Resulta curioso comprobar cómo un lugar tan estéril como
puede ser un Mercadona puede ser motivo de una de esas cosas que pasan para
hacerte un poco más feliz… paseaba entre
los viales haciendo lo que más me gusta, buscar el mejor precio… reconozco que
encuentro un pequeño placer en llegar a la línea de caja con muchas cosas y
pagar poco dinero… en mitad de esta gynkana mía de encontrar ofertas, sucedió
algo que cambió esa tarde de compras… algo que, además, cambió una parte de mi
nueva vida… no diré una pequeña victoria, quizás sí una mínima conquista…
sonrío… esta vida es curiosa, pienso, y a veces mucho más sencilla de lo que
nos creemos…
Fue de la manera más fortuita como decidí llegar al pasillo
de la limpieza… uno de los que más me gustan… flipo con la cantidad de
estropajos, con los colores de los envases… a veces, los miro como si fuera una
niña chica… medio agilipollada por los dibujos, fascinada con ellos… iba
lanzada a vivir ese momento infantil del que disfruto desde que tengo uso de
razón cuando de pronto me encontré con dos ojos… dos que nunca había visto
antes, dos en una cara que había visto muchas veces… que había encontrado en un
extraño silencio, en un respetuoso no presentarnos mutuamente porque ambos
sabíamos quiénes éramos… a pesar de que nunca le hubiera visto los ojos, a
pesar de que nunca le hubiera dirigido una palabra… qué pasa guapa, me dijo con
una naturalidad asombrosa mientras se acercaba hacia mí… me puse nerviosa, lo
reconozco… ese tenso silencio sin miradas de pronto se había convertido en una
sonrisa… en una frase entonada como si lo hubiera hecho muchas otras veces,
como si ese respeto mutuo de no hablar el uno con el otro nunca hubiera
existido… no sabía que currabas aquí, dije torpemente después de que me diera
dos besos… procesando que había pasado la raya de mitad de un campo que,
quizás, era absolutamente neutral para los dos… algo tan peculiar como un
supermercado, algo tan público y a la vez tan anónimo…
Empezamos a hablar como si lo hubiéramos hecho siempre… tío no
te mueres aquí de frío, le pregunté mientras me daba un escalofrío… creo que no
se me ocurrió nada más ocurrente que decir… bromeamos sobre ello, sonreímos…
dónde anda Fito, me preguntó mientras acababa de colocar unas cajas… ahora voy
a recogerle, le contesté con la misma aparente confianza que habíamos cosechado
en una conversación de apenas tres minutos… nos despedimos… él tenía que seguir
currando, yo tenía que terminar de hacer la compra… seguí con mi paseo por los
viales pensando en esa conversación natural entre dos desconocidos conocidos…
sonreía… disfrutando una curiosa sensación de normalidad… de una que, en una
tarde, había cambiado pequeñas cosas… comprobando que el contacto visual,
escribí in-situ en mi estado del Facebook, acerca a las personas… quizás nadie
entendería lo que puse pero, en cierta manera, necesitaba decirlo… quizás para
quitarme una piedra más del zapato, para aligerar un poco esa mochila de
respetos y consideraciones que a veces nos auto-imponemos como dogma… sonreía a
esos pequeños guiños que te da la vida para hacerte sentir bien, para rozar una
sensación de placentera paz con respecto a algunos fantasmas…
Le he encontrado en el Mercadona, contaba sólo un par de
horas más tarde en una ferretería… lo hacía con una gran pizca de ilusión, con
una sonrisa ladeada de esas que se quedan a veces en la cara para recordarte
ese buen rollo durante un ratito… contando esa conversación breve, ese
tijeretazo al silencio que había abierto la veda de las palabras… sonrío… lo mejor
fue que ese alguien dibujó esa misma sonrisa… sintiendo también una
piedra menos en su zapato, notando una pequeña tirita…
Mola, escuché decir… sí, sonreí mientras pagábamos en la
ferretería, mola…
No hay comentarios:
Publicar un comentario