martes, 5 de octubre de 2010

Y si te digo...


Y si te digo que no, pensé, qué pasa…
y si decido rebelarme con uñas y dientes… desempolvando esa rabia que siento tan pocas veces… sacándome las tripas sobre la mesa para ensangrentarlo todo… necesitas que sea así, le pregunto a la nada… vuelvo a guardármelas todas dentro para sentirlas… y si te digo que no, pregunté sonando a no… con esa rotundidad que se siente sobre la piel aunque se quede atrapada en un paladar… sabiendo el peso de dos letras que suenan a un mundo… dos difíciles de pronunciar que, a veces, son impronunciables…

Y si te digo que sí, me dije para mí…
y si decido abandonarme sin necesidad de pelear… sin ponerle puertas a un campo donde, desde hace algún tiempo, no crecen margaritas… donde solamente se arrastra el resto del incendio… la tierra quemada… el olor a chamusquina y ese humo blanquecino que demuestra que no queda nada debajo… lo respiro para saber qué no quiero… para saber que, a pesar de todo, me seguiré negando a esa inercia que muchas veces escupe la vida y la atrapa en una masa viscosa… una que no permite salir, una que sólo permite resbalar…

Y si te digo quizás, dudé…
dándome cuenta de que, a pesar de todo, la vida no es blanca o negra… no es sí o no… no es pese a ser… preguntándome la diferencia entre pronunciar y callar algo ya sabido… algo que se respira aunque intente cerrar la nariz… impregnándolo todo de un perfume que huele a miedo… a una contra la que me levanto en armas porque es la única manera que conozco de ser… abandonando como victoria… buscando el camino de regreso a pesar de saber cuáles son los pasos que debo seguir…

Y si te digo puede, susurré…
comprándome un abono de libertad con muchos viajes… uno que me recuerde lo caro que fue pagar el peaje… lo mucho que tuve que dejar por el sendero… la cantidad de pedazos de mí misma que recogí para volver a pegar con una calma que me parecía maldita… con una que, muchas veces, perdí sin ningún indicio de volver a encontrarla… siento el roce de eso que llaman paz a pesar de la tormenta… de una que, a pesar de manchar el cielo de oscuridad, parece haber dejado claros… los suficientes para recordar que, a pesar de todo, el cielo es azul…

Y si te digo mañana, dije sin decir…
sin dejar de caminar… sin dejar de andar… sin dejar de respirar… sin permitir que el tiempo se congele, que el bucle continúe… que el círculo se haga cada vez más grande hasta que me aplaste… hasta que me sepulte debajo de una montaña de sueños despertados… de páginas de calendario que parecen siempre la misma… de segundos coleccionados como tesoros que son sólo migajas de una cueva de Alí Babá… de cambios de velocidad tan bruscos que me destrozan el cerebro…

Y si te digo hasta pronto, pensé…
despidiéndome de las treguas cuando la batalla ya ha terminado… de demasiados sentimientos muertos y guardados en cajones… despidiéndome de pasados sin presente ni futuro… quizás para despejar incógnitas deshechas, propias y ajenas… sacándome de dentro lo que ocupa demasiado espacio para hacer el viaje más liviano… borrando palabras que pesan demasiado… vaciando una maleta para volver a llenarla, para empezar un viaje diferente… silbando la única melodía que sé entonar… la de respirar con la brújula apuntando destino…

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