martes, 20 de abril de 2010

Diseccionando una maraña de martes...


Me sorprendo a mí misma colgando el teléfono, sintiendo esa extraña sensación de desasosiego… con un enorme ovillo de sensaciones metido dentro del estómago… uno que sin entender por qué de golpe se ha enmarañado más de lo que ya estaba, apretando fuerte unas hebras contra otras… he colgado y me he quedado mirando por esta ventana con una quietud increíble… sin perder la calma, tan sólo diseccionando palabras y sensaciones… esas que hacen de mí quien soy… esas que, aunque yo no quiera, se despiertan dentro de mí de golpe para pegarme un guantazo en las neuronas… tú también respiras hondo, me preguntaron por teléfono… sí, lo hacía… tratando, una vez más, de deshacer un poco la presión de ese nudo de nylon que sentía apretándose dentro de mí hasta convertirse en uno perfecto… imposible de deshacer… tan cerrado que sólo sería posible dejarlo así o rasgarlo pese a romperlo… escribo de día, curioso… nunca lo hago porque para esta alma de gata, la noche es necesaria… pero lo hago de día, como solo hago cuando algo me araña tanto por dentro que necesito escupirlo para lograr continuar… tu reacción siempre es escribir, me dijeron una vez, es la gasolina que te permite seguir con el motor arrancado… me hizo gracia en su momento y ahora acaricio esa frase sintiéndola como un abrazo… no sintiéndome culpable de romper esa regla autoimpuesta por mi musa de escribir sólo de noche… sonrío… me acabo de rebelar también contra ella, no está mal para una sola mañana de martes… creo que he aprendido a relativizarlo todo mucho, dije hace poco… no sé si hoy me retracto o no… lo que sí sé es que, a pesar de sentir dentro un volcán parecido al de Islandia, logro mantener una calma que incluso a mí me sorprende…

Ha sido colgando el teléfono cuando me he dado cuenta de que, de golpe, me sentía más anciana… más vieja… más cansada, quizás… sin saber distinguir si el cansancio era mío además de ajeno… uno para el que tengo una almohada para conciliar el sueño que no puedo ofrecer… una almohada que no puedo colocar porque no tengo cama, porque no soy dueña de ella… porque, quizás, mi colchón no está simplemente colocado en el lugar que le corresponde… respiro hondo buscando ese alivio que oxigena las neuronas y me quita parte de ese peso que de golpe siento dentro… los chinos que son muy sabios, dije, consideran que el error es que ante un problema nos centramos en él más que en buscar la solución… sonreí al decirlo, burlándome de mis propias circunstancias…  sabiendo que yo soy la primera que muchas veces sólo ve la altura de la ola en vez de buscar el hueco para capearla… o que, incluso, conociendo por dónde escapar prefiere mantenerse heroicamente hasta que la ola comience a romper… quizás ahora mismo lo hago, quizás por eso me he puesto a escribir para tratar de apaciguar ese océano embravecido que de golpe me empuja de morros contra la arena… notando cómo sí me importan algunas cosas… cómo si siento escozor cuando me cae sal sobre lo que yo no creía herida… no sangra, es cierto, pero noto un picazón que antes no sentía… me pregunto si ese escozor puede degenerar en algo más… en algo que no puedo asumir, algo que sé que no quiero permitirme a pesar de los pesares… realidades o ficciones, me digo a mí misma... sé que no son verdades o mentiras, sé diferenciar una cosa de la otra… lástima que, a veces, vivamos en la que no toca y escondamos la que corresponde…

Sonrío… he vuelto a rescatar del Club de las Palabras Prohibidas una de las que fueron proscritas en mi otra vida de gata… tiempo, seis letras… ahora no está prohibida, quizás porque sé que es un antiséptico que no mancha… que sólo pica hasta cicatrizar completamente y, con un poco de suerte, no dejarte una marca terrible sobre la piel… sólo una señal que te recuerda que existió, que lo viviste… sonrío sabiendo que ese tiempo es sabio para todo… para deshacer marañas… para ordenar puzles… para remendar velas después de haber permitido que se rasgaran en alguna tormenta… para deshacer  montañas de páginas sin sentido, montañas que se nos caen encima en una mañana de martes para atraparnos debajo de un mar de papel… tiempo, pienso respirando hondo de nuevo, ese que a veces dejamos correr sin pararnos a pensar en su significado y otras tanta falta nos hace… pienso en ese tiempo, en esos días y en los de mañana volviendo a respirar hondo… sabiendo que tengo enturbiada la bola de cristal y que sólo la puedo limpiar a golpe de jarabe de sonrisa… de ese que tan sólo consiste en darle la vuelta a la realidad para mirarle las costuras… para buscar cómo están cosidas, para entender cada hilván…

Hablamos, oí… hablamos, contesté… una frase hecha que de golpe me sonó de otra manera… hablamos, pensé para mí… sonrío diseccionando los silencios y las palabras… sabiendo que a veces se usan en exceso y otras en defecto… que sólo el tiempo marca cuando son necesarias y cuando están de sobra… sonrío… me doy cuenta de que en la ecuación hay demasiadas incógnitas y que es necesario despejar algunas… ecuaciones, ejercicios matemáticos… unos que pese a saber hacer, nunca entenderé para qué sirven pese a su utilidad… unas que se me antojan la única manera de recordarme de golpe una condición irreal pese a su realidad… auténtica pese a su aparente ficción… parcialmente digerida pese a llevar tanto masticándola… curiosa esta vida que se vive a mordiscos, que se cuenta en digestiones… que, de golpe, te hace sentirte únicamente un tropezón en la sopa… sonrío… sé que no lo soy pero, a efectos prácticos y por contradictorio que pueda serlo, es en lo que me convierte la realidad… uno que hoy he descubierto que no me gusta, que me incomoda a pesar de conocer gran parte de la receta de la sopa… uno que sé que no merezco… cojo aire mientras me recuerdo a mí misma el siguiente paso… elegir, otra vez… escoger, nuevamente… decidir… respiro hondo… realidad o ficción, sin más...   

Mi banda sonora para las últimas líneas de este post... una letra con mil interpretaciones pero que, pese a esa melancolía que se le escurre con cada acorde, me encanta...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sopesa lo que mereces y no postpongas que el tiempo pondrá a cada cual en su sitio.