domingo, 28 de junio de 2009

Noche de mujeres sin cadenas

En la madrugada del viernes volví a casa después de pasar la noche con una amiga... con una que lleva en mi vida desde hace tantos años que parece que lo ha estado siempre... me lió para uno de esos planes a los que me habría negado de primeras… inauguran una terraza chill-out en Las Rozas Village, me dijo… me aterró relativamente la idea… pero con la pestaña “pintá y tó”, me dijo, hazlo por mí… creo que esas fueron las palabras mágicas… si ese era el planteamiento, pensé, descuida que allí estaré… mi amiga pasa por uno de esos extraños pasos de la vida… ese paso en el que lo que tenías desaparece y te deja en bragas preguntándote hacia dónde tirar… lo conozco bien… sin embargo, la admiro… se ha saltado la denominada fase del chándal… ha sacado fuerza de flaqueza enfriando las emociones y mirando de manera objetiva los hechos… está claro… ha logrado sobrevolar sobre su propio pasado, era una gran idea pasar la noche juntas…

Gracias al Messenger de la BlackBerry acordamos las coordenadas de nuestro encuentro mientras charlaba con Claudia… el qué vas a ponerte fue una de mis primeras preguntas… me sorprendió y me gustó a la vez… hacía muchos años que no preguntaba algo así… no me preocupaba… al final, tiré por la calle del medio… estar cómoda pero sabiendo que estaba guapa… un vestido negro largo un tanto hippy… un enorme pañuelo para entrar en el “modo Massiel” que a Pat le hace reír tanto y que a mí me ayuda a resguardarme… mi amiga me aprobó el modelo vía Messenger… cuando cerraba la puerta de casa, tenía la extraña sensación de salir a conquistar el planeta tierra… no sé por qué… me había puesto ese vestido otras veces… apenas me había maquillado… pero por algún motivo que no acierto a entender, era yo con mis circunstancias y una sonrisa… me gustaba… me costó salir del garaje… no encontraba la llave magnética para sacar mi coche… el pánico me duró cinco minutos… retrocedí haciendo maniobras casi imposibles –el parking no es precisamente el más sencillo del mundo y mi plaza está al fondo- y la encontré… recordé que, la última vez que me había bajado, había escuchado un “click”… era mi llave…

Llegaba tarde, salí del garaje… al coronar la calle, mi calle, el chico de las ambulancias pasaba por delante… asomó la cabeza por mi ventanilla… pretendía que me bajara del coche para verme… hueles muy bien, me dijo con esa sonrisa de conquistador que usa con todas las mujeres de su entorno… como siempre, le contesté yo… no hoy hueles especial, me dijo sin parar de mirarme el escote… me reí… no sé si lo intentas en serio o de broma, pensé para mis adentros, pero creo que conoces de sobra la respuesta… callejeé para llegar a casa de mi amiga… qué guapa estás, nos dijimos a la vez mientras se subía en el coche… hacía años que no compartíamos una noche de copas… a las dos nos parecía que llevábamos demasiado escote… sin embargo, a mí el suyo me parecía correcto y el mío a ella también… me reí… hay que ver cuántas trabas nos ponemos las mujeres a nosotras mismas…

Después de poner el culo en uno de los taburetes de la supuesta terraza, comenzó el momento de “canapero profesional” de mi amiga… es un crack en un cocktail, no tiene vergüenza y no pierde de su vista ni una sola bandeja… mientras tomábamos cosas tan chic como un panini de cocido madrileño o un gazpacho de sandía, no parábamos de hablar… de pasarle revista a nuestro pasado más próximo… a esos objetivos personales que nos habíamos marcado… a realidades como ser conscientes de no merecer muchas cosas vividas… a esa tendencia del hombre latino a venerar a la mujer… te pueden poner todos los cuernos del planeta, le decía yo, pero mientras comparten tiempo contigo te hacen sentir única… la teoría no es mía, me la ha explicado una fuente de primera mano… uno de esos chicos de camisa de rayas que a ella le gustan pasó… la sentí mirar como una mujer que sabe que está guapa y que sabe que es mirada… sonreí… volvía a ocupar plenamente su lugar en el mundo, pensé, es dueña absoluta de él… si no sientes esa potestad, el juego de la seducción simplemente ni siquiera tira el primer dado… sonreí recordando… no hacía mucho que yo había sentido volver a jugar… sólo me di cuenta después de que sucediera… fue implacable, sí… maullé para mis adentros… yo también había recuperado mi propia potestad…

Le sonreí halagada la propuesta de irme a Italia con una mochila… seguro que es un país lindo pero sé que contigo lo sería más, le conté que me dijeron… yo no me lo pensaría, me dijo ella… sabes lo peor, le dije yo riéndome, que yo tampoco… nos reímos… qué sana estaba resultando la noche… te veo más fuerte, me susurró con esa mirada que significaba alivio… es curioso… sólo ahora soy consciente de lo egoísta que he sido no volviendo a ser yo antes… mi gente ha sufrido viéndome… han sufrido conmigo… sé que nunca recibiré tanto amor como el que me ha dado esa familia propia y elegida de la que formo parte… sonrío… ese ha sido otro de los grandes regalos de este año que creo mío… sentir que, con mi pequeñez en el mundo, hay tantas personas a mi alrededor que han sufrido algo que a ellos les dolía más que a mí… verme así…

Después de un episodio Paco Martínez Soria para salir de Las Rozas Village, nos prometimos ir a ver una carrera nocturna al hipódromo… por ver correr a esos animales en mitad de la noche… tú y yo seremos amigas siempre, me decía muerta de risa mientras entrábamos en nuestro siguiente destino de la noche, nunca nos pelearemos por un hombre… lo tenía claro… a mí tanta camisa me brota el sarpullido, a ella mis modelos alternativos de hombre tampoco la convencían nada… con una cerveza, hablamos del concierto de U2 al que se va a Barcelona… es un poco locura y no sé de donde sacaré el dinero, le dije, pero si consigues otra entrada avísame que me voy contigo… bromeábamos sobre un Wally que había pidiendo en la barra… los extraños amigos que habían salido de caza… lo tengo comprobado, es de a dos… curioso porque nosotras también éramos dos… me reí de la vida… estoy en ese juego y no me había dado cuenta… cuando el aire acondicionado había terminado con mis ojos, nos encaminamos de vuelta a Madrid… disfruté el paseo viendo la ciudad iluminada… con ese fresquito tan fresquito de la noche… con una conversación sobre que ella sigue pensando a diario en él… supongo que es costumbre, dijo ella… o no, le contesté… derramó el corazón sin abrir la boca… las heridas son demasiado recientes, pensé, ahora gracias a ella siento más que nunca que el tiempo lo cura todo…

Volví a casa a sentarme a mirar por la ventana de este barco pirata… Claudia había dejado encendida la radio para oírla desde la cama… dormía… me senté con mi humo para ver ese cielo de Madrid que es mío … el que me permite diseccionar mis días… una canción se coló en mitad de la noche apenas iluminada por una tenue luz… estamos sincronizadas, sonreí, sólo sacas discos en momentos determinados de mi vida… casualidad o causalidad, no lo sé… de pronto esa melodía se coló en mi noche… esas palabras… sonreía en la oscuridad… maullé suavemente… sólo para mí…


Esta fue la banda sonora de mi madrugada del viernes... la canción que me hizo maullar... sonreir... callar... fumar... y volver a sonreir...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Potxoli, el otro día la descubrí y ya me la he bajado ;-D Nos acompañará Bebe otra vez este verano? Por una parte y sabes a lo que me refiero, es una pena que las circustancias no sean las mismas que ese verano. Sigue así pequeña, vas por buen camino!
Betxote grande

Fátima dijo...

Ya tengo el disco en mi poder... habla... me habla... me dice muchas verdades conocidas y otras menos...

Curioso... escucháis esa canción y os salto a la mente... ningún verano es igual que otro, nena... curioso que Bebe marque estos extraños veranos de mi vida...

Las circunstancias no son las mismas... pero eso no significa que sean peores...

"Pasito", rubia, "pasito"...
;-)