viernes, 19 de junio de 2009

Una tarde con la ex de mi ex

En esta vida a veces pasan cosas singulares, sin duda… pasé la tarde del viernes con la ex de mi ex… extraño pero tengo que reconocer que fue un tiempo tan agradable que, ahora más que nunca, me alegro de la elección… necesitábamos un diseñador que supiera programar web… por algún motivo, mientras inventariaba la lista de diseñadores que conozco y su disponibilidad, me saltó ella a la cabeza… recordaba que hacía estas cosas… antes de llamarla, analicé la situación… qué problema hay, me pregunté a mí misma… puede sonar extraño, pero pese a ser una casi desconocida para mí, me cae bien…

Un viernes por la tarde era la cita acordada… la primera sorpresa es que apareció por donde menos lo esperaba… se sentó a mi lado con su enorme sonrisa… no sé explicar por qué, pero me gusta mucho cómo sonríe… es auténtico, y tiene una gran dosis de timidez… entre botellas de agua, zumo de naranja y café comenzamos a trabajar… le contamos la idea, comenzó a hacer esbozos… de vez en cuando, trataba de explicarle desde el mundo que habitamos las dos –el de la comunicación, entendida como sea- las cosas que a Dani –el cliente, quizás el más especial de los que tengo porque es hermano de una gran amiga- le hervían en la cabeza… después de dos horas Blanca y sus ideas le habían convencido de que contar con ella para el diseño era algo vital…

Cuando la reunión ya estaba casi terminaba, comenzamos a charlar… primero de las bodas, de lo poco que me gustan y que esa misma tarde tenía que ir a una aunque sólo fuera de manera simbólica… de que nuestros iPhone -puto iPhone- sonaban igual, de dónde estaba la "Ñ" en el teclado del bendito teléfono... antes de salir del hotel donde nos reuníamos, ya habíamos hecho “planes”… sí… yo tenía que llevar dos carretes a la tienda de Lomografía, ella acababa de terminar un curso al respecto y tenía ganas de probar con ese tipo de foto… después de despedirnos de Dani, nos pusimos en camino sin parar de charlar… le hablé de Tato, el chico de la tienda, y del buen rollo que tenía con él… al entrar en la tienda, descubrimos que en vez de él había otro chico… nos hizo una foto tipo Polaroid con uno de los nuevos accesorios de la Diana… cuánto cuesta el juguetito, le pregunté sabiendo que quería pecar… las dos nos reímos, había sido una gran idea poner un pie en la tienda… minutos más tarde, Blanca estaba comprándose una cámara para regalarle a su hermana mientras yo –desplegando una cara más dura que el cemento armado- le decía al dependiente, nuestro nuevo amigo de la tienda Lomo, que tenía que regalarle algo… no nos falló… un carrete y un lanyard para colgar el móvil se metieron en la bolsa no sin que él avisara de que lo hacía… nos reímos… a él también le estaba resultando divertida la situación… nos contó que se iba a Borneo en verano, pensaba llevarse 50 carretes… me gustó cómo lo contaba con esa manera tan fija de mirar… directa, sincera, segura… esa foto es para vosotras, nos dijo… entonces nos tendrás que hacer dos, le contestó la ex de mi ex… acordamos que ella se quedaba el original y que me mandaba una copia por mail… me hacía ilusión tenerla, tengo que reconocerlo… me estaba gustando descubrir un poquito de quien es… cómo te llamas, le pregunté al dependiente… Sergio, me dijo él… hasta pronto Sergio, le contesté… por algún motivo que no comprendo, la tienda Lomo tiene una magia especial… la del buen rollo… la de los momentos bonitos, la ilusión… la curiosidad, las sorpresas y la ilusión… quizás es porque a todos nos une un tipo de fotografía que tiene esos ingredientes… o, tal vez, porque de alguna manera conformamos una comunidad en la que la sonrisa está porque sí… esa tienda Lomo encierra siempre algún momento que recordarás… sin motivo alguno, simplemente porque sí… tiene ese poder…

Nos encaminamos hacia Sol mientras comentábamos lo poco que nos gustan a las dos nuestros respectivos cumpleaños… lo extraño que era pensar hasta qué punto cumplir 30 se hacía raro, afectaba de alguna manera… ella me hablaba de que llevaba un año diciendo que ya los tenía… me reí… yo llevaba un año preparándome mentalmente para ese momento, viviendo mi peculiar transformación kafkiana… me habló de la emancipación, de lo chungo que estaba el tema del periodismo… subíamos por Preciados cuando uno de los voluntarios de Médicos del Mundo nos preguntó si teníamos cinco minutos… lo siento, le dije con mi gesto habitual… gracias, me contestó, por decírmelo así y además guiñarme el ojo… me avergoncé… siempre es más agradable, me dijo Blanca… supongo, me reí, pero me acaba de dar vergüenza… le hablé de la gira, de lo bonito de vivir la experiencia… del encuentro en un atasco de los habituales en la A-6… al llegar a Gran Vía, yo me despedía para coger el autobús… hicimos inventario de las cosas pendientes de la web que teníamos entre manos… a Dani te presenté como una amiga diseñadora, le dije en un momento dado de la conversación, es que no sabía cómo presentarte… nos reímos… hemos vivido una parte de nuestras vidas con la misma persona y no deja de ser curioso… quedamos en hablar pronto para ver en qué quedaba lo de la web, la despedí con dos besos antes de cruzar la Gran Vía… ella se quedaba haciendo tiempo para localizar a su hermana, tenía que darle el regalo que yo le había acabado de incitar a comprar…

Mientras me dirigía a la parada del autobús, me di cuenta de que sonreía… sonreía al pensar que había pasado la tarde con la ex de mi ex… charlando, compartiendo incluso crisis vitales comunes a todos los treintañeros… me gustó conocer un poco más de ella, de su tímida pero rotunda manera de hablar muchas veces… con toda la naturalidad del mundo pasando un rato en una tarde de sol en Madrid…

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