viernes, 4 de marzo de 2011

Cerrado por disección...

He apagado los teléfonos, silenciado el ordenador… respiro esta extraña calma tensa que se mastica en el barco pirata… una que sé reconocer y que es previa a que estalle la tormenta… me anestesio de una de las pocas maneras que sé mientras contemplo el filo del bisturí… es una hoja afilada, reluce… soy consciente de que, una vez que comience, no podré parar de cortar… me preparo para el momento en este silencio que sólo rompe la música tumbada sobre mi propia mesa de operaciones… blindada del mundo, de ese que queda demasiado pegado a la piel a pesar de ponerle límites… piel, pienso, sólo es lo que cubre lo que somos… lo que lo disfraza, lo que le da forma… una fina capa que encierra demasiadas cosas vivas que, incluso, a veces matan… bisturí, me digo a mí misma clavándomelo en el alma… aprieto las muelas para no gritar… el primer paso está dado, la sangre sale… respiro hondo, ya no hay marcha atrás…

Repaso cada página del libro, frase a frase… tratando de no errar en las instrucciones, tratando de saber si son una pista falsa o el siguiente paso… la incisión que parte a la mitad lo que soy es correcta, me comporto como espectadora… observando cómo late todo, cómo se mueve hasta el último pedazo de lo que es… cierro los ojos para escucharlo… para tratar de interpretar ese extraño lenguaje que tiene el cuerpo, ese que sólo lleva lo que somos en realidad… siento el tacto pringoso de mis propias vísceras… empapadas en recuerdos, en presentes… en preguntas sin respuesta, en por qués que abandoné por el camino… en, quizás, demasiadas heridas que curaron pero que me dejaron una cicatriz… una que, al acariciarla, no duele pero sí siento… supongo que no aprendo del todo a vivir, pienso mirándola a veces… pinzas, me digo a mí misma tratando de arrancar los fantasmas pegados a ella… esos que me quitan espacio de vida… los mismos que hacen que, a veces, la seguridad juegue conmigo al escondite…

Respiro hondo, notando cómo se me llenan los pulmones… viéndolos hincharse y deshincharse, sintiendo una sensación pasajera de tener más espacio… a veces no quepo dentro de mí misma, lo siento así… tal vez por eso necesito diseccionarme, poner todo lo que soy sobre el frío de la camilla para volver a metérmelo dentro… sin prisa, mirando cada órgano vital… notándolos vivos a pesar del noqueo temporal de la Reina de las Nieves, una que a veces es real y otras sólo una visión… le pongo tiritas a ese corazón que a veces se me descose… noto que a veces late fuerte, otras me regala la angustia de espaciar sus latidos… lo dejo en su lugar con sumo cuidado pendido de las venas y de las velas que me lo sujetan… quitándole los pellizcos, cosiéndole las esquinas… esas que yo sola afilo, esas que a veces me afila el mundo… limpio órgano a órgano antes de colocarlo, antes de dejarlo con menos peso en el mismo lugar que estaba… empiezo a coserme de nuevo para volver a encerrar todo lo que soy dentro de mí dejando huecos vacíos… pequeñas dosis de soledad dentro que, quizás, necesito… para volver a coser sin tropezar con la piel, esa que sólo envuelve lo que somos pero que es responsable de hacernos sentir…

Un último punto para acabar una costura invisible que a veces se rasga… que, a veces, necesita volver a abrirse como lo hizo la caja de Pandora… para masticar pasados, para degustar presentes… para sacar lo que estorba, para colocar lo que sí importa…

2 comentarios:

Riáriápitá dijo...

el pasado está más que masticado, somos de las que miramos atrás erróneamente y sabiamente también, que coño, para no repetir errores...degusta el presente y paladea y saliva el futuro...un beso...pasaba por aqui....

Fátima dijo...

Pues encantada de que pases por aquí... siempre eres bienvenida, ya lo sabes...

Mirar hacia atrás es necesario a veces para saber caminar hacia delante... ;)