Noto de golpe esa sensación que ya conozco… esa extraña
placidez de haberle sacado punta a todos los sentidos, de haber desatado una
madeja de pensamientos… suena Bebe… se va se fue, dice ella… la mente se
agiliza, se despierta… bailo sin moverme de la silla, cerrando los ojos para
escuchar la música sin despegar los dedos del teclado… teclado, palabras… esas
que cuando busco no encuentro y cuando me pierdo aparecen… siento el mareíllo,
esa nube que se posa sobre mi cabeza para levantarme un pie del suelo… tengo
sed, sonrío… de un salto, me he ido a mirar la luna llena a uno de los tejados
de esta ciudad… no estaré no, dice Bebe… demasiado tiempo sin escucharla… ahora
mismo, se me pegan las palabras a los tímpanos… Golfo maúlla pidiendo mimos, mi
hermana teclea en el sillón… ese bien mío tan preciado como es el silencio se
tiñe de música… todo sigue como siempre, pienso sonriendo, nada ha cambiado a
pesar de todo…
Me bebo un vaso de agua como si fuera de vida… intentando
saborearla a pesar de eso que te cuentan en el colegio de que es inodora,
incolora e insípida… escribo con los ojos cerrados sabiéndome de memoria un
teclado que acaricio como Bebe lo hace en mis oídos… que sube que baja, dice
esa voz rasgada que habla de buscarse… sonrío… un gran verbo que, definitivamente,
no dejo nunca por el camino… quizás el humo y la noche sean hoy compañeros de
taller de costura, de ese que improviso sin saber muy bien pero que me sirve
para atarme las puntadas… cuerpecito mío, me repito cantando, qué cañita te he
metido en estos años… camino perdido, dice ella… camino encontrado, digo yo… me
pongo una mano en el pecho, lo siento latir… todo sigue en el mismo sitio, me
digo, no ha hecho falta guardarlo de nuevo en un cajón… al menos, no ahora
mismo…
Mantengo mi propia pompa de jabón inventada, una que soplé
despacio para que durara más… una regalada una noche de viernes entre sonrisas,
entre algodones para un alma que hoy me pregunto cómo se mantiene entera…
sonrío… el increíble poder de lo frágil, me digo a mí misma, la gran magia de
algo tan cuestionado que sólo pesa 21 gramos… de alguna manera, ahora mismo
esos pocos gramos están lejos de cualquier territorio conocido, borrachos de
una viva nocturnidad que atrapo entre las paredes de este barco pirata… de uno
que, de pronto, necesita virar así sea sólo para seguir navegando… sonrío con
los ojos cerrados… viajo sin necesidad de moverme, lo hago casi como una
necesidad vital de comprender lo que no entiendo… de ponerle cara a lo
desfigurado, de buscar ese bien tan escaso que es lo auténtico…
No pienso enterrar mis dolores, escupe la mini cadena en un
discurso que conozco de memoria… me río… el disco está rayado, ha sonado
demasiadas veces… curioso… aún así, ahora igual que hace ya muchas lunas, me
sigue hablando… no sé qué me encontraré, tarareo sonriendo, ni me importa…
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