lunes, 29 de junio de 2009

Pequeños reencuentros

"Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer"
El Principito, Saint Exupéry





Al salir un domingo por la mañana a tomar café me topo con un compañero de la facultad… hace años que no le veo y coincido con él en el tiempo y en el espacio tres veces en una semana… descubrí que vivía en mi edificio esta semana… con las mismas descubrí que se iba a mudar… y cuando me lo encontré esta mañana, se estaba acabando de mudar… si vas a tomar café sóla, me dice, me voy contigo… dicho y hecho… nos fuimos al Volare –un pub de esos para sesentones que fuman puros… y el único lugar del barrio abierto un domingo por la mañana-… pedimos dos con leche, pusimos el paquete de Lucky sobre la barra… antes de darme cuenta me estaba hablando de su trayectoria de vida de los últimos años… decía que le daba vergüenza cómo iba vestido… mírame, me decía abriendo mucho los ojos, si ni siquiera me he duchado… sigues manteniendo relación con gente de la uni, me preguntó con un poco de tristeza, yo creo que estuve muy abducido esos cuatro años… es curioso… en la facultad era un tío que me pareció primero peculiar… y años más tarde, alguien a quien descubrir poco a poco… tirando del hilo… había metros y metros… mi premonición de entónces se ratificó encendiendo el segundo cigarro sin parar de hablar…

Me hablaba de su vida sentimental… de sus múltiples apuestas y sus múltiples derrotas… de todas esas pequeñas frustraciones que te da la vida… de que, cuando creía que pasaría su vida sólo, apareció Elia… sonríe… yo que pensaba que ella era más mayor, se reía, y sólo tiene 25 años… entre sus palabras leí eso que se siente o no… cree que es ella, no hay duda… sonreí para mis adentros… me alegré callada de su descubrimiento cuando lo ratificó con palabras… contado por ese saco de huesos que siempre ha sido y esa sonrisa de siempre sabe a realidad… me hablaba de ese colegio en el que trabaja, de su peculiar manera de enseñar… enseñar, buen verbo… para él pasa por compartir y por hacer pensar… a mí los chavales me han preguntado si fumo porros, me dice descojonado, y no sabes qué contestar… él vive cada día de clase como un encuentro… le pidió a sus alumnos que ellos también le pusieran nota a él… le emocionaba haber leído lo que pensaban de él…

Le pasamos un repaso a mi vida… de esas cosas que pasan y que te trastocan… él sabía bien de qué le hablaba, lo había vivido no hacía mucho… ya me he quitado de encima esa sensación de haber perdido el tiempo, me contaba cruzando las manos sobre las rodillas con el cigarro encendido… la verdad es que tiene delito, le dije, durante un tiempo nos escribíamos y luego nos perdimos la pista… él sólo sonreía mientras me miraba con esos ojos claros que transmiten frío y calor a la vez… el otro día cuando te encontré me hizo ilusión, me dijo… curioso… a mí me estaba haciendo muchísima ilusión pasar con él esta mañana de domingo… le hablé de que, en esta última época de mi vida, estaba escribiendo hasta en el reverso del ticket del metro… se rió… me habló de una novela que tiene a punto de terminar… de una previa que tiene en un cajón… mándamela me gustaría, le dije… no, fue su respuesta, no la ha leído nadie… por eso mismo, insistí, me gustaría leerla… no, volvió a responder… le hablé de mi incursión en su blog… me gustó lo que leí, le dije… escribes poesía, me preguntó… no a menos que esté muy jodida, le sonreí… y qué haces con todo lo que escribes… buena pregunta, pensé… mucho publicarlo, mucho otro quedármelo para mí… hablamos de los silencios, los vacíos… de esas cosas que pasan en la vida y que nos hacen reaccionar… curioso… a él le pasó también al cumplir los 30… es la edad, me decía, y seguir moviéndome sin parar dentro de una ciudad… tienes alma de nómada, le dije, y eso tampoco es malo… para él comienza a pesar, pensé, pero no sé por qué quizás este cambio último sea el definitivo… otro café, le pregunté… hecho, me sonrió… cuando volvíamos juntos al edificio, me pidió mi número de teléfono… me incitó a ir al concierto que daba el próximo viernes… nos despedimos con un hasta pronto cuando se bajó en el quinto…

Eran más de las 3 de la tarde cuando volví a casa con una sensación bonita dentro de mí… comimos a las 6, le debía a Claudia un brócoli al horno de los míos… la tarde se iba poco a poco… entre textos pendientes de publicar, canciones y la visita de Pons… de pronto, llegó un nuevo reencuentro… un mail en mi bandeja de entrada… no sé por qué pero sabía que serías tú, pensé para mis adentros… cuando vi el nombre, sonreí… me gustaba esta extraña correspondencia con ese amigo que vive lejos… ese amigo que lo es de una manera extrañamente conocida... ese hombre que tiene una mirada que dice mucho más de lo que calla… ese con el que, por algún jodido y extraño motivo de la vida, no cuestiono muchas cosas… las sé, simplemente… algunas me las ha dicho, otras las he leído sin necesidad de caligrafía… yo le había escrito la noche antes pidiéndole disculpas sin hacerlo por haber tardado más de un mes en responderle… él me devolvía una de esas extrañas cartas nuestras empezando con un “hola señora de los tejados”… me gusta… recuerdo cuántas veces le había escuchado decir que, al hablar, a veces ronroneo… no lo puedo evitar, llevo la gata metida dentro desde siempre sólo que antes no era tan consciente… quizás lo había olvidado, sin más... me gustó todavía más leerle decirme que le encantaba leerme así… sin cerrar los ojos me imagino los tuyos, me decía, cantándole una sonrisa a la vida… cuando lo leí, lo pensé… no existe mejor definición en este momento para cómo miro al mundo…

A medida que leía el mail, sonreía más… es curioso… me hablaba de retentiva química… recordé una noche en la que, sin decir ni una sóla palabra, sólo buscamos un olor… cazado, sonreí maullando bajito, sabía que eras tú… recordaba aquéllas palabras… sabría ubicarlas perfectamente en el espacio, en el tiempo… en el momento al que correspondieron… sonrío… por algún motivo, pensé, apareciste en mi vida cuando lo hiciste… y lo más curioso es que, después de tanto, estás ahí… de alguna manera, estás… ronroneé de nuevo… tenía ganas de verle y pegarnos una de nuestras charlas interminables que, más que nunca y como dice Pons, irían de hipervínculo en hipervínculo… otro reencuentro más, pensé, otro con el que alimentar el alma…

Volví a maullar… lo siento… le he cogido gusto…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue maullando que te sienta muy bien

lost in the space dijo...

Ella no maulla, ronronea....