jueves, 22 de diciembre de 2011

Lunares, luces de Navidad y unos pantalones naranjas...


Miro desde hace un rato esos lunares blancos sobre fondo rojo que busque con tanto ahínco y siguen sobre mi mesa… están en el mismo lugar donde los dejé… eran parte de algo que pensé hacer con cariño, algo que quería ser un guiño a pesar de que las circunstancias fueran distintas… lo ideé durante días, imaginándome la composición perfecta… pensando en las palabras que escribir en la tarjeta… esas que formarían parte del impacto… miro los lunares… siguen aquí, llegaron antes de que este temporal de emociones inundara mis horas… no puedes ponerte la tirita antes de hacerte la herida, me dijo ese oráculo que siempre hace por bajarle las revoluciones a mi cabeza… esa gran frase que yo tantas veces había dicho, esa con la que he intentado ayudar diciéndola a otros… haciéndolo con convicción… me río… quizás de tanto repetirla, se me olvidó aplicármela… o quizás es que, una vez más, el miedo se apoderó de mí… uno infundado en esas cicatrices que te deja la vida, creado a golpe de tropezón y labios sangrando que todos coleccionamos…

Sigo con los ojos fijos en unos lunares, esos que son sólo una parte de un todo que imaginé en mi cabeza pero que todavía no existe… no me va a dar tiempo, me digo a mí misma ahora que ha pasado el huracán… ahora que, a golpe de palabras que se sienten como caricias, he logrado estar en paz… una que desterré por ese gran error humano que supone el pánico… el pánico a vivir, el pánico a pagar la factura de vivir… de jugar al juego de apostar y arriesgar a pesar de saber lo poderosa que es la banca del tiempo… esa que muchas veces gana, ese al que muchas veces tememos… somos el resultado de lo que hemos vivido, he dicho por teléfono en la que ha sido mi primera conversación con un conocido desconocido… sonrío… en este miércoles que casi apura el año, he permitido caer en el viejo error de temer… he llegado a esa conclusión cuando en mitad de la Gran Vía no he podido evitar llorar… rodeada de gente desconocida, sintiéndome inmensamente sola en mitad de una multitud… sintiéndome inmensamente acompañada por muchas palabras silenciosas, muchas que sólo los ojos pueden oír pero que logran arrinconar al miedo… perdóname, he dicho con los dedos, creo que son estas fechas que me ponen un poco ñoña… lo decía mirando de reojo las luces de Navidad de esa calle que para mí es el corazón de Madrid, el de mi propio pasado no vivido… esa que me gusta recorrer en coche de noche… la única que me recuerda que Madrid siempre late como lo hacen todos sus habitantes… a pesar de los tumultos, a pesar del tráfico… a pesar de los miedos y de muchas otras cosas…

Me he comprado unos pantalones naranjas, confesé compartiendo insomnio, necesitaba verme mona… lo sé, me contestaron… extraño clan este de las mujeres… todas reaccionamos parecido… sigo mirando esos lunares que me dicen que tengo una deuda pendiente con esa que era yo hasta que el miedo se me escapó… suspiro… a mí las heridas de la vida me han enseñado a vivir el presente, se me coló en las retinas recordándome lo importante que es este viaje… uno sólo con billete de ida… uno en el que lo importante, al llegar a la estación, es bajarse del tren habiendo sabido ganarle al miedo... tan sólo habiendo vivido...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Emociona... Como siempre.

Fátima dijo...

no sé quién eres... pero gracias!
;)