Lo
mejor de todo esto es que pasará, nos dijimos mutuamente mientras Pablo Moro
cantaba bajo la lluvia, pero tú y yo nos quedaremos… sonrío al pensarlo… es
singular encontrar gente con la que te sientas tan identificada en tantos aspectos
de la manera más fortuita… "replicante" nos llamamos mutuamente muertas de risa…
nada más lejos de ese ser artificial del que hablaba Blade Runner, pienso… nos
conocimos en una noche cálida a pesar del frío de noviembre, en una ciudad que
me encanta a pesar de que esa noche me ponía terriblemente nerviosa… había pasado casi un año de aquello... nos
abrazamos en esa villa de Ribadesella que tanto me gusta y a la que fui para
estar con ella, para sentir ese abrazo... para dejarme invadir por un mundo de seres y trazos… para compartir un
rato de cronopios, de humo a medias… de un Madrid que es cuna de ambas, de una
Mahou en la mano que no sostenía ese paraguas que perdimos sólo un rato
después… tú y yo deberíamos vivir juntas, me dijo... qué locura, le contesté mientras nos descojonábamos... creo que, de alguna manera, los encantadores astros convergieron para
que nos conociéramos… para que ella entrara en mi universo de la misma manera
que yo entré en el suyo… colándonos, mutuamente, entre carcajadas y confesiones…
con muchas palabras… sonrío… te has dado cuenta de que a veces parece su propio
dibujo, me dijo ese amigo que me ha adoptado mirándola mientras jugaba al
billar y ella trataba de encaramarse a la mesa… ella es Lola, le contesté en
ese París que nada tiene que ver con la ciudad de la luz y que es visita
obligada por las circunstancias cada vez que voy a Ribadesella…
Entrar
en el mundo de Bea supone asumir que la mitad de ella es ese personaje que
ilustra de manera incansable y que es su voz para lo que ella no dice… para
todo lo que ella piensa, para todo lo que se le ocurre a esa cabeza bajo unos
rizos rubios que la convierten en un personaje muy singular… entrar en el mundo de
Lola supone dejarte llevar por un universo puramente femenino, lleno de mujeres
que empiezan con un dibujo… un personaje, Lola… una mujer a la que le siguen otras
singulares, diferentes… sin miedos a muchas cosas, con miedo a muchas otras…
pero valientes… algo que sentí cuando amanecí en su casa, en
esa que fue su refugio cuando decidió aparcar Madrid para encontrar y para
encontrarse… para buscar respuestas sin
hacerlo rodeada de campo… rodeada de esa naturaleza que todo lo invade y que,
por algún remoto motivo, hace sentir en paz… despertar en su casa fue hacerlo
después de una noche compartida de la manera más improvisada y con música… una que
acabó con una larga charla en la cocina entre rosquillas y humo… el universo de
Lola es ese en el que la nevera tiene mermelada de zanahoria y limón… un
espacio donde alguien tiene el nombre de Amor y se tapa la
cabeza con una bolsa de papel para no mojarse el moño… en su universo, las
mujeres son rubias y sonríen… como lo hace su madre con una ternura absoluta a
pesar de que soy una tremenda desconocida para ella… estar en casa de Bea es sentirte lo
más cerca de estar en casa… con la sensación de que sólo con pequeños gestos o
sonrisas es posible ponerle un montón de algodoncitos a las esquinitas del
corazón… una tirita que da calor...
Delante de dos tazas de té, nosotras soñábamos galletas y esperanzas... su
madre cocinaba albóndigas, tenía peluquería por la tarde… y, sentada en aquélla
cocina, sólo podía mirarla… pensando en una historia, en su placidez mirando
por el ventanuco la lluvia mientras revolvía una salsa… respiré su calma en una
foto que tengo entre las últimas bonitas de mi álbum… en esa casa, las cosas
desaparecen de la manera más misteriosa y unas hermanas juegan a darse sustos a
pesar de peinas canas… en mitad de un pasillo, puede aparecer una delgadísima
mujer con la que, sin conocer casi de nada, sientes cariño… quizás por lo que
sabes de ella, quizás porque también orbita como tú en ese universo de Lola que
a veces sólo Lola comprende… cuando me conoció, me abrazó como el que
reencuentra a un amigo… con ese buen rollo como artículo de serie que se siente
sin poder explicar… Pablo Moro seguía en mi cabeza a pesar de que ya era otro
día… mientras, me daba cuenta de la paz
que respira esa casa sólo de mujeres en la que no hay hombre que valga… una en
la que sólo la oca es Paco, un espacio en el que nació esa Lola que ahora es
parte de mi amiga… a lo mejor, el único lugar del planeta en el que podía parirla como un nuevo principio… mientras me iba, sonreía a pesar del día de
perros que se había armado en un momento…
disfrutando ver llover… oliendo la
tierra mojada… sabiendo que ese era el aroma de ese mundo… el que forman un
pedacito de almas en un sitio que sabe a agua…
Esto
fue lo primero que escuché al bajarme del coche en Ribadesella y oler a mar…
una canción que me fascina desde la primera vez que la escuché… una que me
persiguió mentalmente el día que descubrí a las mujeres de Lola…
1 comentario:
....ayy qué bonitooo!, lágrima al viento.....
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