miércoles, 2 de marzo de 2011

Y si el miedo...

Miedo: del lat. metus. 1.m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. 2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

Lo mastico, a veces en carnes propias… otras en palabras ajenas, en gestos… actitudes, momentos de la vida de cada uno… miedo, tenemos miedo… uno insuperable a veces que se convierte en lacra… en un peso constante y eterno sobre la espalda, en algo recurrente en todo lo que supone salirse de la rutina… sentimos miedo a tantas cosas que, cuando me paro a pensarlo, me asusto… sonrío con la paradoja, curioso… vivimos todos así… cada uno con los suyos, algunos comunes a todos… otros particularmente íntimos y, a veces, incapaces de convertir en palabras para compartirlo… para amortiguar esa angustia que genera, ese miedo al propio miedo… a tenerlo… dicen que el miedo es libre y por eso cada uno puede tener uno… es curioso pensar que, a pesar de ser libre, nos hace tan terriblemente esclavos… de nosotros mismos, de los silencios… de momentos de nuestra vida que, quizás, tuercen los renglones de una página… escribo de día un texto que empecé de noche, curioso… lo hago fumando a unas horas que no suelo, curioso también…  

Respiro el miedo de los demás en cada ocasión en la que, sin querer, alguien se tumba en ese diván imaginario que supone desnudar sus sentimientos conmigo… ese acto tan íntimo de enseñarme sus tripas surge de una manera natural, “contigo es fácil hablar” me dicen muchas veces… escucho, siempre escucho… evalúo los miedos de los demás, los miro a través de un microscopio… para tratar de entenderlos, para decir algo que ayude a ponerle un bozal a eso que nos chilla dentro de los oídos… para sujetar de la mano a quién me confía un temor como si estuviera al borde de un acantilado… sentimos miedo a demasiadas cosas, ese puede ser el resumen de todos esos striptease emocionales que se me confían… miedo a no ser queridos, pánico a hacernos mayores… tenemos miedo de envejecer, de tener que renunciar a hacer determinadas cosas que conlleva la edad… del control pero también de la libertad… miedo a comenzar caminos nuevos, miedo a sentir… a sentirlos… sentimos miedo del corazón y de la vida… de las noches de copas, de los días de ir a la oficina… tememos a la muerte, a la de los demás y a la propia… a perder gente por el camino, a despedirnos de otros cuando el suyo se acaba… tenemos miedo a vivir por si nos hace daño, por si alguna de las travesías por la senda nos hace caer al vacío… tenemos miedo de decir lo que sentimos, algunos tienen miedo de decir lo que piensan… miedo al mañana y a los recuerdos que nos acompañan… miedo a demasiadas cosas… no se puede vivir con miedo, repito en alguna de esas sesiones de diván improvisadas en la que la que da pautas soy yo… me río… muchas veces no sólo lo digo por quién tengo enfrente, también me lo recuerdo para aplicármelo…

Nos asustan las verdades, le tenemos miedo a las mentiras… a las palabras, a los silencios… a los no por respuesta, a los sí que nos puedan decir… le tememos a los errores pero también a los aciertos… a la soledad, a la compañía… a las etiquetas que a veces necesitamos poner, a ese “perder” que a veces es ganar…  y si el miedo te gana este pulso, decía una canción que me conquistó con esa frase… sonrío… quizás ese sea el mejor motivo para luchar contra él… a pesar de todo, no permitirle simplemente que gane…

La foto es de Vicisanti, un descubrimiento blogero que me guardé en favoritos... y esta canción, la única banda sonora que se me ocurre...



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá que como muchas veces hemos deseado que nos vendieran pastillas para olvidar, nos pudieran vender pastillas para no tener miedo.
Una vez escuché decir: "No es malo tener miedo, sino que el miedo domine tu vida, porque entonces ya no tendrás vida, sólo miedo".
Una gran verdad, pero a veces el miedo se adhiere a tu cuerpo como una segunda piel y no hay manera de que se desprenda, formando parte de tí sin remedio.
Desgraciadamente el miedo es mi eterno compañero, tú bien lo sabes...

Fátima dijo...

Lo sé... pero quien esté libre de miedo que tire la primera piedra...

Miedo, cinco letras...