sábado, 6 de junio de 2009

Unos "girados" por Madrid

Nada más salir del Burguer King donde comimos todos en grupo, la idea estaba clara sin siquiera hablarla… se va contigo la percusión al pleno, me dijo Carlos Istúriz con una media sonrisa mientras veía cómo el resto del grupo se encaminaba hacia el Prado… miré hacia atrás y no había duda… “mis chicos” pasaban del Museo y de todo lo demás… el destino era comprar regalos, mirar detalles para llevar a Venezuela… da lo mismo, pensé, es nuestro último día y qué mejor que compartir con ellos mi Madrid… me hizo gracia la situación… les esperaba una buena pateada… un auténtico sacrificio para gente que está acostumbrada a ir en autobús… pero esta ciudad en la que nací y que amo tanto como odio sólo puede disfrutarse de verdad a pie… encaminamos el paseo del Prado entre los jardines… primera parada, los puestos de souvenirs de delante del museo… mirábamos camisetas, nos reíamos con las estampaciones… cómo no, una de ellas decía “por qué no te callas?”… descubrí que el dueño del chiringuito conocía el extraño vocabulario de esta peculiar tribu mía… me reí… quizás la única que hasta ahora era una ignorante del venezolano era yo… después de comprar pines, camisetas y dios sabe qué más cosas nos metimos en la mítica tienda de artesanía toledana de enfrente…

La primera en la frente… de la que se pusieron a posar con las espadas rollo Excalibur de la tienda, nos echaron el alto… no se pueden fotografiar a menos que la compres, nos dijo el tipo medio simpático medio no… cuánto daño le han hecho los japoneses al buen rollo madrileño coño, pensé… pero daba igual, cinco minutos más tarde la estábamos liando con las castañuelas… esto es percusión también no, pregunté yo a los pequeños maestros… y sin comerlo ni beberlo, la dependienta nos estaba explicando los distintos tipos que tenía… comparábamos sonidos… me hablaba de precios… los chicos jugaban con los abanicos a lo Locomía… yo aguantaba la chapa de la comprometida dependienta mientras me descojonaba viéndoles por el rabillo del ojo… sois unos gamberros, pensaba manteniendo el tipo, pero no sabéis cuánto voy a echaros de menos… al salir, Gabriel le dijo que volvería a que le diera una clase de cómo tocar las castañuelas… encaminamos Gran Vía con Kike liándola con la bufanda del Barça… le miraba pegando saltos por la acera y sólo podía reírme… este es el típico día, le dije, que me encuentro a alguien y me dejas en evidencia… fue levantar la mirada y el vaticinio se cumplió… una amiga de Gijón en plena Gran Vía… tú no estabas de gira, me preguntó… ellos son mi gira, le dije mientras señalaba a mis tres sombras que me esperaban con mucha cara de cachondeo…

Un café nos sirvió de stop&go para seguir caminando por Fuencarral… entrábamos en las tiendas, comentábamos las cosas… Kike estaba a punto de morir doblado del peso de su ordenador…Arturo se reía de cada cosa que él hacía… Gabriel andaba negro tratando de encontrar dónde comprar unos auriculares nuevos para su también nuevo iPod… caminamos, compartimos, charlamos, nos reímos… la tarde del sábado se estaba acabando, pensé, mañana se irán… una gran dosis de melancolía se me coló en el corazoncito… me he enamorado sin remedio de esta gente, pensé, pero se van y tengo que estar preparada para ello… pensaba en esa próxima ausencia sentada en la puerta de una tienda de ordenadores con la cabeza de Kike apoyada en mi hombro… he descubierto cuánta ternura existe al otro lado del mar… cuánto les gusta a muchos de ellos, simplemente, acariciarte un brazo… tocarte el pelo… darte cada mañana un beso en la mejilla al encontrarte en el desayuno o despedirse de ti de la misma manera cada noche antes de irse a dormir… son cariñosos y jodidamente tiernos… te dan calor con apenas nada… con su compañía, con pequeños gestos… y por algún extraño motivo que todavía trato de averiguar, me encanta que así sea…

Tenía que cumplir mi promesa… el compromiso de llevarles al Hard Rock Café entre el cachondeo de los tres por cómo españolizaba esa “H” que para mí suena a “J”… di jarrón, me decía Kike con mucha guasa… jjjjjjjjjjarrón, contestaba yo marcando mucho más esa letra que para ellos sólo existe en el papel… no sé cuántas veces he dicho esa misma palabra en dos semanas para que se murieran de la risa… cansados de esperar el autobús, optamos por ese medio desconocido para mí que es el metro… una señora se apiadó de mí regalándome –sin salir de la marquesina- su plano del subterráneo de Madrid… la sonreí agradeciéndoselo de corazón… Gabriel le regaló una enorme sonrisa de esas que derriten… esta ciudad todavía mantiene algo de eso que la hacía especial antes, pensé… en el vagón siguió la fiesta… Kike se sentó al lado de un chino que no paraba de hablar y que parecía que hablaba con él… su cara era un poema… cada cámara de seguridad recibía un susto de cualquiera de los tres… yo me reía… llegamos al templo más glam que puede tener el rock… y mientras decidían qué comprar, a mí me estafaron pidiendo cambio de 20 euros… al revisar el cambio, me sorprendió una moneda que brillaba más que las demás… 100 bolívares venezolanos… tuve que reírme, ellos se rieron… no reclamé que me lo cambiaran… me pareció una auténtica señal del destino digna de conservar en una de mis cajas de recuerdos… quiero regalarte algo, llevaba Kike diciéndome toda la tarde…y ante mi antojo de una cajita de caramelos en forma de guitarra, tuve que sucumbir… quiero regalarte algo para agradecerte lo que has hecho por nosotros, me decía poniendo morritos, y para que te acuerdes de mí… lo iba a hacer de todos modos, me decía a mí misma… creo que no es consciente de que ya me los llevo guardados en el bolsillito del corazón…

Autobús de vuelta a casa… un kebab en ese sitio donde siempre voy con todo el mundo… era como meterles un poquito más en mi vida… les miraba… mañana se van, se marchan… se acabó la gira Fátima, me decía… han inundado mi vida en apenas dos semanas, pensaba mientras volvía al hotel a reencontrarme con mi pequeña Nagasaki que me esperaba como agua de mayo… al llegar, me vi en la habitación de los profesores con ella tomando un vaso de vino… ellos veían el fútbol, yo charlaba… había quedado en reunirme en apenas unos minutos en la 4445… ese iba a ser el centro de reunión… dejé a Nagasaki sonriendo en un pasillo mientras yo me reunía con los demás… tumbada en la cama, veía con Gabriel vídeos de los conciertos… fue llegando gente… todos al mismo lugar, de cabeza a la cama… la noche va a ser larga, me reí para mí… la última noche Fátima… cuando termine, tendrás que hacer eso que siempre logras no hacer… despedirte…

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