A
veces, cosas tan simples como un mail te abren la caja de los recuerdos para
hacer un viaje en distancia y a través de ella sin moverte del sofá… hoy, cosas
del e-mail, he vuelto a recordar un primer viaje con la remitente de la carta
que tanto me ha hecho pensar a una ciudad en la que siempre me siento a gusto…
me acordé de ti en muchos de los escenarios de esa ciudad que siempre me
recordará que la descubrí por primera vez contigo, me decía en sus líneas mi
prima… sonreí al leerlo… pensando en esa sensación tan increíble y tan etérea
de conocer algo por primera vez… una que, a pesar de durar sólo una ocasión en
la vida, siempre se recuerda de una manera especial… con una mirada distinta,
con una historia detrás como guión del pasado…
Leyendo
ese viaje suyo en kilómetros y en alma recordé esa primera vez con ella… un
avión, una singular historia detrás… nervios, dudas… miedo… adrenalina… recordé
una noche y un día, un momento de gata mirando un amanecer mientras me
preguntaba demasiadas cosas… una mirada de gato en la penumbra, ruido en mitad
de la oscuridad en una calle del Gótico de cuyo nombre no me acuerdo pero que sólo
podría llamar Libertad… mi prima y yo descubrimos una Barcelona distinta
incluso a la que yo había vivido antes… una ciudad que, religiosamente hasta
entonces, había pisado al menos una vez al año y que esa vez pisaba como si
fuera territorio virgen… vivimos una aventura, cada una de nosotras… la de
conocernos un poco más, la de vivir un poco más… curiosa cadena de la vida… yo
conocí Barcelona en mi adolescencia de la mano de otra prima… de una que es
habitante de esa ciudad en la que tengo tan buenos recuerdos, una con la que
compartí una noche de Music Hall en uno de mis primeros viajes de trabajo allí
justo antes de que Madrid saltara por los aires…
Ella
descubrió Barcelona conmigo y yo conocí una Barcelona distinta con ella… una
que, a pesar de ser siempre distinta desde entonces, sigue siendo la misma… una
ciudad no es nada sin sus habitantes, he contestado a ese feliz sosiego que he
leído en sus líneas a su vuelta… volví con la mente a esa ciudad para hacerlo
de la mano de esa amiga mía del otro lado del mar que ahora es un habitante
más… para compartir un día con una familia prestada que me hicieron sentir mía…
para sentir el calor del verano, para recalar después de un salto de gata que
me había empujado hasta el mar… hasta ese mismo mar al que fui a parar cuando
daba el paso de mis 29 a mis 30 años… ese que di sintiendo calor a mi lado y en
la distancia… una Barcelona diferente que recuerdo entre amigos, recuerdos y
una sonrisa cuando estaba a punto de meterme en la cama…
Quizás
Barcelona mute, quizás para mí cada vez que voy sea distinta… un capítulo nuevo
que escribir en el que, a pesar de todo, los actores son casi siempre los
mismos… capítulos que siempre se resumen en ese feliz sosiego que leí entre
líneas, en ese mismo que siento yo cuando emprendo el camino de regreso…
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