jueves, 14 de julio de 2011

Semanas...


Repaso hacia atrás las páginas de un calendario que he contado de una manera diferente… sonrío… realmente no, no lo he contado… me lo han contado que es distinto… quizás porque a veces las unidades métricas cambian aunque uno ni siquiera lo sepa…  miro hacia atrás unos días que, ahora, me parece que han pasado demasiado rápido… algunos se me han perdido por el camino, otros los tengo grabados a fuego en la memoria… me noto el cuerpo cansado, “es normal” me diría esa voz que me acompaña día a día en esta andadura… sonrío… curioso saber de esa normalidad, más curioso todavía necesitar escuchar que te lo digan… lo reconozco, de pronto siento una fragilidad que no conocía… una que se me escapa a eso que soy, a eso que hace que sea así… nació entre dos rayas en mis montañas, acabó de crecer entre dos fluorescentes otra tarde de ciudad…

Recuento esas semanas para rebobinar muchas cosas… para volver a sentir la extraña sorpresa que supone descubrir que, a pesar de los diagnósticos, sí que estás viva… para mecer una avalancha de sensaciones tan inmensa que, por un momento, pensé que me sepultaría… sonrío…  en esta noche vuelvo a oír una sonreída risa que escuché, una que marcó ese atardecer que sabría pintar a pesar de que no le presté atención…  sonreí, sonreí mucho… escuchando lo que me parecieron las palabras más mágicas que había escuchado jamás… las de un momento único en una vida que de pronto se sintió más viva todavía… acaricio esas palabras como sólo se hace con los tesoros que te regalan sin que quien te lo da sea consciente ni de darlo ni de su valor… como sólo las cosas de verdad se sienten cuando se te cosen sin querer en el alma para empujarte a sentir más todavía…

Y hoy, semanas más tarde, soy consciente de que he tenido que volver a guardarme el corazón en un tupper al fondo del congelador para no sentir… para saber, contando semanas, lo increíble que puede llegar a ser sentir de pronto tanto calor… sentir incluso entre las lágrimas más amargas tantísimo amor… amor, cuatro palabras… esas que nunca pronuncio, esas que casi nunca escribo… esas que muchos dicen que es lo que vive dentro de mí, esas que sólo suenan de una manera cuando las pronuncia una persona… lo sentí y lo guardo en el mismo frasco de cristal donde sé que no puedo guardar otras cosas… en el mismo donde la vida no cabe, donde las decisiones deben sellarse para no volver a leerlas… sentí con la cabeza para no pensar con el corazón… poniendo las entrañas en una tarde de sábado con una mano amiga y una mirada desconocida que de pronto se convirtió en familiar en mitad del miedo… miedo, cinco palabras… un mundo irracional en el que ni siquiera con la cabeza se puede penetrar sin sentir dolor…

He dejado de contar semanas para contar días… para mirar las horas, para desangrar los minutos de una cuenta atrás que sólo es una huída hacia delante… para llorar cuando lo necesito… para sentir un auténtico universo de emociones que, a veces, no entiendo ni sé controlar… queriendo mirarle la cara más amable a la historia más bonita que jamás se leerá en un cuento… a una que me quedo para mí junto con una caricia y dos miradas que espero recordar siempre… sonrío… la vida a veces te pone la zancadilla, otras se la ponemos nosotros a ella… pero quizás lo más importante es que, a pesar de que el cuento no tenga final escrito, lo abrazo con todas mis fuerzas sabiendo el increíble significado del verbo poder… 

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