lunes, 13 de febrero de 2012

La bola gira...


Luces… se reflejan como miles de imágenes iguales pero distintas en el techo… parecen bailar al ritmo de la música, da igual de qué música… parecen hacerlo al compás, en una coreografía efímera e inexistente… pero danzan… así son los recuerdos… las infancias… las exigencias de un guión que parece perseguirte y formar parte de tu propio baile… danzan contigo, al mismo ritmo… imponiéndote un reflejo que, quizás, ya no te pertenece… pero la bola sigue girando… a un ritmo en el que todo son sonrisas, todo son regalos… todo son aprobaciones y palmadas en la espalda… la dulce miel de la aceptación, del asentimiento de cabeza… la bola baila para recordarte que eres cada pedazo de luz… que todo eso, quieras o no, forma parte de ti… que se proyecta sobre la pared y sobre los demás… partiendo lo que eres en millones de pedazos… haciéndolos todos iguales y distintos… inundando un espacio prestado, uno en el que tienes que brillar… tienes que ser… uno en el que se espera que lo seas…

Sombras… entre las luces, entre cada pedazo de esos reflejos que no paran de moverse… que no paran de desperdigar lo que somos… dinamitando cada no, cada momento de debilidad… cada una de las cosas que se espera de uno… cada una de las cosas que, siguiendo el mismo guión, tienes que bailar… las sombras esconden la eterna sonrisa… la falta de luz, el exceso de la misma… envuelven eso que tratas de ser, ese egoísmo que te falta para hacer que la bola gire sobre ti misma más que sobre el mundo de los demás… pesándote sobre la cabeza como si fuera una losa… como si, con cada pedazo de luz, la sombra fuera más grande… como si atrapara la necesidad que niega la luz de echar el ancla, de parar a respirar hondo… de reivindicar el soy más allá de los demás… como si la oscuridad robara parte del aliento, parte de la seguridad… como si envolviera el saber dónde pones los pies en el fango más espeso y pegajoso…

Pero la bola gira… inundando de luces y de sombras… recordando que ambas existen… que, a cada pedazo de ti que se proyecta, le acompaña su dosis de oscuridad… una que nos negamos a ver deslumbrados por la luz… una que se nos niega cuando la luz es la constante… pero gira y bailamos a su ritmo, nos envolvemos en su claroscuro para formar parte del juego… para recordar que somos luz antes que oscuridad… teniendo derecho a ser ambas cosas a pesar de los clichés… a pesar de lo que se espera… 


Foto | Fátima Cimadevilla

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