciones, a esas ilusiones en las que crees y para las que un día ya no sabes cómo cocinar... ha sido el año de reivindicar el respeto, de saber cuál es mi lugar en el mundo personal y profesional... de pelearlo a pesar de que la desilusión se instale a vivir a mi lado hasta que aprendes a desterrarla... a sacudírtela de encima, a despegártela del alma... este catorce tan extraño pasará a la historia de mi propia vida como el año en el que la agenda mandó durante demasiado tiempo... el año en el que dejé de hacer por hacer, el año en el que le llevé la contraria a las cifras del paro para sentir que después de muchos años la recompensa estaba más cerca...

Pero este año ha sido sobre todo mi año de las pérdidas, el de echar de menos a quienes ya no están... he tenido que despedirme demasiadas veces de quienes nunca habría querido hacerlo... sonriendo durante meses a un lento adiós que llegó una noche de sábado para dejarme mucho amor en herencia a pesar de que habría preferido tardar décadas en hacerlo... para recordarme que los "te quiero", a pesar de saberlos, son valiosos cada vez que se dicen... en este año maldito, sentí el frío más terrible de una noche en Santander y una no menos fría mañana preguntándome por qué la vida a veces nos pone estas zancadillas... una pregunta que llegó entre cementos, con esa pena que se te queda a vivir en el alma y de la que solo puedes despegarte poco a poco con tiempo... con paciencia... dejando correr los días y las páginas de ese maldito calendario para hacer que cada llegada a casa doliera menos, para que no se me abriera la herida añorando esa mirada oscura clavada en mí al son de un rabo que se movía de alegría... a todos mis menos, sé que tuve el inmenso regalo de tenerlos en mi vida... de quererlos, de que me quisieran... y de quedarme aquí recordando por qué fueron tan importantes... 

A todos esos menos que me han empañado demasiadas veces la mirada le han acompañado algunos mases que le han puesto amor, calor y color a un año gris... mases que le han dado cuerda al motor con gestos pequeños, con minúsculos momentos... mases tan importantes como ver crecer a Ito, peleándose contra el mundo y haciendo de la vida Vida... ver que el amor vence a la tristeza en la cara de su madre, para quien este año es un difícil equilibrio entre la sonrisa y la lágrima... he sentido calor viendo a mi media república empezar de blanco y con acento gallego su nueva vida, he sentido alegría en un desconocido Aranda de Duero en el que escuché otro "sí quiero"... he sentido calor viendo a Marieta y a la Froggy crecer bajo la lluvia asturiana, el mismo calor de cada una de las visitas a casa de un mini Jose que ya ha elegido su propia silla en mi cocina... he sentido la decisión de querer ser madre con más intentos o menos, la felicidad de compartir unas croquetas para celiacos mirando al mar... he sentido el frío de las noches en mis montañas, noches que sin la gente que hacen de mi Tierra Prometida mi lugar en el mundo no serían tan especiales... esa misma Tierra que añoro cada vez que miro una montaña, esa misma que suspiro cuando me doy cuenta de lo cerca que estoy a pesar de pisarla tan poco... 

Este año gris de mi vida ha sido el de ponerle un día de septiembre a esa rubia que me acompaña hace tanto en esta vida, ha sido el de descubrir a esos gatos que miran bonito y que son mi pedacito de Madrid en Cangas... los mismos que me regalaron desde una cámara ver con otros ojos ese motivo por el que Asturias es cada vez más mi casa... el motivo por el que, a pesar de las tristezas, sigue habiendo momentos para sonreír... buenas razones para recordar que puedo seguir abrazándome a los brazos de mis padres por el frío de León una noche de domingo... que sigue habiendo motivos para descojonarme de risa con las batallitas de esa hermana mía que a veces es azúcar y otras limón... 

Seguro que me quedan muchos mases pendientes de recordar y de contar... y, a pesar de no escribirlos en esta Sopa que ha estado demasiado fría entre tantas tristezas, solo puedo estar agradecida por haberlos tenido... por haber hecho que mis menos, mis ausencias, dolieran menos... atesorando conmigo las sonrisas que me ha costado tener, las que me prometo a mí misma cultivar en este nuevo año... una nueva historia de 365 días... 




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